García Trigo, Matías. Ágreda (Soria), 4.III.1633 – ?, I.1691. Médico.
Cursó Artes en la Universidad de Valencia, obteniendo el grado de bachiller en 1657. Posteriormente se graduó de bachiller en Medicina en la misma Universidad, alcanzando el título de doctor en 1661. En 1663 logró en aquélla y por oposición la cátedra de Anatomía, que ocupó durante veinticuatro años sin interrupción. Durante este tiempo continuó la tradición de la escuela anatómica valenciana, iniciada el siglo anterior por Pedro Jimeno y Luis Collado. Se mantuvo la práctica de la disección, se amplió el anfiteatro anatómico de la Facultad de Medicina y el claustro mayor de la Universidad completó la legislación anatómica, que incluía el pago de 4 reales por parte de los estudiantes de primer curso destinado a sufragar las prácticas obligatorias de la disciplina. En 1687 solicitó su jubilación, para la cual alegó ante los magistrados municipales su avanzada edad y el deterioro que para su salud había supuesto tanto la lectura de la cátedra a hora muy temprana como la asistencia a las disecciones anatómicas. Estos motivos fueron suficientes para que se le concediera el 18 de marzo de 1687, con retención de examinatura, salario y honores hasta su fallecimiento en 1691, en que la examinatura de Anatomía se anexionó nuevamente a la cátedra.
Ante las novedades médicas surgidas en la España del siglo XVII, mantuvo una postura intransigente desde el galenismo. Destacó su oposición a la doctrina de William Harvey sobre la circulación de la sangre, lo que le reportó según confesión propia un gran trabajo, muchos malos ratos e incluso dinero. Sus investigaciones le habían llevado en un principio a sentir admiración por el médico inglés: “Debido a los abundantes y rigurosos experimentos [realizados por Harvey], permanecí durante largo tiempo admirado e irresoluto, sobre todo porque [Gaspar] Bravo de Sobremonte, el más célebre de los médicos de nuestro tiempo, defendía esta doctrina en sus obras”. La admiración dio paso al rechazo de tales experimentos, los cuales consideró dañinos, como un veneno casi contagioso según sus palabras, y capaces de pervertir muchos preceptos médicos que el galenismo tenía por verdaderos. Presentó sus impugnaciones no desde la especulación, sino con argumentos basados en las autopsias y vivisecciones por él realizadas: “Para manifestar mi opinión en una cuestión tan difícil, realicé numerosas investigaciones anatómicas en anguilas, ranas, palomas y otros animales [...]. La forma en la que expongo la impugnación me ha costado gran trabajo, porque si Harvey se basa principalmente en experiencias anatómicas, yo prometo hacer lo mismo, de modo que sus seguidores no puedan lamentar que su doctrina ha sido rechazada por detalles sin importancia o con razonamientos filosóficos, sino con argumentos basados en la vivisección”. Sus opiniones sobre la doctrina circulatoria se encuentran en tres disputas: De motu cordis, De motu arteriarum y De motu sanguinis, pertenecientes a su obra Disputationes Medicinae Selectae (1677), que incluye también otras cinco disputas. La primera, que trata sobre los venenos, no aporta novedades a lo ya conocido sobre el particular en la época, aunque incluye observaciones útiles para la salud pública extraídas de su experiencia personal: “En este año acaba de suceder que unos barcos ingleses anclaron en Cullera y Altea para hacerse con agua. Desgraciadamente la del río de Altea, era en parte de las aguas embalsadas en que se cocía el cáñamo y el esparto. A poco tiempo de hacer uso de ella todos los marineros enfermaron y murieron, cuyo incidente dio margen a los ingleses para quejarse al rey de España”. En esta primera parte revisa las principales obras sobre los venenos; entre ellas, la del setabense Juan Bautista Bataller sobre los síntomas de las intoxicaciones titulada Disceptatio unica, de signis propriis veneni sumpti (1661). La segunda disputa habla de los antídotos de los venenos citados con anterioridad y son los habituales en este período: las piedras preciosas, la tríaca y la piedra bezoar. Las siguientes disputas presentan cuestiones sobre el opio y sus preparaciones y sobre los venenos en particular, especialmente los introducidos en el organismo humano por la mordedura de animales como la víbora, el escorpión o los perros rabiosos. La obra finaliza con un opúsculo que lleva por título Disputatio apologetica de curatione vertiginis per consensum ventriculi celebrata in Excellentissimo Domino Marchione de Astorga y que versa sobre un polémico tratamiento para combatir el vértigo administrado por Matías García al marqués de Astorga, conde de Trastámara. Los graves efectos secundarios que por tomar esta medicación padeció el enfermo se atribuyeron a una mala prescripción realizada por García, quien probó que el remedio era el adecuado, pero se había ingerido en una cantidad superior a la indicada. La censura de esta obra fue dada por el catedrático de Medicina de Valencia Juan de Cabriada, maestro de García, natural de Ágreda, como él, y padre del médico del mismo nombre que diez años después se situó al frente del movimiento renovador de la Medicina española opuesto al modelo galénico tradicional. También de 1677 es un informe que realizó sobre los enfermos de la cárcel valenciana y recogido en el Libro del Morbo del Ayuntamiento de Valencia.
En 1680, Matías García publicó unas Disputationes Physiologicae, obra dedicada a Carlos II y prologada por los médicos de cámara Gaspar Bravo de Sobremonte y Francisco Henríquez de Villacorta.
Contiene dieciséis disputas en las que, desde el galenismo, expone las doctrinas relativas a los elementos, temperamentos, la muerte natural, humores, partes del cuerpo, facultades, en donde vuelve a refutar la doctrina circulatoria, a la que considera un “invento ficticio”, y los principios de la generación humana. La última disputa contiene una interesante discusión sobre la capacidad mental de los sordomudos de nacimiento y constituye uno de los primeros análisis realizados desde la Medicina, de las nuevas perspectivas que abría el método de rehabilitación de estos minusválidos desarrollado por Pedro Ponce de León.
Obras de ~: Disputationes Medicinae Selectae, in duas partes distributae [...], Lyon, P. Bourgeat, 1677; Disputationes Physiologicae antiquorum et neotericorum placita novo acumine experimentes [...], Valencia, Viuda de B. Macé, 1680.
Bibl.: F. Ortí Figuerola, Memorias históricas de la fundación y progresos de la insigne Universidad de Valencia, Madrid, Imprenta de Antonio Marín, 1730, pág. 397; A. Chinchilla, Historia de la Medicina española, vol. II, Madrid, Imprenta José Mateu Cervera, 1846, págs. 451-454; A. Hernández Morejón, Historia bibliográfica de la medicina española, vol. VI, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1852, págs. 90-98; S. García Martínez, “La cátedra valenciana de anatomía el último tercio del siglo xvii”, en Actas III Congreso Español de Historia de la Medicina, vol. II, Valencia, Sociedad Española de Historia de la Medicina, 1971, págs. 167-185; J. M.ª López Piñero, “Harvey’s Doctrine of the Circulation of Blood in Seventeenth Century Spain”, en Journal of the History of Medicine and Allied Sciences, 28 (1973), págs. 230- 242; “García, Matías”, en J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco (eds.), Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Editorial Península, 1983, págs. 371-372; J. M.ª López Piñero y V. Navarro Brotons, Història de la ciència al País Valencià, València, Edicions Alfons el Magnànim, 1995, págs. 266-269.
María José Báguena Cervellera