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Manuel de Castelo-Branco

Biografía

Castelo-Branco, Manuel de. Conde de Vila Nova de Portimão (II) en Portugal. ?, c. 1550 – p. m. s. xvii. Consejero de Portugal y escribano de la Puridad.

Manuel de Castelo-Branco era hijo de João de Castelo- Branco, comendador de Aljustrel y tercer hijo del I conde de Vila Nova de Portimão, consejero de Estado y aposentador mayor de João III, y de Branca Rodrigues de Vilhena. Se casó con Branca de Vilhena, hija de Diogo de Castelo-Branco, que falleció en Alcazarquivir, y de Leonor de Milão. Fueron sus hijos Gregório de Castelo-Branco, III conde de Vila Nova de Portimão y guarda mayor de Felipe IV, Maria de Vilhena, segunda mujer de Luís da Silveira, III conde de Sortelha, y IV condesa de Vila Nova por el fallecimiento sin herederos de su hermano, Martinho de Castelo-Branco, canónigo de la catedral de Lisboa, y Francisca, Leonor y Branca de Vilhena, monjas en el convento de la Esperanza de Lisboa.

Como buena parte de la nobleza portuguesa, Manuel de Castelo-Branco acompañó al rey Sebastián durante la segunda campaña africana, cayendo prisionero en la batalla de Alcazarquivir. Poco tiempo después alcanzó la libertad, y en 1580 acudió con víveres a Ceuta y Arzila. Felipe II se valió de sus servicios como comendador de Tresmiras para formar parte de la Junta que se constituyó en 1593 para reformar la Orden de Santiago, junto al comendador mayor Manuel de Lencastre, al regidor Diogo da Silva, a Rui Pires de Távora, a los diputados de la Mesa de Conciencia y Órdenes, al prior y chanciller de la Orden de Santiago y al doctor António de Almeida. Tenía, a su vez, foro de fidalgo caballero de la Casa Real portuguesa.

Tuvo que esperar al cambio de reinado para comenzar a rentabilizar sus servicios. Pocos meses después de obtener la Corona, Felipe III, el 29 de marzo de 1599, le concedió el título de II conde de Vila Nova, dispensado por una vez de la Ley Mental. El 8 de septiembre de 1602 se le hizo merced, además, del cargo de alcalde mayor de esta villa y el 22 de octubre se le otorgó la jurisdicción sobre todas sus rentas. Ese mismo año se le nombró consejero del Consejo de Portugal y comenzó a participar en la Junta de Hacienda de Portugal, reunida en Valladolid. Su peso en las decisiones de la institución fue muy importante, y fue considerado el segundo por detrás de Juan de Borja. No obstante, cuatro años más tarde abandonó sus sesiones merced a sus desavenencias con el conde de Salinas, que había alcanzado, tras el fallecimiento del conde de Ficalho, una gran preponderancia política, “diciendo que había venido de Portugal a servir a Su Majestad con su persona y hacienda, pero no con su honra, y que así no quería dar lugar a que se la quitase nadie”. Regresó de esta forma a Portugal como consejero de Estado para asesorar a Cristóbal de Moura, en compañía de los condes de Monsanto y de Faro.

En 1610 interpuso ante el Consejo Real, después de años de enfrentamiento solapado, un pleito al conde de Salinas, en compañía de Carlos de Borja, duque de Villahermosa, cuyo fallo tres años después dio la razón a Diego de Silva y Mendoza, que fue confirmado en sus privilegios y prerrogativas al frente del Consejo de Portugal. En enero de 1614, a pesar de la situación de fuerza de Salinas, Castelo-Branco regresó a las reuniones del Consejo, que había cerrado temporalmente en julio de 1612, participando, esta vez en ellas, hasta junio de 1615, cuando de nuevo el Consejo se disolvió, y no volvió a tener presencia en este Consejo nunca más.

Al salir definitivamente del Consejo de Portugal se le concedió que el título de conde, que disfrutaba desde 1599, estuviera fuera de la Ley Mental. Además, pudo transmitir su encomienda a su hijo, y gozar durante toda su vida del salario que tenía dentro de este organismo. Asimismo, se le hizo merced de seis mil ducados de ayuda de costa por una vez, de quinientos en pensiones eclesiásticas para su hijo Martinho, de un hábito de Cristo con treinta ducados de pensión para su criado Pedro de Araújo, otorgándosele por último dos cédulas para proveer oficios a dos criados suyos. Su regreso a Portugal le supuso cierto ostracismo, hasta que el 13 de abril de 1619 se le nombró escribano de la Puridad, cargo con el que asistió a las Cortes de Lisboa. Durante el reinado siguiente apoyó la política portuguesa del conde duque de Olivares.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Estado, lib. 728; Archivo Nacional Torre do Tombo, Chancelaria de D. Filipe II, lib. 2, fol. 38; Biblioteca Nacional de Portugal, colección Pombalina, cód. 249, fol. 373r.

A. C. de Sousa, Provas de História Genealógica da casa real portuguesa, vol. VI, 2.ª parte, Coimbra, Atlântida, 1954, págs. 361 y 375 (reimp.); T. J. Dadson, “Más datos para la biografía de don Diego de Silva y Mendoza, conde de Salinas”, en Criticón, 34 (1986), pág. 7; S. de Luxán Meléndez, La Revolución de 1640 en Portugal, sus fundamentos sociales y sus caracteres nacionales. El consejo de Portugal: 1580-1640, Madrid, Universidad Complutense, 1988, págs. 254, 453, 479, 581 y 585; F. Gayo, Nobiliario das Familias de Portugal, vol. IV, Braga, Carvalhos de Basto, 1989, pág. 227; V. Coutinho, “O condado de Vila Nova de Portimão”, en J. P. O. e Costa y V. L. G. Rodrigues (eds.), A Alta nobreza e a fundação do Estado da Índia. Actas do Colóquio Internacional, Lisboa, Centro de História Além-Mar-Centro de Estudos de História e de Cartografia Antiga do Instituto de Investigação Científica Tropical, 2004, pág. 234.

 

Félix Labrador Arroyo