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Joaquín Martínez de la Roca Bolea

Biografía

Martínez de la Roca Bolea, Joaquín. ¿Zaragoza?, c. 1676 – Toledo, c. 1756. Maestro de capilla, compositor y teórico.

No se tiene certeza de las fechas exactas de nacimiento y fallecimiento. Las actas capitulares del Pilar de Zaragoza citan el nombramiento, el 10 de marzo de 1695, de un “Joachín Pérez Martínez” como organista del Pilar, en calidad de sucesor de Jerónimo Latorre. Al poco tiempo el Cabildo decretó “que Joachín Pérez organista nombrado en el Sto. Templo del Pilar entre en el coro con hábitos”. Sin embargo, en el acta del 30 de abril de 1699 aparece como “licenciado Joachín Martínez”, nombre con el que se le conoce toda su vida a partir de entonces. Ocupó el magisterio en el Pilar desde 1708, sucediendo en el cargo a Miguel de Ambiela.

Según información que proporciona González Marín, el 16 de marzo de 1714 presentó una petición para que el Cabildo le eximiera de sus obligaciones como maestro “por el quebranto que advierte en su salud y para que se tengan presentes sus muchas obligaciones para el salario que goza”; en respuesta, el Cabildo, si bien no le autorizó para que abandonara todas sus obligaciones (sí le relevó de impartir clase a los infantes), le aumentó su salario “correspondiente a su trabajo y buenas prendas”. Posteriormente pidió permiso al Cabildo con el fin de tomar posesión de la plaza de organista de la catedral de Palencia.

Además de su actividad compositiva en el plano religioso, Joaquín Martínez de la Roca musicalizó una comedia del alguacil mayor de Zaragoza, Juan Francisco Escuder, bajo el título de Los desagravios de Troya, obra compuesta con motivo del nacimiento del infante Felipe Pedro de Borbón. Dicha comedia fue estrenada en casa del conde de Montemar, mariscal de campo y gobernador de Zaragoza, el 29 de junio de 1712. Asimismo y gracias a algunos impresos se conoce que Joaquín Martínez puso música (hoy día perdida), a los villancicos de Reyes que se cantaron en el Pilar durante los años 1710, 1713 y 1715. También, y en colaboración con Francisco Portería, maestro de la Seo de Zaragoza, compuso la música, igualmente no encontrada, de una obra titulada Sagrado prevenido obsequio para la canonización de santa Catalina de Bolonia (1713) y de un oratorio titulado El sacrificio de Jephté, destinado a la beatificación del jesuita Juan Francisco de Regis (1716).

En cuanto a su estancia en Palencia, afirma López- Calo que estando vacante la organistía en 1704, el Cabildo palentino solicitó a Sebastián Durón que recomendase a un organista competente, a lo que éste respondió destacando la figura de Martínez. Sin embargo es necesario esperar a 1714, año en que toma posesión Joaquín Martínez. Según Martín Moreno, el organista Francisco Navarro abandonó la catedral de Palencia en 1714 para trabajar en Salamanca, por lo que el Cabildo escribió a Durón ofreciéndole el puesto. Asimismo, fray Lucas de Toledo, organista en Valladolid, y Joaquín Martínez ofertaron sus servicios al Cabildo palentino, el cual tomó la decisión de pedir informes a Zaragoza, en virtud de los cuales “habiéndose reconocido el informe de la habilidad, buenas prendas y suficiencia de Joaquín Martínez, acordó el Cabildo recibirle con la misma renta y salario que tenía José de Urroz, que se reducía a 6.000 reales pagados por mesadas”. Poco tiempo permaneció en Palencia pues el 27 de julio de 1715 las actas se refieren a él como “organista que fue de esta santa iglesia” pues había regresado a Zaragoza de improviso a pesar de las amenazas del Cabildo (pena de excomunión incluida) para que no abandonara la ciudad sin haber saldado sus deudas. Martínez solicitó al Cabildo que le confirmara con precisión a cuánto ascendía la deuda contraída y que se le contemplara “con aquella piedad que acostumbra, por más que lo desmerezca el mal modo con que puso en noticia del Cabildo su despedida y el deseo de restituirse a su patria, de lo que pidió perdón”. Una vez que se disculpó, Martínez rogó su readmisión, tal vez porque en Zaragoza no se sintió a gusto o no encontró trabajo. Así pues, el 10 de septiembre de 1715 se le admitió nuevamente en la catedral de Palencia.

Ya en 1715 inició su actividad como teórico, interviniendo activamente en la polémica referente a la misa Scala Aretina de Francisco Valls. El prestigio logrado por Martínez queda patente por las numerosas invitaciones para probar instrumentos nuevos, como el del convento de San Francisco de Salamanca (1717), el de Ampudia (1718), el de San Benito el Real de Valladolid (1718) o el de Nava del Rey (1719). Una vez fallecido el maestro de capilla, Francisco Zubieta, el 4 de febrero de 1718, Joaquín Martínez se ofreció para compatibilizar la maestría con la organistía, petición que fue aceptada. Meses después se le advirtió, junto con los demás músicos, que cumpliera con sus obligaciones, especialmente las de organista, “que es el fin principal para que le recibió el Cabildo”, y en octubre del mismo año se volvió a decir que hace muchas “faltas a su ministerio del órgano”. Al parecer, la salud de Martínez no era buena por entonces pero las ausencias por enfermedad del organista eran ya tan comunes que el Cabildo comenzó a exigir a su organista y maestro certificados médicos, amenazándole con el despido el primero de enero de 1719 (“si sus achaques fuesen habituales... el Cabildo no quiere un ministro tan necesario con enfermedad habitual que le prive el cumplimiento de su obligación”. En otra ocasión, Joaquín Martínez informó al Cabildo que en la catedral de Santiago había sido aceptado como organista principal, a lo cual reaccionó el Cabildo palentino por “la necesidad de este ministro para el culto de su iglesia”, comprometiéndose a prestar socorro a la familia de Martínez a la muerte de éste, razón por la que el organista renunció a abandonar Palencia.

La capilla de música de la catedral de Palencia no debió ser muy numerosa (once miembros fijos). González Marín cita algunas novedades que debieron ser introducidas a instancia suya: así, por ejemplo, en 1718, junto a los cantores, se encuentran dos bajonistas, un violón, un corneta y un organista menor; la novedad radica en que el cornetista, Juan Custodio de Llamas, pidió permiso para marchar a Madrid a aprender a tocar “un instrumento que llaman abue”, y pidió también ayuda para comprar el instrumento, lo que se le concedió. Martín Moreno sitúa a Martínez en la catedral de Toledo el 22 de septiembre de 1722, cubriendo la vacante de organista por muerte de Matías Solana. Sin embargo, entre enero y marzo de 1723 vuelve a ser citado en las actas palentinas, primeramente informando sobre un caponcillo y, finalmente, anunciando al Cabildo su partida a Toledo para ser organista de la catedral. En septiembre de aquel año, al comprobar que el Cabildo de Palencia ofrecía un salario más alto al organista que le sucediere (1.500 reales de aumento además de la ración), Martínez escribió pidiendo ser readmitido de nuevo, pero ya había sido designado el nuevo organista, Antonio Urzáiz o Urráiz. Joaquín Martínez probablemente permaneció como organista de la catedral de Toledo hasta su fallecimiento en la citada ciudad en torno a 1756.

Por lo que se refiere a su faceta de polemista, criticó a Valls en un Juicio y dictamen sobre un papel impreso, su autor don Francisco Valls, maestro de capilla de la santa yglesia catedral de Barcelona en que intenta probar (contra el dictamen de don Gregario Portero, maestro de capilla de la metropolitana de Granada) está conforme a arte la entrada del tiple segundo en el Miserere nobis de la misa que compuso con el título de Scala aretina, sobre que fue consultado, por Joaquín Martínez de la Roca y Bolea (Zaragoza, febrero de 1716), con el argumento de que el uso de especies disonantes sin preparación “destruye la esencia de la música”. En la Respuesta del licenciado Francisco Valls [...] a la censura de don Joaquín Martínez (Barcelona, 1716), el barcelonés apela a la opinión de Nassarre manifestada en los Fragmentos músicos, donde se decía que ciertos casos de entrada de las voces en especie disonante (como el de Valls) podían aceptarse porque “no suena del todo mal, y que no faltando a la buena melodía puede pasar”. Al poco tiempo la España musical de aquella época se dividió en dos facciones, unos defendiendo a Valls (Villavieja, José de Cáseda, Gregorio Santiso Martínez o Miguel López) y otros en su contra (Portería, Miguel Soriano, Egüés), en los que se apoyaba Martínez en su Elucidación de la verdad (Valladolid, 1716); otros compositores como Ambiela y Torres, así como el célebre napolitano Alessandro Scarlatti, permanecieron neutrales. Según afirma González Marín, aunque en esta disputa Martínez fue tildado de conservador, “Nassarre, cuya autoridad servía de argumento a las dos partes y que se mantuvo al margen, decidió finalmente, cuando todo hubo terminado, apoyar a su discípulo en el prólogo de su Escuela música, oponiéndose al uso de disonancias fundamentadas únicamente en el buen efecto producido en el oído”. En 1720 intervino en una nueva polémica cuando Pedro París y Royo, tiple de la Real Capilla, solicitó en un memorial al rey que se excluyeran de las iglesias “las arietas, recitados, cantilenas, violines y clarines”. En un Suplicatorio sobre el memorial dirigido a V.S.I. por D. Pedro París y Royo [...], Martínez se decantó por la introducción de todos estos elementos, de los que él se vale con frecuencia, usando como argumento el placer auditivo (“digo que el principal objeto de la música es el oído”), lo cual no supone una postura tradicional. González Marín ha enjuiciado su estilo musical de la siguiente forma: “Algunas de las obras de Martínez de la Roca que se han conservado permiten calificarlo, sin duda, de compositor progresista o a la moda, a pesar de que el peso de la tradición le obligue a componer numerosas obras en el estilo policoral convencional del s. XVII (y con uso de instrumentos ya trasnochados, como los bajoncillos) y aun en el estilo polifónico severo a cappella, que sigue cultivándose en las capillas españolas ininterrumpidamente...

Un cierto conocimiento de Martínez de algunos estilos extranjeros, y sobre todo la noción de esta diferenciación de estilos, se hace patente en la música para la comedia Los desagravios de Troya, en particular en el Intermedio, sobre cuyo interés ya insistió Mitjana, quien atribuye a Martínez de la Roca una ópera (La Casandra) estrenada en Madrid en 1737, de la que no se tiene otra noticia”.

 

Obras de ~: 1. Música vocal: 1.1 Música vocal en latín: Misas: catedral de Palencia: Misa ferial (a 4 voces); catedral de Valencia: Misa sobre Pange Lingua y Sacris Solemnis (a 8 voces); Misa sobre Sacris solemnis (a 8 voces). Antífonas: catedral de Palencia: Ave Maria (a 4 voces); Beata Dei Genitrix (a 4 voces); Beata Dei Genitrix (a 4 voces); Beata es Virgo Maria (a 4 voces); Beata Mater (a 4 voces); Maria Virgo (a 4 voces); Salve de Cuaresma (a 4 voces); Salve Regina (a 4 voces). Motetes: Angelus Domini (a 4 voces); Carrite tuba in Sion (a 4 voces); Dicebat Iesus (a 4 voces); Ductus est Iesus (a 4 voces); Extollens Iesus (a 4 voces); Gloria laus (a 4 voces); Gloria laus (a 4 voces); Israel es tu (a 4 voces); O Cruz, Christus (a 4 voces); Sancta et Inmaculata virginitas (a 4 voces); Surrexit pastor bonus (a 4 voces); Veni Domine visitare nos (a 4 voces); Visionem quam vidistis (a 4 voces); catedral de Zaragoza: O sacrum convivium (a 8 voces).

Responsorios: Pueri Hebraeorum (a 4 voces). Salmos: catedral de Zaragoza: Domine ad adjuvandum/Dixit Dominus (a 10 voces); catedral de Palencia: In exitu Israel (a 4 voces); In exitu Israel (a 4 voces). 1.2. Música vocal en español: Cantadas: catedral de Palencia: Oíd los rigores. Gozos: catedral de Palencia: Pues por tu mérito, a San Liborio (a 4 voces). Villancicos: catedral de Palencia: Ay, cómo pica (a 2 voces); Ay qué bien suena al amor (a 4 voces), 1709; Cuando el hijo que adoro, Lamentación a Nuestra Señora (a 4 voces); De flores, aves y voces (a 3 voces), 1723; Soberano incendio (a 2 voces); Zeñor de loz cielos; catedral de Zaragoza: Oigan esdrújulos claros, a la Virgen (a 3 voces); Biblioteca de Catalunya: Óiganla, digo; Rosa, narciso, clavel (a 6 voces); basílica de Haro: Qué bello amaneces (a 4 voces). Tonos humanos: Biblioteca Nacional de Madrid: Surta navecilla (a 2 voces); Vagarosa barquilla (a 2 voces). 2. Música instrumental: Órgano: Biblioteca de Catalunya: Tocata de 1º tono de mano derecha.

Escritos: Juicio y dictamen sobre un papel impreso, su autor don Francisco Valls, Maestro de Capilla de la santa yglesia catedral de Barcelona en que intenta probar (contra el dictamen de don Gregario Portero, Maestro de Capilla de la metropolitana de Granada) está conforme a arte la entrada del tiple segundo en el Miserere nobis de la misa que compuso con el título de Scala Aretina, sobre que fue consultado, por Joaquín Martínez de la Roca y Bolea, Zaragoza [1716]; Elucidación de la verdad con que D. Joachín Martínez, organista principal de la Santa Iglesia Cathedral de Palencia, intenta desvanecer las sombras, con que pretende obscurecerlas: el Mro. Don Francisco Valls, Presvítero, Maestro de Capilla de la Santa Iglesia Cathedral de Barçelona, en defensa de la entrada de el segundo Tiple, en el Miserere nobis, de la Missa, intitulada Scala Aretina, Valladolid, Alonso de Riego [1716]; Suplicatorio sobre el memorial dirigido a V.S.I. por D. Pedro París y Royo, Músico en la Real Capilla de S. M. cuyo assumpto es quexarse del estilo en que se practica hoy la música figurada, o canto de órgano, Barcelona [c. 1720].

 

Bibl.: Nassarre, Escuela música según la práctica moderna, Zaragoza, Manuel Román, 1723 y Herederos de Diego de Larumbe, 1724; F. de Latassa y Ortín, Bibliotecas antigua y llueva de escritores aragoneses [...], ed. J. L. Gómez Uriol, Zaragoza, Calixto Ariño, 1884-1886; A. Lozano González, Música popular, religiosa y dramática en Zaragoza desde el siglo XVI hasta nuestros días, Zaragoza, Tipografía de Julián Sanz y Navarro, 1895; F. Pedrell, Catalech de la Biblioteca Musical de la Diputació de Barcelona, Barcelona, Palau de la Diputacib, 1908-1909; A. Geiger, “Spezielles über Form und Inhalt der spanischen Münchener Kodizes”, en Zeitschrift für Musikwissenschaft, VI (1923-1924); H. Anglés, Musici organici Iohannis Cabanilles (1644-1712). Opera omnia, t. 1, Barcelona, Biblioteca de Cataluña, 1927; L. Siemens Hernández, “La Seo de Zaragoza, destacada escuela de órgano en el siglo XVII. 2”, en Anuario Musical, XXIII (1968), págs. 129-156; A. Martín Moreno, El padre Feijoo y las ideologías musicales del XVIII en España, Orense, Instituto de Estudios Orensanos Padre Feijoo, 1976; L. Siemens Hernández, “Contribución a la bibliografía de las fuentes de la cuestión Valls”, en Anuario Musical, XXXIXXXII (1976-1977), págs. 195-223; P. Calahorra Martínez, La música en Zaragoza en los siglos XVI y XVII, 1, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1977; J. López-Calo, La música en la catedral de Palencia. Vol. l. Catálogo musical. Actas Capitulares (1413-1684), Institución Tello Téllez de Meneses, 1980; J. López-Calo, La música en la catedral de Palencia. Actas Capitulares. Vol. II, Institución Tello Téllez de Meneses, 1981; A. M. Pollin, “Los desagravios de Troya de Francisco de Escuder: fiesta dramático-musical del otoño del Barroco”, en Segismundo, 37 (1983), págs. 49-60; A. Martín Moreno, Historia de la música española. 4. Siglo XVIII, Madrid, Alianza, 1985; A. San Vicente, Tiento sobre la música en el espacio tipográfico de Zaragoza anterior al siglo XX, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1986; J. J. Carreras, “La música para la comedia Los desagravios de Troya (1712)”, en Spanish Baroque Music from Aragonese Cathedrals, Zaragoza, Diputación, 1988, págs. 43-51; C. Caballero Fernández-Rufete, “El manuscrito Gayangos-Barbieri”, en Revista de Musicología, XII, 1 (1989), págs. 199-268; P. L. Rodríguez, “Algunas consideraciones sobre la carrera profesional y la producción musical de Joaquín Martínez de la Roca en Zaragoza (1695-1714)”, en Artigrama, 13 (1998), págs. 347-63; L. A. González Marín, “Martínez de la Roca, Joaquín”, Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, t. I, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999.

 

Paulino Capdepón Verdú

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