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Antonio de Lizarza Iribarren

Biografía

Lizarza Iribarren, Antonio de. Leiza (Navarra), 16.I.1891 – Pamplona (Navarra), 27.XI.1974. Funcionario de la Diputación de Navarra.

Vivió toda su vida en Pamplona, donde casó con María Cristina Inda Zabaleta, el 2 de mayo de 1924, con la que tuvo tres hijos, Francisco Javier, Pedro María y José Antonio. Ingresó en la Juventud Jaimista, que adquirió fuerza y prestigio al implantarse la República en 1931, defendiendo conventos e iglesias de posibles desmanes.

Formó parte en la comisión que visitó a Mussolini en demanda de ayuda, el 31 de marzo de 1934, con el general Barrera, en representación del Ejército, Antonio Goicoechea, en la de los monárquicos alfonsinos y Rafael Olazábal y él mismo por la Comunión Tradicionalista. El duce prometió ayuda, armas y dinero. No llegaron las armas, pero pudieron organizarse los viajes a Italia de requetés para ser instruidos militarmente. Aquel año la Comunión Tradicionalista Carlista experimentó una fundamental reorganización.

El rey Alfonso Carlos designó secretario general a Manuel Fal Conde de Sevilla (3 de mayo de 1934), que inició así la preparación a plazo indeterminado de un levantamiento contra la República.

Como el coronel J. E. Varela, que venía actuando como jefe nacional de requetés, y que había redactado sus Ordenanzas militares, no podía moverse con libertad, José Luis Zamanillo fue designado delegado nacional de requetés, asesorado por el teniente coronel Ricardo Rada, y Antonio Lizarza delegado regional de requetés de Navarra (5 de septiembre de 1934).

La organización de requetés de Navarra, que no había tenido carácter militar en manos de Generoso Huarte, de Agustín Tellería y de Ignacio Baleztena, dio un cambio espectacular. Antonio Lizarza recorrió Navarra, nombrando hasta setenta y siete jefes locales en todos los valles y pueblos. En Pamplona, las primitivas “decurias” quedaron transformadas en “patrullas”, en “grupos” y “piquetes”, y constituido luego el Primer Requeté, o Compañía. Comenzó la traída propia de armas, ya que la prometida en Italia nunca se materializó. En marzo de 1935 había encuadradas trescientas boinas rojas en la capital y 5.394 en la provincia. En enero de 1936, con la venida a Navarra del teniente coronel Utrilla, se organizó el primer Tercio o batallón, el Tercio de Pamplona, que constaba de tres Requetés o Compañías, mandadas éstas por Jaime del Burgo la primera, Mario Ozcoidi la segunda y Esteban Ezcurra la tercera.

El general Mola, designado gobernador militar de Navarra, adonde llegó el 14 de marzo de 1936, aceptó el 19 de mayo ponerse al frente de los oficiales de la Unión Militar Española (UME) en la capital (Capitanes Vicario, La Lastra y Moscoso). El 15 de junio, en el monasterio de Irache, se reunieron el general y Manuel Fal Conde. Las relaciones no fueron fáciles, por la personalidad de los reunidos y las ideas y posturas que representaban. El carlismo pedía que “el Estado debe reconstruirse sobre bases sociales y orgánicas, acabando con el parlamentarismo y el sufragio liberal”, y que la bandera debía ser la bicolor. No se llegó a ningún acuerdo. El día 9 de julio, el general Mola dio por rotas las relaciones. Se acudió al general Sanjurjo, jefe supremo de la conspiración, para someterle la cuestión, y que él decidiese. Antonio Lizarza fue enviado por la Comunión a Estoril, donde pasó con el general dos días, regresando el 11 de julio con una carta dirigida al general Mola, con copia para Fal Conde. Que “los tradicionalistas usen la antigua (bandera) o sea, la española”, que se haga “revisión de todo cuanto se ha legislado”, que se deseche “el actual sistema liberal y parlamentario”. Mola, en principio, rechazó la carta, pero tras una decidida intervención de los capitanes Barrera, Lorduy y Vázquez, la aceptó.

En consecuencia, la Comunión decidió participar en el movimiento militar (15 de julio). Antonio Lizarza marchó a Estoril el día 17, con el proyecto de traer a Pamplona al general Sanjurjo. Denunciado su viaje, fue detenido en el aeródromo de Gamonal, en Burgos, el mismo día 17, donde le esperaba personalmente el propio director general de Seguridad, que lo ingresó en la Cárcel Modelo de Madrid. Pasó una auténtica odisea en la llamada "zona roja", de la que consiguió salir el 22 de enero de 1938, incorporándose inmediatamente al bando sublevado. Designado delegado nacional de Reclutamiento de Requetés, trabajó incansable en reorganizar los Tercios de Requetés, auténticas fuerzas de choque del Ejército nacional, algunos de los cuales habían desaparecido o habían sido fusionados por bajas. Se llegaron a reconstruir Tercios como el de San Fermín, el de Doña María de las Nieves y el de Nuestra Señora de Covadonga.

Terminada la guerra, regresó sencillamente a la Dirección de Montes de la Diputación Foral de Navarra.

Pero, “¿cómo es esto?”, le preguntaban sorprendidos: “Pensábamos...”, refiriéndose sin duda a cargos nacionales que le habían sido ofrecidos. Su respuesta les dejó asombrados: “¿A qué creen Vds. que fui yo a la guerra?”. Escribió el libro Memorias de la Conspiración.

Falleció en Pamplona el 27 de noviembre de 1974. Fue enterrado con boina roja, como tenía pedido. A su muerte se plantó en la montaña de Navarra un hermoso pinabete. “Un libro, un árbol...”.

 

Obras de ~: Memorias de la Conspiración. Cómo se preparó en Navarra la Cruzada. 1936-1939, Pamplona, Editorial Gómez, 1953 (2.ª ed., 1953; 3.ª ed., 1954; 4.ª ed., 1969; 5.ª ed., Madrid, DYRSA, 1986), [incluye: F. J. de Lizarza Inda, “Semblanza de mi padre” y “La definitiva despedida. A manera de testamento político: ¡Carlistas, aurrerá!”, pág. 5 y pág. 161, respect.].

 

Fuentes y bibl.: Archivo Francisco Javier de Lizarza Inda, Madrid [incluye los de Ángel de Lasala Perruca, de Zaragoza, y de Antonio de Lizarza Iribarren, de Pamplona].

J. de Iturralde (seud.), El catolicismo y la Cruzada de Franco. Quiénes y con qué fines prepararon la guerra, Editorial Egui-Indarra, s. f., págs. 73 y 122; J. Arrarás y C. Sáenz de Tejada (dirs.), Historia de la Cruzada española, vol. III, t. XIII, Madrid, Ediciones Españolas, 1941, pág. 462; V. Palacio Atard, Cuadernos bibliográficos de la guerra de España, Madrid, Universidad, Cátedra de Historia Contemporánea de España, 1968, serie 3, fasc. 2, pág. 120; A. M.ª Labayen, Eskribaua, pakegille ta fuerozale. Muñagorri (y Otaegui), José Antonio de. El escribano Muñagorri, pacificador y fuerista, San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1976, págs. 378-379; J. del Burgo Torres, Bibliografía del siglo xix. Guerras Carlistas. Luchas Políticas, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1978, pág. 582; L. Romero, Porqué y cómo mataron a Calvo Sotelo, Barcelona, Planeta, 1982, págs. 150 y 248 [sobre la detención en Burgos, pág. 288]; J. Aróstegui Sánchez, Los combatientes carlistas en la guerra civil española, 1936-1939, Madrid, Fundación Hernando de Larramendi, Aportes XIX, 1991, 2 ts. [dedicatoria, t. I, pág. 25]; L. Redondo y J. de Zavala, El Requeté. La Tradición no muere, Barcelona, Editorial Ahr, 1997; P. Moa, Una historia chocante. Los nacionalismos vasco y catalán en la Historia contemporánea de España, Madrid, Editorial Encuentro, 2004; F. Goñi, El hombre de la Leica, Pozuelo de Alarcón (Madrid), Espasa Calpe, 2005.

 

Francisco Javier de Lizarza Inda

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