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Diego de Cepeda

Biografía

Cepeda, Diego de. Diego Vázquez de Cepeda. Tordesillas (Valladolid), p. s. xvi – España, f. s. xvi. Presidente de Audiencia.

Natural de Tordesillas, Diego de Cepeda, o Diego Vázquez de Cepeda, pasó en el año 1543 de ser oidor en Canarias a ser presidente de la Real Audiencia en Perú. Su paso a tierras americanas se produjo acompañando al nuevo virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela, virrey que no sería bien recibido en el Perú al ser el responsable de intentar poner en prácticas las recientemente promulgadas por Carlos V, Leyes Nuevas.

Este primer virrey peruano procuró imponer severamente el cumplimiento de estas leyes que echaban por tierra las actuaciones llevadas hasta el momento por los españoles, y que les proporcionaban interesantes beneficios y poderes económicos. Las reformas sólo afectaban directamente a los encomenderos, pero de su buena fortuna dependían también la mayor parte de los colonos. A tal punto llegó el malestar, del que Gonzalo Pizarro se convirtió en abanderado, que se produjo una tercera guerra civil en el Perú, entre 1544 y 1548.

Núñez de Vela entró en Lima el 15 de mayo de 1544. Mientras tanto, el presidente de la Audiencia, Vázquez de Cepeda, y el resto de oidores recién nombrados, permanecieron en Panamá. En julio de 1544 entró en funcionamiento la Audiencia y desde un principio se hizo evidente que sus componentes eran partidarios de los amotinados en Cuzco.

Cuando Gonzalo Pizarro llegó a Lima, la Audiencia ya había depuesto al virrey, que se encontraba preso, en los últimos días de septiembre de 1544. Vázquez de Cepeda, en lugar de respaldar la autoridad virreinal, contribuyó a crear un vacío de poder del que esperaba obtener beneficio. La Audiencia embarcó al virrey con dirección a España, pero éste logró desembarcar en Túmbez, consiguiendo organizar una pequeña fuerza armada que le apoyaba, dirigiéndose a Lima, comenzando así los enfrentamientos armados con Pizarro.

Fuera de todo pronóstico, Gonzalo Pizarro no acabó con la rebelión una vez vencido el virrey y derogadas formalmente las Leyes Nuevas por parte de la Audiencia. Es más, manifestó claramente su deseo de hacerse señor del Perú, bajo amenaza de saquear la ciudad. De este modo, los miembros de la Audiencia se vieron obligados a asumir los dictados del ejército rebelde, no sin antes realizar un último intento. Ofrecían a Pizarro el dominio del sur del Perú, conservando los oidores el resto del territorio.

Tras ser rechazada la propuesta, cedieron el gobierno el 24 de octubre de 1544 con la única salvedad de que Pizarro ejercería el gobierno tan sólo hasta que el emperador designara un nuevo titular de su autoridad en el Perú. Este doble juego de Cepeda se manifiesta de nuevo en la primavera de 1547 cuando, junto al maestre de campo Carvajal, incitó a Pizarro para que se coronase como soberano del Perú. Ambos dieron muestra de habilidad dialéctica, conocimiento de recursos procesales y rebuscaron en la vieja historia de Castilla y otros países europeos en busca de casos en que la realeza hubiera surgido de una expresión popular (algo similar a la farsa de Ávila de 1465).

Sin embargo, cuando se estaban realizando estos preparativos, llegaron noticias del desembarco en Nombre de Dios en julio de 1546 del nuevo virrey designado por el emperador, el religioso Pedro de La Gasca. El licenciado La Gasca era el portador de la derogación de los puntos más conflictivos de las Leyes Nuevas, y del indulto a todo aquel que decidiera volver a la obediencia de la corona, elementos que harían que buena parte de los seguidores de Pizarro se sintieran más seguros bajo el régimen legítimo que bajo un gobierno sujeto a los vaivenes de la fortuna.

El enfrentamiento entre pizarristas y La Gasca finalizó el 9 de abril de 1548, tras la batalla de Xaquixaguana.

Cepeda, fingiendo avanzar para hacer un reconocimiento, atravesó el campo de batalla y se pasó al bando realista, donde La Gasca lo recibió con demostraciones de alegría que hizo que su ejemplo fuera seguido por otros, desvaneciendo así las ilusiones de Pizarro.

Después de las ejecuciones de Pizarro y Carvajal, pacificado el Perú, al licenciado Cepeda, que había sido tan culpable por lo menos como ellos, se le perdonó la vida a causa del servicio que había prestado al partido real desertando en un momento tan crítico; pero su traición no podía traerle el respeto, ni alcanzarle el honor de una recompensa. Fue enviado preso a España, donde acabó miserablemente sus días en el cautiverio.

 

Bibl.: J. C. Calvete de Estrella, Rebelión de Pizarro en el Perú y vida de Don Pedro Gasca, Madrid, Imprenta y Fundición de M. Tello, 1889; H. Lebrún, Historia de la conquista del Perú y de Pizarro, Barcelona, Imprenta y Librería de Subirana Hermanos, 1892; P. Gutiérrez de Santa Clara, Documentos relativos a Don Pedro de La Gasca y a Gonzalo Pizarro, ed. de J. Pérez de Tudela y Bueso, Madrid, Real Academia de la Historia, 1964; G. Lohmann Villena, Las ideas jurídico-políticas en la rebelión de Gonzalo Pizarro, Valladolid, Seminario Americanista, Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 1977; E. García Lozano, “Gonzalo de Illescas: historiador y cronista de Indias”, en VV. AA., Actas del II Congreso de Historia de Palencia, t. IV, Palencia, 1990, págs. 453-473; E. Fernández Torres, Historia de Tordesillas, Tordesillas, Ámbito Ediciones, 1993, págs. 213-215.

 

María Montserrat León Guerrero

Relación con otros personajes del DBE

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