Anchieta, Luis de. La Orotava (Santa Cruz de Tenerife), 2.I.1652 – Las Palmas de Gran Canaria, 10.II.1683. Misionero jesuita (SI) en las Islas Canarias.
“Estaba decretado en el gabinete de la eternidad que el establecimiento de la Compañía de Jesús, en Canarias, se debiera a la misión de un jesuita canario.
Las de los andaluces habían excitado grandes deseos, la del isleño, introdujo, en efecto, la Compañía.” Así definía Matías Sánchez, rector que fue de la casa de La Orotava desde 1729, el papel de Luis de Anchieta en el establecimiento de los jesuitas en las Islas Canarias.
Pertenecía a la familia del también jesuita José de Anchieta, uno de los principales misioneros que llegaron hasta Brasil y fueron partícipes de su civilización.
En el caso de Luis, era hijo del capitán Juan de Anchieta y de María Ana de Abreu y Carvajal. Aunque canario de nacimiento, estudió en el colegio de los jesuitas de Sevilla, aquel que se encontraba bajo la advocación de san Hermenegildo. Tiempo después, entró en la Compañía en mayo de 1668. Transcurrió su noviciado en el sevillano de San Luis, continuando entre 1670 y 1672 los estudios de Filosofía y concluyendo con los de Teología en Córdoba, entre 1672 y 1676. Desde el principio, sus superiores se percataron de las dotes intelectuales que reunía.
Como era habitual en la vida docente de un jesuita, comenzó leyendo gramática latina en Sanlúcar de Barrameda. Había pasado también por la casa de Jerez de la Frontera. Regresó en 1678 a sus Islas Canarias. Según el mencionado Matías Sánchez, debía resolver algunos asuntos importantes de familia.
La Historia del Colegio de La Orotava afirma que fue solicitado por los “patricios” de La Laguna para predicar una misión popular. Era Anchieta un joven de veintiséis años, aunque le acompañaba en estas tareas el coadjutor temporal Pedro de Cuéllar. Cuando llegaron a Tenerife, en septiembre, la isla estaba siendo invadida por una epidemia de peste. Ambos jesuitas trabajaron y ayudaron muy especialmente a los enfermos ocasionados por esta contingencia. Continuó con los ministerios itinerantes, propios de las misiones populares. Estaba consiguiendo propagar el interés por la Compañía, especialmente entre las autoridades, en algunos casos parientes del propio Anchieta. El capitán Juan de Llarena dispuso sus bienes para fundar el colegio de los jesuitas en La Orotava. Era agosto de 1679 y hacía poco tiempo que había finalizado la misión. Anchieta había sabido acercarse a las personas que podían facilitar la expansión de sus inquietudes. Al marqués de Acialcázar le había dedicado una obra de gran interés para la historiografía canaria: Excelencias y antigüedades de las siete Islas de Canarias, publicada en Jerez de la Frontera ese mismo año y bajo el seudónimo de Cristóbal Pérez del Christo. Estaba preparando, además, la edición del Poema Marianum de su pariente José de Anchieta.
La herencia del mencionado Llarena fue ocasión de todo tipo de controversias, desde las originadas por los potenciales herederos hasta las protagonizadas por las otras órdenes religiosas que pretendían impedir el establecimiento de los jesuitas en Canarias, opinión en la que se destacaron especialmente los frailes dominicos. Por otra parte, la Compañía vivía en tiempos de repliegue de sus fundaciones, estudiando muy detenidamente las líneas de expansión y evitando, de esta manera, colegios “pequeños y miserables”, según advirtió el general Juan Pablo Oliva. En medio de la controversia, los dos jesuitas continuaron misionando en la isla de Tenerife. El hermano Cuéllar llegó a proponer al superior general la posibilidad de una viceprovincia para Canarias. El prelado canario, Bartolomé García Ximénez, llamaba al establecimiento de la Compañía en el archipiélago.
Finalmente, este obispo autorizó el establecimiento de los jesuitas, con el fin de contribuir a la “mejor educación de la juventud, para fervorizar la caridad, para conciliar las enemistades, para asistir a las cárceles y hospitales”. El Ayuntamiento de La Orotava insistía en que la fundación de este colegio impediría la salida de jóvenes a la Península, para proseguir su formación intelectual.
Luis de Anchieta, junto con su compañero, fueron reclamados para la isla de Gran Canaria. De nuevo, a través de este ministerio itinerante, se despertaron inquietudes fundacionales que ya habían existido anteriormente. El obispo Bartolomé de Torres había dispuesto una herencia de dos mil ducados para la fundación de un colegio de jesuitas. En 1683, y en una segunda visita a la isla, Anchieta examinó la situación financiera del nuevo legado prometido. Una misión que trajo incidentes por una controversia originada entre comedias y misión popular, sustituyendo a las primeras por la segunda, gesto muy mal recibido por el público. El cronista de la Compañía atribuía a este conflicto, el agudizamiento de la última enfermedad de Luis de Anchieta. Fue enterrado en la iglesia de las religiosas de San Ildefonso de Las Palmas. Contaba con treinta y un años.
Finalmente, el establecimiento de los jesuitas en Gran Canaria fue impulsado por el canónigo e inquisidor Andrés Romero, abriendo las puertas del colegio en 1697. Para La Orotava tuvieron que darse más pasos, hasta encontrar un nuevo escenario de decisión en la Corte madrileña. En mayo de 1690, el Consejo resolvía el pleito abierto contra la fundación de este colegio Así, aunque no culminó ninguno de los proyectos fundacionales en el tiempo de su vida, Anchieta puede ser considerado como el fundador de los distintos colegios de la Compañía de Jesús en Canarias.
Obras de ~: Excelencias y antigüedades de las siete Islas de Canarias. Primera parte en que se comprenden las excelencias de estas islas en los renombres que les dio la antigüedad, Jerez de la Frontera, por Juan Antonio Tarazona, 1679.
Bibl.: A. Millares Carlo y M. Hernández Suárez, Biobibliografía de escritores canarios (Siglos xvi, xvii y xviii), Valencia, El Museo Canario-Consejo Superior de Investigaciones Científicas- Patronato José María Quadrado-Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1975; A. Millares Torres, Biografías de canarios célebres, vol. I, Las Palmas, Edirca, 1978, págs. 15-27; J. Escribano, Los jesuitas y Canarias 1566-1767, Granada, Universidad, 1987; Ch. E. O’Neill (SI) y J. M.ª Domínguez (SI) (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, Roma-Madrid. Institutum Historicum, SI-Universidad Pontificia Comillas, 2001.
Javier Burrieza Sánchez