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Rafael Salillas y Panzano

Biografía

Salillas y Panzano, Rafael. Angües (Huesca), 26.III.1854 – Madrid, 22.V.1923. Médico forense y criminólogo.

Sus padres fueron Ramón Salillas, comandante del Ejército, y María Panzano. Estudió el bachillerato en Huesca y se inclinó por la Medicina, carrera que inició en Zaragoza y culminó en Madrid. Nada más acabar, volvió a su pueblo natal, donde ejerció de médico, hasta que en 1880 se trasladó a Madrid para ingresar en la Dirección General de Establecimientos Penales como jefe de Administración Civil de 5.ª clase. Le indujo a dar ese paso el teniente general Antonio Ros de Olano, marqués de Guad-el Jelú, probablemente por influencia paterna. En esos años incubó su vocación por la criminología y desarrolló su vocación literaria. La primera le hizo pronto destacar y le llevó a que en 1885 fuera nombrado jefe del Negociado de Higiene y Antropología del Ministerio de la Gobernación. Sus dotes literarias le impulsaron a escribir obras de teatro y en 1884 consiguió estrenar en el Teatro Español de Madrid el drama en tres actos Las dos ideas. Ambas cualidades, de escritor y de investigador, se concretan en el libro Manicomios judiciales, fruto de su colaboración con el eminente psiquiatra, doctor Simarro.

Esas dos grandes pasiones se fueron desarrollando y madurando con celeridad. En el plano literario obtuvo otro éxito reconocido con la novela Quiero ser santo. Pero el leit-motiv de su vida era ya indagar sobre las causas de la delincuencia y los efectos del sistema penitenciario. Expresó sus inquietudes e ideas en artículos en los medios de comunicación: primero en el diario El Liberal y más tarde en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia. Estas aportaciones se recopilaron en su primer libro de carácter científico, La vida penal en España, que se publicó en 1888. Ese mismo año se encargó de la organización de la sección penitenciaria de la Exposición Universal de Barcelona, tras haber pasado al Ministerio de Gracia y Justicia. Su creciente interés por los temas criminológicos y antropológicos se plasmó en la creación de la Revista de Antropología Criminal y Ciencias Médico- Legales, que fundó junto a Ángel María Taladriz, catedrático de Derecho de la Universidad de Álava. Una de sus conferencias en el Ateneo de Madrid, a finales de 1888, sobre “Antropología del Derecho Penal”, le señala como el introductor en España de las teorías de Positivismo Criminológico de Lombroso.

En 1890 participó en el Congreso Internacional Penitenciario de San Petersburgo y aprovechó el viaje para visitar los establecimientos penitenciarios de San Petersburgo, Moscú, Cracovia, Berlín y París. Esas experiencias reafirmaron sus posiciones respecto a la reforma penitenciaria y las raíces antropológico-sociales de la delincuencia. Ya en dos de sus principales obras editadas en 1888, La vida penal en España y La antropología en el Derecho penal, donde analiza la situación de las cárceles en España, señala que “el presidio tiene una tendencia esencialmente delincuente y todas sus relaciones son corruptoras” y que “la gran reforma que se precisa es hacer variar el concepto de delincuencia. Es preciso que todo el mundo vea en el delincuente un hombre y en el hombre un enfermo”. En consecuencia, considera imprescindible que se acabe con la lacra del ocio en las prisiones y se exija trabajar a los penados que estén en condiciones de hacerlo, de forma preferente en colonias agrícolas, al aire libre, que puedan llegar a autofinanciar sus gastos.

Otro aspecto esencial de su pensamiento es la necesidad de distinguir las distintas clases de delincuentes para darles un trato diferenciado, conforme a su situación y características personales, lo que exige que los empleados de prisiones sean muy bien seleccionados y preparados. Aunque comparte la visión de Lombroso sobre la importancia de la constitución psíquica y orgánica del delincuente para explicar su conducta, cree que es aún más relevante considerar el medio físico y social en que se desenvuelve su vida. Es ese medio el que conforma su personalidad y el que constituye su base de sustentación física y nutritiva. Tiene, por tanto, una concepción predominantemente sociológica, aunque considere que los factores sociales son inseparables de los de carácter antropológico. El análisis de la delincuencia no se puede limitar a observar al delincuente, sino que es necesario examinar las conexiones que le ligan al medio en que vive, incorporando el estudio sociológico y psicológico. Se aparta en ese sentido de las ideas etiológicas que conforman la concepción lombrosiana del criminal nato (atavismo y degeneración), para aproximarse a la visión de Lacassagne y Aubry que interpretan el delito como un fenómeno de génesis y naturaleza sociales. Son las relaciones del individuo con su medio social, aspecto ya destacado por autores como Durckheim, Vaccaro, Tarde y Ferri, las que permiten comprender las complejas raíces del delito en el que se conjugan lo biológico, lo físico y lo social.

El convencimiento de la complejidad del problema de la criminalidad le llevó a adentrarse en la lingüística como forma de completar sus ideas. Se remontó a los hechos y el lenguaje ancestral de la picaresca española y lo comparó con el del hampa (la jerga) y la evolución de las lenguas primitivas. Ese es el contenido de sus obras El delincuente español: El lenguaje, publicada en 1896, y El delincuente español: Hampa, del año 1898. Mientras tanto, había asumido nuevas responsabilidades en la administración penitenciaria y había seguido divulgando sus ideas en periódicos y revistas. Así, en 1891 asumió la dirección del Registro General de Penados y Rebeldes, como consecuencia de la reorganización de dicho negociado; y en 1892 se encargó de la sección “Museo criminológico español” al aparecer la revista La Nueva Ciencia Jurídica, donde, entre otras colaboraciones, escribió una serie de artículos sobre el cura Merino, conocido regicida. También desarrolló una amplia labor docente, pues entre 1897 y 1902 impartió la asignatura Antropología Criminal en el curso anual de la Escuela Superior del Ateneo de Madrid y en 1899 colaboró con Francisco Giner de los Ríos para crear en la Cátedra de Derecho Penal un Laboratorio (Seminario) de Criminología, donde se incorporó Constancio Bernaldo de Quirós, uno de sus principales discípulos. Sus ideas sobre antropología criminal, dispersas en numerosos estudios y publicaciones se desarrollaron y sistematizaron en su obra en dos volúmenes La teoría básica (1901). Ese mismo año, Salillas colaboró en la elaboración del cuestionario que, a iniciativa del Ateneo de Madrid, trató de conocer la situación del campo en España a través de las costumbres populares y los tres hechos más característicos del ciclo de vida (nacimiento, matrimonio y muerte).

En 1902 cesó como jefe del Negociado de Penados y Rebeldes, al ser nombrado secretario de la Junta Superior de Prisiones, y se le designó vocal de la Comisión de Reformas Sociales. Fue una muestra de su creciente compromiso público, que se vio ratificado en años posteriores. En 1903, se aprobó la creación de la Escuela de Criminología, de la que fue director desde su constitución en 1906. En 1904 se constituyó el Consejo Penitenciario, en sustitución de la Junta Superior de Prisiones, del que se le nombró consejero y más tarde secretario general y se encargó de la dirección de la Revista Penitenciaria. Desde esa responsabilidad, preparó un informe sobre la reforma penitenciaria y asistió a Congresos Internacionales de Antropología Criminal como los de Lieja (1905) y Turín (1906), este último presidido por Lombroso que distinguió a Salillas nombrándole presidente honorario del Congreso.

A finales de 1906, ascendió a jefe de Administración Civil de 2.ª clase y pasó a ser director de la Prisión Celular de Madrid. Desde esos puestos, consiguió mejorar la alimentación, el vestido y la higiene de los presos. Desde el momento de la creación del Instituto de Reformas Sociales en 1903, formó parte de él como vocal de designación gubernamental. Su participación allí fue muy activa, siendo redactor, entre otros trabajos, del Informe sobre las minas de Vizcaya, en colaboración con Eduardo Sanz y Escartín y Julio Puyol. En 1909 fue elegido diputado a Cortes por el partido radical, integrado en la conjunción republicano-socialista. En 1915, dirigió la publicación de la Biblioteca Criminológica y Penitenciaria, un magno proyecto editorial sin parangón en el ámbito de la criminología, y organizó la Exposición de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, de la que fue vicepresidente. Otros cargos relevantes desempeñados por Salillas fueron los de vocal del Patronato Nacional para la Trata de Blancas, consejero del Instituto Nacional de Previsión y vocal del Consejo Superior de Protección de la Infancia y de Represión de la Mendicidad.

Estos cargos no le impidieron continuar con su labor de investigación y publicaciones. Dedicó varias obras a los regicidas: La celda de Ferrer, La ejecución de Angiolillo y Morral el anarquista. Orígenes de una tragedia (1914). Insistió en los temas de carácter antropológico y lingüístico con Los ñañigos en Ceuta, La trata de blancas, El delito y la pobreza, La fascinación en España (Brujas, Brujerías y Amuletos), El tatuaje en su evolución histórica y El tatuaje y su destatuamiento en Barcelona. Igualmente, dio continuidad a su mirada retrospectiva al mundo de la picaresca y la literatura del renacimiento, publicando diversas obras relacionadas con Cervantes y el Quijote: “Poesía rufianesca”, La Criminalidad y Penalidad en el Quijote, Golfines y Golfos y Un gran inspirador de Cervantes: El doctor Juan Huarte y su Examen de Ingenios. Del resto de sus numerosas obras destacan: En las Cortes de Cádiz (Revelaciones acerca del estado político y social), donde reflexiona sobre la vida política y social de España; y Evolución penitenciaria en España, obra en dos volúmenes en la que vuelve a recrear sus principales ideas y experiencias.

Murió el 22 de mayo de 1923 en Madrid, en la clínica del Rosario, donde había sido operado de una dolencia estomacal a principios de mes.

 

Obras de ~: Las dos ideas, Madrid, 1884; La vida penal en España, Madrid, Imprenta de la Revista de Legislación, a cargo de J. M. Sardá, 1888 (reed. en Pamplona, Jiménez Gil, 1999); La Antropología en el Derecho penal, Madrid, Imprenta de la Revista de Legislación y Jurisprudencia, 1888; El pacificador en Perú (conferencia en el Ateneo de Madrid), Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1892; “Prólogo”, en A. Mosso, La fatiga, Madrid, 1893; con G. de Azcárate y A. Sánchez Moguel, Doña Concepción Arenal en la ciencia jurídica, sociológica y en la literatura, Madrid, Librería de Victoriano Suárez, 1894; El capitán Clavijo, Madrid, 1895; El delincuente español: El lenguaje, Madrid, 1896 (reed. en Alicante, 2000); El delincuente español: Hampa, Madrid, Librería de Victoriano Suárez, 1898 (reed. en Barcelona, 2002, Pamplona, Analecta, 2004); con L. Simarro, “Los manicomios judiciales”, en La Medicina Práctica, 16, 1889; Anales del Laboratorio de Criminología, Madrid, 1899; La teoría básica (biosociología), Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1901 (Pamplona, Analecta, 2008); Los ñañigos en Ceuta, Madrid, 1901; La trata de blancas (discurso en el Ateneo de Madrid), Madrid, Viuda é Hijos de M. Tello, 1902; “Prólogo”, en A. Nicéforo, La transformación del delito en la sociedad moderna, Madrid, 1902; con E. Sanz y Escartín y J. Puyol, Informe referente á las Minas de Vizcaya / Instituto de Reformas Sociales, Madrid, 1904; El delito y la pobreza, Madrid, 1905; Golfines y golfos, Madrid, Imprenta a cargo de Eduardo Arias, 1905; Un gran inspirador de Cervantes: El Doctor Juan Huarte y su Examen de Ingenios, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1905; La fascinación en España (Brujas, Brujerías y Amuletos), Madrid, Imprenta a cargo de Eduardo Arias, 1905 (reed., Barcelona, MRA, 2000); “Poesía rufianesca: jácaras y bailes”, en Revue Hispanique, 13 (Paris) (1905), (reed. en Pamplona, Analecta, 2003); La Criminalidad y Penalidad en el Quijote, Madrid, 1905; Un gran penólogo español. El coronel Montesinos, Madrid, Imprenta de Eduardo Arias, 1906; La traslación de los presidios de África y la reforma penitenciaria, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez, 1906; Quiero ser santo (novela), El Cuento Semanal, n.º 52, 1907; El anarquismo en las prisiones, Madrid, Eduardo Arias, 1907; La celda de Ferrer, Madrid, 1907; “Prólogo”, en G. González-Revilla, La protección de la infancia abandonada (abandono y criminalidad de los niños), Bilbao, Imprenta de la Sociedad Anónima Tipográfica Popular, 1907; Sentido y tendencias de las últimas reformas en Criminología, Madrid, Imprenta de Eduardo Arias, 1908; El tatuaje en su evolución histórica, Madrid, Eduardo Arias, 1908 (Teruel, Nalvay, 2011); La casa como célula social, Madrid, Imprenta de Eduardo Arias, 1908; La ejecución de Angiolillo, Paris, Protat Frères, imp., 1908; “Prólogo”, en A. Navarro Fernán dez, La prostitución en la villa de Madrid, Madrid, 1909; El tatuaje y su destatuamiento en Barcelona, Barcelona, 1910; En las Cortes de Cádiz, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1910 (reed. con pról. de A. González, Cádiz, Fundación Municipal de Cultura, 2002); La Cárcel Real de esclavos y forzados de las minas de azogue de Almadén y las características legales de la penalidad utilitaria, Madrid, Imprenta Alemana, 1913; Morral, el anarquista. Orígenes de una tragedia, Madrid, Librería Sucesores de Hernando, 1914; “Prólogo”, en E. Zarandieta Mirabent, La delincuencia de los menores y los tribunales para niños, Madrid, 1916; Evolución penitenciaria en España, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1918 (Pamplona, Jiménez Gil, 1999); Inspiradores de D.ª Concepción Arenal, Madrid, Talleres... de la Editorial Remi, 1920; Dos manuscritos de Rafael Salillas (ed. facs.), Madrid, Centro de Publicaciones del Ministerio del Interior, 1998; Una página histórica fotografiada: la ejecución de Angiolillo, Pamplona, Jiménez Gil, 1999.

 

Bibl.: F. Carpeña, Antropología criminal. Rafael Salillas, Madrid, 1909; L. Jiménez de Asúa, “Rafael Salillas. Sus precursores y discípulos”, en El Criminalista, t. III, Buenos Aires, 1950; M. D. Fernández Rodríguez, El pensamiento criminológico y penitenciario de Rafael Salillas, Santiago de Compostela, Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 1974; A. Galera Gómez, Introducción a la Antropología criminal en España. La Antropología criminal en la obra de Rafael Salillas, memoria de licenciatura, Madrid, Facultad de Ciencia Biológicas de la Universidad Complutense, 1984 (inéd.); “Rafael Salillas: medio siglo de antropología criminal española”, en Llull, vol. 9, (1986); VV. AA., Revista Alacay, número monográfico, n.º 11 (2000); A. González Troyano, “Prólogo”, en R. Salillas, En las Cortes de Cádiz, op. cit., 2002.

 

Ignacio Palacio Morena

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