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Josep María Sert y Badia

Biografía

Sert y Badía, Josep María. Barcelona, 21.X.1874 – 27.XI.1945. Pintor y muralista.

Nace y muere en Barcelona aunque su vida artística la desarrollará plenamente en París, entonces centro mundial de la pintura, donde instala su taller a partir de 1900, y pronto se convertirá en uno de los pintores más cotizados de su tiempo y el gran muralista europeo del siglo xx. Su carácter abierto, sus prodigiosos conocimientos eruditos y estéticos, su compleja personalidad, le convierten en figura asidua de los círculos artísticos y personaje relevante en el gran mundo.

Figuras tan dispares como Maurice Denis y Edgar Degas, Paul Valèry y André Gide, Colette y Paul Claudel, fueron para Sert testigos muy cercanos de su arte, las excepciones a las que el pintor admitía en su taller, allí donde desarrollaba una ingente tarea de experimentación, para llevar a cabo su labor de integración de la pintura en la arquitectura. Allí el artista dirigirá y conducirá el proceso de trabajo ayudado por un equipo de colaboradores que previamente había formado.

De allí salieron más de siete mil metros cuadrados de lienzo que fueron a parar a catedrales, palacios, iglesias, pabellones de deportes, salas de conferencias, hoteles, comedores y salones de Europa y América.

Una lectura atenta de su método de trabajo, en aquel taller que mandó construir él según su propio diseño en el año 1921, nos permite reseguir el proceso: desde los trabajos con bocetos, la composición de las escenas mediante teatrillos y montajes efímeros para estudiar la construcción de la obra, o las poses de los modelos, y la elaboración de las maquetas con objeto de situar la pintura de acuerdo con la arquitectura interior.

Ayudado por un equipo fijo de colaboradores, el artista dirige y conduce el proceso de trabajo: Leonard Mancini (1909-1993), además de hacer de modelo en muchas ocasiones, lleva a cabo la labor de carpintería —maquetas, bastidores— el laboratorio fotográfico, y es el dorador que prepara los fondos y también quien cubre de barniz las piezas. La Chategneray es el dibujante, quien realiza el proceso de ampliación del boceto, mediante el procedimiento de la cuadrícula, método que Sert conocía bien ya que estuvo diseñando cartones en la fábrica de tapices de su padre durante su primera juventud. También debió de adquirir allí un sentido empresarial y vivió la estrecha relación entre artesanía e industria, factores que le ayudarían en la organización y funcionamiento de este taller. La labor pictórica estuvo en manos de Miquel Massot (Barcelona 1883-París 1968), compañero suyo en el taller de Alexandre de Riquer y en el Cercle de Sant Lluc. Su tarea consistía en emborrar de pintura los grandes lienzos que, previamente, había dibujado La Chategneray, siempre bajo la dirección del maestro, quien trataba de desacademizar la obra y daba los últimos retoques en los efectos de claro oscuro, aportando su impronta gestual tan cargada de vida y temperamento.

Mediante el uso de cepillos, tampones, dedos que arrastraban la materia o la dejaban chorrear, confería al conjunto una carga expresiva prodigiosa que anunciaba ya la pintura gestual. Hay en todas sus obras multitud de huellas dactilares. Recordemos el testimonio de su mujer, Misia, cuando describe sus dedos pulgares “vitales, ásperos, voluptuosos, feroces, inquisitivos, halagüeños y dominantes. Pulgares de artista y de conquistador a un tiempo”.

Previamente al boceto definitivo y a la maqueta, elementos indispensables para situar las pinturas en su contexto, se valía de unas sesiones de fotografía con modelos en vivo o con maniquíes de madera que muchas veces vestía para estudiar bien los pliegues de los ropajes, o las instalaciones y montajes a base de figuras de pesebre, y modelados con barro u objetos de deshecho.

Todo ello le servía para la construcción de las obras: animales disecados, juguetes mecánicos, libros, objetos exóticos, caracolas, listones de madera, construcción de escalas, rampas... Es a través de sus estudios fotográficos cuando podremos calibrar ese proceso de elaboración que explica el método definitivo y sistemático que le permitirá formular el corpus sertiano.

Al igual que los artistas del Cercle de Sant Lluc anhelaban volver al arte anterior al renacimiento, Sert aspira a volver al arte anterior a la pintura de caballete.

Centra su mirada en los grandes maestros italianos, y tal vez por ello en casi toda su obra se observa la dicotomía que existiera en el renacimiento entre la pintura sagrada y la profana. De una parte, está la obra de carácter privado, donde el protagonista es el acróbata o el equilibrista que desafían la ley de la gravedad, o la bailarina o el travestido que danzan entre bastidores. Se trata de un mundo fantástico de ensueños, estrafalario, de títeres y muñecos de feria, de bibelots y bricabracs, un mundo que refleja una barahúnda en la que se acepta la nada en forma de guiñol, y así hacer más evidente la falsedad de la vida y recrear la caricatura de la caricatura en un disparate festivo sin precedentes.

En contraposición a esta visión del mundo colorista, y hasta surrealista, aparece otra, la más conocida, la del espacio público donde el ser humano lucha contra su destino. Como si de un tema sacro se tratase, sea religioso, histórico o mitológico, el pintor se vale del positivo-negativo, del color sepia sobre fondo metálico, para enfatizar el carácter grave y solemne del hecho trascendente. Las figuras siempre excesivamente gruesas y fuertes, poseen una virilidad que abruma, apabulla e intimida: los cuerpos entrelazados, volcados unos contra otros, en posiciones forzadas y exageradas, buscando la expresión más efectista.

Son obras destinadas a lugares representativos del poder, sea eclesiástico o civil.

 

Obras de ~: Pinturas murales de la Catedral, Vich (Barcelona), 1900-1945; Pinturas de las Cuatro Estaciones, Castillo de La Versine, (Francia), 1917-1920; Pinturas con la Epopeya de los catalanes en Oriente para el Salón de Crónicas del Ayuntamiento, Barcelona, 1928-1929; Murales con La Epopeya Vasca para, Museo de San Telmo, San Sebastián, 1930-1932; Murales de las bodas de Camacho, Hotel Waldorf Astoria, Nueva York, 1930-1931; Murales de Los triunfos de la Humanidad, Rockefeller Center, Nueva York, 1932-1941; Mural titulado “Lo que une y separa a los hombres”, Sociedad de Naciones, Ginebra, 1934-1936.

 

Bibl.: L. Monreal y Tejada, La catedral del Vic: su historia, su arte y su reconstrucción. Las pinturas murales de José María Sert, Barcelona, Edc. Selectas, 1942; M. Brunet, “Josep M. Sert y su catedral de Vic”, en Destino, 8 de diciembre de 1946; A. del Castillo y A. Cirici Pellicer, José M. Sert. Su vida y su obra, Barcelona, Ed. Argos, 1947; E. Junyent, La catedral de Vic y la decoración de Sert, Barcelona, Mont-Blanc, 1968; M. Fornells Angelats, Los lienzos de José María Sert en la iglesia de San Telmo de San Sebastián, San Sebastián, Ayuntamiento, 1985; A. Colorado Castellary, Los murales de José María Sert en la Sala Francisco Vitoria, Nueva York, Naciones Unidad, 1985; N. Chiapuso Pascual, Restauración y conservación de los lienzos de Sert, s. l., 1985; F. Sert, El Mundo de José María Sert, Barcelona, Ed. Anagrama, 1987; José María Sert, 1874-1945. La pintura como espacio transfigurado, catálogo de exposición, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987; C. Roses i Pou, Petita historia de Josep M. Sert, Barcelona, Mediterránea, 1989; V. Pascual i Rodríguez, Josep Maria Sert i les pintures de la catedral de Vic, Vich (Barcelona), Gráf. Diac, 1994; V. Pascual i Rodríguez, Sert, el darrer pintor muralista, Barcelona, Abadía de Montserrat, 1997; V. Pascual i Rodríguez, Vic, ciutat de Sert, Vich (Barcelona), Institut Municipal de Promoció i Economia de Vic, Oficina Municipal de Turisme, 1997; M. Ylla-Català i Genis, Josep Maria Sert i la ciutat de Vic, Vich (Barcelona), Diac. Ajuntament, 2006; M.ª M. Arnús, “El retorno de Sert”, en El País, 18 de mayo de 2012; “La reina de París”, en La Vanguardia (Suplemento Cultural), n.º 529, 8 de agosto de 2012, págs. 14-15.

 

María del Mar Arnús