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José María Alcácer Martínez

Biografía

Alcácer Martínez, José María. Aldaya (Valencia), 14.III.1899 – Madrid, 10.IX.1994. Compositor, organista y director de música (CM).

De su padre, músico profesional, recibe desde pequeño las primeras lecciones de solfeo. Alcácer Martínez lleva la música en la sangre. De los ocho a los catorce años estudia piano, solfeo y armonía en el conservatorio de Valencia. A los quince años gana la plaza y beca de organista en el seminario de la ciudad del Turia.

Tres años después, ingresa en la Congregación de los Misioneros paúles (1917). En mayo de 1926 recibe la ordenación sacerdotal en la basílica de La Milagrosa, de Madrid, templo y lugar donde permanecerá más tiempo, como organista y director del coro de la misma basílica hasta 1932 y más tarde de 1963 a 1994.

Los conservatorios de Valencia, Madrid, San Sebastián y Roma le ponen en contacto con maestros acreditados: Vicente Repullés, Emilio Vega, quien prologará el Cancionero religioso (1928), con Ferreti y Suñol, Manuel Palau, L. Réfice, Cassimiri y con Manari.

Con unos y otros perfecciona sus conocimientos de piano, órgano, canto gregoriano y polifónico, armonía y contrapunto, composición y orquestación.

Preso en la guerra de 1936, es exilado a Francia, de donde vuelve en 1938, pero antes —estando encarcelado en Las Ventas, de Madrid—, compone varias piezas musicales, entre ellas Galicia fue tu cuna y Las Yuntas.

Terminada la Guerra Civil, el padre Alcácer es enviado al seminario de los padres paúles, de Cuenca (1952) y de Salamanca (1957), como profesor y director del coro de estudiantes teólogos.

En 1988, por iniciativa del compositor Cesáreo Gabarain, la Asociación para la Promoción de la Música Religiosa (Apromur) rindió un homenaje de reconocimiento, en Madrid, al padre José María Alcácer, en el VII Encuentro Nacional de Música Religiosa.

En abril de 1990, el nuncio de su Santidad, monseñor Mario Tagliaferri le impuso la cruz Pro Ecclesia et Pontífice, condecoración que había sido creada por el papa León XIII para premiar la labor y entrega de una vida consagrada a la música religiosa.

Las obras variadas del padre Alcácer responden a un músico excepcional, como lo acreditan los críticos, directores y maestros de conservatorios y de capilla: Otaño, Almandoz, Arabaolaza, Artero, Aznar, Echarri, Prieto y Jesús María Muneta.

Canta la Navidad con villancicos cuyas letras, de Gerardo Diego, Luis Rosales y Eduardo Marquina entre otros, encantan por su sonoridad y delicadeza.

Asimismo, su Cancionero religioso popular no faltaba en los seminarios, parroquias y comunidades religiosas de España hasta el Concilio Vaticano II. Otaño llega a decir: “No se me alcanza ningún autor tan del pueblo español como el padre José María Alcácer”.

Y Muneta sentencia: “El mejor cancionero religioso de su época [...]. Ha perdurado, al menos, cuatro décadas”.

El Salterio, obra cumbre de José María Alcácer, conforma cuatro volúmenes y constituye un monumento ciclópeo musical, único en la música española.

No hay obra de tal envergadura, similar, ni en los maestros de capilla del pasado, de los siglos xvi al xvii, ni en la literatura musical moderna, según el musicólogo Jesús María Muneta. Los salmos para tres o más voces son de gran efectividad musical; los hay sencillos y adaptables al pueblo, al menos en parte, y otros accesibles sólo a grandes capillas musicales. En todos aparece, junto a la claridad de líneas y la verdad de las frases, un conocimiento de la técnica moderna que se encuentra acertadamente aplicada. Hay pasajes de grandes pretensiones, que recuerdan los oratorios de los grandes maestros alemanes: sonoridades dignamente efectistas, vena melódica intensamente sentida, técnica robusta y colorido de gran lirismo y expresión. Tal vez la historia de la música no registre otro caso de componer musicalmente los salmos de David. Trozos hay en ellos que parecen haber sido concebidos para orquesta, cuya interpretación en el órgano ha de aminorar su efecto. Ante todo, el padre Alcácer es artista de tendencias polifónicas y polimelódicas, en el sentido de la multiplicidad expresiva, en el uso simultáneo de los recursos vocales.

La Ofrenda lírico-litúrgica, terminada en 1984, inédita y conservada en el archivo de los padres paúles, de Madrid, en la que musicaliza la Liturgia de las Horas de todo el año, es otra contribución importante del genial músico a la música renovada por las directrices del Vaticano II. “Es como un cofre de piedras preciosas”, comenta Marcelino Boyero.

 

Obras de ~: Cancionero religioso en estilo popular, Madrid, La Milagrosa, 1928; Apuntes de legislación eclesiástica sobre música sagrada, Madrid, La Milagrosa, 1955; El Salterio, Madrid, La Milagrosa, 1945-1959; Cancionero polifónico para actos de culto, Madrid, La Milagrosa, 1963; Cantos interleccionales para todos los domingos del año y fiestas de precepto. Para schola y asamblea, Madrid, La Milagrosa, 1965; Ofrenda lírico-litúrgica, 1984 (inéd.); Cantoral litúrgico de la familia vicenciana, Madrid, La Milagrosa, 1990.

 

Bibl.: J. M.ª Muneta, José María Alcácer, un clásico de la música religiosa contemporánea, Teruel, Hijo de A. Perruca, 1988; C. Fernández, “La talla excepcional de un músico sagrado”, en Ecclesia, 2480 (1990); T. Marquina, José María Alcácer, un hito de la música religiosa actual (vida, obra y testimonios), Madrid, La Milagrosa, 1996.

 

Antonino Orcajo Orcajo , CM

 

 

 

 

 

 


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