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Lorenzo de Zamora

Biografía

Zamora, Lorenzo de. Ocaña (Toledo), p. m. s. XVI – Alcalá de Henares (Madrid), 1614. Cisterciense (OCist.), profesor de Teología y Biblia, predicador y abad de Santa María de Huerta.

Los datos que hoy se pueden aportar de la vida de este insigne monje cisterciense son relativamente escasos y todos referentes a su época de máxima actividad. Solamente se sabe que nace en Ocaña, pero sin precisar la fecha, con toda seguridad dentro de la primera mitad del siglo XVI. No se sabe tampoco nada de su formación humanista, ni siquiera de su formación dentro de la vida monástica. Solamente se sabe que le dio el hábito monástico fray Luis de Estrada, afirman, en su segundo trienio. Y ponen unos la fecha de 1581 y otros, 1561; la primera es el año final del tercer trienio y de la muerte de Estrada; la segunda está más allá del primer trienio, que termina en 1560. Entonces, si fue durante el segundo trienio de Estrada, habría que poner el comienzo de la vida monástica de fray Lorenzo de Zamora entre 1572 y 1575.

No consta tampoco que sus padres fueran de la alta nobleza, pero debieron de ser pudientes para darle una primera formación bastante selecta y completa, como se puede comprobar en el poema épico La Saguntina, que, afirma él mismo, escribió cuando tenía dieciocho años, probablemente antes de ingresar en la vida monástica; ahí se revelan sus vastos conocimientos de la antigüedad clásica y el dominio de la lengua hispana. La Saguntina fue una obra muy estimada y buscada; Manrique la compara con La Araucana de Ercilla. Fray Lorenzo dice que se ciñe a la verdad histórica, aunque a veces recurra a alguna ficción para amenizar su lectura. Más adelante, escribirá también una apología en defensa de las letras humanas, en línea con el humanismo complutense.

Si se ignoran los detalles sobre su formación monástica, es de suponer que sería de calidad, tal como se daba en el monasterio de Santa María de Huerta, que entonces se encontraba en sus momentos de mayor apogeo espiritual e intelectual; su talante, como maestro espiritual, lo demostrará en su larga vida de trato pastoral y de consejero. Para su formación filosófica y teológica, con toda probabilidad pasaría por los colegios y centros de estudio que tenía la Orden en el reino de Castilla. Como docente y escritor, fue equipado con una completa formación filosófica; algunos llegaron a compararlo con Aristóteles, por su perfecto conocimiento de la escolástica.

Igualmente se puede decir de su formación teológica y de su claro dominio de las Escrituras. Con estas características, es de suponer que realizara su formación en la Universidad de Alcalá, pionera entonces de las corrientes humanistas modernas. Lo que sí es cierto es que el cenit de su magisterio se dio en Alcalá y precisamente, como lector de Sagrada Escritura; todavía quedarían allí vestigios del gran Cipriano de la Huerga, fundador del Colegio de Bernardos de Alcalá y de su sucesor y émulo, y padre y maestro espiritual de Zamora, fray Luis de Estrada. Antes de llegar a Alcalá, algunos autores señalan, que en el Monasterio de San Clodio, en Galicia, ejercitó su docencia con los jóvenes monjes, probablemente en las dos ramas de Filosofía y Teología; y pasaría también por los demás colegios de la Orden, como era normal en la época.

En 1605, siendo lector en Alcalá, es elegido abad del monasterio de su profesión, Huerta, y se convierte en administrador del patrimonio del monasterio y padre espiritual de sus monjes. El mismo año de su elección, se gradúa de maestro en Teología por la Universidad de Sigüenza. Fray Crisóstomo Enríquez, que recibió de él el hábito monástico, alaba su profunda vida espiritual, sabiduría y prudencia en el gobierno de las almas, no sólo en su monasterio sino por todos los lugares por donde pasó. El monasterio seguía en su proyecto constructivo y en él intervino nuestro abad en su trienio de gobierno; acabó, dice la crónica, las obras del capítulo y de la sacristía, en la que queda todavía mucho por hacer, sobre todo en cuanto al adorno, que pagó con sus dineros que tenía de sus libros y cátedra; hizo también el capítulo del antecoro. Todas estas obras no tienen la calidad de las anteriores, claustro plateresco y coro; caen ya dentro del barroco.

Como otros muchos monjes contemporáneos, e incluso de su monasterio, se dedicó a la predicación con gran aplauso y aprobación; muchas de sus predicaciones pasaron a la imprenta. Al acabar su abadiato, en 1608, fue nombrado visitador general de la Congregación, y en 1610, definidor general, cargos importantes que denotaban el prestigio que tenía fray Lorenzo en la Orden. No pudo completar su función, porque fue nombrado por Felipe III, junto con fray Juan Álvaro, abad de Veruela (Zaragoza), visitador de los monasterios catalanes, en orden a formar una congregación, desligándola de Císter. Ardua labor con imbricaciones políticas y religiosas y con bastante oposición, como era de esperar.

Parece ser que había movimiento en este sentido de parte de varios monasterios aragoneses y catalanes, favorables a este proyecto; sin embargo, Poblet y Santas Creus, que tenían entre los dos más monjes que los nueve monasterios restantes, se oponían a ello. A estos monasterios precisamente fueron enviados nuestros dos monjes. Después de mucho forcejeo, lograron entrar en los monasterios y hacer la consiguiente visita regular. Sin embargo, no conseguirán el objetivo propuesto, aunque de hecho no se tardará en crear la Congregación de Aragón, pero sin desligarla del Císter.

Estando en la visita de los monasterios catalanes recibe el nombramiento, por segunda vez, de abad de Huerta, pero renuncia por estar todavía en el quehacer de la visita. Cuando termina su cometido, retorna a su monasterio de Huerta, para reponerse de sus muchos achaques; cuando se cree repuesto, vuelve de nuevo a su cátedra de Escritura de Alcalá. Es ya el ocaso de su vida; la enfermedad persistente no le permite dedicarse de lleno a su actividad docente. Su prestigio es tal que le ponen un suplente, que lea los folios escritos preparados por él. Por fin, fallece en Alcalá, en 1614, y es enterrado junto a su maestro, fray Cipriano de la Huerga.

Además de su obra de juventud, La Saguntina, su actividad fue fundamentalmente teológica y se le conoce principalmente por su Monarquía mística de la Iglesia, obra compendio de la vida cristiana, de la Teología y de la ascesis, en ocho tomos, que rezuman erudición y profundidad. Otra colección de obras importantes son las dedicadas a los sermones de los tiempos litúrgicos y de los santos. En Sagrada Escritura lo más notable fue la empresa de comentar el Cantar de los Cantares que no llegó a publicar porque le vino la muerte; hay quien dice que es el comentario menos afectivo y más erudito de cuantos se escriben fuera y dentro del Cister en esta centuria. Llamó siempre la atención la divulgación tan rápida y las ediciones tan repetidas que consiguieron, en general, todas sus obras.

 

Obras de ~: La Saguntina o Primera parte de la historia de Sagunto, Numancia, Cartago, Alcalá, 1589 (Madrid, 1607; ed. crítica, introd. y notas de E. Rodríguez y J. Martín, Sagunto, Caja de Ahorros, 1988); Monarquía mística de la Iglesia I. De la cabeza visible de la Iglesia, Alcalá, 1589 (Madrid, Casa de Luis Sánchez Palau, 1592 y 1604; Monarquía mística de la Iglesia II. De la miserable ruina dela naturaleza humana, Alcalá, 1603 (Madrid, 1611); Monarquía mística de la Iglesia III. De las alabanzas y prerrogativas de N. Señora y de Cristo, Alcalá, J. Sánchez, 1603, 2 vols. (Barcelona, 1614; trad. al latín, Venteéis, 1629); Apología por las letras humanas, Valencia, Patricio Merry, 1604 (Madrid, 1614); Discursos sobre los misterios que en Cuaresma se celebran, Valencia, J. Crisóstomo Garriz, 1604 (Barcelona, 1607); Monarquía mística de la Iglesia V. De los estados, oficios y dignidades, excelencias y obligaciones; Monarquía mística de la Iglesia VI. De las personas eminentes, Valencia, 1606 (Madrid, 1609; Barcelona, 1612); Monarquía mística de la Iglesia VII. De las armas defensivas y ofensivas que de dejó Cristo a su Iglesia, Madrid, 1609; Santoral, Barcelona, 1610, 3 vols.; (Madrid, 1612; trad. It., Venecia, 1615-1621); Comentaria in psalmos 47 y 86, s. l., s. f. (inéd.); Explanatio in Cantica Canticorum, s. l., s. f. (inéd.); Monarquía mística de la Iglesia IV. De los medios que dexó Dios para la conservación de su harmonía, s. l., s. f.

 

Bibl.: C. Henríquez, Poenix reviviscens, Bruxellis, apud J. Meerbequium 1626, págs. 400-418; C. de Visch, Bibliotheca Scriptorum Sacri Ordinis Cisterciensis, Colonia, 1656, págs. 231; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, págs. 660-662; L. Esteban, “Los Escritores hortenses” y L. Ferrando, “Actuación de Lorenzo de Zamora en los Monasterios del Císter en Cataluña”, en Cistercium, 79 (1962), págs. 300-301 y págs. 317-321, respect.; P. Guerin, “Zamora, Lorenzo de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Instituto Enrique Flórez, 1975, págs. 2801 y 2802; E. Rodríguez y J. Martín (eds.), op. cit., págs. XLIV-LIV; C. Cordón, Obispos, Generales y Abades de Huerta, s. l., s. f. (inéd.) (ms. en Archivo de la Abadía de Huerta, fols. 72v.-73r.).

 

Agustín Romero Redondo, OCist.

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