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Bernardo José de Aldrete Passadas

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Biografía

Aldrete Passadas, Bernardo José de. Alderete Pasadas, Bernardo. Málaga, 21.VIII.1560 – Córdoba, 4.X.1641. Gramático, historiador y anticuario.

Hijo de Alonso Sánchez Passadas, jurado de Málaga y comisario de la Inquisición, y de María de Valle Pañuelas, recibió su primera formación junto al licenciado Juan de Valencia, racionero de la catedral de Málaga. Entre 1575 y 1577 estudió Decretales en la Universidad Pontificia y Real de la Purísima de Osuna (Sevilla). Inició su carrera eclesiástica como racionero de la catedral de Córdoba, donde permaneció de 1594 a 1599. En dicha iglesia obtuvo, en 1604, la dignidad de canónigo. Hacia 1614, en Sevilla, actuó como juez eclesiástico al servicio de su amigo y protector, el arzobispo Pedro Vaca de Castro y Quiñones.

En 1621, nombrado vicario general de Garcerán Albanell, arzobispo de Granada, se instaló en dicha ciudad hasta 1626, año en que murió dicho prelado y Aldrete volvió a Córdoba, donde residió hasta su fallecimiento.

A su círculo de amistades pertenecieron los poetas Francisco Fernández de Córdoba y Luis de Góngora, así como el autor del martirologio hispano Tomás Tamayo de Vargas. Mención especial merece la estrecha relación de amistad que mantuvo con el polifacético artista Pablo de Céspedes, desde que éste volviera de Roma para instalarse en Córdoba hasta su muerte en 1608.

Bernardo José de Aldrete, inmerso en la polémica sobre los orígenes de la lengua castellana, agudizada como consecuencia de las falsificaciones granadinas, que contenían textos en castellano, árabe y latín sobre algunos mártires de época de Nerón venidos a España con Santiago, escribió la primera gramática histórica del castellano. En ella sostiene la filiación latina del mismo, contra las teorías expresadas por Gregorio López Madera (Historia y discursos de la certidumbre de las reliquias descubiertas en Granada, 1601) y su círculo, defensores de la autenticidad de los plomos granadinos, que mantenían el uso de la lengua castellana por los habitantes de la Península con anterioridad a la conquista romana, y la introducción del latín en Hispania por el legendario Túbal. Aldrete en Del origen y principio de la lengua castellana desarrolla, por primera vez en España, un método esencialmente filológico para alcanzar el conocimiento histórico del origen de la lengua, siendo en el segundo de los tres libros en que se divide su obra donde trata específicamente de la filiación léxica y de la fonética histórica del español. Para apoyar su tesis lingüística utiliza testimonios históricos tomados de las fuentes antiguas y modernas, de las inscripciones latinas y de las monedas, que comenta en los libros primero y tercero.

Asimismo, adelantándose a su tiempo, recurre a una gramática comparativa elemental, que aplica a la situación lingüística y socio-cultural creada en los territorios conquistados en América y su modelo de colonización, y a la que se produjo en la Antigüedad en los territorios conquistados por Roma admitiendo la natural imposición de la lengua y de la cultura del conquistador sobre el conquistado, y, sobre todo, de la religión. Así defenderá que la mayor parte de los hispanos no sólo habló latín y vistió la toga —vestido propio y exclusivo de los romanos—, sino que olvidó su religión antigua para acomodarse a la romana.

Aunque hasta el siglo xviii el interés por las lenguas y culturas prerromanas en España fue casi anecdótico, Aldrete alude a la situación lingüística anterior a la llegada de los romanos, observando que, según el testimonio de las fuentes literarias antiguas y las monedas, existía una diversidad de lenguas; no parece haber conocido, sin embargo, las escasas inscripciones prerromanas que ya en el siglo xvii circulaban entre los eruditos. Conquistada la Península, el latín fue adoptado de forma generalizada por los hispanos, y del latín corrompido por los godos se generó el romance, la lengua vernácula en la que Alfonso X ordenó escribir la Historia General de España y las leyes.

Aldrete admite préstamos extraños al latín en el castellano, como los griegos, que si, en parte, ya estaban en la lengua latina que introdujeron los romanos a su llegada, algunos son anteriores, ya que los griegos habían fundado ciudades en Hispania, como Málaga, de donde él mismo realiza la única transcripción fidedigna de una inscripción griega (Aldrete, 1606: 304; IG XIV, 2540) que más tarde sufrió graves interpolaciones.

Si bien acepta también la existencia de vocablos de origen hebreo, los remonta a la colonización fenicia, pues al estar emparentada la lengua hebrea con la syra y habiendo fundado también los fenicios colonias en España, muchos préstamos ya procedían de entonces y no, como se había escrito por los partidarios de fundaciones de colonias judías en España de una diáspora, de época de Nabucodonosor. No olvida los arabismos y germanismos del castellano, de los que compuso sendos inventarios.

Pero la obra anterior no parece haber sido suficiente para convencer de su teoría sobre el origen del castellano; poco tiempo después de su publicación, Aldrete, en defensa propia, se vio obligado a editar otro tratado sobre las antigüedades de España y África, en el cual además de insistir sobre su defensa de la filiación latina del castellano, analiza las fuentes literarias y los testimonios numismáticos antiguos sobre África, con el fin de averiguar cuándo se empezó a usar la lengua árabe y dedica varios capítulos a las falsificaciones granadinas. Condicionado por el contexto religioso y político de su época, Aldrete, a pesar de la gran racionalidad de la que hace gala en cuestiones lingüísticas, sorprendentemente, no niega la pléyade de héroes míticos fundadores de España y, aunque rechaza que el castellano de los plomos del Sacromonte corresponda a la época de Nerón, no sólo no condena las falsificaciones, sino que las justifica aceptando que se trata de una revelación de Dios muy anterior a la época en que se empezó a utilizar la lengua castellana. En esta misma línea se inscribe la obra dirigida al papa Urbano VIII en 1630 sobre la autenticidad de las reliquias y milagros de los mártires de Arjona, en la que trata del sitio y etimología de Arjona, la antigua Urgavo, y aporta las inscripciones romanas conocidas hasta entonces, algunas descritas por él. Sin embargo, se desconoce el contenido exacto de una de las obras arqueológicas que tenía entre manos, Bética ilustrada, citada por él mismo, como indica Nicolás Antonio (Bibliotheca Hispana Nova, 1783: 221), que no debió terminar y cuyos manuscritos debieron de perderse.

La epistemología histórica de Aldrete, “mente científica poderosa” (Amado Alonso, 1968: 5), tuvo gran repercusión: no sólo suscitó el interés y la curiosidad por las lenguas paleohispánicas peninsulares y sus testimonios arqueológicos, sino también por las del nuevo continente.

 

Obras de ~: Del Origen y principio de la lengua castellana, Roma, 1606 [Del origen y principio de la lengua castellana o romance que oi se usa en España, est. y ed. facs. de L. Nieto Jiménez, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1972]; Varias antiguedades de España Africa y otras provincias por el doctor Bernardo Aldrete. En Amberes a costa de Juan Hafrey, 1614; Φαíνομενα, siue coruscantia lumina, triumphalisque Crucis signa, Sanctorum Martyrum Albensium Urgavonensium Bonosi, Maximiani et alíorum sanguine purpurata: sive de inventione martyrum, quos vulgo dicunt de Arxona in Baetica, 1630.

 

Bibl.: G. López Madera, Historia y discursos de la certidumbre de las reliquias descubiertas en Granada [...], Granada, Sebastián de Mena, 1601; N. Antonio, Bibliotheca Hispana Nova [...], I, Matriti, Joachinum de Ibarra, 1783, pág. 221; A. Alonso, Castellano, español, idioma nacional, Buenos Aires, 1968, pág. 5 (4.ª ed.); M. R. Lida de Malkiel, “Túbal, primer poblador de España”, en Ábaco: Estudios sobre Literatura española, 3 (1970), págs. 11-47; L. Nieto Jiménez, [“Estudio preliminar”] en B. J. de Aldrete, Del Origen y principio de la lengua castellana, op. cit.; J. Mondéjar Cumpián, “Nuevos datos y documentos para la biografía de Bernardo de Alderete (1560-1641)”, en VV. AA., Miscelánea de Estudios dedicados al profesor Antonio Marín Ocete, II, Granada Universidad de Granada, 1974, págs. 775-829; M. Johnston, “Bernardo Aldrete and Sixteenth Century Historical Linguistics”, en Revista Estudios Hispánicos (Universidad de Alabama), 12 (1978), págs. 441-464; F. Abad Nebot, “Las ideas lingüísticas en la modernidad española. Juan de Valdés, Bernardo de Aldrete, La Academia”, en VV. AA., Homenaje a Pedro Sáinz Rodríguez, II. Estudios de Lengua y Literatura, Madrid, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1986, págs. 1-17; W. Bahner, “Sprachwandel und Etymologie in der spanischen Sprachwissenschaft des Siglo de Oro” y G. L. Guitarte, “La dimensión imperial del español en la obra de Aldrete: sobre la aparición del español de América en la lingüística hispánica”, en A. Quilis y H. J. Niederehe (eds.), The History of Linguistics in Spain, Amsterdam-Philadelphia, John Benjamins Publishing Company, 1986, págs. 95-116 y págs. 129-187, respect.; L. Binotti, “La teoría del ‘castellano primitivo’: el método comparativo a partir de un mito”, en Romance Notes, vol. XXXII, n.º 3 (1992), págs. 221-230; J. Rubio Lapaz, Pablo de Céspedes y su círculo. Humanismo y Contrarreforma en la cultura andaluza del Renacimiento al Barroco, Granada, Universidad de Granada, 1993, págs. 233-243; K. A. Woolard, “Bernardo de Aldrete and the Morisco Problem: A Study in Early Modern Spanish Language Ideology”, en Comparative Studies in Society and History, 44, 3 (2002), págs. 446-480.

 

Helena Gimeno Pascual

 

 

 

 

 

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