Arias Yebra, Amable. Bembibre (León), 29.VI.1927 – San Sebastián (Guipúzcoa), 29.II.1984. Pintor y escritor.
Amable pasó toda su vida en San Sebastián, donde se había trasladado su familia cuando contaba catorce años, sin que eso supusiera renunciar a sus orígenes bercianos. Su infancia estuvo marcada por las carencias económicas propias de la posguerra, por la odiada presencia de un padre maltratador que no tardó en abandonarles y sobre todo por un dramático accidente que sufrió cuando era niño en Bembibre, que le tuvo postrado toda la adolescencia y le dejó graves secuelas de por vida. Esta juventud lastrada desde el punto de vista afectivo y cultural encontró una única vía de escape en la pintura y la escritura. A ellas se aferró como a una tabla de salvación.
Totalmente autodidacta, recorrió en poco tiempo, desde sus primeros óleos de paisajes en 1956 cargados de un expresionismo visceral hasta sus obras abstractas de 1959, un camino de largo alcance que sorprende por su madurez y por la seguridad que supone en un hombre que carece de los más elementales recursos para llevar a cabo su vocación artística. Algunas acciones controvertidas y la escandalosa exposición de los Espacios vacíos de 1963 en la que colgó entre otras obras cinco marcos vacíos, contribuyeron a crearle una reputación de “pintor maldito” que el tiempo se encargaría de acrecentar.
A pesar de todo empieza a ser reconocido en el medio artístico llegando a ser en 1962 presidente de la Asociación Artística de Guipúzcoa. Como pintor vinculado con las tendencias de vanguardia forma parte del Grupo Gaur de la Escuela Vasca, creado en 1966 e integrado por los pintores y escultores más representativos de Guipúzcoa en ese momento (Amable, Basterrechea, Chillida, Mendiburu, Oteiza, Ruiz Balerdi, Sistiaga y Zumeta). Este grupo va a ser el germen del auge que alcanzó en la década de los setenta el arte guipuzcoano. En estos años Amable se concentra en la llamada “Pintura del Átomo” o “Pintura de la Gota”, proceso reductor en el que va descomponiendo la materia por medio de pequeños toques.
Son cuadros generalmente de gran tamaño en los que el vacío ocupa grandes áreas. De una abstracción llevada al extremo sorprenden porque son un anticipo de lo que se va a hacer más adelante.
En 1970 alquiló un pequeño estudio en la Parte Vieja donostiarra en el que dio rienda suelta al torrente de imaginación e ideas que poseía. Se alejó de las actividades públicas y se concentró en su propia obra mientras sufría la marginación de los estamentos oficiales. En su obra se advierte un giro importante: deja a un lado la pintura abstracta para, sin abandonarla del todo porque la compagina con la figurativa, volcarse en una neofiguración mágica protagonizada por asombrosos personajes llenos de fantasía, delicadeza y humor. Amable nunca estableció distinciones jerárquicas entre el óleo (trescientos tres) y la obra sobre papel (más de seis mil catalogados).
Los dibujos fueron un campo constante de investigación en los que con ánimo lúdico ensayó todo tipo de técnicas, procedimientos y soportes, rechazando con una ausencia total de ortodoxia el vicio de acomodación. A la par desarrolla una obra literaria con poemas, ensayos, apuntes biográficos, cuentos, crítica [...] Incluso explora las posibilidades que le ofrece la técnica para grabar cintas con ruidos, voces, palabras, silencios. Para Amable la obra artística abarcaba un campo total.
Murió el 29 de febrero de 1984 a consecuencia de un coma urémico por fracaso renal. Tenía cincuenta y cinco años. Para Amable el arte fue el mejor medio para conocerse a sí mismo y liberar sus sentimientos porque siempre se manifestó con una absoluta autenticidad y al margen de cualquier complacencia. Nos ha dejado una obra arriesgada, comprometida, premonitoria, que si bien fue poco aceptada en vida, ha ido encontrando con el tiempo el lugar que le corresponde.
Obras de ~: Pintura: Viñas rojas, 1957; Viñas desde el puente de San Román, 1961-1963; Grises y morados, 1964; Con base en, 1966-1967; Visicitudes y anchoas, 1973; Amarillo y naranja, 1975; Sillas de Roma, 1975; Muchos en amarillo, 1977; Moro evanescente, 1978.
Escritos: La mano muerta, San Sebastián, Lur, 1980; con VV. AA., 23, 1981; Sobre el vaivén de las cortinas, Ponferrada (León), Instituto de Estudios Bercianos, 2003; Sherezades, Vitoria, Bassarai, 2005.
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Carmen Alonso-Pimentel Pérez de los Cobos