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Francisco Tomás Anchía y Urquiza

Biografía

Anchía y Urquiza, Francisco Thomas. Francisco Longa, General Longa. Bolívar (Vizcaya), 10.IV.1783 – Valencia, 21.XII.1831. Militar, teniente general.

Todo aparece confuso en su origen. Su verdadero nombre es el de Francisco Thomas Anchía y Urquiza y “Longa” es sólo el nombre del caserío donde nació, pero con el que figura en toda su documentación militar como si se tratase de su verdadero apellido. En 1950, la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País organizó un homenaje a su persona en Bolívar, fijando una placa en una de sus plazas “a la memoria de Francisco Tomás de Anchía, que inmortalizó el nombre de su caserío Longa”.

Su hoja de servicios señala también a Bolívar como su lugar de nacimiento, pero en otro documento extenso de su expediente personal lo hace radicar en Mallavia, localidad próxima a la anterior. La verdad es que el caserío de Longa pertenece a Bolívar, que él fue bautizado en la parroquia de Santo Tomás Apóstol de Cenarruza perteneciente también a Bolívar, pero en su partida de bautismo se indica que sus padres, Isidro Anchía y María de Urquiza, tenían su residencia en Mallavia. Sólo el contacto con sus descendientes ha permitido aclarar este cruce de nombres y lugares.

Al empezar la Guerra de la Independencia, Longa tenía su residencia en la Puebla de Arganzón (Burgos), donde algún historiador fija erróneamente su lugar de nacimiento, “sujeto a un pasar más que decente”, como indica su Hoja de Servicios, al frente de un “obrador” o herrería con veintisiete criados, dedicado al comercio.

En agosto de 1809, ofreció a sus criados 100 reales de vellón por cada francés que matasen y entregasen su fusil. De esta forma consiguió en breve tiempo la muerte de diecisiete franceses y la obtención de otros tantos fusiles que, unidos a algunos caballos y otras armas blancas construidas en su herrería, le permitió la organización de una “partida” con doce de sus sirvientes, dedicada a la captura de los correos enemigos, ofreciendo 4.000 reales de vellón por cada uno de los interceptados.

Advertidos los franceses de sus actividades, se vio obligado a marchar a la Roja, donde se unió por poco tiempo a las guerrillas de fray Constantino y del marqués de Barrio Lucio. Cuando pudo volvió a su territorio y a la interceptación de correos enemigos.

El 25 de diciembre atacó en Nanclares a un destacamento de cuarenta franceses, iniciando así su continuo batallar en aquella guerra.

En su minuciosa hoja de servicios, figuran tres acciones en 1809; veintitrés en 1810; diecinueve en 1811; catorce en 1812 y diecisiete en 1813, con un resultado total de 2.195 franceses muertos, 4.024 prisioneros y 1.952 muertos entre sus propias filas.

En agosto de 1810 se unió a su partida la que estaba dirigida por Abecia, consiguiendo así doblar su fuerza. Abecia le nombró su segundo y jefe de la Caballería.

Su primer empleo militar fue el de teniente coronel como jefe de Escuadrón, concedido por el general Mahy, jefe del Ejército de Galicia, el 21 de enero de 1811 y aprobado por la Regencia como premio a los éxitos obtenidos en la interceptación de los correos enemigos, acciones que habían permitido a los Ejércitos españoles y a la Regencia conocer con antelación los planes de Napoleón. El 28 de octubre de 1811 fue nombrado comandante de la División de Iberia, perteneciente al 7.º Ejército y el 17 de abril se le confirmó en ese mando a la vez que se le ascendía al empleo de coronel.

El 3 de julio de 1813 ascendió a brigadier, dándosele el mando de la 6.ª División del IV Ejército. El 11 de julio era coronel del Regimiento de Húsares de Iberia y el 3 de septiembre de ese mismo año ascendía a mariscal de campo.

A lo largo de la guerra, aquella partida inicial de doce hombres fue creciendo hasta alcanzar tres regimientos de Infantería de mil cien plazas cada uno; un regimiento de Caballería, Húsares de Iberia con seiscientos ochenta y cuatro; una compañía de Artillería con ciento sesenta plazas y diez piezas; un regimiento de Guardias Nacionales de mil doscientos hombres y un batallón formado con alemanes e italianos desertores de los franceses.

Mantuvo hospitales para la curación de sus heridos y enfermos y otro en Salinas de Añana para atender a los prisioneros españoles que huían de los franceses y se unían a sus filas en lamentable estado físico.

En cuanto al vestuario, calzado, armamento, caballos, monturas, espionaje y otros gastos, se proveyeron mayoritariamente con los ingresos que obtenía de las salinas de Poza de la Sal, que preservó de los franceses y de las presas hechas al enemigo.

La progresión fue continua en la importancia de las acciones y en su integración en el esquema de actuación general de los Ejércitos, siguiendo las instrucciones de regularización de las guerrillas impulsado por la Junta Central y después por la Regencia. Ya el 2 de julio de 1810, Mahy, general jefe del Ejército de Galicia, dictaba una orden para la reunión de todas las partidas “sueltas” bajo el mando de Longa, si bien debía atender las indicaciones del coronel de la Riba.

Se extendía a continuación en la necesidad de que cada partida contase con primero y segundo comandante, y componerse al menos de cincuenta hombres de Caballería y cien de Infantería.

Ese proceso de regularización no fue fácil ni solamente impuesto desde arriba. En este orden de ideas, el 8 de diciembre de 1810 Longa se había dirigido al mismo general Mahy solicitando esa regularización para sus hombres, que suponía fuero militar, empleos y haberes reglamentados, petición que fue atendida con su ascenso a teniente coronel ya reseñado.

Hay tres fases en la actuación de Longa: La primera fue la de los objetivos limitados, la de la captura de correos y los ataques a las pequeñas guarniciones territoriales francesas, que se extiende hasta principios de 1811; la segunda fase se caracteriza por su integración en las acciones que Renovales y Díaz Porlier protagonizan en Cantabria y Vizcaya, a medias entre unidades regulares y guerrillas, y otra tercera fase, ya integrados en el VII Ejército que manda Mendizábal, con su participación en la batalla de Vitoria y en los combates sobre la frontera francesa.

Una acción típica de la primera fase fue la emboscada que montó Longa el 24 de octubre de 1810 en la peña de Orduña contra un importante convoy de vestuario francés que marchaba de Burgos a Bilbao, compuesto por cincuenta y tres carros y una escolta de quinientos cincuenta hombres. Longa ocultó a sus guerrilleros, no siendo detectados por los exploradores enemigos y, cuando el convoy alcanzó la Venta del Hambre, desencadenó su devastador ataque, apoyado con el lanzamiento de grandes piedras desde las alturas, que allí había situado el día anterior. La escolta abandonó el convoy y huyó hacia Orduña, desde donde también fue desalojada por los españoles, que no cesaron en su persecución hasta más allá de Amurrrio.

Por esta acción, el 11 de diciembre de 1816, Mahy propuso el ingreso de Longa en la Real y Militar Orden de San Fernando. Después continuó sus acciones sobre las comunicaciones de Burgos a Bilbao y de Burgos a la frontera francesa.

En 1812, dentro de la segunda fase señalada, hay que destacar la ocupación de Castro Urdiales el 9 de julio, acción en la que sufrió doscientas bajas, pero que le permitió armar tres lanchas cañoneras con las que contribuyó a impedir el avituallamiento por mar de la guarnición francesa de Santoña.

Siguió combatiendo en Vizcaya a las órdenes de Renovales y Díaz Porlier, tomando parte en las acciones alrededor de Bilbao, a la vez que interfería las comunicaciones enemigas en Pancorbo. Pasó a Guipúzcoa y combatió en Pasajes y Mondragón y el 22 de julio lo hizo en Estella con Espoz y Mina.

Integrado en el VII Ejército, combatió el 8 de enero de 1813 en Sangüesa y el 21 de junio en la batalla de Vitoria, ocupando el ala izquierda del despliegue aliado y cortando la línea de retirada enemiga en dirección a Irún en Gamarra Menor y el Puente de Darona. Se distinguió en esta batalla por lo que fue ascendido a brigadier a la vez que recibía un sable de honor de manos de Wellington.

Progresó con el Ejército aliado en dirección a la frontera francesa, tomando parte el 29 de julio, bajo las órdenes del general Bárcena, en la acción de Puente de Yanci y el 31 de agosto en la batalla de San Marcial.

Después, el 27 de octubre, en los combates de las alturas de Vera de Bidasoa y el 10 de noviembre en Ascaín, entrando en territorio francés.

Terminada la guerra, marchó destinado a Vizcaya, donde, en septiembre de 1816, intervino para abortar el intento revolucionario de Renovales, en conexión con la aventura de Lacy en Barcelona que habría de estallar en julio de 1817.

Longa dirigió en Vizcaya la persecución de Renovales hasta que éste logró huir a Francia, pero debió ser una persecución tibia, porque cuando posteriormente fue juzgado por los liberales alegó que él mismo había socorrido tanto a Renovales como a su mujer, y es que Longa era un absolutista convencido, pero se le haría muy cuesta arriba proceder contra sus antiguos superiores y compañeros de armas.

Durante el trienio liberal ingresó en prisión, primero en Burgos, donde permaneció cuatro meses, y después en Vitoria.

Cuando en abril de 1823 entraron en España las tropas del duque de Angulema, las acompañaba Longa al frente de dos batallones alaveses formados en Bayona, que puso a las órdenes del general Bárcena. Después tomó parte en la breve campaña militar de los absolutistas, combatiendo contra las partidas liberales en Cantabria y Asturias y ocupando Santander y Oviedo en nombre del Rey absoluto.

En 1825 ascendió a teniente general y nombrado capitán general de Castilla la Vieja.

Durante su mando en esta región se produjo la sublevación del infante portugués Miguel contra el Gobierno constitucional de su sobrina María Gloria. En España Fernando VII contemplaba con temor esa situación, por el influjo que podía producir entre los liberales españoles, lo que le indujo a ordenar a Longa el apoyo a los absolutistas vecinos.

Pronto comenzaron a entrar en España tropas absolutistas portuguesas, que se organizaron en nuestro territorio con el apoyo de Longa, facilitándole armas y recursos económicos siguiendo las instrucciones de Calomarde, el ministro de Justicia español.

Pero las tropas del infante Miguel, pese a algunos triunfos iniciales, fueron derrotadas en Coruche el 9 de enero de 1827 y, seis días más tarde, un contingente de tropas absolutistas batidas volvieron a entrar en España. Las presiones de Inglaterra y Francia obligaron a Fernando VII a reconocer el régimen constitucional de Portugal y a procesar a Longa, a quien se le internó en Soria y después en Arévalo.

El sumario instruido contra Longa no le encontró culpable de nada, puesto que se había limitado a seguir las instrucciones de su Rey, cerrándose el procedimiento y así, el 3 de abril de 1827 se le nombró capitán general de Valencia y Murcia.

El 18 de diciembre de 1829 recibió la Gran Cruz y Banda de la Real Orden de San Fernando. Falleció en Valencia el 21 de diciembre de 1831.

El 27 de agosto de 1807, en La Puebla de Arganzón, había contraído matrimonio con María Ángela Tros de Ilarduya, natural de Araya, vecinos ambos de La Puebla. Para mayor confusión, en la partida de matrimonio vuelve a aparecer Mallavia como lugar de nacimiento de Francisco Anchía Longa.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Hoja de Servicios, Expediente personal, de Don Francisco Longa; Instituto de Cultura e Historia Militar, Colección Duque de Bailén; Archivo General de Palacio (Madrid), Papeles Reservados del Rey Fernando VII.

J. Gómez de Arteche, Historia de la Guerra de Independencia: Historia militar de España de 1808-1814, pról. de E. Fernandez San Román, Madrid, Imprenta del Crédito comercial á cargo de Don D. Chaulie é Imprenta y Litografía del Depósito de la Guerra, 1868-1903, 14 vols. (ed. de R. L. Gómez Díaz, Valencia, Simtac, 2000); E. Rodríguez Solís, Los Guerrilleros de 1808: historia popular de la Guerra de la Independencia, Madrid, Imprenta de Fernando Cao y Domingo de Val, 1887, 2 vols.; D. Areitio, “Apuntes para una biografía del General Don Francisco Longa”, en Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País (BRSVAP), 1950; L. Fernández Martínez, El General Don Francisco Longa y la intervención española en Portugal (1826-27), Bilbao, Publicaciones de la Junta de Cultura de Vizcaya, 1954; “La Fuga del General Renovales”, en BRSVAP, 1955; F. García de Cortázar y M. Montero, Historia de Vizcaya, San Sebastián, Txertoa, 1980; C. Gómez Rodrigo, El general Longa y el contrabando marítimo (lección de ingreso como Amiga de Número leída el 29 de abril de 2004. Palabras de recepción por Carlos González Echegaray), Madrid, Real Sociedad Bascongada de Amigos del País; J. Pardo de Santayana y Gómez de Olea, Francisco de Longa. De guerrillero a General en la Guerra de la Independencia, Madrid, Siglo xxi, 2007.

 

Andrés Cassinello Pérez