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Martín de Aranda Valdivia

Biografía

Aranda Valdivia, Martín de. Villarrica, X Región (Chile), c. 1556 – Elicura, VIII Región (Chile), 14.XII.1612. Misionero jesuita (SI) y mártir.

Dos jesuitas con el apellido de Valdivia se dieron cita en torno a una nueva política en el horizonte de Chile a principios del siglo xvii: Luis de Valdivia y Martín de Aranda Valdivia. Era el padre de este último, gobernador de Villarrica. Su primera vocación fue la carrera militar, llegando a ser capitán de Caballería. Se vivía en aquellos momentos el conflicto con los indios araucanos, en el cual los jesuitas plantearon, a finales del siglo xvi, sus propias soluciones.

En 1589 fue nombrado primer corregidor de Riobamba, perteneciente al actual país del Ecuador.

Tres años después, el rumbo de su vida cambió por completo, tras haber realizado los ejercicios espirituales, entrando en Lima en la Compañía de Jesús. Era marzo de 1592. Primero, realizó la segunda probación en el noviciado, continuó en la formación de la gramática latina y de los casos de conciencia, ambos realizados en Cuzco, entre 1594 y 1595.

Fue enviado a la primera de las doctrinas que asumieron los jesuitas en Indias, la de Juli en Perú, continuando en noviembre de 1596 hacia el pueblo de Camata (actual Bolivia). De allí salió para buscar al también jesuita Miguel de Urrea, el cual trabajaba como misionero entre los indios apolistas o chunchos.

Cuando regresó sin resultados a Juli, tuvo noticias de que Urrea había sido ejecutado con anterioridad. Todavía, le restaba por pronunciar los últimos votos en la compañía. Para realizar este último período de probación acudió al Seminario de San Luis de Quito, sin olvidar los trabajos apostólicos.

Chile y los araucanos no dejaron de encontrarse presentes en su horizonte vital y apostólico. Habiendo aprendido su lengua desde niño, los superiores consideraron hacia 1600 que era el hombre adecuado para ser enviado como operario al Colegio de Santiago de Chile. Los jesuitas habían llegado a estas tierras en 1593. La compañía hizo una clara denuncia del servicio personal de los indios, como se manifestó en los posteriores planes de guerra defensiva de Luis de Valdivia. En esta misma línea se pronunció la primera congregación provincial de Paraguay, demarcación que para la compañía había sido creada en 1608.

Aranda Valdivia explicó en su lengua a los indios, las nuevas condiciones del contrato, con la presencia de las autoridades.

Comenzó a trabajar entre los araucanos de La Imperial (actual Concepción), la segunda ciudad en importancia de este territorio, sede episcopal que había sido ofrecida a Luis de Valdivia, el mencionado jesuita que había diseñado el plan de guerra defensiva, con la aprobación de Felipe III. Era una extensión de la estrategia europea de la Pax Hispanica, desde la cual Valdivia pretendía facilitar la evangelización por el convencimiento de que los indios apoyarían el final de los enfrentamientos armados.

En una confianza desmedida en la bondad de estos indígenas por parte de Luis de Valdivia, los jesuitas consideraron oportuno el envío de una misión de la compañía a las tierras de los araucanos.

Un grupo formado por Aranda Valdivia, Horacio Vecchi y el novicio coadjutor Diego de Montalbán fue remitido entre los indios a Purén y Elicura. Ante la negativa de los jesuitas de entregar al cacique Ancanamún a unas mujeres indias que habían huido, al ser perseguidas por su condición de cristianas, éste ordenó que los religiosos fuesen asesinados. Aquel martirio fue un duro golpe al prestigio de esta política de pacificación. Luis de Valdivia no actuó de jefe de misiones, sino que la decisión fue tomada desde los superiores de la compañía. Los misioneros, por otra parte, contaban con una mentalidad propia y con un horizonte particular. El ofrecimiento de la vida no era nada extraño. El martirio no se consideraba una pérdida, sino que se convertía en la muerte más gloriosa.

Sin embargo, este giro de los acontecimientos fue aprovechado políticamente. El virrey Montesclaros empezó a percatarse de lo condicionante que estaba siendo el carácter de Valdivia para desarrollar esta política de “pacificación”, encontrando en él un “mesianismo desaforado y una casi ridícula ingenuidad”. A pesar de que al nuevo virrey Francisco de Borja, príncipe de Esquilache, se le encomendó a finales de 1615 que continuase con la misma línea defensiva frente a los indios araucanos, Luis de Valdivia salía en 1619 de Chile hacia España. El final de la guerra defensiva se plasmaba en la Real Cédula de abril de 1625, tras la recomendación de la Junta de Guerra de Indias.

En 1665 comenzaba el proceso de beatificación de Martín de Aranda Valdivia, reabriéndose en Roma, en febrero de 1910. No ha culminado en el reconocimiento de la condición de beato, aunque sus virtudes le han puesto a las puertas del mismo, siendo denominado siervo de Dios.

 

Bibl.: P. Hernández, “Nuestros mártires de Elicura”, en Cartas edificantes de la provincia de Aragón, 1912, vol. 2, págs. 287- 298; J. M.ª Blanco, Historia documentada de los mártires de Elicura en la Araucania, Buenos Aires, 1937; E. Rosa, “Un ternario di martiri cileni e il IV centenario del Cristianísimo nel Cile”, en La Civiltà Católica (1938), págs. 150-154; J. M. Díaz Blanco, La Pax Hispanica en las Indias Occidentales. Razón de Estado y Evangelio en la guerra de Arauco (1598-1626), Memoria de Licenciatura, Universidad de Sevilla, 2005.

 

Javier Burrieza Sánchez