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Francisco Javier Carratalá Utrilla

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Biografía

Carratalá Utrilla, Francisco Javier. Alicante, 3.XII.1830 – Madrid, 2.I.1871. Periodista y político.

Hijo de Francisco Carratalá —un convencido liberal postergado en su carrera durante el reinado de Isabel II a causa de sus ideas progresistas— y Josefa Utrilla. Na­cido en el seno de una familia humilde, Francisco Ja­vier Carratalá no pudo estudiar en la universidad y desde muy joven fue cajista de imprenta. A partir de los dieciocho años se dio a conocer como periodista, publicando sus artículos en El Diario de Alicante, La Flor, El Teatro, El Boletín Comercial de Anuncios El Eco de Alicante, artículos especialmente de crítica tea­tral en colaboración con Carlos Navarro y Rodrigo.

Tras el Manifiesto del Manzanares y con el Bienio Progresista (1854-1856), Carratalá se puso al frente de un periódico que se fundó en Alicante La Unión Liberal. Entonces entró en relación con los escrito­res de Madrid y apareció como defensor de las ideas progresistas. Declarado el cólera en Alicante en 1855, Carratalá siguió publicando el periódico, al tiempo que era uno de los que más secundaban al gobernador civil Trino González de Quijano, que falleció víctima de su solicitud por los pobres. Carratalá escribió un sentido artículo necrológico.

Alejado por un tiempo de la política militante, vol­vió a ella con la subida al poder de la Unión Libe­ral liderada por O’Donnell, a la que criticaba por considerarla una agrupación híbrida sin razón de ser. Desde el diario progresista La Iberia, Carratalá arre­metió contra los desertores progresistas que acudían a engrosar las filas del unionismo. Sus artículos mere­cieron el aplauso de los hombres del progresismo, en especial de Sagasta. Desde entonces figuró como uno de los más decididos defensores del partido Progre­sista en Alicante. Por aquellos años, Carratalá aceptó el encargo de organizar el partido en su provincia. De hecho, en 1863 se formó el comité provincial del partido, del que fue nombrado secretario Carratalá, y en 1864 sus compañeros le eligieron como represen­tante en la Asamblea central progresista.

Cuando el partido progresista adoptó la resolución de abstenerse de participar en las elecciones generales, resolución conocida como “retraimiento”, Carratalá sostuvo esa determinación y declaró que la dinastía borbónica y el partido progresista eran incompatibles. De este modo, con los principales jefes de su partido, Carratalá empezó a trabajar a favor de la revolución. En efecto, antes y después de enero y junio de 1866, tuvo relaciones constantes con los emigrados, secun­dando sus acuerdos, prestando relevantes servicios a su partido y compartiendo con sus jefes los riesgos de la revolución. Se dictaron contra él varias órdenes de prisión, al tratarse de uno de los agentes más activos. A instancia de sus amigos proscritos, hizo un viaje a Bélgica en agosto de 1867. Éstos le encargaron la mi­sión de allegar fondos en su provincia para realizar la obra revolucionaria. De regreso se dedicó a ello, siendo Alicante una de las provincias que más recursos aportaron. Los fondos tenían que llegar a su destino y lo consiguió respecto de una parte; pero la otra parte iba en una carta dirigida a Prim que fue interceptada en correos. Se mandó prender a Carratalá y deportarle a la isla de Fernando Poo, pero Carratalá consiguió evadirse y consintió en emigrar al extranjero.

En la emigración estrechó los lazos de amistad con los principales líderes de la revolución de septiembre, sobre todo con Prim, que le distinguió depositando en él gran confianza. De regreso a España se estable­ció en Madrid y se encargó de la dirección de La Ibe­ria, fundada por Pedro Calvo Asensio y dirigida des­pués por Sagasta.

Al estallar la revolución de 1868, Carratalá formó parte de la Junta revolucionaria —fue vocal de la Junta revolucionaria interina, del 30 de septiembre al 5 de octubre de 1868—. También fue primer co­mandante del primer batallón de Voluntarios de la Libertad del distrito de La Latina.

Constituido el Gobierno provisional con unionistas y progresistas, y siendo Sagasta ministro de Gober­nación, éste ofreció a Carratalá uno de los primeros puestos oficiales, pero sólo aceptó el cargó de primer oficial de dicho ministerio. Con las elecciones a Cor­tes Constituyentes, los liberales alicantinos le eligie­ron diputado; entonces se dio a conocer como orador e inició su breve historia parlamentaria. Formó parte de un par de comisiones de importancia, como la de gobierno interior y la de actas. Fue nombrado secre­tario del Congreso y el 24 de mayo de 1869 pasó a primer oficial del Ministerio de Estado.

El diario La Iberia había patrocinado la causa ita­liana y siguió haciéndolo bajo la dirección de Carra­talá, especialmente en las cuestiones de la candida­tura Saboya al trono español, además de situarse a favor de Prusia en la guerra franco-prusiana de 1870. No debió de ser ajeno a este hecho el que, en sep­tiembre de 1870, el ministro de Estado, Sagasta, y su secretario general, Bonifacio de Blas, pidieran al ministro de Exteriores italiano, Emilio Visconti Ve­nosta, una condecoración italiana para Carratalá, la cruz de Gran Oficial de la Orden de San Mauricio y San Lázaro, que le llegó un mes después. No fue la única, pues recibió numerosas distinciones, entre ellas la Gran Cruz de Beneficencia de 1.ª clase, Comen­dador de la Orden de Kameha I, Comendador de la Orden de Francisco José de Austria-Hungría, Gran Oficial de la Orden de Midjidié (de Turquía) y Ca­ballero Gran Cruz de Cristo (de Portugal).

Cuando le llegó prematuramente la hora de la muerte, era director de La Iberia, por la que sentía una especial predilección. Falleció cuando apenas contaba cuarenta años de edad. Aquel día, La Iberia apareció con orla negra en señal de luto y publicó un sentido artículo necrológico. Carratalá murió pobre, dejando sin recursos a una numerosa familia.

 

Obras de ~: Apuntes acerca de los trabajos practicados por la comisión encargada de erigir un monumento al Excelentísimo Sr. D. Trino González de Quijano, Alicante, Imprenta a cargo de José Jover, 1855.

 

Bibl.: S. Llanta y Guerín, Los Diputados pintados por sus hechos, Madrid, R. Labajos y Compañia 1869-1870, 3 vols.; M. Rico García y A. Montero y Pérez, Ensayo biográfico-bibliográfico de escritores de Alicante y su provincia, t. I, Ali­cante, Est. Tipográfico de Antonio Reus, 1888. M. Osorio y Bernard, Periodistas españoles del siglo XIX, Madrid, Im­prenta y Litografía de J. Palacios, 1903-1904; J. M. Milego y A. Galdó López, Alicantinos ilustres. Apuntes biográficos, Ali­cante, Imprenta de El Graduador, 1905; J. Calatayud Baya, Diccionario abreviado de personajes alicantinos, Alicante, Con­federación Española de Cajas de Ahorros, 1977; J. I. Alonso Campos (dir.), Personajes de la Historia de España, Madrid, Espasa Calpe, 1999, tomo 3, pág. 343; V. Herrero Mediavi­lla (ed.), Indice Biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, 3.ª ed. corregida y aumentada, München, K. G. Saur, 2000, tomo 3, pág. 798; I. M. Pascual Sastre, La Italia del Risor­gimento y la España del Sexenio democrático (1868-1874), Ma­drid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001, pág. 257.

 

Isabel María Pascual Sastre

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