Ayuda

Rodrigo Díaz

Biografía

Díaz, Rodrigo. ?, m. s. XII – ¿Calatrava la Vieja? (Ciudad Real), c. 1221. Sexto maestre de la Orden de Calatrava.

Según Francisco de Rades y Andrada, Rodrigo Díaz era natural de la villa de Yanguas, en la actual provincia de Soria. Sin embargo, un documento de julio de 1200 se refiere a él como Rodrigo Díaz de Maqueda.

Como caballero de la Orden de Calatrava, disfrutó durante el último cuarto del siglo xii de la encomienda de las casas de Nambroca, en tierras toledanas, y posteriormente fue nombrado comendador de Calatrava, desempeñando unas funciones similares a las que luego desplegaría el comendador mayor. En 1197 o 1198, y tras la conquista de la fortaleza de Salvatierra, Rodrigo Díaz empieza a figurar como comendador de Salvatierra. Tras la renuncia al maestrazgo de Martín Pérez de Siones, probablemente a principios de 1199, fue elegido como nuevo maestre de la Orden de Salvatierra el clavero Martín Martínez, mientras que Rodrigo Díaz continuó siendo comendador de Salvatierra. Como tal recibió en abril de 1200 de Juan Fernández lo que le pertenecía en el octavo que tenía con el maestre Nuño y su convento, y además, para después de su muerte, el diezmo de todas sus pertenencias. En julio de ese mismo año, María, mujer de Pedro Domínguez, El Tuerto, daba al convento de Salvatierra y al comendador Rodrigo Díaz de Maqueda su cuerpo y la quinta parte de sus bienes muebles y raíces.

En 1205, el maestre Martín Martínez acudió con algunas tropas al llamamiento cursado por Pedro II de Aragón, mediante mandato del papa Inocencio III.

Aprovechando la estancia del maestre en la frontera aragonesa, tuvo lugar el nombramiento de Rodrigo Díaz como nuevo maestre de Salvatierra. A partir de entonces, Martín Martínez actuó, con el apoyo del monarca aragonés, como “honorabili magistro domus de Alcaniz” hasta 1211.

El 18 de marzo de 1206, Rodrigo Díaz ya actuaba como maestre de la Orden de Salvatierra, con ocasión de la compra efectuada a Ordoño Pérez y a su mujer María Gutiérrez de unas heredades por valor de 230 maravedís en Otos, Moratalaz, Valnegral y Madrid. Un año después, Alfonso VIII confirmaba a la Orden de Salvatierra y a su maestre Rodrigo Díaz la donación de Huerta de Valdecarábanos, reconociendo así la legalidad del nuevo maestre para la Monarquía castellana, auténtica valedora de la institución cisterciense.

La colaboración entre el maestre y el monarca castellano fue estrecha. De tal suerte que probablemente después de finales de 1210, cuando expiraron las treguas con los almohades, Alfonso VIII y Rodrigo Díaz, al frente de sus respectivas tropas, realizaron una acción militar combinada sobre territorios andalusíes.

Así, la cabalgada regia tuvo por objetivo los reinos de Jaén y Baeza, mientras que el maestre se concentró en la villa de Andújar y su comarca, arrasando los castillos de Montoro, Fesira y Pipafont y capturando la fortaleza de Vilches. Un año después, Alfonso VIII donaba a la Orden de Salvatierra y a su maestre Rodrigo Díaz las casas de Galiana en Toledo, al tiempo que confirmaba y amparaba todas sus propiedades en el reino. Esta donación fue la base para la constitución del priorato toledano de Santa Fe. Por esas fechas, como tarde en 1210, tuvo lugar un acuerdo de hermandad entre Rodrigo Díaz, maestre de la Orden de Salvatierra, y Fernando González, maestre de la Orden de Santiago.

En ese mismo año de 1210, el maestre Rodrigo Díaz, con la aprobación de Alfonso VIII y el capítulo de Salvatierra, donaba, con carácter vitalicio, a Rodrigo Rodríguez Huerta de Valdecarábanos, además de unas viñas, casas, cubas y un molino en Aceca y Villa Ramiro, con la condición de dar a la Orden 1.300 maravedís, cuarenta lorigas, veinticinco pares de brafoneras, parte de sus muebles y el quinto en su heredad; y de que a su muerte todas las heredades volvieran a poder de los freires. Se especificaba que el propio Rodrigo Rodríguez debería entregar el castillo de Huerta al rey de Castilla, siempre que éste lo reclamase. Dos años antes, el magnate castellano Rodrigo Rodríguez había entregado a los freires de Salvatierra y a su maestre una huerta y heredades en Aceca.

Paralelamente, el maestre recibía para su Orden otras donaciones tan necesarias para el crecimiento de su institución. Así, en 1208, Oro daba a la Orden de Salvatierra y a su maestre Rodrigo Díaz la heredad de Esteras con las casas de Medinaceli, para después de su muerte. En 1209, Diego Gómez daba a la Orden de Salvatierra y a su maestre la quinta parte de los bienes y heredades que poseía. Un año más tarde, el adalid Farripas y su mujer, llamada Mayor, se entregaban al convento de Salvatierra con la quinta parte de sus bienes. En abril de 1212, Peregrino se entregaba a la Orden de Salvatierra y a su maestre, a los que daba todos sus bienes si moría sin hijos; en caso contrario, sus hijos deberían dar a la Orden 200 áureos y un caballo con sus armas. En junio del mismo año, Alfonso VIII confirmaba a la Orden de Salvatierra y a su maestre Rodrigo Díaz la donación de unas casas, dos huertos, media tienda y un majuelo en Moya y Albalate de Zorita, realizada por García de Aguilar.

En 1211, la fortaleza de Salvatierra fue conquistada por los almohades. El maestre, junto con algunos caballeros y clérigos, logró escapar de Salvatierra y estableció el convento de la Orden en el castillo de Zorita. Al año siguiente, Rodrigo Díaz participó al frente de sus caballeros en la campaña contra los almohades, que propició la recuperación de las más importantes fortalezas del Campo de Calatrava, incluida la primitiva sede de la Orden, y culminó en la victoria de las Navas de Tolosa, donde el maestre calatravo tuvo una participación destacada en el combate, lo que le costó una herida en un brazo. Según Rades, como consecuencia de la herida renunció a su cargo en el mismo lugar de la batalla y allí mismo se eligió por maestre a Rodrigo Garcés. Díaz se retiró al convento de Calatrava, llevando allí durante nueve años vida contemplativa. Debió de morir, por tanto, hacia 1221. Su cuerpo fue sepultado en Santa María de los Mártires.

Sin embargo, un documento de febrero de 1214 demuestra que en esa fecha Rodrigo Díaz todavía era maestre de Calatrava, con ocasión de recibir de Pedro Martín de Mendeño y de su mujer, María Ibáñez, toda su heredad en la aldea de Mendeño, situada en el término de Maqueda, para después de su muerte. Es posible que poco después renunciara al maestrazgo.

En enero de 1215 ya se documenta como maestre de Calatrava a su sucesor Rodrigo Garcés.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Calatrava, carp. 456, n.os 40 y 44; carp. 457, n.º 75.

F. de Rades y Andrada, Chronica de las Tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara. Parte Chronica de Calatrava, Toledo, Imprenta de Juan de Ayala, 1572 (eds. facs., Barcelona, 1980, y Valencia, 1994), fols. 22r.-31r.; I. J. de Ortega y Cotes, J. F. Álvarez de Baquedano y P. de Ortega Zúñiga y Aranda, Bullarium Ordinis Militiae de Calatrava, Madrid, Tipografía Antonio Marín, 1761 (ed. facs., Barcelona, 1981), págs. 451-452; R. Menéndez Pidal, Documentos lingüísticos de España, I. Reino de Castilla, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1919 (reimpresión, Madrid, 1966), págs. 337 y 357-366; J. González, El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1960, vol. I, págs. 579-580; vol. III, págs. 565-566; J. F. O’Callaghan, “Hermandades between the military orders of Calatrava and Santiago during the castilian reconquest, 1158-1252”, en Speculum, 44 (1969), págs. 609-618; “The Order of Calatrava: years of crisis and survival, 11581212”, en The Meeting of Two Worlds. Culture Exchange between East and West during the period of the Crusades, Studies in Medieval Culture, XXI, Western Michigan University, 1986, págs. 419-430; E. Rodríguez-Picavea Matilla, Las órdenes militares y la frontera. La contribución de las órdenes a la delimitación de la jurisdicción territorial de Castilla en el siglo xii, Madrid, Universidad Autónoma, 1994, págs. 101-105; La formación del feudalismo en la meseta meridional castellana. Los señoríos de la Orden de Calatrava en los siglos xii y xiii, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1994, págs. 99, 107, 112, 115, 116, 129, 133, 157, 269, 283, 298 y 340; Documentos para el estudio de la Orden de Calatrava en la meseta meridional castellana (1102-1302), Madrid, Colecciones Documentales n.º 2 de Cuadernos de Historia Medieval, Universidad Autónoma de Madrid, 1999, págs. 79-80 y 86-92; “Calatrava. Una villa en la frontera castellano- andalusí del siglo XII”, en Anuario de Estudios Medievales, 30, 2 (2000), págs. 807-849; C. de Ayala Martínez, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglos XII-XV), Madrid, Marcial Pons Historia y La Torre Literaria, 2003, pág. 201; F. García Fitz, Las Navas de Tolosa, Barcelona, Editorial Ariel, 2005, págs. 198-199.

 

Enrique Rodríguez-Picavea Matilla