Castro, Miguel de. Évora (Portugal), s. t. s. xvi – ?, 1.VII.1625. Arzobispo de Lisboa, gobernador y virrey de Portugal.
Nació en la ciudad alentejana de Évora, hijo de Diego de Castro —I conde de Basto, capitán mayor de la gente de ordenanza de Évora, alcalde mayor de Alegrete y de Sabugal, mayordomo mayor de la princesa Juana y presidente de la Mesa del Desembargo do Paço— y de Felipa de Ataíde —camarera mayor de la reina Catalina, hija de Alfonso de Ataíde, III señor de Atouguia, y de María de Magalhaes—. Hermanos suyos fueron: Fernando de Castro, II conde de Basto por carta de 14 de septiembre de 1585, consejero de Estado en Portugal y comendador de la villa de Garvão de la orden de Santiago; Álvaro de Castro, fidalgo caballero de la Casa Real portuguesa; y Diego de Castro, que tuvo asiento de fidalgo escudeiro en dicha casa y se casó con María de Távora, prima hermana de Cristóbal de Moura.
Alcanzó el grado de doctor en Teología por la Universidad de Coimbra. Poco tiempo después de doctorarse, se le concedió el priorazgo de la iglesia de San Cristóbal en Lisboa. El año de 1566 fue nombrado inquisidor del Santo Oficio de Lisboa y en 1577 diputado del Consejo General de Inquisición. Dos años más tarde, gracias al cardenal-rey, recibió la mitra de Viseu, de la cual tomó posesión el 15 de septiembre de dicho año. Al igual que su familia, Miguel de Castro, atraído por Cristóbal de Moura, apoyó la causa filipina durante la crisis dinástica. De esta manera, como obispo de Viseu, asistió a las Cortes de Tomar que proclamaron a Felipe II como rey de Portugal.
Este decidido apoyo le permitió ejercer importantes cargos en la Administración durante estos años. Fue miembro del consejo privado que debía asesorar al archiduque Alberto en sus quehaceres de gobierno en compañía del secretario Pedro de Alcáçova Carneiro y de Miguel de Moura, y en 1585 fue elevado al arzobispado de Lisboa, en lugar de Jorge de Almeida. En él desarrolló una intensa política eclesiástica: durante su ejercicio se publicaron, en 1588, las constituciones del arzobispado, se instituyeron en 1601 seis capellanías en la catedral y en 1609 se fundó la Cofradía de San Luis, en la iglesia del convento de la Anunciada.
Con todo, los abusos cometidos por el clero diocesano generaron ciertas protestas por parte de la población.
Entre el 5 de julio de 1593 y enero de 1600 fue miembro de la Junta de Gobernadores, debido a su experiencia en los negocios espirituales, junto a Juan de Silva (IV conde de Portalegre), Francisco de Mascarenhas (I conde de Santa Cruz), Duarte de Castelo- Branco (I conde de Sabugal) y Miguel de Moura.
Juró en este cargo en el Palacio de Ribeiro el 15 de agosto. Además, durante las ausencias de la Corte de Jorge de Ataíde, capellán mayor de la Casa Real portuguesa, ocupó de manera delegada, aunque sin título, este importante cargo palatino. Finalmente, Felipe III le nombró, de manera interina, virrey dePortugal, hasta que tomase posesión Diego de Silva y Mendoza, I marqués de Alenquer y V conde de Salinas, que sustituía a fray Aleixo de Meneses, arzobispo de Braga; éste había regresado a Madrid para presidir el Consejo de Portugal. Juró este cargo, a pesar de sus iniciales reticencias, el 11 de julio de 1615, y lo ocupó casi dos años, hasta el 16 de marzo de 1617, con gran mejoría de la Administración pública. Falleció el primero de julio de 1625.
Fuentes y bibl.: Biblioteca Nacional de Lisboa, Pombalina, cod. 151, fol. 105r.
F. de Almeida, História da Igreja em Portugal, t. III, parte II, Coimbra, Imprensa Académica, 1915, págs. 849 y ss.; D. B. Machado, Biblioteca Lusitana: histórica, crítica e cronológica, vol. III, Lisboa, Oficina Gráfica de Bertrand, 1933, págs. 471-472; J. V. Serrão, História de Portugal, IV. Governos dos reis espanhóis (1580-1640), Lisboa, Verbo, 2000, págs. 15, 41, 82 y 288.
Félix Labrador Arroyo
