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Martín de Soria de Salinas

Biografía

Soria de Salinas, Martín de. Martín de Velasco. Burgos, p. s. xvi – ¿San Lorenzo del Escorial? (Madrid), 13.IX.1573. Jurista y consejero de Castilla.

Hijo del regidor de Burgos, Diego de Soria y Lerma, y de Catalina de Salinas y de La Mota. Trasladada la familia a Valladolid, se alojaron en la residencia del condestable de Castilla, de la casa de los Velasco. Admirados éste y su esposa de las dotes intelectuales que apuntaba el pequeño Martín, propiciaron sus estudios y su acceso al Colegio Mayor de Oviedo, en Salamanca, el 2 de agosto de 1532. Como muestra de agradecimiento y para facilitar su carrera, Martín se puso el apellido de su benefactor. En el futuro, sus adversarios políticos le acusarían por ello de ser hijo ilegítimo, lo que es falso.

En la Universidad de Salamanca se licenció en Leyes y se doctoró en Derecho Civil, obteniendo ambos grados en 1536. Entre 1535 y 1537 ejerció la cátedra de Código y entre 1537 y 1538 la de Vísperas. Se le nombró entonces oidor de la Chancillería de Granada y, hacia 1542, de la de Valladolid. En todos estos cargos, como en los que le seguirían, se distinguió como jurisconsulto hábil y prestigioso.

Carlos V le encomendó asistir como “letrado” de los obispos españoles en el concilio de Trento, adonde llegó el 6 de junio de 1545. Su misión primordial fue velar para que se respetasen los derechos de la Corona en materia eclesiástica. En 1546, cuando el embajador tuvo que ausentarse de Trento, fue nombrado solicitador de los negocios del emperador en el concilio, junto con Francisco de Vargas y Juan Quintana.

En 1547, a pesar de la oposición de Carlos V, Paulo III decidió trasladar las sesiones conciliares de Trento —territorio imperial— a Bolonia —ciudad de los Estados Pontificios—, para facilitar el control de la Curia romana sobre el concilio. El 16 de enero de 1548, en Bolonia, Velasco y Vargas presentaron pública y solemnemente la protesta de Carlos V contra la traslación del concilio. De allí Velasco pasó a Roma, donde asesoró al embajador sobre diferentes temas, en particular en las negociaciones con Julio III a partir de 1550 para la reanudación del concilio, que había sido suspendido. No parece que asistiera a la segunda etapa del concilio de Trento (1551-1552), pues su nombre no se menciona en las actas de ese período.

El 28 de marzo de 1552, Carlos V le nombró consejero de Castilla, si bien no tomó posesión hasta el 17 de enero de 1553. Desde 1554 fue también miembro, y en particular secretario, de la Cámara de la princesa doña Juana, que había quedado en España como regente en ausencia del príncipe, luego rey, Felipe. Éste había encargado expresamente a doña Juana que se asesorase con Velasco en las materias de Estado en que fuese necesario el parecer de un letrado. Sólo en 1558 fue sustituido en esas tareas por Juan Rodríguez de Figueroa. En 1553 se le encomendó una “visita” (inspección) a la Contaduría Mayor de Hacienda, así como a las Contadurías de Cuentas y de la Cruzada.

En 1554 fue nombrado consejero de Hacienda y en 1555 intervino como asistente en las Cortes de Valladolid y fue presidente del Concejo de la Mesta.

En 1559, Velasco fue enviado por el Consejo de Castilla a Flandes a tratar con Felipe II diversas cuestiones sobre materias religiosas y hacendísticas. Al volver el Rey a la Península Ibérica ese mismo año, Martín de Velasco pasó a formar parte de la restringida Cámara de Castilla. Durante un tiempo también actuó como asesor del Consejo de Guerra. Como consejero de Castilla, y a pesar de ser un laico casado y con hijos, Velasco se ocupó primordialmente de las materias eclesiásticas y de las relaciones con la Santa Sede, adoptando una postura de firmeza ante el Papa. Así, defendió la licitud de la guerra que Felipe II declaró a Paulo IV y dirigió la política regia durante la tercera etapa del concilio de Trento (1561-1563). Una vez acabado el concilio, fue el responsable de su recepción en la Monarquía Hispánica, señalando qué cánones conciliares podían entrar en colisión con los derechos del Rey, formando parte de la Junta que supervisó los concilios provinciales celebrados en España y en Italia entre 1565 y 1566 para aplicar los decretos tridentinos y dirimiendo con el nuncio las protestas de los cabildos catedralicios contra éstos. Se mostró partidario de limitar los poderes del nuncio, participó activamente en la política de reforma de las órdenes religiosas y de delimitación de nuevos obispados, asesoró al Rey sobre materias de religión en Flandes y orientó las negociaciones con la Santa Sede sobre asuntos fiscales.

El Archivo General de Simancas conserva numerosos informes suyos sobre estos temas, en algunos casos redactados personalmente con una endiablada caligrafía.

Cuando en 1565 el cardenal Diego de Espinosa fue nombrado presidente del Consejo de Castilla, Velasco respaldó su política de expansión de la jurisdicción real sobre el clero en detrimento de la pontificia. Se convirtió así en un estrecho colaborador del hombre fuerte de la Monarquía, lo que aumentó, si cabe, su poder, participando incluso en las deliberaciones del Consejo de Estado sobre ciertos temas, como la política hacia los moriscos de Castilla en 1570. A través suyo se confirieron muchos nombramientos eclesiásticos y civiles, así como numerosas pensiones. No sólo continuó ocupándose de las materias eclesiásticas, sino que también asesoraba al Rey sobre asuntos políticos fundamentales como las relaciones con el Papado —lo que le valió la animadversión de Pío V y de la Curia, como también anteriormente la de Pío IV—, con Inglaterra y con Portugal, o la actitud a seguir en Flandes y en Nápoles. Su influencia llegó hasta el punto de que, a la muerte de Espinosa, se rumoreó que podía sucederle en la presidencia del Consejo.

En el año que media entre la muerte de Espinosa, el 5 de septiembre de 1572, y la de Velasco, el 13 de septiembre de 1573, la influencia de Martín de Soria se vio aminorada, aunque como consejero de Castilla y miembro de la Cámara continuó participando en el debate de los asuntos principales. Además, colaboró en la búsqueda de obras sobre materias religiosas que Ambrosio de Morales realizaba, por orden del Rey, para la biblioteca de San Lorenzo del Escorial.

 

Bibl.: A. Marichalar, “Dos notas adicionales a las epístolas de Verzosa (el Doctor Velasco y Hernando de Montesa)”, en Escorial, 18 (1945), págs. 154-170; C. Gutiérrez, Españoles en Trento, Valladolid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951, págs. 798-803; J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales, Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía Hispana, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1998, págs. 508-509; I. Ezquerra Revilla, El Consejo de Real de Castilla bajo Felipe II, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000; I. Fernández Terricabras, Felipe II y el clero secular. La aplicación del concilio de Trento, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000; J. Martínez Millán (dir.), La Corte de Carlos V. Los Consejos y los consejeros de Carlos V, t. III, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, págs. 456-458.

 

Ignasi Fernández Terricabras

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