Porredón, Bartolomé. Ros de Eroles. Oliana (Lérida), 1796 – Clariana de Cardener (Lérida), 16.V.1847. Guerrillero carlista.
Se le conocía con el seudónimo de Ros d’Eroles o Ros de Eroles (Rubio de Eroles) por el color rojizo de su pelo. Se alistó en el ejército realista durante la campaña anticonstitucional de 1822-1823, en la que obtuvo el empleo de capitán. Una vez finalizada, se retiró a vivir a su pueblo natal. En el año 1827, intervino en el alzamiento de los “Agraviados”, siendo apresado y confinado en Ceuta. En 1829, fue indultado y regresó a Cataluña.
El príncipe Félix de Lichnowsky lo definió como “un hombre de cabellos rojos, de cara bonachona y flemática. Parecía más un cervecero bávaro que un jefe de partida español. A pesar del mucho calor, llevaba un sobretodo pardo con pieles y las mangas bordadas como los uniformes de brigadier. Una colección de cintas y de cruces adornaba su pecho y completaba este extraño atavío una montera de nutria en forma de melón, un ancho sable y un bastón con puño de oro. Sobre la silla de su caballo negro llevaba una piel de oso adornada de una bandera escarlata”.
Al iniciarse la Primera Guerra Carlista, Bartolomé Porredón fue de los primeros en levantarse en armas.
Durante toda la guerra, su teatro de operaciones se centró en la provincia de Lérida. Así, entró en combate en Guissona, Oliana, Seo de Urgell, Pons, Vilanova de Mayá, Coll de Jou, Coll de Nargó, Solsona, Talarm y Tremp. Antes de que Carlos de España, conde de España fuera nombrado jefe de los Reales Ejércitos de Cataluña, Porredón era jefe de la 1.ª División de los Ejércitos de Cataluña. Esta división estaba formada por cuatro batallones indisciplinados con quinientos hombres cada uno. En conjunto, los Reales Ejércitos Carlistas contaban con veintitrés batallones. Con la llegada del conde de España se redujeron los veintitrés batallones a trece. Así, los trece batallones quedaron encuadrados en tres cuerpos de operaciones y una división de reserva. El primer Cuerpo, mandado por Bartolomé Porredón, estaba formado por cuatro batallones, el Cuartel General de Porredón, y fueron destinados a recorrer las tierras del Alto Aragón.
Ya con el grado de brigadier, el conde de España le ordenó a Porredón que atacara el valle de Arán (diciembre de 1838), para conquistar Viella y poder demoler el fuerte de la Libertad. Porredón desobedeció las órdenes de conquistar la capital del valle de Arán, aludiendo que atacar el fuerte de Viella no sería de utilidad y que se perderían demasiados hombres. Por lo cual la bloqueó, estableciendo el cuartel general en Betrén. Al reencontrarse el conde de España con Porredón le dijo: “Hijo mío, si todos los oficiales fueran como tú, no teníamos que temer al enemigo y antes de seis meses estaríamos en Barcelona”.
Bartolomé Porredón participó en los preparativos que dieron como resultado el asesinato del conde de España. Una vez finalizada la Primera Guerra Carlista emigró a Francia, regresando años después a su pueblo natal.
El 29 de enero de 1847, el brigadier Porredón se presentó con una partida de cuarenta hombres a Benito Tristany, el cual había asumido el mando como comandante general de Cataluña. Ese día se inició la participación de Porredón en la Segunda Guerra Carlista o de los Matiners. Como ocurrió durante la Primera Guerra Carlista, las acciones militares de Porredón se centraron en la provincia de Lérida. Así, entró en combate en Cervera, Orgañá, Pinós, Biosca y Sanahuja.
El 15 de mayo, Porredón marchó a Casa Borrellas, masía situada cerca de Clariana (Lérida) para descansar. El coronel Baixeras recibió la confidencia de que Benet Tristany y Bartolomé Porredón se escondían en unas masías cercanas a Solsona. Las tropas isabelinas, comandadas por Baixeras, se dividieron en dos grupos para cercar a los dos cabecillas. Porredón y su asistente fueron sorprendidos y, al intentar huir “le dispararon una descarga, cayó herido y le asesinaron en el mismo acto”. Así pues, como se afirmó en “Teatro de la Guerra: Cabrera, los montemolistas y los republicanos en Cataluña”, Porredón no murió en Casas de Vilá (Lérida), donde se había retirado para recuperarse de unas fiebres.
El cadáver de Bartolomé Porredón fue trasladado a Solsona. El 17 de mayo fueron fusilados Benito Tristany, el presbítero de Áger José Rossell y Valeriano Roca. Manuel Pavía, capitán general de Cataluña, firmó el mismo día 17 un bando en el cual se especificaba la manera cómo tenía que llevarse a cabo la ejecución. Por lo que se refiere a Porredón escribió: “Hará que el cadáver de Ros de Eroles sea conducido al sitio de la ejecución un cuarto de hora antes de ésta y que después quede con el de Tristany durante las demás de la tarde, a la exposición pública, para que no quede que han sido cogidos y sufrido el castigo que la ley les tenía impuestos.
Quedará con ellos una guardia de un cabo y cuatro mozos de escuadra, hasta que al anochecer se les dé sepultura eclesiástica. A los otros dos reos se les dará sepultura inmediatamente después que las tropas se hayan retirado”.
Bibl.: R. Brea, Príncipe heroico y soldados leales, Barcelona, La Bandera Regional, 1912; F. de Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), Madrid, Espasa Calpe, 1942; M. Ferrer, D. Tejera y J. F. Acedo, Historia del Tradicionalismo Español, Sevilla, Trajano, 1943-1956; F. Sánchez Agustí, Carlins amb armes en temps de pau. Altres efemèrides d’interès (1840-1842) Lérida, Pagès Editors, 1996.
César Alcalá