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Ciro Bayo Segurola

Biografía

Bayo Segurola, Ciro. Madrid, 16.IV.1859 sup. – 4.VII.1939. Escritor.

Fabulador de su propia biografía, participó en la Segunda Guerra Carlista, lo que relató en su libro autobiográfico Con Dorregaray. En 1873 concluyó los estudios de bachillerato en las Escuelas Pías de Mataró. Estudió las carreras de Medicina y Derecho en Barcelona, Valencia y Madrid, aunque no consta que llegara a terminarlas. Viajó en dos ocasiones a América.

En la primera (1876) fue a La Habana y, según cuenta en su propia biografía publicada en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (1910, pág. 1420), la compañía de cómicos con la que viajaba quedó disuelta a causa del vómito negro. Su primer premio literario lo consiguió precisamente en Cuba, del Ayuntamiento de Matanzas, por su epitalamio en honor del primer matrimonio de Alfonso XII (1878), cuya remuneración le permitió hacer el viaje de regreso a España. Antes de su vuelta a América (1887 o 1889), fue de nuevo galardonado en un certamen universitario con motivo del centenario de la muerte de Calderón (1881). De nuevo en América, tras ejercer en Argentina dos o tres años como maestro rural, primero en Bragado, luego en Tapalqué, decidió trasladarse a caballo —siguiendo su espíritu aventurero— hasta Chicago, para presenciar los actos organizados en esta ciudad con motivo del IV Centenario del Descubrimiento. Su etapa docente en la escuela gauchesca quedaría recogida en su libro El peregrino en Indias. Diversas circunstancias, sobre todo de índole económica, le obligan a interrumpir su viaje y a establecerse en Bolivia, en la ciudad de Sucre, donde su vocación pedagógica y periodística confluyen en la enseñanza en el colegio dirigido por Bernardo Rodríguez Serra —quien será más adelante su primer editor en Madrid—, la fundación de una escuela, el Colegio Infantil de Varones de Sucre (nutrido sobre todo por los hijos de las familias más adineradas de la ciudad), y de un periódico, El Fígaro, “revista cómico-literaria decenal”, de efímera existencia (los veinticuatro números publicados se conservan en la Biblioteca Nacional de Sucre). El viaje y la llegada a esta ciudad se narran en el relato de viajes Chuquisaca o la plata perulera.

Durante todos estos años en Argentina y Bolivia publicó en los periódicos El Diario y La Tribuna (de Buenos Aires y La Plata, respectivamente), en el diario tucumano El Orden y en La Estrella del Oriente, de Santa Cruz de la Sierra, ambos de Bolivia. Chile y Perú fueron también visitados por Bayo en esta etapa. Antes de abandonar la capital de Bolivia trabajó como taquígrafo del Congreso, aunque pronto se convertiría en “corrector de estilo” del Diario de Sesiones.

Se estableció más tarde en El Beni, en el oriente boliviano, con la misión de fundar “escuelas gubernativas” en la población de los gomeros de la Bolivia amazónica. Su estancia de tres años en estas tierras quedó reflejada en capítulos de El peregrino en Indias y Por la América desconocida. Como la misión pedagógica que tenía encomendada fracasó, Bayo renunció —siguiendo la misma pauta de honradez que caracterizó toda su vida— a la gratificación ofrecida por el Gobierno boliviano. Después de hacer vida nómada durante unos tres años en tierras de los gomeros —tiempo que invirtió también en escribir el poema La Colombiada y el Vellocino de oro, obra esta última no conservada— regresó a Buenos Aires y, poco después, a España, a Barcelona primero (1900) y luego a Madrid (1902), donde trabó amistad con algunos miembros de la Generación del 98, como Pío Baroja, Azorín y Valle-Inclán (quien lo retrató en el personaje Don Peregrino Gay de Luces de Bohemia). Su espíritu viajero no cesó a su regreso a España y, de hecho, su primer libro original, titulado El peregrino entretenido (viaje romancesco) (1910), relata un viaje a Yuste con los hermanos Ricardo y Pío Baroja (quien, por cierto, aprovechó materiales del mismo recorrido para insertarlos en su novela La dama errante), que le otorgó una cierta fama en los círculos literarios madrileños.

Visto por sus contemporáneos como bohemio y aventurero, sobrio, digno y quijotesco, vertió lo mejor de su experiencia y conocimientos en sus libros, por uno de los cuales, Lazarillo español, la Real Academia Española le concedió el Premio Fastenrath, al que aspiraba también Pío Baroja con El árbol de la ciencia. Se señaló ya hace tiempo su novela Los Marañones como fuente de inspiración directa del Tirano Banderas de Valle-Inclán.

Su obra se puede dividir en cinco grupos. El primero, relativo a lo que se podría denominar como “obras de ocasión”, que escribe como medio de subsistencia. A este grupo pertenecen libros como Higiene sexual del soltero, Higiene del verano y de los veraneantes y El veraneo, entre otros, cuyos títulos hablan por sí solos del contenido de las obras. También pertenecen a este grupo algunas traducciones y diccionarios, que pudo elaborar gracias a los conocimientos de idiomas adquiridos en sus viajes por Europa, realizados, según él, antes de su segunda partida a América. Un segundo grupo se refiere a las “obras de carácter filológico y folclórico”, aquí se incluyen tanto el Vocabulario de provincianismos argentinos y bolivianos, el Vocabulario criollo-español sudamericano, Los cantos populares y americanos y Romancerillo del Plata como la edición del Martín Fierro, que traslucen un interés y unas aptitudes muy notables para detectar las particularidades folclóricas y lingüísticas de los lugares visitados. En tercer lugar se encuentran sus novelas: Orfeo en el infierno y La reina del Chaco. Otro grupo lo forman sus novelas históricas, aquí entrarían Césares de la Patagonia, Los Marañones y Los caballeros del Dorado. Aucafilú (época de Rosas) y Examen de próceres americanos que se pueden considerar libros de historia más que novelas, aunque en el primero, por ejemplo, se inserta un “cuento”, lo que muestra el carácter híbrido de estos textos a caballo entre lo histórico y lo novelístico, y en quinto y último lugar están sus relatos de viajes por España: El peregrino entretenido, Lazarillo español y Con Dorregaray, y por América: El peregrino en indias, Chuquisaca o la plata perulera y Las grandes cacerías americanas.

Sus obras más interesantes, desde el punto de vista literario, son los relatos de viaje que adquieren en su pluma unas características propias que los distinguen de sus precedentes y de sus contemporáneos. Desde el punto de vista del contenido, son relatos que se pueden calificar como “desideologizados” con respecto a los publicados por sus compañeros del 98. Desde el punto de vista formal, suponen una cierta renovación del género, pues se incluyen procedimientos narrativos más propios de la novela, como la presencia del diálogo, cuya utilización irá madurando en cada uno de sus relatos, o la cesión de la voz del narrador a los personajes que cuentan directamente sus historias. También se novelizan en cierto modo al incorporar elementos ficticios dentro del esquema de un viaje basado en un recorrido y un tiempo que se perciben como reales. En suma, el relato de viajes ensancha sus límites hacia lo novelesco (“romancesco” es la palabra que el propio Bayo utiliza en el subtítulo de su primer libro), sin perder un ápice de sus rasgos esenciales, disponiendo así al género para una verdadera renovación que cristalizará más adelante en la obra viajera de Cela y de todos sus continuadores.

 

Obras de ~: Higiene sexual del soltero, Madrid, B. Rodríguez Serra, 1902; Higiene en el verano y de los veraneantes, Madrid, B. Rodríguez Serra, 1902; “La poesía popular en la América del Sur”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Madrid), n.º 6 (1902), págs. 43-49; Diccionario-conversación españolfrancés, Madrid, Baily-Baillière, 1904; Nociones de instrucción cívica: rudimentos de Derecho, Madrid, Sucesora de M. Minuesa de los Ríos, 1905; “Vocabulario de provincialismos argentinos y bolivianos”, en Revue Hispanique (RH), n.º 14 (1906), págs. 241-264; “Cantos populares americanos”, en RH, n.º 15 (1906), págs. 796-809; Vocabulario criollo-español- sudamericano, Madrid, Sucesores de Hernando, 1910; El peregrino entretenido (viaje romancesco), Madrid, Sucesores de Hernando, 1910 (ed. de J. Esteban, Sevilla, Renacimiento, 2002); Lazarillo español. Guía de vagos en tierras de España por un peregrino industrioso, Madrid, Librería de Francisco Beltrán, 1911 (ed. de J. Esteban, Madrid, Cátedra, 1996); Orfeo en el infierno, Madrid, Bailly-Baillière, 1912; Con Dorregaray, Madrid, Juan Pueyo, 1912; El peregrino en Indias: en el corazón de la América del Sur, Madrid, Sucesores de Hernando, 1912 (ed. de J. Esteban, Sevilla, Renacimiento, 2004); Chuquisaca o La plata perulera, Madrid, V. Suárez, 1912; La Colombiada, Madrid, Bailly-Baillière, 1912; Higiene sexual del casado, Madrid, Rubiños, 1913; Romancerillo del Plata, Madrid, V. Suárez, 1913; Los Césares de la Patagonia, Madrid, J. Pueyo, 1913; Los Marañones (leyenda áurea del Nuevo Mundo), Madrid, Bailly- Baillière, 1913; Los caballeros de El Dorado, Madrid, Imprenta Clásica, 1915; El veraneo, Madrid, Bailly-Baillière, 1916; Examen de próceres americanos (los libertadores), Madrid, Sucesores de Hernando, 1916; Aucafilú, Madrid, Sociedad Española de Librería, 1916; Venus catedrática, Madrid, J. Pueyo, 1917; Por la América desconocida: indios pampas, gauchos y collas, Madrid, Caro Raggio, 1920, 4 vols.; Romancero criollo, Madrid, Sucesores de Hernando, 1921; Por la América desconocida, Madrid, Caro Raggio, 1927; Bolívar y sus tenientes. San Martín y sus aliados, Madrid, Caro Raggio, 1929; Historia moderna de la América española: desde la Independencia hasta nuestros días, Madrid, Caro Raggio, 1930; Manual del lenguaje criollo del Centro y Sudamérica, Madrid, Caro Raggio, 1931; La reina del Chaco, Madrid, Caro Raggio, 1935; Las grandes cacerías americanas. Del lago Titicaca al río Madera, Madrid, Caro Raggio, 1936; Obras completas, vols. 1-3, ed. y pról. de A. Redondo Goicoechea y T. Boal Rodríguez, Madrid, Fundación José Antonio Castro, 2005-2006.

 

Bibl.: VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo- Americana, vol. VII, Barcelona, José Espasa e Hijos, Editores, 1910, pág. 1420; P. Baroja, Intermedios, Madrid, Espasa Calpe, 1931, págs. 124-126; L. Ambruzzi, Páginas de vida española e hispanoamericana, Torino, Società Editrice Internationale, 1935, págs. 35-42; H. Hernández Luquero, “Un gran escritor casi desconocido. In memoriam de Ciro Bayo”, en Arriba n.º 868 (11 de enero de 1942), pág. 5; Anónimo, “Los trece últimos años de Ciro Bayo”; P. Baroja, “Don Ciro Bayo y Segurola”; M. García Venero, “Un 98 olvidado. Alma ibérica y estilo clásico”, y R. Baroja, “El último aventurero español”, en La Estafeta Literaria (LEL) n.º 1.º (1944), págs. 16-17; R. Baroja, Gente del 98, Barcelona, Juventud, 1952, págs. 85-90; M. Cardenal de Iracheta, “El peregrino escritor D. Ciro Bayo y Segurola (1859-1939)”, en Clavileño n.º 17 (1952), págs. 33-38; J. de Entrambasaguas, “Ciro Bayo (1860-1939)”, en Las mejores novelas contemporáneas, t. IV, Barcelona, Planeta, 1959, págs. 3-53; G. Baquero, “Ciro Bayo, el de la vida en fracaso ¿no sería el verdadero triunfador?”, en Papeles de Son Armadans n.º 45 (1959), págs. 283- 308; J. H. Silverman, “Valle-Inclán y Ciro Bayo: sobre una fuente desconocida de Tirano Banderas”, en Nueva Revista de Filología Hispánica n.º 19 (1960), págs. 73-88; A. M. Campoy, “Un vagabundo del 98: D. Ciro Bayo”, en LEL n.º 370 (1967), pág. 6; J. Caro Baroja, Semblanzas ideales, Madrid, Taurus, 1972, págs. 93-108; M. Cardenal de Iracheta, Comentarios y recuerdos, Madrid, Revista de Occidente, 1972, págs. 191-209; J. Rojo Ovies, “Los viajes por España de Ciro Bayo Segurola”, en Archivum n.º 26 (1976), págs. 333-389; L. Sánchez Granjel, Maestros y amigos de la Generación del noventa y ocho, Salamanca, Universidad, 1981, págs. 121-144; A. Redondo Goicoechea, “Vida y obra de Ciro Bayo. Costumbrismo y novela”, en Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo n.º 57 (1981), págs. 253-294; J. Esteban, “Ciro Bayo y Segurola (1859-1939). El más hispanoamericano de nuestros escritores”, en Cuadernos Hispanoamericanos, 539-540 (1995), págs. 225-234; J. I. Tellechea Idígoras, “Cartas de Ciro Bayo a Unamuno. Sobre criollismos y otras facetas americanas”, en Cuadernos Salmantinos de Filosofía, vol. XXII (1995), págs. 365-397; J. A. Ereño Altuna, Cartas de Ciro Bayo a Unamuno: un diálogo difícil, Bilbao, J. A. Ereño, 1996; P. Baroja, Obras completas, ed. de J. C. Mainer, t. I, Barcelona, Círculo de Lectores, 1997, págs. 796 y 922; t. II, págs. 77, 86, 97-108 y 185; E. González Mas, “Ciro Bayo y su visión de España”, en Salina n.º 12 (noviembre de 1998), págs. 150- 151; J. Fradejas Lebrero, Don Ciro Bayo y Segurola, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 2001; A. Pestano y Viñas, “El peregrino entretenido (viaje romancesco) de Ciro Bayo ou le voyage recrée”, en Bulletin Hispanique n.º 2 (diciembre de 2005); L. Alburquerque García, “El peregrino entretenido de Ciro Bayo y el relato de viaje a comienzos del siglo xx”, en J. Peñate Rivero y F. Uzcanga Meinecke (eds.), El viaje en la literatura hispánica: de Juan Valera a Sergio Pitol, Madrid, Verbum, 2008, págs. 145-160.

 

Ana Isabel Ballesteros Dorado y Luis Alburquerque García

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