García de Toledo, Gómez. Abad de Valladolid. Toledo, p. m. s. XIII – 29.VII.1286. Prelado del alto clero de Castilla, notario del Reino de León, privado de Sancho IV y trovador gallego-portugués.
Los primeros documentos referidos a Gómez García dan cuenta de su condición de escribano distinguido, ya que, en febrero de 1275, durante la regencia de Fernando de la Cerda, redactó una carta de privilegio a favor de la catedral de Zamora por mandato del citado infante. El toledano don Gómez, miembro del linaje de los Barroso, pronto formó parte del círculo de privados de Sancho de Castilla, por lo que, en la guerra que se desencadenó entre Alfonso X y su hijo por la cuestión sucesoria, tomó partido por este último, en cuyo nombre recaudó impuestos, autorizó y firmó cartas. Sancho fue proclamado rey en Valladolid el 2 de mayo de 1282 por una junta de prelados y caballeros nobles entre los que se encontraba el abad. A pesar de que el 8 de noviembre del mismo año, Alfonso X dictó una sentencia en el alcázar de Sevilla en la que anulaba los derechos del usurpador, Gómez García permaneció fiel a su señor, el cual, tras acceder al trono a la muerte de su padre (4 de abril de 1284), recompensó a su vasallo con numerosas donaciones materiales y con un papel de privilegio en la Corte.
Desde el año 1283, don Gómez fue el responsable de dos cargos de gran importancia en el régimen feudal castellano: abad de Valladolid y notario del antiguo reino de León, cargo este último que, al igual que el de canciller, estaba reservado —siguiendo los principios de una antigua práctica documental— a las dignidades de la alta jerarquía eclesiástica. El prestigio de la abadía de Valladolid se remonta al año 1095, fecha en que el conde Pedro Ansúrez fundó el monasterio de Santa María —conocido, a partir del siglo XIII, con el nombre de Santa María la Mayor— y lo dotó de iglesias y pequeños pueblos circundantes. En la segunda mitad del siglo XIII, la documentación refleja el poderío económico de la sede y del abad encargado de su regencia; éste percibía el diezmo de comerciantes y campesinos, cobraba las rentas del portazgo relativas a las transacciones comerciales y recaudaba los impuestos correspondientes a las actividades económicas de las comunidades mora y judía. Era, por tanto, la más alta autoridad eclesiástica de la zona y compartía en solitario con el rey la administración de la ciudad y el monopolio del poder.
Durante el periodo comprendido entre 1283 y los primeros meses del año 1286, Gómez García ejerció su mayor influencia sobre Sancho IV, hasta el extremo de ser considerado por Mercedes Gaibrois como el auténtico privado del rey en esas fechas, en las que se registra su mayor actividad en las esferas de la fiscalidad y de la diplomacia. Según las informaciones que proporciona la Crónica del rey Don Alfonso X, la caída en desgracia del abad comenzó a fraguarse en la misión diplomática que, a inicios de 1286, le llevó a Francia para concertar una entrevista entre el soberano de Castilla y Felipe IV, que pretendía invadir Aragón. En esta embajada acompañaron a don Gómez otros trovadores presentes en la corte sanchina, como Gil Pérez Conde, Rodrigu’Eanes Redondo o Johan Vasquiz de Talaveira. Sancho confiaba en la influencia que el monarca francés tenía sobre el Papa, por lo que creía que un encuentro con el Capeto facilitaría que el matrimonio con su prima María de Molina fuese reconocido por la Santa Sede; además, si el cometido de sus enviados llegaba a buen fin, podría legitimar a su hijo Fernando. Sin embargo, estas expectativas se frustraron, cuando el rey Felipe el Hermoso informó a la comitiva castellana de su interés por pactar una nueva alianza matrimonial entre Sancho y una hermana suya. Conocidas las condiciones que Francia exigía para la negociación, el rey castellano se negó a aceptarlas y la entrevista que ambos monarcas debían mantener en marzo de 1286 en la localidad francesa de Bayona ya no se produjo.
El confuso papel de Gómez García en la citada embajada, su predisposición a la alianza con el país vecino y la amistad que le unía a Álvar Núñez de Lara (partidario de los infantes de la Cerda y enemigo acérrimo de su tío don Lope Díaz de Haro) le acarrearon las insidias de dos de los grandes magnates del momento: el ya mencionado don Lope, señor de Vizcaya, y don Gonzalo, arzobispo de Toledo. En abril de 1286, el rey encargó a ambos nobles el rendimiento de cuentas de la gestión fiscal y financiera del abad, de la que resultó una excesiva cuantía de gastos que no habían contado con la autorización real, lo que justificó su definitivo apartamiento de la corte. En junio del mismo año se ofreció a don Gómez la mitra de Mondoñedo, propuesta que acaso podría ser considerada más como una forma de alejamiento de los círculos de poder que de premio. En cualquier caso, el abad nunca llegó a ocupar el cargo de obispo en la diócesis gallega, ya que el 29 de julio de 1286, mientras el rey peregrinaba a Santiago de Compostela, recibió la noticia de la muerte de su otrora privado. Con relación a su fallecimiento, la crónica del reinado muestra de modo elocuente la reacción de Sancho IV ante esta noticia, al enunciar que “plúgole mucho”, lo que indica hasta qué punto el antiguo abad había caído en desgracia ante el rey.
Los apógrafos italianos, mandados copiar por el humanista Angelo Colocci hacia 1525-1526 y conocidos con las siglas B (Cancionero de la Biblioteca Nacional de Lisboa) y V (Cancionero de la Biblioteca Vaticana), transmiten dos poesías de Gómez García: una cantiga de amor (B 924 y V 512) y una cantiga de amigo (B 925 y V 513). El análisis codicológico prueba que los textos del insigne abad de Valladolid se integraron en la tradición manuscrita en una etapa tardía, que se puede situar en la primera mitad del siglo XIV. Sus cantigas se localizan en el interior de una Liedersammlung de poetas clérigos, entre los que se encuentran los siguientes nombres: Áiras Núnez, Martín Moxa, Roi Fernández de Santiago, Pae de Cana y Sancho Sánchez. Los textos del abad desarrollan temas tradicionales de la lírica gallegoportuguesa. Así, la cantiga de amor se construye sobre la antítesis “mesura / desmesura”, binomio al que se liga el tópico de la “muerte por amor”, causada precisamente por la displicencia de la señor; la cantiga de amigo expresa el resentimiento de la amiga por la partida del enamorado a cas d’el-rei, hecho que determinará que éste no sea recompensado a su regreso con el tan apreciado ben. Desde el punto de vista métrico, ambos poemas ofrecen medidas y esquemas estróficos comunes en el corpus trovadoresco gallego-portugués: así, la primera es una cantiga de meestria de tres coblas singulars, integradas por siete versos octosílabos agudos (abbacca), mientras que la segunda es una cantiga de refrán de versos decasílabos, distribuidos según uno de los esquemas rítmicos mayoritarios de la producción profana trovadoresca (abbacc).
Obras de ~: Cantiga de amor: “A vos[s]a mesura senhor”, B 924-V 512; Cantiga de amigo: “Diz meu amigo que me serve ben”, B 925-V 513 (M. Brea [coord.], Lírica profana galegoportuguesa, vol. I, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1996, págs. 358-359; Base de datos da Lírica Profana Galego-Portuguesa (MedDB). Versión 3.7., Santiago de Compostela, Centro Ramón Piñeiro para a Investigación en Humanidades [en línea], disponible en http://www.cirp.gal/meddb).
Bibl.: “Crónica de Alfonso X”, en C. Rosell (ed.), Crónicas de los Reyes de Castilla, vol. I, Madrid, M. Rivadeneyra, 1875 (col. Biblioteca de Autores Españoles, 66); M. Gaibrois de Ballesteros, Sancho IV de Castilla, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1922-1928, 3 vols.; A. Ballesteros Beretta, Alfonso X el Sabio, Barcelona, El Albir, 1984; A. Resende de Oliveira, Trobadores e xograres. Contexto histórico, Vigo, Edicións Xerais, 1995; V. Beltrán, “Tipos y temas trovadorescos. XI: La corte poética de Sancho IV”; P. Lorenzo Gradín, “Gómez García, abad de Valladolid”, y A. Víñez, “Documentación de trovadores”, en C. Alvar y J. M. Lucía (eds.), La Literatura en la época de Sancho IV, Alcalá de Henares, Universidad, 1996, págs. 121-140, págs. 213-226 y págs. 531-542, respect.; J. M. Nieto Soria, Sancho IV de Castilla (1284-1295), Gijón, Ediciones Trea, 2014, págs. 66-69.
Pilar Lorenzo Gradín