Ochoa y Morillo, Alejandro José de. Sucre, antes La Plata (Bolivia), 1732 – Micapaca, La Paz (Bolivia), 1796. Obispo de Santa Cruz de la Sierra y de La Paz.
Estudió en el Colegio de San Cristóbal de la Universidad de San Francisco Xavier de La Plata, doctorándose en Derecho Civil y Canónico. Se recibió de abogado en la Audiencia platense, en donde llegó a fiscal sustituto. Fue catedrático de Instituta y de Prima de Cánones de la Universidad, pero se ordenó sacerdote y se dedicó a la carrera eclesiástica. Comenzó de cura de Sipi-sipi. Prosiguió llamado al Cabildo catedralicio metropolitano, desempeñando las principales canonjías: doctoral, estrescuela y penitenciario. También fue examinador sinodal del arzobispado. Carlos III lo presentó para el obispado de Santa Cruz de la Sierra el 25 de febrero de 1782; fue consagrado en La Plata por el obispo de Arequipa, el capuchino M. González de Pamplona. De su completa visita pastoral a las reducciones de Chiquitos elevó al rey de España un importante informe, en 1790, que se conserva. Con su dinero fundó el Colegio de Propaganda Fide de Tarata. “El obispo Alejandro de Ochoa figura entre los que más huella dejaron en sus residencias en Mizque” (la residencia estival y casi perpetua de los obispos de Santa Cruz de la Sierra) (H. y J. Vázquez-Machicado, 1988, III: 667).
El 11 de abril de 1791 fue presentado al Papa por Carlos IV como obispo de La Paz, siendo el único criollo charqueño que llegó a tal dignidad antes de la independencia. Entró en La Paz en 1792 y su labor fue importante y recordada, pese a que falleció pronto, en 1796. Realizó una completa visita pastoral a toda la diócesis, hizo hincapié a todos los párrocos para que llevasen debidamente sus libros parroquiales; reconstruyó la Catedral, el Seminario y el Beaterio de Nazarenas (destruido en el alzamiento indígena de 1781), fundó un asilo para sacerdotes (la Fundación Toledo), intensificó las misiones de infieles. Finalmente, legó sus bienes (joyas, ornamentos y biblioteca) al Cabildo catedralicio. “En ambas diócesis dejó grata memoria por su actividad pastoral, su amor a la disciplina y su virtud, con lo que siguió la ruta de su antecesor” (Barnadas, 2002:382).
Obras de ~: Informe sobre el Obispado de Santa Cruz de la Sierra, 1790 (Archivo General de Indias, Charcas, ms. 732).
Bibl.: N. Aranzaes, Diccionario histórico del Departamento de La Paz, La Paz, Casa Editora Talleres Gráficos La Prensa, 1915, págs. 553-554; F. López Menéndez, El Arzobispado de Nuestra Señora de La Paz, La Paz, Imprenta Nacional, 1949, pág. 17; R. Magdaleno et al., Títulos de Indias, Valladolid, Archivo General de Simancas, Catálogo XX, 1954, pág. 629; Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 270; N. Meiklejohn, La Iglesia y los Lupaqas de Chucuito durante la colonia, ed. de C. Rosasco de Chacón, Cuzco, Centro de Estudios Rurales Andinos Bartolomé de las Casas (Puno, Perú), Instituto de Estudios Aymaras, 1988, pág. 89; H. Vázquez-Machicado y J. Vázquez-Machicado, Obras completas, vol. III, La Paz, Editorial Don Bosco, 1988, pág. 667; R. Querejazu Calvo, Historia de la Iglesia Católica en Charcas (Bolivia), La Paz, Bolivia, Imprenta Publicidad Papiro, 1995, págs. 359-360; J. M. Barnadas, La Crónica Oficial de las Indias Occidentales y la Historia Eclesiástica, Sucre, Archivo-Biblioteca Arquidiocesanos Monseñor Taborga, 1996, pág. 34; “Ochoa y Morillo, Alejandro José”, en Diccionario Histórico de Bolivia, vol. II, Sucre, Grupo de Estudios Históricos, 2002, pág. 382.
Fernando Rodríguez de la Torre