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Fernando Cano

Biografía

Cano, Fernando. Villar de Frades (Zamora), 1761 – Las Palmas de Gran Canaria, 22.IX.1826. Franciscano Conventual (OFMConv.), obispo.

Nació en Villar de Frades en la provincia de Za­mora, en el año 1761. Fray Fernando Cano era fran­ciscano, padre provincial y misionero del Colegio de Propaganda Fide de Tarija, en el Río de la Plata. Los colegios de Propaganda Fide establecidos en América persiguieron una doble finalidad: promover misiones populares entre fieles y evangelizar a los indios. Para hacer frente a las apremiantes necesidades misione­ras de comienzos del siglo xviii, la Iglesia, a través de la recién fundada Congregación de Propaganda Fide (1622), quiso impulsar esta nueva iniciativa mi­sionera. La Orden franciscana, en el Capítulo Gene­ral que celebró en Toledo en 1633, recogió la idea, y decidió instituirlos en España, Italia, Francia y la zona germano-belga. Por iniciativa del padre José Ximénez Samaniego, general de los franciscanos, aprobada por el papa Inocencio XI en 1679, se fundaron los dos primeros colegios de misiones, uno en Varatojo (Por­tugal), y otro en Nuestra Señora de la Hoz (España). Poco después el padre Samaniego pensó que sería muy conveniente fundar colegios de misiones en las mismas tierras americanas. Y así, con la aprobación entusiasta del Consejo de Indias y de Inocencio XI, se fundó en 1683 el convento franciscano de la Santa Cruz de Querétaro, en México. En 1755 los francis­canos crearon el Colegio de Nuestra Señora de los Ángeles en Tarija (Bolivia), en el Río de la Plata. Los padres franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de Tarija resolvieron fundar misiones en la región del Chaco. Ya en 1779, habían fundado la reducción de Nuestra Señora de las Angustias de Zenta, en el Chaco Salteño; después vino la creación de Yacuiba, y posteriormente, en julio de 1860, fundaron la mi­sión de Tartagal.

Éstos fueron el escenario y las ocupaciones habitua­les de fray Fernando Cano hasta que el 7 de octubre de 1818 fue nombrado obispo de la nueva diócesis de Antioquia. El territorio de Antioquia había pertene­cido hasta entonces a las diócesis de Popayán y Car­tagena de Indias, y, por tanto, a la sede arzobispal de Santa Fe de Bogotá. Pío VII el 4 de agosto de 1803 erigió la diócesis de Antioquia, quinta de lo que luego será Colombia. Tendrían que pasar dieciocho años para que su primer obispo tomara posesión. El terri­torio canónico diocesano debía ser determinado por el propio obispo, de acuerdo con el virrey de Nueva Granada, unidad política en la que estaba integrada la diócesis, si bien de entrada se previó que coincidiera con la demarcación de la provincia civil; comprende­ría treinta y dos curatos; calculándose en cuatrocien­tos veinticinco pesos la renta del cabildo. La catedral tendría como santo titular a san Fernando.

A fray Fernando Cano se encomendaron las ges­tiones para lograr el clero y los recursos económicos indispensables para consolidar la diócesis. A la soli­citud que hizo al Rey de una ayuda de seis mil pesos —carta de 5 de diciembre de 1818— para viajes, or­namentos y vasos sagrados, gastos de la consagración episcopal, etc., se le respondió con un adelanto de cuatro mil sobre las rentas de la caja del obispado de Antioquia. El recién nombrado obispo solicitó per­miso de la Corona para llevar quinces frailes de su Orden al convento franciscano de Medellín —única casa de regulares en Antioquia, dotada de un sacer­dote y un lego— y establecer en ella cátedras de Filo­sofía, Teología y Gramática. Los franciscanos habían llegado a Santa Fe de Antioquia durante la segunda mitad del siglo xvii y a Medellín en 1803, momento en que se fundó el Real Colegio de Franciscanos (para algunos la génesis de la Universidad de Antioquia) y los Hermanos Hospitalarios, donde llegaron a dirigir el Hospital de San Juan de Dios en 1802. Fueron a iniciar los trabajos los frailes Rafael de la Serna, Juan Cancio Botero y los legos Antonio Suárez, Luis Gu­tiérrez y Nicolás Bernal, a quienes se les unió des­pués fray Manuel Garay, “religioso ilustrado”. El 20 de junio abrieron las aulas de latinidad y letras me­nores. Fray Fernando Cano decidió reforzar esta tra­dición académica en un momento en que el colegio estaba casi vacío de religiosos. El prelado contaba ya con ocho frailes dispuestos a partir con él: se trataba de unos religiosos destinados al colegio de Tarija que aún no habían salido de España, y ya no eran ne­cesarios en dicho colegio porque se habían perdido las misiones. Logró, pues, la licencia para que quince franciscanos le ayudaran en su nuevo cometido.

Sin embargo, los acontecimientos políticos que sa­cudían todo el continente no dejaron Antioquia de lado. El Antiguo Régimen se estaba derrumbando. Por fin, el 11 de agosto de 1813 se había declarado la independencia de Antioquia del Gobierno español; firmaron el acta José Manuel Restrepo, Juan del Co­rral y José María Ortiz. Fray Fernando Cano nunca pudo tomar posesión de su diócesis. Y por lo que se refiere a su idea de implantar las cátedras, los aconte­cimientos se produjeron de forma similar: los criollos, desde los cabildos, organizaron la Junta Suprema de Gobierno de Antioquia y asumieron la dirección y enseñanza del nuevo colegio provinciano. Se dotaron las cátedras de Gramática y Filosofía en Medellín, si­guiendo el reglamento redactado por el doctor José Manuel Restrepo. El plan de estudios diseñado por Restrepo incluía materias novedosas para la época, que recogían los adelantos en las Ciencias Naturales, siguiendo la propuesta de los ilustrados españoles en los campos de la Trigonometría, Álgebra, Física expe­rimental, Hidrostática, Mecánica, Astronomía y Quí­mica. Al frente de la cátedra de Filosofía se sucedieron el bachiller Miguel de Uribe Restrepo, el patriota Li­borio Mejía y el doctor José Félix de Restrepo.

Por fin, el 18 de abril de 1828 tomó posesión de la diócesis de Antioquia, ahora ya República de Colom­bia, el primer obispo, monseñor fray Mariano Gar­nica y Dorjuela, dominico, quien había sido preco­nizado el 21 de mayo de 1827 por el papa León XII. En 1825 fray Fernando Cano fue propuesto para ocupar la diócesis de Canarias con sede en Las Palmas de Gran Canaria, donde murió.

 

Bibl.: P. Hernández Aparicio, “El zamorano fray Fernando Cano, primer obispo de Antioquia”, en VV. AA., Jornadas so­bre Zamora, su entorno y América, Zamora, Instituto de Estu­dios Zamoranos Florián de Ocampo-Diputación Provincial de Zamora-Caja Rural de Zamora, 1992, págs. 299-312.

 

Adelaida Sagarra Gamazo