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Manuel Fernández Sidrón

Biografía

Fernández Sidrón (o Cidrón), Manuel. La Orotava, Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 1669 – 1747. Franciscano (OFM).

Lector de Prima Teológica en el convento de San Miguel de las Victorias en la ciudad de La Laguna. Examinador sinodal del obispado de Canarias y regente de estudios en el real convento franciscano de la Concepción de Santa Cruz de La Palma.

Respetado en el seno de los ámbitos isleños de su Orden durante los años para su tiempo provectos, como especimen significativo del conservadurismo científico- filosófico iluminista, destaca entre sus producciones el manuscrito titulado Carta Apologética en que se defienden las cartas proféticas de San Francisco de Paula, Patriarca Ínclito de los PP. Mínimos, las profecías de San Malaquias, Arzobispo Armachano Primado de Hiberia, y los oráculos de las Sibilas. Contra el sentir y opinión del M. R. P. Maestro General Fray Benito Gerónimo Feijoo, Abad y Monge benedictino. Dedicada Al Señor Don Francisco de Astigarraga Loynaz, Coronel del regimiento de Caballería de la isla de Tenerife y Administrador General de los Reales Estanques de las islas de Canaria.

Constituye, en efecto, un conjunto de contradicciones de diversos análisis negativos publicados por Feijoo en el volumen II de su Teatro Crítico acerca de creencias, fenómenos y tradiciones más o menos extraordinarios o fantasmagóricos e incluso supuestamente sobrenaturales. Libro que, según el propio autor de la Carta Apologética, la hizo llegar a la isla determinado personaje al que tildaba de “progresista”, de identidad no revelada, pero sí conocido por él, para “cantaletearle” (provocarle burlándose).

“Me quieren notar de demasiado sencillo —señala de sí mismo el modesto benedictino— en el sentido que el vulgo usurpa esta voz; y en esto pierde mucho mi persona para los que no me han tratado.” Acierta en ello plenamente el afectado, porque el jesuita coetáneo suyo, padre Matías-Pedro Sánchez Bernalt, antiguo rector de su colegio de La Orotava, le retrataba refiriéndose a uno de sus escritos: “Las tragaderas de nuestro autor me admiran. Conózcole bien; tiene una bella alma, pero imagina con demasiada viveza”.

Sin descender a la minuciosa y dilatada crítica a la que el padre Sidrón somete cada uno de los Discursos controvertidos por Feijoo, cabe resaltar el sistema (palabra precisamente rechazada por el crítico como tenida por Feijoo poco menos que por neologismo en su argumentación) pretendidamente neutralizador de “la negamentación” esgrimida por éste.

Se cita el criterio casi experimental de supuestas autoridades, como alguna que mantiene la existencia de “cinocéphalos, esto es, hombres que tienen la cara a la forma de perros, y los de pie tan grande que con él se cubren y se defienden de las inclemencias del tiempo [...]. Los primeros en la África, hacia la región troglodita, y los segundos en la Asia, cerca del río Ganges, en el monte Moas. Y así —añade—, por ojancos entiende hombres que tienen un ojo medio donde se juntan las cejas, monóculos, en la África, hazia la dicha región troglodita”.

Ejemplo igualmente (y en la misma proporción) “testimonial”, Sidrón invoca su experiencia de la eficacia curativa del por ello existente unicornio, fragmentos del asta de uno de los cuales conoció y presenció, remitidos de “América” para el doliente de cierta casa de su Orden en 1731: “Un pedasillo del tamaño de quatro o cinco dedos de largo, sin espiras; y era lo último de la punta. Asegurando que su valor era el mismo que el del oro. Llegó a noticia de cierto eclesiástico que padece una suspensión como de gota coral; pidiólo por remedio cordial y tomando algunos polvos y bebiendo agua en que se havía hervido, aseguró haverle sido útil y disminuyó lo que pudo para quedarse con parte”.

Por lo que concluía: “Si el dicho de pacientes de verdad (como lo era éste) no nos ha de hazer fe, recurramos sólo a las revelaciones de Dios”.

Otras desacreditaciones feijonianas, referentes por ejemplo a los oráculos de la Sibila Eritrea (que “fue española, natural de Cádiz, antigua isla de Erithia, y quizá por esso más que a otra inspiró Dios las glorias y exaltaciones de su Nación Española”); las llamadas profecías de San Malaquías y la esperanza, “por deducción racional”, de la próxima conquista nada menos que de Jerusalén y el Imperio Universal, después de ganada África por el monarca de España, Felipe V, felizmente reinante.

Aún habría de enfrentarse el monje tinerfeño a numerosos estudios (sistemas) destructivos según Feijoo a no pocas fábulas, hipérboles, imaginarios conceptos, creencias y tradiciones (Batuecas, isla de San Borondón —de cuya existencia fue fervoroso paladín fray Manuel—, fértiles árboles del pan y del agua, fluyentes manantiales de la música, del llanto y la risa y los cuervos sabios).

“Conozco en el M. R. P. Maestro Benito Gerónimo Feijoo un ingenio claro, erudito y no vulgar —concluye su monóloga discusión de los Discursos feijonianos el padre Fernández Sidrón—; mas lloro malogrado su talento en tan odioso trabajo. He leydo todo su tomo 2.º y no saco de él más utilidad para las almas, para la Iglesia y para las repúblicas que el Discurso contra las modas; y aun esse tan lleno de chistes, de yocosidades y cuentos, que más parece de un philósofo palaciego que de un theólogo moral y de un monge contemplativo. Lo demás es assumpto deleitable para cortezanos y pisaverdes ociosos, o para murmuradores, cuando entren en sus corrillos.” No parece probable que el propio Feijoo llegara a conocer los escritos del padre Sidrón referentes a su obra en general, pese a la hermandad franciscana de ambos. Seguramente, de haber tenido noción de ellos y de la existencia de su autor, los habría menospreciado conforme a las apreciaciones ya mencionadas del jesuita Sánchez Bernalt hacia el segundo, o bien sobre las obras de Salvador José Mañer (Antitheatro Crítico), o del padre Soto Marne (Reflexiones críticoapologéticas contra el “Teatro Crítico”), Madrid, 1748, 2 vols. A propósito de estas últimas se manifestó el Maestro: “A mí me honran el Rey y el Papa, y ahora sale a deshonrarme un frayle franciscano que, cumpliendo con las obligaciones de su criança, me llena de desvergüenzas”.

En definitiva, la persona del modesto padre Sidrón bien puede representar la figura de una buena parte de la sociedad eclesiástica e intelectual, receptiva de la obra ilustradísima del padre Feijoo.

 

Fuentes y bibl.: Biblioteca del British Museum (London), Semi-historia de las fundaciones [...] que tiene la Compañía en las Islas Canarias (ms., sig. add. 25090, fol. 15r.).

A. Millares Carlo, Ensayo de una bibliografía de escritores naturales de las Islas Canarias (siglos xvi, xvii y xviii), Madrid, Tipografía de Archivos, 1932, págs. 209-212; M. B. G. de la Noval, “Cuatro cartas autógrafas del padre Feijoo al padre Martín Sarmiento”, en Yermo, II (1964), pág. 265.

 

Eloy Benito Ruano

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