Toscano, Sebastián. Oporto (Portugal), 1515 – Lisboa (Portugal), 1583. Agustino (OSA), traductor, predicador, teólogo, exegeta y escritor.
Fueron sus padres Tomás Gonçalves y María Toscano. Con dieciséis años (1531) llegó a Salamanca con la intención de estudiar derecho, y dos años más tarde ingresó en el Convento de San Agustín, donde profesó el 18 de febrero de 1533, en manos del entonces prior provincial de Castilla, Francisco de Nieva.
Para completar sus estudios fue destinado al Colegio de Siena (Italia), donde se encontraba el 10 de julio de 1540 cuando el prior general Jerónimo Seripando (1492-1563) le destinó al Convento San Agustín de Roma. Dos años más tarde, el 6 de marzo, sucedió en el cargo de secretario de la Orden a Marcos Tarvisino, oficio que desempeñó únicamente hasta el 3 de mayo del mismo año, dado que el clima de la Ciudad Eterna le perjudicaba a la salud, siendo trasladado al Estudio de Bolonia con el nombramiento de lector. El 30 de junio de 1543 estaba en posesión del título de bachiller en Teología, y el 8 de marzo del año siguiente fue nombrado regente de estudios de la Congregación de San Juan de Carbonara, de Nápoles. El ya citado Jerónimo Seripando, general de la Orden, le concedió el grado de magisterio en Teología, con facultad apostólica, el 11 de abril de 1545. Las dotes oratorias y fama de teólogo de Sebastián Toscano le fueron reconocidas también en España y Portugal, y los reyes Carlos V y Juan III, le nombraron predicador real.
Durante los años 1535-1566 la provincia agustiniana de Portugal estuvo gobernada, en nombre del general de la Orden, por los vicarios generales Francisco de Villafranca (muerto en 1555) y Luis de Montoya (1497-1569). En 1548 fue asignado Toscano al convento de Gracia de Lisboa, y una vez formado el Colegio de Coimbra, centro de estudios de la provincia de Portugal, gracias a la ayuda prestada por el rey Juan III y las gestiones de los reformadores y vicarios generales antes aludidos, se desplazó hacia este nuevo centro para ocuparse en labores docentes. Asistió, en representación de la provincia de Portugal, al capítulo general de 1551 celebrado en Bolonia, del 15 al 22 de mayo. En abril de este mismo año, Toscano y Montoya visitaron en el convento de Posílipo, cerca de Nápoles, a Jerónimo Seripando, donde se encontraba enfermo.
Aunque regresó a Portugal concluido el capítulo general, por falta de entendimiento con el vicario general Villafranca, hubo de salir de Portugal por orden de Juan III, partidario del gobierno de Villafranca. Desde mediados de 1551 pasó a residir en España. En el convento de Salamanca firmó el 15 de enero de 1554 la dedicatoria de su versión de las Confesiones de San Agustín. Después, por indicación del prior general al provincial de Castilla, fue destinado a Inglaterra para gestionar la recuperación de conventos y propiedades confiscados por Enrique VIII, dada la favorable coyuntura política una vez establecida en el trono María Tudor (1516-1558), segunda esposa de Felipe II. A pesar de los esfuerzos de Toscano los resultados de su estancia en Inglaterra fueron infructuosos, incorporándose a la provincia de Portugal a principios de 1561.
En el Convento de Nuestra Señora de Gracia, de Lisboa, el 15 de mayo de 1566 tuvo una oración fúnebre muy aplaudida sobre Alfonso de Alburquerque (1453-1515), capitán y gobernador de la India, artífice del Imperio colonial portugués, y cuyos restos mortales se habían traído de la India para inhumarse en la iglesia del Convento de Gracia.
En 1568 publicó Mística teología, obra dedicada al rey Sebastián, y considerada como uno de los primeros tratados de “teología mística”, si bien después de un detenido estudio del mismo, los especialistas descubren que no corresponde a un tratado doctrinal de mística, pese a su título. Toscano confirma que por entonces la teología mística significaba el “sentir y gustar secretos de Dios”, contraponiéndose a la “teología que se enseñaba en las escuelas”. El libro no ofrece una teología escolástica, sino una descripción de la “mística teología” en tanto en cuanto “trato o lenguaje secreto de Dios”. Se ocupa de la temática práctica y ascética de vida espiritual, deteniéndose en la frontera de lo propiamente místico. Entre las obras de otros escritores del siglo xvi, Mística teología ocupa los primeros puestos en cuanto propedéutica a la mística. Obra, pues, clásica de la literatura espiritual portuguesa, y primera en su género entre los autores agustinos portugueses y españoles.
La dedicación a los estudios era constante. En 1571, a su paso por el colegio de Coimbra, finalizó el comentario al profeta Jonás, editado en Venecia en 1573. También se interesó por la exposición del libro de Joel y de los Salmos. Aunque deseaba ocuparse en cuestiones culturales, la provincia de Portugal le nombró definidor y también le eligió en dos ocasiones provincial, la primera de 1572 a 1574. Una vez concluido este mandato de provincial quiso retirarse a la vida eremítica, siempre y cuando su ausencia no perjudicase a la provincia portuguesa, propósito que comunicó al prior general el 13 de marzo de 1575. Pasados unos meses ya se encontraba predicando en Lisboa, pero el general le concedió el 31 de febrero de 1576 retirarse al solitario convento de Peñafirme. El capítulo de 1578 le volvió a elegir provincial de Portugal, cargo que ejerció hasta 1580. Los últimos años de su vida los pasó en Lisboa, donde falleció entre los meses de marzo y julio de 1583.
De las obras que nos legó, la que mayor trascendencia ha tenido es la traducción al castellano de las Confesiones de San Agustín (Salamanca, 1554), versión que realizó por intereses espirituales o piadosos, por petición de una alta dama portuguesa, Leonor de Mascareñas (1503-1584), afincada en Castilla, y a quien le dedicó la traducción. Esta señora, señala Toscano, fue “aya del muy poderoso Príncipe de España Don Phelipe, y del serenísimo Infante Don Carlos, su hijo”, además de fundadora en Madrid del convento de franciscanas de Santa María de los Ángeles. Ella, Leonor de Mascareñas, fue quien encargó la primera traducción y edición de las Confesiones de San Agustín al castellano.
Sebastián Toscano fue consciente de la dificultad de traducir a una lengua que no es la suya materna, sino que todos sus conocimientos del castellano “es por arte, y nunca el arte, aunque lo procura iguala a la naturaleza”. En el prólogo intenta precaverse ante las posibles críticas y confiesa sus limitaciones y se ampara en la protección que ha de dispensarle el fondo de la obra más que la forma literaria de la misma, a pesar de su afanosa labor de traductor. Por si esto no fuera suficiente, consigue la inclusión de un soneto de Benito Arias Montano, dedicado al obispo de Hipona y a su traductor primero.
Con la edición latina del texto agustiniano preparada por Erasmo de Rótterdam, que mejoraba notablemente todas las anteriores, Sebastián Toscano consiguió verter en romance por vez primera el libro más clásico del hiponense, las Confesiones, prestando a quienes desconocían el latín una poderosa ayuda al posibilitarle la lectura de san Agustín. Una beneficiada de la traducción de Toscano fue santa Teresa de Jesús, y a través de ella a toda la mística española.
La versión castellana de las Confesiones pronto alcanzó el éxito editorial. Cinco ediciones en los primeros quince años: Salamanca, 1554; Amberes, 1555; Colonia, 1556; Salamanca, 1569, y Salamanca, 1579. Los estudiosos que han valorado la traducción de Toscano afirman que su trabajo es desigual, una vez examinados los criterios de traducción y el resultado literario de la traducción misma. A veces resulta soberbio, clásico y elegante, otras desacertado y demasiado ceñido a la letra. La traducción ocupa los diez primeros libros y los capítulos primero y segundo del libro undécimo de las Confesiones. Los restantes de este libro y los libros XII y XIII fueron omitidos por considerarlos más una exposición del Génesis y de la creación del mundo que noticia de la vida de san Agustín. El autor titula los capítulos y libros, inexistentes en el original latino de la obra, e introduce algunas referencias bíblicas, también ausentes en el texto latino.
Obras de ~: Las Confesiones del gran Doctor de la Iglesia San Agustín, traducidas del latín en romance por el M. R. P. Fr. Sebastián Toscano, Salamanca, Imp. Andrea de Portonaris, 1554 (Amberes, Imp. Martín Nucio, 1555; Colonia, Imp. Herederos de Arnoldo Bircmano, 1556; Salamanca, Imp. Pedro Lasso, 1569; Salamanca, Imp. Pedro Lasso, 1579; Amberes, 1747; Madrid, Imp. Joaquín Ibarra, 1766; Oraçâo em Santa Maria da Graça de Lisboa, a 19 dias de mayo de MDLXVI na tresladaçâo dos ossos da India a Portugal do mui illustre, e mui excellente capitan, e governador da India Alfonso de Alburquerque, Lisboa, Imp. Manuel Joâo, 1566); Mystica theologia, na qual se mostra o verdadeiro caminho para subir ao çeo conforme a todos os estados da vida humana, Lisboa, Imp. Francisco Correa, 1568 (Venetiis, Imp. Sebastián Rey, 1573); Mística theologia, en la qual se muestra el verdadero camino para subir al cielo conforme a todos los estados de la vida humana. Compuesta en lengua portuguesa, y traducido en romance por el doctor [Gonzalo de] Illescas su íntimo amigo, Madrid, Imp. Francisco Sánchez, 1573; Commentaria in Jonam Prophetam, Venetiis, 1573; Commentaria in Joelem profetham (inéd.); Exposiçao do psalmo 78 (inéd.).
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Rafael Lazcano González