Blas Muñoz, Bonifacio de. Villacastín (Segovia), 14.V.1829 – Madrid, 2.IV.1878. Jurisconsulto, diplomático y político monárquico liberal.
Hijo de Faustino Blas Bachiller y Andrea Muñoz Díez, nació en el seno de una familia acomodada. Cursó latinidad en Villacastín y Segovia, filosofía en el Instituto de San Isidro de Madrid y Jurisprudencia en la Universidad Central. Siendo universitario escribió, junto a otros compañeros, unas Lecciones de Derecho Político que sirvieron de manual hasta la aparición del libro de Manuel Colmeiro. Al obtener el grado de bachiller en Leyes, ingresó en la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, en la que llegó a ser académico profesor y a desempeñar los cargos de presidente de la Sección de Derecho Canónico y revisor y censor de la Junta de Gobierno. Tras obtener el grado de doctor en Derecho Civil en 1854, tomó parte en la revolución de julio y fue nombrado auxiliar del Ministerio de Gracia y Justicia por el Gobierno del general Espartero. Al producirse el golpe de O’Donnell de julio de 1856, presentó su dimisión, aunque no le fue admitida hasta el año 1864, en que dejó el ministerio. Para entonces se había convertido en un importante activista del Partido Progresista, con una creciente influencia en su provincia natal y en la Corte. Elegido miembro del Comité progresista de la provincia de Segovia, representó a éste en la reunión madrileña en la que el partido acordó continuar con el retraimiento electoral.
En Madrid, donde ejercía de abogado, desarrolló una considerable labor periodística como colaborador de La Iberia, publicando en su Almanaque de 1865 un célebre artículo sobre el programa progresista y sus diferencias con el demócrata, de modo que se vinculó políticamente desde entonces al director del diario, Práxedes Mateo Sagasta. Desde ese mismo año fue uno de los principales agentes revolucionarios del general Prim, con quien viajó a Pamplona y luego a Marsella para embarcarse rumbo a Valencia, ciudad a la que llegaron el 10 de junio de 1865, abortando finalmente el levantamiento. En los meses siguientes desarrolló una notable actividad conspiradora como miembro del comité directivo revolucionario, preparando los movimientos políticos de 1866.
Tras el malogrado pronunciamiento del 3 de enero en Villarejo de Salvanés y la huida de Prim a Portugal, marchó al vecino país para entrevistarse con los emigrados y volver con el manifiesto político del marqués de los Castillejos, que hizo circular clandestinamente por España. En marzo, en compañía del progresista Joaquín Aguirre y del demócrata Manuel Becerra, fue a París para conferenciar con Prim y preparar el levantamiento madrileño del 22 junio, en el que tomó parte muy activa. Al fracasar éste, permaneció oculto en Madrid hasta que el 14 de julio emigró a Francia.
Después de asistir a la importante reunión que Prim celebró en Ostende con sus correligionarios y una representación de los demócratas los días 15 y 16 de agosto de 1866, se instaló en París, donde trabajó, bajo la dirección de Aguirre y Olózaga, en el socorro a los emigrados y en el despacho de la correspondencia, y desempeñó también algunas comisiones en Bruselas. En sus labores de intermediario entre Prim y los activistas revolucionarios, exiliados y del interior, trabajó en ese tiempo también con Sagasta, Manuel Ruiz Zorrilla —durante su estancia parisina— y Juan Manuel Martínez. Siguiendo las órdenes del conde de Reus, se encargó de contactar con el general Pierrad, Martos, Castelar y el marqués de Albaida, durante los preparativos del movimiento antidinástico de agosto de 1867. Tras fracasar éste, volvió a sus labores de proporcionar fondos a los emigrados, en las que fue ahora ayudado por Pavía, Lagunero, Hidalgo y Alcalá-Zamora. En marzo de 1868 viajó a Madrid para negociar con los generales Serrano y Dulce la entrada de los unionistas en la coalición revolucionaria.
Vuelto a París, viajó a Londres —donde residía Prim— y a otras ciudades por encargo del Centro directivo revolucionario. El 14 de septiembre regresó a Madrid, en compañía de Martínez, con instrucciones de Prim y Olózaga para la Junta revolucionaria de la capital, que integraban progresistas y unionistas. Esta junta le comisionó para ir a Sevilla, donde llegó el día 23, y a Cádiz. El día 28 de septiembre asistió a la batalla de Alcolea, siendo, junto a Sagasta, el único jefe emigrado que acompañó al ejército del general Serrano en su entrada triunfal a Madrid.
Al formarse el Gobierno provisional de Serrano-Prim, De Blas fue nombrado, el 21 de noviembre, ministro plenipotenciario en La Haya, siendo reconocido como representante de España por el rey de los Países Bajos. Los judíos holandeses, de raíces ibéricas, elevaron por su conducto un mensaje de agradecimiento al Gobierno español por haber revocado el edicto de los Reyes Católicos que expulsó a los hebreos de sus dominios. Elegido diputado por Segovia en enero de 1869, el 9 de febrero renunció al cargo diplomático para tomar posesión del escaño en las Cortes Constituyentes, de cuya Comisión de Actas formó parte. El 21 de diciembre de 1869 fue nombrado director general del Registro de la Propiedad y del Notariado en el Ministerio de Gracia y Justicia, puesto que desempeñó poco tiempo, pues al hacerse Sagasta cargo del Ministerio de Estado en enero de 1870, fue nombrado subsecretario del mismo, resolviendo su incompatibilidad parlamentaria, al mes siguiente, al ser reelegido diputado por Segovia. Durante el reinado de Amadeo I mantuvo su escaño, ahora por el distrito segoviano de Santa María de Nieva, en las elecciones generales de 1871 y en las primeras de 1872, y fue ministro de Estado durante los Gobiernos de José Malcampo y de Sagasta, desde el 20 de noviembre de 1871 hasta el 26 de mayo de 1872. Como jefe de la diplomacia obtuvo éxito en las negociaciones con el príncipe marroquí Muley- Abdallah, que permitieron continuar, sin sufrir nuevos ataques, las obras de desviación del Río de Oro en 1871. Tras el golpe de Pavía, en que tomaron el poder los republicanos unitarios, fue nombrado concejal del Ayuntamiento de Madrid por el ministro García Ruiz en enero de 1874 y consejero de Estado en junio del mismo año. Durante la Restauración fue senador electo por la provincia de La Coruña (1876-1877) y nombrado senador vitalicio por Real Decreto de 10 de abril de 1877.
Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, HIS-0068-02.
VV. AA., Los diputados pintados por sus hechos. Colección de estudios biográficos sobre los elegidos por el sufragio universal en las Constituyentes de 1869, t. I, Madrid, R. Labajos y Cía., 1869- 1870, págs. 261-264; V. Rodríguez Hubert, “De Blas”, en M. Ibo Alfaro (dir.), Fisonomía de las Constituyentes. Biografías, t. III, Madrid, Imprenta de Santos Larxe, 1869, págs. 614- 627; A. Fernández de los Ríos (dir.), La Asamblea Constituyente de 1869. Biografías de todos los representantes de la nación, Madrid, Imprenta de Tomás Rey y Cía., 1869, págs. 239-242; A. M. Segovia, Figuras y figurones, t. III, Madrid, Imprenta de Figuras y Figurones, 1881 (2.ª ed.), págs. 5-20; G. M. Vergara Martín, Ensayo de una colección bibliográfico-biográfica de noticias referentes a la provincia de Segovia, Guadalajara, Tipografía del Colegio de Huérfanos de la Guerra, 1903; J. M. Cuenca Toribio y S. Gallego Miranda, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998.
Gregorio de la Fuente Monge