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Joaquín González-Gallarza Iragorri

Biografía

González-Gallarza Iragorri, Joaquín. Laguardia (Álava), 29.I.1887 – Barcelona, 7.II.1961. Aviador militar español que participó en las campañas de Marruecos, donde fue acreedor a dos ascensos por méritos de guerra y la Medalla Militar individual.

Ingresó en la Academia de Infantería en 1904, siendo promovido a 2.º teniente, denominación que luego cambió a la de alférez, tres años más tarde.

Sirvió diferentes destinos en la Península, como alférez comenzando en julio de 1907, pasando por el Regimiento de Infantería de Inca en 1909 y el de Bailén estacionado en Logroño en 1911. Pasó destinado a Marruecos, al Regimiento de Melilla en 1912, y al de Bailén otra vez en 1916 y de nuevo en Melilla.

Participó en 1911 en la campaña del Río Kert, acreditando su valor en los duros combates de Tauriat Zag, Ras Medua e Izarrora, donde, duramente atacada su sección por enemigo muy superior en número, resistió hasta la llegada de las fuerzas de socorro que abastecieron la posición y evacuaron a los heridos y muertos.

Ascendió a teniente el 24 de diciembre de 1909.

Continuó en Marruecos hasta 1915, habiendo ascendido a capitán el 12 de abril de 1914, y fue llamado para formar parte de la quinta promoción de pilotos, realizando el curso de piloto militar en Cuatro Vientos, y una vez en posesión de dicho título completó el curso de observador, realizando prácticas como observador de aeroplano hasta el 30 de abril y obteniendo el título de piloto de aeroplano en Alcalá de Henares. Volvió a Marruecos como jefe del aeródromo de Arcila en 1916, y después de una breve estancia en Sevilla y en Getafe como jefe accidental, participó en las operaciones del frente occidental, pasando luego a Tetuán en 1919, al aeródromo de Sania Ramel. Destacó en los bombardeos al Fondack de Ain Yedida, donde fue derribado el 17 de junio de 1919 y poco más tarde, el 14 de septiembre del mismo año, también resultó tocado, de nuevo en los alrededores del Fondack, tomando tierra junto a las líneas y resultando gravemente herido.

En 1920 fue nombrado profesor de vuelo en Cuatro Vientos, en la convocatoria de “cien pilotos” del general Echagüe, y un año más tarde, desde el improvisado campo de vuelo de La Hípica, en Melilla, realizó con un Avro 504K, único aeroplano disponible en aquellos cruciales momentos y ante la carencia de otros aviones más modernos o pesados, varias misiones de reconocimiento fotográfico.

El 8 de octubre de 1921 se le nombró jefe de la 3.ª escuadrilla de De Havilland DH-4 para ser estacionada en Melilla. Regresó a Cuatro Vientos y desde allí, al mando de la escuadrilla De Havilland DH4 “Rolls” marchó en vuelo a Melilla, participando en la “compaña de desquite”, realizando misiones de bombardeo en monte Mauro, valle del Baax, Dar Driux y diversos objetivos en la kabila de Beni Sidel, realizando su escuadrilla treinta y siete salidas el 7 de noviembre.

En aquellos días nacían las Fuerzas Aéreas de Marruecos con seis escuadrillas, que en 1922 se expansionarían a cuatro grupos. Joaquín Gallarza, al mando del Grupo de Escuadrillas, participó en las operaciones de la meseta de Iguermin, bombardeando en Yasanen, Ras Medua y Tifasor. En diciembre su grupo se distinguió en Ras Tikermin. Durante todo el resto del año, tuvo una actuación muy brillante, siendo citado varias veces en la orden del día, felicitado por el alto comisario “como piloto hábil mandando su grupo con acierto en tierra y en el aire en servicios arriesgados y eficaces”.

Una de las misiones más arriesgadas fue realizada al amanecer del 22 de diciembre de 1921, cuando la vanguardia de la columna del general Berenguer se encontraba en una situación muy apurada, ya que, ocupadas las lomas de Ras Tikermin con escasa resistencia, no tardó en verse rodeada de numerosas harkas enemigas que la forzaron a establecerse a la defensiva.

Mientras llegaba el grueso de la columna, ya tenían casi agotadas las municiones y el asalto de los moros era inminente, cuando se presentaron en el lugar del combate tres biplanos De Havilland DH-4 que, bajando a pocos metros sobre el terreno, lanzaron sus bombas en reguero sobre los grupos de moros, volviendo luego, una y otra vez, a repetir las pasadas para ametrallarles con sus máquinas de torreta, causando gran estrago entre ellos y obligándoles a retirarse.

La llegada de la columna, a la que grandes concentraciones enemigas que descendían por las laderas del monte Mauro atacaban con gran decisión, coincidió con la del resto de los aviones de la escuadrilla, y, poco después, la de las otras tres del grupo mandado por el capitán González Gallarza, que, sucesivamente, fueron entrando en combate a lo largo del día, manteniendo siempre sobre la zona una escuadrilla, al menos, mientras las otras regresaban al aeródromo para repostar combustible, bombas y municiones de ametralladora, consiguiendo así que las fuerzas de tierra lograran alcanzar todos los objetivos. Fue una jornada en la que los aviadores realizaron ciento cuarenta y tres salidas, y no cesaron de atacar a los moros, entrando y saliendo entre las explosiones de las granadas de la artillería propia, y recibiendo nutrido fuego de fusil y ametralladora que alcanzó a todos los aviones, de los que tres resultaron derribados, con dos aviadores, heridos.

Joaquín González Gallarza, que ahora mandaba el 3.er grupo de Melilla, fue quien por primera vez puso en práctica el bombardeo rasante y en reguero, entrando y saliendo a lo largo de las posiciones enemigas.

El 20 de enero de 1922, formados los aviones en fila, separados apenas cien metros uno de otro, se presentó bruscamente sobre el zoco de Bu Hermana, donde los hombres de Abd el Krim estaban reclutando gente para sus harkas, causando más de doscientas cincuenta bajas al enemigo. En abril desanimó con su bombardeo a los moros que se preparaban para asaltar el peñón de Vélez de la Gomera, y en agosto bombardeó con gran éxito los cañones enemigos de La Rocosa. El 3 de noviembre de 1923 le fue concedida al grupo de escuadrillas de Melilla la Medalla Militar colectiva.

Después de ser eventualmente jefe del grupo de Caza en Getafe en marzo de 1923, ya en 1924 fue ascendido a comandante por méritos de guerra acreditados durante el año 1922, recibió el mando del grupo expedicionario de escuadrillas Breguet XIV, que recibiría el nombre de “La Balumba”, y con él voló de Melilla a Tetuán, para reforzar las fuerzas aéreas de la zona occidental, y allí, desde los aeródromos de Sania Ramel y Auámara, tomó parte en los bombardeos sobre Targa y Koba Darsa; fue derribado el 2 de julio, tomando tierra en territorio insumiso y, tras incendiar el avión, logró alcanzar a pie las líneas propias en Zoco el Sebt. En septiembre de 1924 realizó el curso para jefes de grupo en Getafe que organizó el entonces teniente coronel Kindelán como jefe de instrucción, volviendo de nuevo al grupo de Melilla.

En abril de 1925 vuelven a Melilla para la preparación del desembarco de Alhucemas los aviones DH-4 y algunos DH-9A y se organizan tres escuadras con dos grupos cada una. En las operaciones de Alhucemas Gallarza estuvo al mando del grupo 3.º —escuadrillas De Havilland-Rolls, De Havilland-Napier y Potez—, actuando intensa y eficazmente, en numerosos servicios, no sólo en aquella región, sino en toda la zona, distinguiéndose en toda su actuación, como jefe y como piloto, de modo extraordinario, por su abnegación, pericia, sereno valor y dotes de mando. Por toda esta actuación en Marruecos entre el 1 de mayo de 1924 y final de octubre de 1925, le fue concedida la Medalla Militar individual en 1928, que le fue impuesta en Madrid en un solemne acto en 1929.

Ascendido a teniente coronel el 12 de julio de 1926, también por méritos de guerra, se estableció con su grupo en el aeródromo avanzado de Asgar desde donde actuó con brillantez en la fase final del frente oriental, distinguiéndose su unidad en la conquista de la loma de Los Morabos, y Timegart, sacando materialmente al enemigo de sus posiciones, y protegiendo el avance de las tropas, los días 9 y 12 de mayo. Colaboró con gran eficacia en las brillantes operaciones de la columna Capaz, así como con la de Pozas, recibiendo, entre otras, la felicitación del general francés jefe de la 128 División y, terminada la campaña de Gomara, fue nombrado jefe del aeródromo de Cuatro Vientos y jefe de la escuadra de instrucción.

Joaquín González Gallarza había adquirido durante sus años en África un cierto carácter con fama de brusco e independiente. Era famosa entre sus compañeros una abrupta frase suya cuando en una pequeña tertulia entre vuelos en presencia del Rey y al ofrecer éste tabaco rubio emboquillado a los presentes, exclamó: “Yo no fumo tabaco de maricas”, en un tono que no dejó de llegarle al Monarca. Eran los tiempos en que los pilotos para demostrar sus habilidades hacían algunas audaces temeridades, como despegar, volar y aterrizar en formación con las puntas de los planos unidas por cuerdas a poco más de un metro de distancia o romper estrechos barrotillos de madera pegados a la punta de los planos dando pasadas a baja altura sobre el terreno.

En 1928 fue destinado temporalmente al batallón de Montaña “Antequera” n.º 12 de guarnición en Ciudad Rodrigo, pasando en 1930 de nuevo al Servicio de Aviación, en la situación “A”, a las órdenes del jefe superior de Aeronáutica.

En febrero de 1931 volvió a Marruecos, a Tetuán, para mandar el 4.º batallón de Aviación, ya que con este nombre se denominaron los grupos en aquella dolorosa reorganización, como castigo a la Aviación Militar por la sublevación de Cuatro Vientos. Él fue uno de los oficiales de elevada graduación que fueron nombrados en aquel momento como jefes de los distintos grupos, denominados “batallones” y, como pago a su aceptación, fueron motejados por sus compañeros como “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”. Los aviadores perdieron en aquella querella su apreciado uniforme verde oscuro, sus denominaciones típicas de los pilotos, como “jefe de escuadrilla, de grupo y de escuadra”, además de los escalafones propios y todas las reformas propias de un cuerpo, que tanto Echagüe como Soriano y el coronel Kindelán habían acopiado pacientemente para marcar el incipiente despegue de la Aviación Militar camino de ser arma independiente.

En abril de 1931 quedó en situación de disponible forzoso al volverse las tornas, pasando a continuación por varios destinos en Infantería como la Comandancia Militar de Huesca y la Caja de Reclutas n.º 32, acabando en el Regimiento de Infantería n.º 34 y en el n.º 6 de guarnición en Barcelona. Se encontraba en la Ciudad Condal cuando los sucesos de octubre de 1934, actuando como juez instructor en varias causas motivadas por el Estado de Guerra. En enero de ese mismo año fue destinado a la Jefatura de Aviación Militar y en noviembre recibió el mando de la Escuadra n.º 3 en Barcelona. Ascendido a coronel en diciembre de 1935, fue destinado a la Dirección de Aeronáutica.

En enero de 1936 se encontraba como mando de la Aviación Militar y agregado a la Dirección de Aeronáutica en el Ministerio de la Guerra en Madrid. Al comienzo de la Guerra Civil estaba en el mismo puesto, pero vigilado y sin ningún cometido debido a sus convicciones políticas. Estuvo oculto hasta el 11 de septiembre en que fue detenido y pasó por la cárcel Modelo y la checa de la calle Fomento, ingresando el 15 de noviembre en la cárcel de San Antón hasta el 27 de febrero de 1937. Puesto en libertad, se acogió a la embajada de Chile, donde estuvo hasta el 29 de julio en que fue detenido al escapar y volvió a la embajada. De nuevo intentó la fuga el 21 de septiembre de 1938 siguiendo una compleja ruta de noche por la provincia de Madrid y la de Toledo, el Tajo y atravesando las líneas enemigas entre Talavera y Toledo, se presentó finalmente a las fuerzas nacionales en la Puebla de Montalbán.

Al presentarse a las Fuerzas Aéreas, fue encuadrado en el Cuartel General del Aire, recibiendo poco después el mando de la 1.ª Brigada del Aire con la que intervino, personalmente, en las operaciones de Cataluña y Extremadura.

Terminada la guerra fue nombrado inspector de las Regiones 1.ª y 5.ª, y, al ascender a general de brigada en 1940, recibió el mando de la 1.ª Región Aérea y de la Jurisdicción Central Aérea, cargos que conservó al ascender a general de división en 1943 y a teniente general en 1948. Durante sus años de generalato desempeñó numerosas comisiones en visitas protocolarias y realizó varios cursos, girando numerosas visitas de inspección a unidades y sectores de su jurisdicción.

Había realizado durante su carrera dos mil doscientas cincuenta y una horas de vuelo hasta 1953 y pilotado innumerables tipos de aviones diferentes, especialmente antes de la guerra.

Durante muchos años, se cuidó de conservar en perfecto estado la casa solariega de los González Gallarza en El Ciego, al lado de Laguardia, que le habían confiado sus cuatro hermanas y su hermano Eduardo.

Su hermano Pedro murió durante la guerra y Joaquín permaneció soltero. Su hermano, el teniente general Eduardo González-Gallarza Iragorri, más joven que Joaquín, después de una brillante carrera aeronáutica fue ministro del Aire en dos ocasiones.

Joaquín, al pasar a la situación de reserva, en 1953, fue nombrado presidente del Patronato de Casas del Aire, cargo que desempeñaba al morir repentinamente, en Barcelona, el 7 de febrero de 1961.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico del Aire, exp. personal del Gral. Joaquín González.

J. Gomá Orduña, Historia de la Aeronáutica Española, Madrid, Editorial Prensa Española, 1946-1950, 2 vols.; Instituto de Historia y Cultura Aérea (IHCA), Historia de la Aviación Española, Madrid, IHCA, 1988; E. Herrera Alonso, Cien Aviadores de España, Madrid, Publicaciones de Defensa, 2000.

 

Rafael Madariaga Fernández