Moreno Zancudo, Eduardo. La Oliva de Mérida (Badajoz), 21.VII.1853 – La Toja (Pontevedra), 21.IX.1908. Médico, hidrólogo, digestólogo.
Hijo de un inspector de primera enseñanza, decidió estudiar Medicina, sin ningún antecedente familiar.
Lo hizo en la Facultad de Medicina de Madrid, licenciándose en 1872 con un magnífico expediente lleno de sobresalientes y matrículas de honor, contando tan sólo con diecinueve años de edad. Al año siguiente, leyó su tesis doctoral en la Universidad Central de Madrid, que fue calificada con sobresaliente, y versó sobre De la oftalmía simpática o refleja, aunque otras fuentes señalan que fue sobre Ulceraciones del yeyuno.
Su carrera profesional no deja de ser curiosa, como ocurría con muchos médicos de su época, en que, tras una formación general, pasaban por distintas especialidades, algo impensable en la medicina actual. Tras pasar un año dedicado al estudio y práctica de Oftalmología, dedicó la mayor parte de su vida primero a la hidrología y más tarde, ya de forma definitiva, a la medicina interna y, dentro de ella, al estudio de las enfermedades digestivas.
A los dos años de finalizar sus estudios de Medicina, en 1874, opositó al cuerpo de médicos de baños, especialización muy codiciada por entonces, iniciando de esta forma una dedicación muy importante a la hidrología. Expresión de ello es su participación en la Sociedad Española de Hidrología y en los Anales de dicha Sociedad. Su capacidad de generar entusiasmo y de compromiso le llevó a la responsabilidad de organizar el primer Congreso Nacional de Hidrología Médica que se celebraba en España. Fue un hombre con profundos y reconocidos conocimientos de esta materia, con gran prestigio nacional e internacional, hasta el punto de ser nombrado miembro corresponsal de la Sociedad Hidrológica de París en 1884.
Fue director de diversos balnearios como Cortegada, Alanje, Puertollano, Cestona, Alzola, Nanclares de Oca y Elorrio. Su actividad en este campo fue realmente desbordante publicando multitud de artículos en los Anales de la Sociedad de Hidrología Médica, revista prestigiada por entonces y de la que fue primero su redactor jefe y más tarde su director.
Tras diversos viajes por Europa observando las innovaciones más llamativas en esos momentos, se dedicó definitivamente al estudio de las enfermedades internas y más concretamente a las del aparato digestivo sin abandonar en ningún momento su interés por la Hidrología, incluso tratando en ocasiones de hacer converger ambas especialidades para obtener un mejor beneficio para sus pacientes. Uno de sus méritos fundamentales consistió en la introducción en España de los métodos exploratorios auxiliares que ya se realizaban rutinariamente en Europa, defendiendo la importancia de los rayos Roentgen y la gastroscopia, todavía una técnica muy en sus comienzos y con dificultades para realizarse en la práctica por la utilización de esofagogastrocopios rígidos, como técnicas necesarias para el diagnóstico más correcto de las enfermedades del estómago. Puso en marcha igualmente el sondaje gástrico seguido del estudio del contenido gástrico.
Sus análisis microscópicos del contenido gástrico le conducían al diagnóstico de los diferentes tipos de gastritis que por entonces conceptualmente existían, de la misma forma que intuía por el comportamiento de la secreción de ácido la posibilidad de la existencia de un cáncer de estómago. Estas innovaciones fueron realmente muy importantes no sólo en el desarrollo de la medicina interna, sino más concretamente en la especialidad, que todavía no lo era, de aparato digestivo.
Su prestigio fue de tal magnitud que en 1890 Federico Rubio y Galí le nombró profesor de Enfermedades del Aparato Digestivo del Instituto de Terapéutica Operatoria, una institución de referencia en la Medicina madrileña y española. Dicho Instituto sería posteriormente denominado Instituto Rubio en honor a su fundador, sin duda uno de los cirujanos españoles más importantes del siglo XIX. Creó una importante escuela de digestólogos con una preparación similar a la que hubieran adquirido fuera de España, destacando, entre sus discípulos, Nicolás Rodríguez Abaytúa y Ramón Luis y Yagüe, dos personalidades excelsas del comienzo de la especialidad en España. Fue, sin duda, el iniciador de lo que sería una especie de servicio escuela de patología digestiva que después de su fallecimiento continuó Ramón Luis y Yagüe.
Moreno Zancudo fue, sin duda, uno de los pioneros de lo que más tarde en España fue una especialidad como la del aparato digestivo, reconocimiento que compartió conjuntamente con Nicolás Rodríguez Abaytúa, Juan Madinaveitia y Ortiz de Zárate, Ramón Luis y Yagüe y José González Campo, médicos ejemplares e innovadores en esta materia. Consciente de la importancia de conocer lenguas para poder desarrollarse científicamente, desde muy joven mostró especial interés por aprender idiomas, llegando a hablar perfectamente alemán y francés, algo infrecuente en su época y que fue para él básico a la hora de conocer lo que ocurría en Francia y Alemania, países de referencia en la medicina de su tiempo. Debido a ello tradujo del alemán diversas obras entre las que destacan Diagnóstico de las enfermedades internas por los métodos bacteriológicos, químicos y microscópicos (Madrid, 1893) de R. V. Jaksch, así como la de C. A. Ewald Clínica de las enfermedades de las vías digestivas (Madrid, 1890), incluyendo un apéndice en este último sobre “Tratamiento hidromineral de las enfermedades del estómago”. Entre numerosas publicaciones caben destacar sus estudios sobre el sondaje gástrico que le llevó a realizar aportaciones relativas a las hiperclohidrias en las enfermedades del estómago, estudios sobre el cáncer gástrico, y toda la serie de contribuciones a los beneficios del tratamiento con aguas termales en las enfermedades más diversas, destacando entre ellas las referentes a los beneficios que el tratamiento hidro-mineral producía en las enfermedades del aparato digestivo.
Hombre muy reconocido en su época, participó en la Comisión, formada en 1885, encargada de estudiar y comprobar la marcha de los estudios que estaba realizando Jaime Ferrán y Clúa en Valencia sobre la inoculación anticolérica. Fue miembro de la Academia Médico Quirúrgica, de la Sociedad Española de Higiene y de la Asociación de Hidrología. Recibió la Gran Cruz de Alfonso XII.
Obras de ~: Acerca de las indicaciones terapéuticas de las aguas de Alzola, Madrid, Est. Tipográfico de Enrique Teodoro, 1889; C. A. Ewald, Clínica de las enfermedades de las vías digestivas, pról., trad. y apéndice [“Tratamiento hidromineral de las enfermedades del estómago”] de ~, Madrid, El Progreso Editorial, 1890; Historias clínicas de los baños de Nanclares de Oca, Madrid, Est. Tipográfico de G. Juste, 1891; Aguas termales: descripción micrográfica de algunas especies presentadas en la Exposición de Minería, Madrid, Tipografía M. Minuesa, 1893; R. V. Jaksch, Diagnóstico de las enfermedades internas por los métodos bacteriológicos, químicos y microscópicos, pról. y trad. de ~, Madrid, Biblioteca Económica de la Revista de Medicina y Cirugía Prácticas, 1893; Hiperclorhidria e hipersecreción gástrica; apuntes clínicos, Madrid, Idamor Moreno, 1906.
Bibl.: R. Luis y Yagüe, “El doctor Eduardo Moreno Zancudo”, en Revista Iberoamericana de Ciencias Médicas, 20 (1908), págs. 241-246; J. M. Aleixandre y Aparisi, “El Dr. Moreno Zancudo”, en Revista Médico Hidrológica Española y Boletín de Higiene y Salubridad, 9 (1908), págs. 283-284; A. Arregui Moliner, “El doctor don Eduardo Moreno Zancudo”, en Trabajos de la Cátedra de Historia Crítica de la Medicina, 5 (1934-1935), págs. 47-56; A. Gallart-Esquerdo, en Historia de la Gastroenterología Española, Barcelona, Discurso de Ingreso en la Real Academia de Medicina de Barcelona, 30 de octubre de 1955, págs. 47-49; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo XX, Madrid, You & Us, 2000.
Manuel Díaz-Rubio García