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Salvador María Ezarra y Echavarría

Biografía

Ezarra y Echavarría, Salvador María. Rodrigo Echevarría y Briones. San Millán de la Cogolla (La Rioja), 17.IV.1790 – Segovia, 21.XII.1875. Monje benedictino (OSB), obispo de Segovia.

Salvador María Ezarra y Echavarría nació a la sombra de la abadía benedictina de San Millán de la Cogolla, hijo de José Ezarra y Echavarría y Ángela de Briones. Cambiará su nombre de pila por el de Rodrigo al recibir el hábito monástico, pero siempre firmará Echavarría, aunque cuantos se refieren a él, incluso en vida, le apellidarán Echevarría, forma que ha prevalecido en la historiografía. Estudió la lengua latina en Ezcaray (La Rioja), y a los catorce años de edad, el 11 de enero de 1805, ingresó en el benedictino de Santo Domingo de Silos, emitiendo su profesión monástica el 3 de mayo del año siguiente. Siguiendo las costumbres de la congregación benedictina de Valladolid, a la que Silos pertenecía, fue enviado en octubre de ese mismo año al monasterio de San Andrés de Espinareda (León) a cursar Filosofía, pero no pudo ir a Salamanca a hacer Teología, dado que la ciudad estaba ocupada por las tropas francesas, por lo que se trasladó al monasterio de San Esteban de Rivas del Sil (Orense) y allí estudió esa materia.

Fray Rodrigo desempeñó varios puestos importantes en los colegios de la Congregación: pasante de Filosofía en San Juan de Poyo (Pontevedra), en 1818; profesor de Filosofía en San Salvador de Lerez (Pontevedra), en 1823; regente de San Pedro de Eslonza (León), en 1826; y finalmente, lector de Teología Moral en San Martín de Madrid, en 1828.

En 1832 fue nombrado abad de Santo Domingo de Silos, su monasterio de profesión, pero apenas pudo gozar de tranquilidad durante su abadiato, pues desde el mes de octubre de 1833 empezaron a aparecer por el monasterio tropas realistas y carlistas, teniendo que desplegar con ambas todas sus dotes diplomáticas para no comprometer a su comunidad.

Fray Rodrigo no ocultaba sus simpatías por don Carlos, pero siempre se condujo de la mejor forma con todas las tropas que pasaron por Silos, exigiendo casi siempre gravosas contribuciones. En medio de tales avatares llegó la Ley de Supresión de los Monasterios, y el 17 de noviembre de 1835 se reunió por última vez la comunidad en el coro para cantar la misa conventual y dispersarse a continuación.

Fray Rodrigo quedó encargado de realizar los inventarios y proteger los edificios, por lo que pudo permanecer en el monasterio en compañía del padre Fulgencio Palomero, que ejercía las funciones de párroco y boticario.

Aprovechando la buena disposición del subdelegado en Lerma de la Caja de Amortización, Juan Ventura Urién, fray Rodrigo logró ocultar los antiguos manuscritos de la biblioteca silense y preservar casi en su totalidad el tesoro artístico de la abadía. Se preocupó en la medida de sus posibilidades de proveer a las necesidades de los monjes exclaustrados y mantener contacto con todos ellos. No fue fácil conservar los edificios monasteriales, destinados en 1837 a hospital de guerra, después de la derrota de las tropas carlistas en Retuerta, cerca de Silos. En esta ocasión, fray Rodrigo tuvo oportunidad de saludar y alojar en su casa al mismo don Carlos, pero la falta de previsión de sus generales hizo que el hospital funcionara de forma pésima, viéndose obligados los enfermos a arrancar puertas y ventanas para hacer fuego con que calentarse. A partir de entonces se fue generalizando la ruina del edificio, sin que pudiera hacer nada fray Rodrigo.

En 1846, a la muerte del padre Palomero, se hizo cargo de la parroquia de Silos, gozando siempre de la confianza de los arzobispos de Burgos, que le encomendaron delicadas misiones, como la visita de las monjas de Tórtoles de Esgueva (Burgos) en 1849. A pesar de la lejanía de Silos y de la falta de buenas comunicaciones, recibió durante estos años algunas visitas interesantes, como la del poeta José Zorrilla en 1850, la de Pascual de Gayangos en ese mismo año, quien escogió un lote de libros de la biblioteca y los mandó a la Real Academia de la Historia, y la de Edward y Louisa Tenison en 1852, quienes sacaron las primeras fotografías del claustro románico de que se tienen noticia.

En el verano de 1857 fray Rodrigo visitó Madrid, ciudad a la que no había vuelto desde 1832, y allí le sorprendió la noticia de su nombramiento como obispo de Segovia. Vuelto a Silos, guardó con cuidado los mejores manuscritos visigóticos y gran parte de la documentación de su archivo, llevando consigo algunos objetos de plata y papeles varios al abandonar definitivamente su monasterio el 9 de noviembre de 1857. El 13 de diciembre fue consagrado obispo en San Martín de Madrid, haciendo su entrada solemne en Segovia el 20 de enero siguiente. A pesar de su avanzada edad, fray Rodrigo visitó casi enteramente su diócesis, pero no pudo asistir a las sesiones del concilio Vaticano I en 1869-1870. Desde Segovia, en la medida de sus posibilidades, siguió ocupándose de su monasterio silense y ocultando el paradero de sus códices, como hizo en 1862 con Francisco Bermúdez de Sotomayor, quien se interesaba por ellos desde la Biblioteca Nacional de España. Por su testamento, del 26 de agosto de 1874, legaba todos esos bienes a los antiguos monjes de Silos supervivientes, en la persona del padre Sebastián Fernández, párroco de San Martín de Madrid, quien vendería los códices más importantes, subastados en París en 1878, y entregaría el resto a los monjes restauradores de Silos en 1882. Fray Rodrigo murió en Segovia, a los ochenta y cinco años de edad, siendo enterrado en la via sacra de su catedral.

El padre Echevarría estaba en posesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica, que le fue otorgada en 1858 por Isabel II; fue hombre de una gran cultura, poseedor de una excelente biblioteca y consumado helenista, cosa rara en la España de entonces. Escribió una gramática griega que, como todos sus escritos, nunca dio a la imprenta. La mayor parte de sus papeles se hallan en el archivo de Silos.

 

Obras de ~: De algunos sucesos del monasterio de Silos desde el año 1832 en adelante, Burgos, Diario de Burgos, 1898.

 

Bibl.: I. Castelo Serra, Oración fúnebre que en las solemnes exequias con que honraron la buena y piadosa memoria del Excmo. e Ilmo. Señor D. Fr. Rodrigo Echevarría y Briones, obispo de Segovia, caballero gran cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica [...] el canónigo D. Salvador Olave, demás sobrinos, fidei-comisarios y familiares, dijo en la Santa Iglesia Catedral el sábado 5 de febrero el licenciado en ambos Derechos, bachiller en Teología, Segovia, 1876; J. M. Besse, Histoire d’un dépôt littéraire: l’Abbaye de Silos, s. l., Desclée, 1897; M. Férotin, Histoire de l’Abbaye de Silos, Paris, E. Leroux, 1897, págs. 193- 197; T. Moral, “Echevarría y Briones, Rodrigo”, en Q. A ldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 777; J. A. Linage Conde, “En torno a unas visitas del obispo benedictino de Segovia, Fray Rodrigo Echevarría y Briones, a las cofradías de Sepúlveda (1859)”, en Berceo, n.º 99 (1980), págs. 3-30.

 

Miguel Carlos Vivancos Gómez, OSB

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