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Luis Giménez de Urrea

Biografía

Giménez [o Ximénez] de Urrea, Luis. Conde de Aranda (IV). ?, 1562 – Coca (Segovia), 3.VIII.1592.

Diputado del reino de Aragón en 1589 y miembro del Consejo de Guerra creado en Aragón en 1591. El IV conde de Aranda nació del matrimonio de Juan Ximénez de Urrea (muerto el 30 de septiembre de 1586), III titular del condado, e Isabel de Aragón (fallecida en 1562), hija del II duque de Segorbe, que murió a los cinco meses de haberle dado a luz. Según Juan Lorenzo Merenzi, la muerte de su madre fue su primer y mayor padecimiento, pues, aun siendo el que menos sintió, dada su corta edad, “de aquel se orijinaron todos, tomando Dios por ynstrumento para labrar la piedra de su paziençia este y otros que se causaron del”. Con tales palabras, el cronista quiso reflejar su suerte desde que su padre contrajo segundas nupcias con Juana Enríquez (1552-1599), hija del almirante de Castilla, cuyo interés en dotar de fortuna a los vástagos nacidos de su matrimonio enturbió la relación entre el conde y su primogénito. Así, cuando en 1581 aquél formó un nuevo mayorazgo con las rentas y réditos de su estado, su heredero reclamó ante los tribunales.

Parece que su madrastra animó al joven a entrar en religión, aprovechando que éste frecuentaba el trato de los agustinos del convento de San Sebastián de Épila. Sin embargo, no lo hizo y las tensiones familiares se acentuaron hasta tal punto que el conde intentó declararle ilegítimo. En 1582 pareció alcanzarse una solución cuando padre e hijo firmaron un pacto que instituía a éste como heredero universal a condición de asegurar una renta para la condesa. Sin embargo, cuatro años más tarde, el conde añadió un codicilo a su testamento que dejaba todos sus bienes a su esposa en caso de que su hijo “no quitare toda raíz de desobediencia y no pasare por los actos que tiene otorgados, loados y aprobados”, lo que indica que el acuerdo no fue definitivo.

Muerto el conde, el asunto acabó ante la Audiencia, que sentenció a favor de Juana Enríquez, tras lo cual su hijastro recurrió al justicia de Aragón. El caso todavía se hallaba pendiente de resolución cuando llegó a Zaragoza el marqués de Almenara, que amparó a la condesa, lo que le enemistó con el joven conde. A ello coadyuvaron otras circunstancias, incluido, según Merenzi, un matrimonio frustrado entre éste y una hermana del tercer conde de Chinchón, primo del marqués. En su lugar, en 1587 Aranda casó con Blanca Manrique y Aragón, hija del cuarto marqués de Aguilar, con quien tuvo tres niños que fallecieron pronto y dos que le sobrevivieron: Antonio (5 de enero de 1591-1654), que fue el quinto conde, e Isabel. Además, por la misma época estrechó su relación con los Villahermosa, y en particular con el quinto duque, que le valió durante sus pleitos.

El conde de Aranda fue diputado por el brazo nobiliar en 1589, y durante su mandato se le confió una embajada para informar a la Corte de los excesos de Zaragoza al aplicar el Privilegio de Veinte, misión que fue mal acogida por Felipe II. Como apuntó Gregorio Marañón, su regreso en abril de 1590 coincide con la fuga de Madrid de Antonio Pérez, con quien mantenía buena relación, por lo que todo indica que le ayudó en este trance. De hecho, en Aragón fue uno de sus principales valedores y, aunque durante la rebelión de 1591 hizo reiteradas protestas de fidelidad a la Monarquía, siempre mostró su compromiso con el movimiento de oposición política.

Así, en noviembre de 1591 aceptó formar parte del Consejo de Guerra que debía preparar la resistencia a las tropas del Rey. Una vez disuelto el contingente armado reunido a tal efecto, en su villa de Épila se congregaron muchos de los implicados; si bien, apenas se tienen noticias de los propósitos de esta llamada Junta de Épila. Tampoco está de más indicar que las últimas investigaciones sobre la extracción social de los protagonistas de este grave conflicto confirman que buen número de ellos tenían lazos de parentesco o de clientelazgo con el conde de Aranda, como su tío Luis de Urrea, su hermano Juan de Urrea y su primo hermano el justicia Juan de Lanuza, Menor.

El 19 de diciembre de 1591, Luis Ximénez de Urrea fue prendido en Zaragoza por orden de Felipe II, junto con el duque de Villahermosa y Juan de Lanuza. Éste fue ejecutado al día siguiente, sin mediar proceso, y ambos nobles fueron trasladados a sendas fortalezas en Castilla. En concreto, el conde quedó recluido en el castillo de La Mota, en Medina del Campo, de donde fue sacado cuando Felipe II llegó a dicha localidad el 18 de junio de 1592, de camino hacia las Cortes de Tarazona. Entonces fue llevado al castillo de Coca, donde a fines del mes siguiente contrajo el tifus, mal del que falleció tras nueve días de enfermedad. Enterrado en el monasterio de San Pablo de la misma población, sus restos permanecieron allí hasta 1602, año en que se llevaron al convento de San Sebastián de Épila, y finalmente se depositaron en un sepulcro que su hijo dispuso en su casa de Mareca, cerca de Épila, donde se hallan en la actualidad.

En cuanto a su proceso, que comenzó a instruirse en Coca, se sustanció tres años después de su muerte, el 23 de diciembre de 1595, con una condena por crimen de lesa majestad que llevaba aparejada la confiscación de sus bienes. Su viuda, que entretanto había contraído matrimonio con el VIII marqués de Astorga, pleiteó con el fisco para rehabilitar su memoria y recuperar para su hijo el disfrute del patrimonio familiar, objetivos que alcanzó, respectivamente, el 24 de diciembre de 1599 y en marzo de 1600.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Estado, l. 37, fol. 86; Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, Híjar, sala I, leg. 83/9; sala I, leg. 227/1; Real Academia de la Historia, ms. 9/1862, fols. 600r.-v.; ms. 9/1890, fols. 107v.- 109v.; ms. 9/1891, fols. 5-42; ms. 9/1895, fols. 60-80v. y 291- 315.

J. L. Merenzi y Aldaya, Genealogia de los Ximenez de Urrea, s. f. (Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, Híjar, sala IV, leg. 38-1); E. Cock, Jornada de Tarazona hecha por Felipe II en 1592 pasando por Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Logroño, Pamplona y Tudela, Madrid, Imprenta y Fundición de M. Tello, 1879, pág. 17 [hay reed. en J. García Mercadal (comp.), Viajes de extranjeros por España y Portugal, t. I, Madrid, Aguilar, 1952, págs. 1412-1447]; G. Marañón, Antonio Pérez (El hombre, el drama, la época), t. I, Madrid, Espasa Calpe, 1948 (2.ª ed.), pág. 475 [reed. en vol. I, Madrid, Espasa Calpe, 1998]; J. Á. Sesma y J. A. Armillas, La Diputación de Aragón. El gobierno aragonés, del Reino a la Comunidad Autónoma, Zaragoza, Oroel, 1991, pág. 211; M. Barrueco Salvador, Los condes de Aranda y el convento de San Sebastián de Épila (1493-1591), Madrid, Revista Agustiniana, 1995; J. Gascón Pérez, La rebelión aragonesa de 1591, vol. II, tesis doctoral, Universidad de Zaragoza, 2000, págs. 1107-1175 [ed. electrónica, Zaragoza, Universidad, 2001].

 

Jesús Gascón Pérez