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Alberto Sols García

Biografía

Sols García, Alberto. Sax (Alicante), 2.II.1917 – Denia (Alicante), 9.VIII.1989. Bioquímico.

Hijo menor del matrimonio entre Pedro Sols Lluch, notario, y María del Amor García, hija de un médico de Chelva, su único hermano, Pedro, ocho años mayor que él, fue también notario. En un medio familiar de medios adecuados, aunque sin desahogos, creció Alberto Sols. De salud frágil desde la infancia, asistió a un centro preescolar y posteriormente a la Escuela de Sax para cursar estudios primarios. Cuando tenía nueve años la familia se mudó a Mogente, destino profesional del padre, que murió dos años después, cuando Alberto Sols contaba casi doce años. Los medios económicos de la familia quedaron considerablemente mermados y regresaron a Chelva, residencia de la familia de la madre. Ese mismo año, para el curso 1929-1930, ingresó en el Colegio Jesuita de San José para cursar el bachillerato gracias a una beca concedida por el colegio y de la que ni el niño ni los otros alumnos tuvieron noticia hasta que fue adulto. Pasaba en el colegio incluso las vacaciones, por la precariedad de la economía familiar. Alberto Sols creció, pues, alejado de su familia, con la que mantuvo contacto permanente por carta. Reservado en sus afectos, se concentró en los estudios, en los que destacó muy pronto.

En 1932 dejó el Colegio de San José, al prohibirse a las organizaciones religiosas ejercer la enseñanza, y se trasladó al Instituto Luis Vives, de Valencia, donde terminó el bachillerato en 1935. Dado que los medios de la familia seguían siendo modestos, preparó también en 1932 su ingreso en el Colegio del Beato Juan de Rivera, en Burjasot (Valencia), residencia católica masculina de estudiantes fundada por Carolina Álvarez y Ruiz de Sotomayor en 1916, quien, al morir sin hijos, legó al Colegio sus bienes. Para ingresar había que pasar unas pruebas intelectuales y de conocimiento y pertenecer a una familia sin recursos suficientes para la formación de los hijos. Fueron residentes en ella muchos de los que destacarían después en la vida española, entre ellos Pedro Laín Entralgo y José Luis Villar Palasí. El Colegio estaba regido por un patronato compuesto de miembros del arzobispado de Valencia. Una vez admitido, vivió en Burjasot y, siendo aún residente, ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia.

Al volver de la Universidad Menéndez Pelayo de Santander en julio de 1936 a ver a su familia en Matapozuelos (Valladolid), donde la madre vivía junto al hijo en el primer destino de éste como notario, ambos hermanos se alistaron como voluntarios al Ejército de la zona, del bando recién sublevado contra el gobierno de la Segunda República. Alberto Sols pasó la Guerra en Artillería, primero en Las Navas del Marqués (Ávila) y más tarde en Medina de Campo (Valladolid), para pasar posteriormente al frente de Teruel.

De esa época datan sus primeros contactos con la organización religiosa Opus Dei, que tuvo entre los residentes del Colegio de Burjasot a los primeros seguidores de su fundador, Escrivá de Balaguer.

Terminada la Guerra, Sols regresó a Burjasot y se reincorporó a la Facultad de Medicina. Finalizado el curso 1939-1940 y al suspender dos asignaturas, la Junta del Colegio tomó la decisión de expulsarle al no cumplir los requisitos de rendimiento académico que sus normas imponían. A consecuencia de lo cual, se trasladó a Madrid, a la residencia que el Opus Dei tenía en la avenida de la Moncloa. La pobreza de la posguerra, durante la primera década de la dictadura franquista, era máxima y Sols recibía sacos de harina y envíos de su madre para paliarla. En 1945 fue nombrado ayudante del laboratorio de investigaciones médicas de la Facultad de Medicina de Barcelona, a la que se había trasladado al terminar la licenciatura para trabajar junto a los catedráticos de Fisiología y miembros del Opus Dei Francisco Ponz y Juan Jiménez Vargas, donde se introdujo en la investigación en fisiología. De los prestigiosos fisiólogos catalanes, como Pi i Sunyer, y madrileños, como Juan Negrín, no quedó rastro tras la Guerra, pues la mayoría se exilió. En ese laboratorio, Sols probó la hipótesis del suizo Verzar, según la cual la glucosa y la galactosa de los hidratos de carbono ingeridos por la dieta se forforilarían previamente a atravesar la pared intestinal, que no pudo confirmar inequívocamente en su tesis doctoral leída en Madrid en 1946. Simultaneaba sus trabajos de investigación con análisis clínicos, como ayudante de Jiménez Vargas. Entre 1946 y 1951, fue secretario de redacción de la Revista Española de Fisiología que Ponz y Jiménez Vargas habían fundado en Barcelona en 1945, dirigida por ambos y en la que Sols publicó sus primeros trabajos sobre los enzimas relacionados con el intercambio de grupos fosfato (fosfatasas) y su relación con la absorción de azúcares por la pared intestinal, usando intestino intacto de perros y ratas. Repartía sus vacaciones entre la residencia Molino Viejo del Opus Dei en Ortigosa del Monte y dos visitas anuales a su familia.

En 1947 viajó a Oxford (Reino Unido) pensionado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para asistir al Congreso Internacional de Fisiología. Allí estableció sus primeros contactos con investigadores extranjeros y se abrieron nuevas perspectivas a sus ambiciones científicas. En enero de 1948 Francisco Franco le hizo entrega del premio que llevaba su propio nombre por un trabajo de análisis colorimétrico, y pocos meses después empezó a trabajar para una nueva mutua barcelonesa, Avicena.

En 1950 se trasladó a Madrid, a la Residencia de Estudiantes del CSIC. El traslado refleja que había abandonado el Opus Dei. Aunque su práctica religiosa no se modificó, recordaría años después que había sentido necesidad de unos espacios de libertad de los que carecía para disponer de su propio tiempo a favor del estudio. De allí se traslado a Oxford, donde pasó cuatro meses como visitante en el laboratorio de R. B. Fisher y Donald Parsons, expertos en absorción intestinal. Para entonces ya había decidido dedicarse exclusivamente a la investigación y abandonó sus trabajos privados. A su regreso de Oxford, ingresó como residente en el departamento de Fisiología de la Universidad de Madrid, del que era catedrático José María Díez del Corral. Para su manutención pidió ayuda a su familia. Tras presentarse a unas oposiciones a una plaza de investigador, denominadas de colaborador, del CSIC, que quedaron sin resolver por la reclamación de uno de los concursantes, en septiembre de 1951 salió para Estados Unidos. Con una subvención del CSIC y tras ser aceptado por el matrimonio de bioquímicos Carl y Gerty Cori (premios Nobel de Medicina 1947), trabajó en el laboratorio que estos dirigían en la Universidad Washington, en St. Louis, Missouri, hasta finales de 1953. Allí junto a Robert K. Crane investigó sobre la especificidad de la hexoquinasa, enzima responsable de la fosforilación de la glucosa a glucosa-6-fosfato, molécula a partir de la cual se produce todo el metabolismo de los hidratos de carbono en los sucesivos ciclos y vías metabólicas.

Las investigaciones proporcionaron a Sols publicaciones en revistas de los Estados Unidos y toda la pericia propia de la experimentación bioquímica en uno de los laboratorios de esa disciplina más productivos e importantes del mundo. Regresó a Madrid en enero de 1954 y accedió por oposición a una plaza de colaborador del CSIC en febrero. Hasta su traslado al nuevo Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) del CSIC en julio de 1956, trabajó en un modestísimo y oscuro laboratorio en los sótanos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid. Pese a los medios muy limitados con los que contaba, no sólo técnicos sino aún más elementales, como restricciones de luz, gas y calefacción, y aunque había estado desanimado por el escaso apoyo del secretario general del CSIC, José María Albareda, a su trabajo y a su carrera (lo que estaba relacionado con su salida del Opus Dei, organización de la que Albareda era un miembro destacado), logró resolver el problema que le había ocupado como doctorando de la fosforilación de azúcares al atravesar la pared intestinal, organizó los primeros seminarios a los que atrajo a jóvenes estudiantes y pudo presentar una comunicación original en el Congreso Internacional de Bioquímica celebrado en Bruselas en 1955, que publicó poco después como artículo en Biochimica et Biophysica Acta.

Entre sus primeros colaboradores estaban Antonia Medina, Carlos Villas Palasí, Gertrudis de la Fuente y Carlos Asensio. Ese mismo año participó en la creación del Comité Nacional de Bioquímica, con el fin de incorporar a los científicos españoles de esa área a la Unión Internacional de Bioquímica, fundada en 1949 en Cambridge (Reino Unido) como una escisión desde la fisiología. Una vez instalado en el CIB, su prestigio aumentó con el número de colaboradores y presupuestos para la investigación que empezaron a crecer a partir de 1960, cuando obtuvo una ayuda del programa extramuros de los National Institutes of Health de Estados Unidos, que se le renovó, como caso excepcional no previsto por las normas, gracias al apoyo de Severo Ochoa.

En junio de 1958 casó con Angelines Rodríguez-Candela, jefa del Departamento Nacional de Música de la Sección Femenina del Movimiento, puesto que abandonó tras la boda, y hermana de José Luis Rodríguez- Candela, clínico prestigioso e investigador del CIB. Su primer hijo murió poco después de nacer, y la pareja tuvo después otros tres: Alberto, Miriam y Jaime.

Sus preocupaciones por la situación de la investigación en España le mantuvieron en contacto con las autoridades del Ministerio de Educación, a las que escribía con frecuencia exponiendo sus puntos de vista.

Aceptó responsabilidades administrativas y científicas en el CSIC y en los comités científicos de la Comisión Asesora para la Investigación Científica y Técnica.

La década de 1960 fue la más productiva de su carrera.

Si su acceso a un puesto permanente en el CSIC se retrasó considerablemente —tenía casi cuarenta años— en un tiempo en el que esto se lograba siendo mucho más joven, la edad, la experiencia, sus ambiciones científicas y el respecto creciente entre sus colegas extranjeros le proporcionaron muchos éxitos.

En 1963 fundó la Sociedad Española de Bioquímica (SEB) junto a otros colegas con intereses comparables a los suyos del CIB; y en 1964 incluyó a la SEB en la creación de la Federación Europea de Sociedades de Bioquímica (FEBS), de cuyo consejo fue también miembro. En 1967 fue elegido miembro del Consejo de la International Cell Research Organisation (ICRO) y en 1970 del de la IUB. Evitó expresamente que se creara una revista española de bioquímica, con el fin de promover la publicación de los trabajos españoles en revistas extranjeras de difusión internacional y estimular así los contactos con permanentes con el exterior. El premio Nobel de Medicina a Ochoa en 1959, con la consiguiente fama pública de este científico nacido en España, dio amplia imagen pública a la bioquímica, lo que se convirtió en apoyo a los intereses de Sols y a los de los investigadores que, como él, trataban de mejorar las condiciones para la investigación en España en plena era del desarrollo económico europeo. Sus logros científicos también abundaron; prosiguió con los enzimas, tuvo estudiantes de doctorado, y se introdujo en la regulación metabólica con ellos, a través de los trabajos sobre hexoquinasas, fosfofrutoquinasas y fructoquinasas, todos ellos enzimas fosforilantes. Su laboratorio fue durante años uno de los mejores lugares en España para la formación científica y experimental en bioquímica. Sus intereses fueron desplazándose de la especificidad de los enzimas a la regulación de su actividad, lo que le llevó a introducirse en los mecanismos de la regulación. Además de las subvenciones que recibió de los NIH de Estados Unidos, durante esa década contó también con ayudas españolas procedentes de los planes de desarrollo y de la Fundación Juan March. Todo ello unido a la capacidad de trabajo de su grupo convirtió a este en uno de los más productivos del CIB, lo cual culminó con la creación de un Instituto de Enzimología en 1968 bajo su dirección.

En 1972 el Instituto de Enzimología con todo su personal se trasladó a la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), recién construida. Se sumó así la docencia de la Bioquímica a la actividad investigadora. Por un mecanismo excepcional de designación de catedráticos en 1975 fue propuesto para serlo de esa Facultad. Así lideró la consolidación de la enseñanza de la Bioquímica como disciplina médica en la UAM y su autoridad científica mientras seguía formando a jóvenes investigadores y se mantenía como miembro de consejos de organizaciones científicas internacionales. En 1981 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación en su primera convocatoria, concedido por un comité presidido por Severo Ochoa. En 1985, a los sesenta y ocho años, y a consecuencia del adelanto en la edad de jubilación de catedráticos y científicos, se retiró y fue nombrado emérito en 1986. La Fundación Colegio Libre de Eméritos, en cuya fundación participó y que contaba con presupuestos aportados por el Banco de Bilbao y un conjunto de grandes empresas, suscribió con él, como con otros investigadores y profesores universitarios de su generación, un contrato por el cual recibiría un sueldo complementario a su pensión de catedrático con el fin de paliar los efectos económicos y académicos de lo que se denominó “jubilación anticipada”. Dentro de las actividades que desarrolló para el Colegio Libre de Eméritos, pronunció conferencias, dio cursos itinerantes sobre su especialidad y editó con Santiago Grisolía el cuarto tomo de los Trabajos reunidos de Severo Ochoa. Para cuando la Academia Nacional de Medicina decidió por fin elegirle académico de número en 1989, el reconocimiento de la comunidad médica a su prestigio científico, aunque tardío, fue una buena noticia para Sols, la más importante poco antes de morir repentinamente mientras veraneaba con su familia en Denia.

Alberto Sols está considerado como uno de los principales promotores de la bioquímica en España, como un investigador y maestro de investigadores y docentes junto a los que hizo aportaciones importantes al conocimiento sobre los enzimas del metabolismo de los hidratos de carbono. Recibió a lo largo de las dos últimas décadas de su vida múltiples homenajes, reconocimientos y premios —la mayoría de los que una persona de su experiencia e influencia podía obtener en España—. Su obra ha quedado fijada en la memoria histórica de la comunidad científica española y sus discípulos están distribuidos por muy diversos centros y universidades de España y del extranjero.

Fue autor, con diversos colaboradores, de más de un centenar de artículos en revistas extranjeras de difusión internacional.

 

Obras de ~: S. Ramón y Cajal, Historia de mi labor científica, pról. de ~, Madrid, Alianza, 1984; “The Pasteur effect in the allosteric era”, en A. Kornberg, B. L. Horecker y L. Cornudella, Reflections on Biochemistry. In honour of Severo Ochoa, London, Academic Press, 1976, págs. 199-206; con R. Marco, “El Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la UAM”, en Veinte años de la Facultad de Medicina de la UAM. Análisis crítico de la experiencia docente, Madrid, Universidad Autónoma, 1989, págs. 81-94; “Enzyme regulation: from allosteric sites to intracellular behavior”, autobiografía póstuma revisada por J. J. Aragón y C. Gancedo, en Selected Topics in the History of Biochemistry: Personal Recollections, III (Comprehensive Biochemistry vol. 37), 1990, págs. 177-199; Trabajos reunidos de Alberto Sols, compilados por J. J. Aragón, C. Gancedo y C. Fernández de Heredia, Madrid, Universidad Autónoma, s. f.

 

Bibl.: S. Ochoa, “Alberto Sols y la bioquímica española”, en Arbor, n.os 357-358 (1975), págs. 4-54; C. Asensio, Cartas desde América, Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1988; M. J. Santesmases y E. Muñoz, Establecimiento de la bioquímica y de la biología molecular en España, Madrid, Fundación Ramón Areces, 1997; J. M. Sánchez Ron (comp.), “En torno a la historia del CSIC”, en Arbor, n.os 631-632 (1998); M. J. Santesmases, Alberto Sols, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1998; J. M. Sánchez Ron, Cincel, martillo y piedra. Historia de la ciencia en España (siglos xix y xx), Madrid, Taurus, 1999; M. J. Santesmases, Entre Cajal y Ochoa. Ciencias biomédicas en la España de Franco, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000; “From intestine transport to enzymatic regulation: the works of the Spanish biochemist Alberto Sols”, en Studies in History and Philosophy of Biological and Biomedical Sciences, vol. XXX (2000), págs. 287-313.

 

María Jesús Santesmases