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Francisco Savalls i Massot

Biografía

Savalls i Massot, Francisco. Barón de Vidrá (I); marqués de Alpens (I). El terror de la Montaña. La Pera (Gerona), 28.I.1817 – Niza (Francia), 19.XI.1885. Militar carlista.

Durante la Primera Guerra Carlista (1833-1839) sirvió a las órdenes de su padre, que estaba al mando del conde de España. Savalls consiguió el grado de capitán. Durante aquella campaña, falleció su padre.

Al finalizar la guerra, Savalls continuó luchando por tierras gerundenses en lo que se conoce como “el período de las trabucaires”. Estas partidas actuaron en Cataluña y el Maestrazgo hasta el inicio de la Segunda Guerra Carlista (1846-1849). Savalls se integró a la partida que mandaba su primo, Joan Massot de Soler.

Al iniciarse la Segunda Guerra Carlista o de los Matiners luchó al lado de las partidas comandadas por mosén Benito Tristany y Ros de Eroles. Consiguió el grado de teniente coronel.

Una vez finalizada la guerra, Savalls se exilió y entró al servicio del duque de Módena. Al triunfar la unidad italiana sirvió como zuavo pontificio. Durante el combate en Castelfiardo, cayó prisionero. El 29 de septiembre de 1870 defendió la Pía Porta de las tropas mandadas por el rey Víctor Manuel de Italia. Al ser licenciado como zuavo ofreció su espada a Carlos (VII), quien le nombró segundo comandante general de Gerona. Savalls consiguió organizar cuatro batallones, un escuadrón y dos compañías, que se dedicaron al servicio de exploración y seguridad de Cataluña.

Al iniciarse la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), entró en Cataluña y su actuación durante esta campaña le valió el apodo de el terror de la Montaña.

Savalls, a lo largo de la campaña, consiguió importantes victorias en Vidrá, Cardedeu, Alpens, Castellfullit de la Roca y Olot. Como premio por estas victorias, Carlos (VII) le concedió los títulos nobiliarios de barón de Vidrá (1872) y marqués de Alpens (1873). Fue nombrado comandante general de Barcelona y Gerona con el grado de mariscal de campo.

Un cronista anónimo de la época describió así a Savalls: “Savalls es alto y delgado; todo él es una organización de nervios y de huesos que revela su resistencia y su actividad. Su semblante es largo, la mirada es profunda y tiene los ojos escondidos por los bordes. La nariz es aguileña y su barba larga y aguda. Un largo bigote entrecano da a todo su rostro mayor dureza. Las cejas están contraídas por lo regular y dos profundas arrugas parten perpendicularmente desde la frente a la nariz. No hay en todo aquel semblante ni un rasgo de bondad: su voz es brava, imperiosa y sonora”.

En el año 1873, empezaron los conflictos entre Savalls y el infante Alfonso de Borbón. Éste había entrado en Cataluña a finales de 1872, siendo nombrado por su hermano, Carlos (VII), general en jefe de los Reales Ejércitos Carlistas de Cataluña. El 28 de septiembre de 1873 el infante escribió a Carlos (VII): “Lo de Savalls era mucho más grave de lo que parece, y lo que deseo es que si se te presenta le recibas como se recibe a un desertor, que le guardarás preso y que le juzgarás según se debe en justicia, y que de ningún modo le dejarás volver aquí [...] Savalls fue causa de no haber podido nosotros tomar Berga, y ha revolucionado de tal modo sus tropas en Gerona, que no se si acabaremos a tiros entre nosotros, pues no quiere obedecerme, ni seguirme a ninguna parte”. A pesar de las advertencias del infante, Savalls no fue sancionado por Carlos (VII); todo lo contrario, el pretendiente le concedió cinco gracias, que consistían en que, hasta ese momento, el infante podía nombrar hasta el grado de coronel, pero los siguientes grados tenía que concederlos el Pretendiente carlista, y Savalls, a partir de ese momento, tuvo la potestad de nombrar, según su entendimiento, sin previa consulta real; esto es, Savalls consiguió más poder que el hermano del Pretendiente carlista. La restitución de Savalls fue el principio del fin de Alfonso de Borbón en Cataluña, pues éste abandonó la campaña al año siguiente, al no estar de acuerdo en la separación de los ejércitos de Cataluña y del Centro.

En marzo de 1875, Rafael Tristany que, desde la marcha del Infante había asumido la jefatura de los ejércitos catalanes, fue reclamado por Carlos (VII).

El sustituto de Tristany fue Savalls. Una vez investido en el nuevo cargo se produjo una entrevista —el encuentro, el Viernes Santo, de Martínez Campos y Savalls en el Hostal de la Corda— que ha pasado a la historia porque, en su día hizo pensar que Savalls había traicionado al ejército carlista y a Carlos (VII).

Martínez Campos deseaba saber si, a pesar del cambio de mando del Ejército Carlista de Cataluña, perduraría el convenio contractual entre los dos ejércitos respecto a heridos. Por parte alfonsina, se reunieron Martínez Campos, el teniente coronel capitán del Estado Mayor César de Villar, y su ayudante, el teniente coronel Narciso Fuentes, escoltados por tres ordenanzas.

Por parte carlista, acudieron Savalls, Lizárraga y Morera. Si bien la reunión no tuvo la menor trascendencia, algunos rivales de Savalls quisieron ver en esa entrevista su traición a Carlos (VII). Sobre el particular escribe Antonio Pirala: “La entrevista en el Hostal de la Corda, fue objeto de misteriosos comentarios y graves acusaciones en el campo carlista; nos hemos valido de datos del mismo Lizárraga, que nada tenía de amigo de Savalls, pues así como le acusó de otros hechos, no habría omitido hacerlo si le hubiera considerado en tratos con el enemigo; aunque los interesados no habrían sido tan cándidos que no guardaran bien el secreto. Del mismo Savalls tenemos recientes documentos de su puño y letra, indignándose de que se dudase de su carlismo constante, refiriendo lo sucedido en la conferencia, y terminando su carta con estas palabras: Todo esto que yo digo lo juro delante de Dios y de los hombres”.

La derrota en la Seo de Urgell (1875) debilitó aún más la imagen de Savalls, que fue reclamado por Carlos (VII). Fue juzgado al considerársele traidor.

El fiscal, Enrique Chacón, dijo: “se le puede acusar de díscolo, de indisciplinado, de sanguinario [...] de cualquier cosa menos de traidor”. Por su parte el barón de Artagán, Reynaldo Brea, opina que: “Savalls pudo estar más o menos acertado y más o menos animoso en las operaciones de julio a agosto de 1875; pudo sentir mayor o menor espíritu de compañerismo en pro de los generales carlistas Dorregaray y Castells, pero creemos firmemente que no fue traidor”.

Francisco de Paula Oller, en carta fechada en Buenos Aires el 28 de abril de 1925, le comentó al barón de Montevilla: “No digo ni puedo afirmar que Savalls fue traidor. Lo que sí creo y aseguraría que cuando el Sitio de la Seo de Urgel no hizo lo que podía para ayudarnos. Castells sí. Recuerdo como si fuere hoy, que al retirarme en una madrugada a las cuatro más o menos, con mis camaradas al ser relevados de la guardia que habíamos dado desde las doce, vimos en un monte próximo una línea de fogonazos; a los pocos segundos oyese el chasquido de la fusilería, que habían provocado las fuerzas de Castells.

Sorprendieron a los sitiadores, pero como éstos eran muchos más, poco después tuvieron que emprender la retirada. Entretanto, Savalls estaba con sus batallones en Vic o en Manlleu, no recuerdo bien, de puro holgorio”. En la cárcel de Estella, permaneció hasta el final de la guerra. Savalls emigró a Francia, estableciéndose en Niza, en la Villa Alpens, donde terminó sus días.

 

Obras de ~: Dios, Patria y Rey. Manifiesto del general carlista D. Francisco Savalls a todos los españoles, Perpignan, Imp. de Mr. Lecomte, 1873; Bando. D. Francisco Savalls, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos y Gefe de la 1.ª División de Cataluña. En atención a la rebeldía de la vila de Figueras negándose a pagar las contribuciones, Olot, 1874.

 

Bibl.: C. de Roldan, Le géneral Savalls, son portait, sa vie, Bayonne, 1875; El Terror de la Montaña o historia del famoso cabecilla carlista D. Francisco Savalls, Madrid, Minuesa, 1875 (ed. facs., Valencia, Librerías París-Valencia, 1995); Marín y Alonso, La supuesta traición de Savalls, Madrid, 1886; VV. AA., El Estandarte Real, n.º 38 (mayo de 1892); C. de Borbón y de Austria-Este, duque de Madrid, Autógrafos de Don Carlos. Manifiestos, proclamas, alocuciones, cartas y otros documentos del Duque de Madrid que han visto la luz desde 1868 hasta la fecha, col. y ed. por M. Polo y Peyrolón, Valencia, Tip. Moderna, 1900; R. Brea, Príncipe heroico y soldados leales, Barcelona, 1912; M de las N. de Braganza, Mis memorias sobre nuestra campaña en Cataluña en 1872 y 1873 y en el Centro en 1874, Madrid, Espasa Calpe, 1934-1938, 2 vols., (ed. de C. Alcalá, Madrid, Editorial Actas, 2002); Almanque Tradicionalista para 1935, pág. 100, grab. págs. 7, 31; M. Ferrer, D. Tejera y J. F. Acedo, Historia del Tradicionalismo Español, ts. XXIV, XXV, XXVI, Sevilla, Trajano, 1943-1956; J. de Torresano y Vázquez, “De la historia que se olvida. Savalls y su casa de La Pera”, en Revista Tradición (Barcelona), n.º 12 (agosto de 1960); J. Garrabou, Francesc Savalls, Barcelona, Labor, 1992; J. M.ª Mundet Gifre y N. Puigdevall i Diume, El general Savalls, Gerona, Diputación Provincial, 1994.

 

César Alcalá