Ayuda

Lucas Mariano Manuel Mallada y Pueyo

Imagen
Biografía

Mallada y Pueyo, Lucas Mariano Manuel. Huesca, 18.X.1841 – Madrid, 6.II.1921. Geógrafo, geólogo e ingeniero de minas.

Era hijo de un modesto empleado municipal, Manuel Mallada, y de María Pueyo, ambos naturales de la provincia de Huesca. Transcurridos los estudios elementales de Lucas, se trasladaron a Zaragoza, donde cursó la mayor parte del bachillerato. Con quince o dieciséis años, Mallada se trasladó con sus padres a Madrid, donde obtuvo el grado de bachiller por la Universidad Central en 1859, matriculándose en la Escuela de Minas de Madrid en 1860. En 1866, fue nombrado ingeniero de minas segundo con el número nueve de una promoción de once.

Hasta 1870 trabajó sucesivamente, como ingeniero del Estado, en Almadén (1866-1867), Asturias (1867-1869) —donde fue profesor de la Escuela de Capataces de Minas de Sama de Langreo, fundada por Guillermo Schulz— y finalmente, en 1869-1870, en Teruel. En estas zonas mineras, le tocó vivir el ambiente que acompañó a los primeros años del Sexenio Revolucionario (1868-1874).

El movimiento reformista llegó a la Comisión del Mapa Geológico de España justo en 1870, el año en que fue destinado a ella. Mallada dedicó todo el resto de su vida profesional a esta institución, creada en 1849 por Isabel II, a propuesta de Bravo Murillo, y encargada en aquellos años de una tarea central, la formación del Mapa Geológico de España. Desde 1872 hasta 1895, coincidiría con Manuel Fernández de Castro (1825-1895), director de la Comisión (1873-1895). Éste, con la vista puesta en la terminación del Mapa a los cuarenta años de la creación de la Comisión, 1889, supo ilusionar en la tarea a los miembros de la institución, un puñado de jóvenes ingenieros como Daniel de Cortázar, Adán de Yarza o Felipe Martín Donayre, imprimiendo un enérgico movimiento. Mallada describió magistralmente en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias, en 1897, el ambiente de la Comisión en esa época: “Todas nuestras montañas, todos nuestros valles, todos nuestros ríos y arroyos, todas nuestras llanuras se cruzaban sin sosiego ni descanso”.

En aquellos años España, de la mano del capital extranjero, especialmente tras la liberalización económica del Sexenio, cosa que enfurecería a Mallada en sus Males de la patria, era la primera potencia europea en cuanto a minería metálica, con distritos mineros punteros a nivel mundial como Río Tinto, la sierra minera de Cartagena, Reocín o Bilbao, que alimentaban una Europa que estaba viviendo las postrimerías de la Primera Revolución Industrial (1765- 1885). La importancia de la minería, segundo rubro exportador tras los vinos y aceites, hacía imperioso el conocimiento de la naturaleza geológica del país, que pasaba ante todo por la realización del Mapa Geológico.

Éste, se preparaba provincia a provincia y a escala 1:400.000. Los primeros mapas, aún sin completar la red básica de ferrocarriles, e incluso sin mapas topográficos, como pasaba en Madrid, fueron levantados en condiciones realmente penosas, condiciones que en buena medida aún, dado el escaso dinamismo de la España agraria —los dos tercios de la población— serían los que le tocaron vivir a Mallada, que desempeñó una labor de campo por casi todo el país durante más de cuarenta años, hasta 1914. Los esforzados miembros de la Comisión recorrieron un país atrasado por caminos de herradura o carreteros durante décadas, pernoctando durante períodos largos en alojamientos míseros, andando y a lomos de caballería, un país que era contemplado a menudo por primera vez con ojos científicos. Cada mapa provincial llevaba una introducción físico-geográfica amplia, que iba de la orografía a la hidrografía, pasando por la climatología y, a menudo, la fauna, la flora, los suelos y cultivos, constituyendo por tanto una aportación sistemática. Este hecho —Mallada realizó siete mapas provinciales—, unido a la vivencia de la realidad de las duras condiciones de vida en la España profunda, está en la base del pensamiento regeneracionista malladiano y de sus aportaciones geográficas, íntimamente relacionadas con él.

La geología española no partía de cero en la época de Mallada. Previamente, ingenieros de minas como Guillermo Schulz, Joaquín Ezquerra del Bayo y Casiano de Prado, o naturalistas como Juan Vilanova, habían desbrozado el terreno. La labor de Mallada en la Comisión, que se insertó dignamente en el camino abierto por estos pioneros, continuándolo, fue realmente titánica, tanto por su cantidad como por su calidad. En sucesivas entregas en 1875, 1880, 1884, 1885 y 1887, realizó la Sinopsis de las especies fósiles que se han encontrado en España, que representa el principal hito de síntesis y sistematización en el siglo XIX en el desarrollo de la Paleontología en España —asignatura que impartió en la Escuela de Minas desde 1879 hasta 1892— junto al Catálogo general de las especies fósiles que se han encontrado en España, de 1892, que comprende cuatro mil cincuenta y ocho especies. El encargo de esta tarea a Mallada, con poco más de treinta años, por parte de Fernández de Castro, sugiere que ya entonces era un hombre que descollaba por su laboriosidad y capacidad para el estudio y la síntesis. En esta misma década de 1870, realizó, asimismo, nada menos que tres mapas y memorias físico- geológicas provinciales: Cáceres (1876), Huesca (1877) y Córdoba (1880). Además, siguiendo la misión de realizar aplicaciones útiles de la Geología, realizó en 1876 el estudio de la cuenca carbonífera de Belmez (Córdoba). Esta intensa actividad geológicominera, forzosamente debió absorber la mayor parte de su tiempo. Esto, y el propio proceso de formación de sus ideas al contacto con la realidad del país —física y social— en sus frecuentes viajes y recorridos de levantamiento geológico, explican probablemente la falta de publicaciones propiamente geográficas y regeneracionistas en esta década.

La década siguiente, 1881-1890, presenció, sin embargo, en buena medida como fruto de ese proceso previo de incubación y maduración de sus ideas, la irrupción de Mallada en el campo del pensamiento geográfico y sociopolítico. Justo en 1881, publicó su Proyecto de una nueva división territorial de España, un atrevido trabajo de Geografía Política que apareció en El Liberal y que sería alabado en el Congreso por Segismundo Moret (1838-1913), entonces diputado liberal. Ya entonces Mallada había acuñado la idea de la pobreza de nuestro suelo, que empleó en este trabajo y constituyó el objeto de su Causas físicas y geológicas de la pobreza de nuestro suelo. Este trabajo, de redacción brillante y enérgica, y de estructura clara y concisa, como todos sus escritos, fue publicado originalmente en el periódico republicano, órgano del Partido Democrático-Progresista, El Progreso, en una serie de diez artículos entre noviembre de 1881 y junio de 1882. Su contribución, a la que evidentemente Mallada quería dar una gran difusión, fue también publicada en 1882 tanto por la Sociedad Geográfica de Madrid como por la Institución Libre de Enseñanza, en la que el también regeneracionista y oscense Joaquín Costa (1846-1911), con el que Mallada tenía una relación fluida como demuestra su epistolario, desplegaba una intensa actividad dirigiendo su Boletín. Este trabajo y el Proyecto muestran una primera aproximación a la problemática del país con fuerte componente científico-positivo, una aproximación que es intrínseca al regeneracionismo, hijo del siglo XIX también en su vertiente política, el nacionalismo, y una concepción organicista de las sociedades cercana al darwinismo social, que inspiraba a los regeneracionistas el temor de que España perdiera la lucha por la vida ante su evidente retraso respecto a las naciones donde se desarrollaba plenamente la primera Revolución Industrial. España era un país enfermo al que había que diagnosticar y aplicar una terapia que lo regenerara —la modernización europeísta—, terapia a menudo con fuertes dosis de arbitrismo.

En las Causas, probablemente su obra más influyente y que ha tenido más permanencia en el tiempo, Mallada, quizá influido por Costa a través de su discurso sobre la irrigación en el Congreso de Agricultores celebrado en Madrid en 1880 y por el pensamiento geográfico de su época en Europa, arremetió contra la idea de que España era uno de los países mejor dotados por la naturaleza en recursos, contra la vieja idea de los Laudes Hispaniae que contrastaba duramente con la realidad de la España agraria que él había ido conociendo, y con la del propio retraso del país en el contexto europeo. El momento era propicio para una reflexión, ya que la llegada de los trigos americanos y rusos, baratos gracias al vapor, había empobrecido el campo. Esta crisis agraria desató una oleada de emigrantes a Francia, Argelia y América y a ciudades como Madrid. Mallada fue invitado a exponer sus tesis en la Sociedad Geográfica, cosa que hizo en sendas conferencias el 7 de febrero y el 21 de marzo. Las conferencias fueron seguidas por una polémica hasta el mes de junio, a veces agria, con quienes defendían opiniones opuestas, como Federico de Botella (1822-1899), también ilustre ingeniero de minas, o Francisco Coello (1822-1898), ingeniero militar de valía, ambos conocedores del país. Aunque sus ideas influirían en lo sucesivo, ya que tocaban un tema clave —el de los condicionamientos geográficos y climáticos de la Historia de España—, la realidad es que no lograron triunfar en la polémica, quizá porque implicaban una cierta desvalorización de la imagen del país en una discusión cargada de prejuicios patrióticos, los idola tribus baconianos; sin embargo, rápidamente aparecieron en prestigiosas publicaciones extranjeras, políticos como Moret las utilizarían en las Cortes para justificar el impulso a la irrigación, y científicos eminentes como Ramón y Cajal (1852- 1934 ) las incorporarían a su acervo con el nombre de “teoría oligohídrica” a la hora de explicar el retraso del país. En el último capítulo de las Causas, Mallada incorporó lo que fue ya una constante en el resto de su obra regeneracionista, un punto de vista psicologistamoralizante sobre los defectos del supuesto carácter español —fantasía, imprevisión y pereza—, puntos de vista que influirían en Unamuno o Machado, con ciertos tintes racistas sobre las “razas” latinas, visión que acababa siempre en la crítica moral y política de la Restauración, que rápidamente, en un país con casi dos tercios de analfabetos, había legitimado el poder caciquil.

El año siguiente, 1882, Mallada desplegó también una notable actividad. Por un lado, comenzó el 1 de enero la publicación de una serie de nada menos que de noventa artículos, también en El Progreso, sobre La riqueza mineral de España. Se trata del mayor empeño divulgador sobre esta importante industria de todo el siglo XIX. Por otro lado, dio a luz el mapa geológico y la memoria de Navarra.

Entre 1887 y 1890 publicó Los males de la patria y la futura revolución española, expresión que hizo fortuna y se convirtió en el leitmotiv justificativo del pensamiento regeneracionista. Tras pasar revista a los males, acababa advirtiendo que si no se regeneraba el país con reformas, la juventud acabaría levantándose al grito de “¡Paso a la Revolución española!”. Por esos mismos años, entre 1887 y 1889, publicó tres trabajos sobre las Reformas urbanas de Madrid, un tema de gran actualidad por el impetuoso crecimiento de la ciudad. Su trabajo se concentró sobre la calle de Segovia y, especialmente, la Gran Vía, para la que proponía una solución menos agresiva para el tejido urbano que la que finalmente se adoptó en el proyecto de 1904. Mallada buscó soluciones económicas y funcionales y privilegió en general, como Ildefons Cerdà (1815-1876) para Barcelona y Arturo Soria para Madrid, el trazado recto, exigido por la nueva urbanización.

En esta misma década, publicó las memorias y mapas provinciales de Navarra (1882), Jaén (1884), el estudio de la cuenca carbonífera leonesa de Ciñera- Matallana (1887) y la memoria y mapa de Tarragona (1890).

La última década del siglo XIX fue de una extraordinaria actividad científica, ya que, además de publicar el estudio de la cuenca carbonífera de Valderrueda y Guardo (1892), tras su trabajo de 1897 sobre Los progresos de la Geología en España en el siglo XIX para su ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, abordó en ese mismo año el mayor trabajo individual de síntesis en el campo geológico que se haya realizado nunca en España: su monumental Explicación del Mapa Geológico de España en siete tomos, que terminó en 1911. También estudió la cuenca de Sabero (1900). Fue en esta década cuando publicó la segunda parte de los Males, La futura revolución española, entre 1897 y 1898, revolución que, según él, produjo la inevitable derrota en Cuba en una guerra en la que “[h]emos vencido miles de veces a los insurrectos, pero no hemos vencido ni venceremos a la insurrección”. Para él, “España carece de condiciones para ser una nación colonizadora”.

Ya en el siglo xx, Mallada continuó sus estudios geológicos, con obras sobre los yacimientos de volframio (1908), petróleo y azufre (1909), o los terrenos para el embalse almeriense de Alhama (1906). También se ocupó crecientemente de la utilización de las aguas subterráneas. En el campo regeneracionista, produjo su última obra en 1905, las Cartas aragonesas que dirigió a Alfonso XIII. En ellas, con la perspectiva del progreso realizado, y ya en medio de la crisis de la Restauración —en el período 1897-1909 hubo quince gobiernos—, diagnosticó y aconsejó al joven Rey. En la década siguiente, produjo sus dos últimos trabajos científicos: el estudio de la cuenca carbonífera de Guadalbarbo (1913) y el relativo al abastecimiento de aguas a Cartagena con los manantiales del Taibilla de 1914, realizado con su amigo Luis Mariano Vidal.

Según Baroja, Mallada tenía un carácter agrio. La jubilación le llegó en 1911, a los setenta años. La muerte, que no quiso que se hiciera pública, se produjo en 1921, en su casa madrileña de Marqués de Urquijo, n.º 2. Está enterrado en la sacramental de San Justo.

Fue presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural y tenía las Grandes Cruces de Isabel la Católica y de Alfonso XII.

 

Obras de ~: “Sinopsis de las especies fósiles que se han encontrado en España”, en Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España (BCMGE), años 1875, 1880, 1884, 1885 y 1887; “Descripción física y geológica de la provincia de Huesca”, en BCMGE, t. VI (1878); “Reconocimiento geológico de la provincia de Córdoba”, en BCMGE, t. VII (1880), págs. 1-55; “Proyecto de una nueva división territorial de España”, Madrid, El Liberal, 1881; “Reconocimiento geológico de la provincia de Navarra”, en BCMGE, t. IX (1882), págs. 1-64; “Causas físicas y geográficas de la pobreza de nuestro suelo”, en Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, año VII, n.os 2 y 4 (1882), págs. 89-109 y 275-280; Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, año VI (1882), págs. 1-4, 18-20, 44-46 y 77-78 (ed. en Mallada, La futura revolución española y otros escritos regeneracionistas, ed. de S. L. Driever y F. J. Ayala-Carcedo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 79-134); “Discusión de la conferencia del señor Lucas Mallada sobre causas físicas y naturales de la pobreza de nuestro suelo”, en Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, t. XII (1882), pág. 274; “La pobreza de nuestro suelo. Carta dedicada al Excmo. Sr. D. Federico de Botella”, El Progreso (Madrid), 13 de julio de 1882, pág. 2; “La riqueza mineral de España”, colección de noventa artículos en El Progreso, Madrid, 1882; Reconocimiento geológico de la provincia de Jaén, Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1884; “Reformas urbanas”, en Anales de la Construcción y de la Industria, t. XII (1887), págs. 41-44; “Una Gran Vía barata”, en Anales de la Construcción y de la Industria, t. XII (1887), págs. 149-152; “Datos para el estudio geológico de la cuenca hullera de Ciñera y Matallana”, en BCMGE, t. XIV (1887), págs. 1-35; “Reformas urbanas”, en Anales de la Construcción y de la Industria, t. XIV (1889), págs. 145-147 y 162-165; “Reconocimiento geográfico y geológico de la provincia de Tarragona”, en BCMGE, t. XVI (1889), págs. 1-175; Los males de la patria, y la futura revolución española, Madrid, Tipografía de Manuel Ginés, 1890 [ed. con el título Los males de la patria y la futura revolución española, Madrid, Alianza Editorial, 1969; Madrid, Fundación del Banco Exterior, 1989; Madrid, Alianza Editorial, 1994 (sin La futura revolución española)]; “Notas para el estudio de la cuenca hullera de Valderrueda (León) y Guardo (Palencia)”, en BCMGE, t. XVIII (1891), págs. 1-30; Catálogo general de las especies fósiles que se han encontrado en España, Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1892; “Explicación del Mapa Geológico de España”, en BCMGE, vols. XIX-XXV (1895, 1896, 1898, 1902, 1904, 1907 y 1911); Los progresos de la Geología en España en el siglo XIX, Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1897; “La futura revolución española”, en Revista Contemporánea, t. CVI (1897), págs. 632-637, t. CVII (1897), págs. 53-59, 141-147, 488-497 y 622-629, t. CVIII (1897), págs. 291-298 y 495-503, t. CXI (1898), págs. 5-11 (en Mallada, La futura revolución española y otros escritos regeneracionistas, ed. de S. L. Driever y F. J. Ayala-Carcedo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 179-238); “Memoria descriptiva de la cuenca carbonífera de Bélmez”, en BCMGE, t. XXVI (1899), págs. 1-80; “Datos geológico-mineros de varios criaderos de hierro en España”, en BCMGE, t. XXVI (1899), págs. 1-51; Cartas aragonesas, Madrid, Est. Tipográfico de la Viuda e Hijos de M. Tello, 1905; Reformas urbanas de Madrid, Madrid, Imprenta Colonial, 1907 (Mallada, La futura revolución española y otros escritos regeneracionistas, ed. de S. L. Driever y F. J. Ayala-Carcedo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 145-178); “Descripción de la cuenca carbonífera de Sabero”, en BCMGE, t. XXVII (1900), págs. 1-65; “Nota sobre los yacimientos de petróleo y azufre de la provincia de Cádiz”, en BCMGE, t. XXX (1909), págs. 1-13; “Reseña geológica de la provincia de Toledo”, en BCMGE, t. XXXIII (1912), págs. 9-101; “Reseña geológica de la cuenca hullera del Guadalbarbo”, en Boletín del Instituto Geológico de España, t. XXXIV (1913), págs. 232-256.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Provincial de Huesca; Archivo Joaquín Costa, leg. C-112P-109-31, 9278.

D. Cortázar, “Necrología”, en Boletín del Instituto Geológico de España, t. XLII, 1921, págs. XV-XXIII; J. M.ª de Madariaga, “Necrología: Don Lucas Mallada”, en Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería, t. LXXII, 1921, pág. 99; “Notas biográficas de los Académicos fallecidos durante el curso 1920-1921: Don Lucas Mallada”, en Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Nturales, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1922, págs. 376-377; R. del Arco, Lucas Mallada. Páginas selectas, Huesca, Editorial V. Campo, 1925; R. del Arco, Lucas Mallada, sociólogo y estadista, Zaragoza, Academia de Ciencias de Zaragoza, 1926; P. Baroja, Desde la última vuelta del camino (memorias) II. Familia, infancia y juventud, Madrid, Biblioteca Nueva, 1944, págs. 404-405; P. Fallot, “Les progrès de la Géologie en Espagne depuis cent ans”, en Memoria de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, serie 2.ª, n.º XI (1950), págs. 115-155; J. M. López Piñero et al., Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. II, Barcelona, Península, 1983, págs. 17-18; E. Alastrúe y Castillo, La vida fecunda de don Lucas Mallada, Madrid, Asociación Nacional de Ingenieros de Minas, Gráficas Ave, 1983; “Epistolario español del siglo XIX”, en Anales de la Fundación Joaquín Costa, n.º 9 (1989), págs. 181-182; F. J. Ayala-Carcedo, “El significado científico y tecnológico de Lucas Mallada”, en VV. AA., 150 Aniversario de Lucas Mallada, Madrid, Instituto Tecnológico GeoMinero de España, 1991, págs. 3-12; J. Tusell, “Lucas Mallada, escritor regeneracionista”, en 150 Aniversario de Lucas Mallada, Madrid, Instituto Tecnológico GeoMinero de España, 1991, págs. 13-20; L. Sequeiros, “El Catálogo General de Lucas Mallada (1892), un siglo después”, en Llull, vol. 15, n.º 128 (1992), págs. 157-170; F. J. Ayala-Carcedo, “Medio físico y desarrollo en España. Una perspectiva histórica”, en Boletín Geológico y Minero, t. CVIII, n.º 2 (1997), págs. 81-98; S. L. Driever, “Mallada y el regeneracionismo español”, en Mallada, La futura revolución española y otros escritos regeneracionistas, ed. de S. L. Driever y F. J. Ayala-Carcedo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 15-62; F. J. Ayala-Carcedo, “Mallada, un clásico de la geología y minería españolas”, en Mallada, La futura revolución española y otros escritos regeneracionistas, ed. de S. L. Driever y F. J. Ayala-Carcedo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 63-78; S. L. Driever, “And since heaven has filled Spain with goods and gifts...: Lucas Mallada, the Regenerationist Movement and the spanish environment, 1881-90”, en Journal of Historical Geography, vol. 24, n.º 1 (1998), págs. 36-52; F. J. Ayala-Carcedo, Historia de los mapas geológicos de España, Madrid, Consejo de Seguridad Nuclear, 1999; A. Calvo Roy, Lucas Mallada. Rocas y razones. Biografía de un geólogo regeneracionista, Madrid, Caja Madrid, 2000.

 

Francisco J. Ayala-Carcedo y Steven L. Driever