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Juan José Melguizo y Martín

Biografía

Melguizo y Martín, Juan José. Atilano. Gárgoles de Abajo (Guadalajara), 8.III.1792 – Betanzos (La Coruña), 9.I.1869. Monje cisterciense (OCist.), teólogo, orador sagrado, mariólogo, canonista, historiador, vicario general de la Congregación de Castilla.

Es una de las figuras más relevantes de monjes exclaustrados de la Congregación de Castilla, que dejó fama de sabio y de santo, además de haber sido señalado por la Santa Sede como vicario general de la misma. Su padre, Gabino Pablo Melguizo, era escribano en Gárgoles, y tanto él como sus antepasados tuvieron mucho contacto con los cistercienses del Monasterio de Santa María de Ovila. Además, se da la coincidencia de que su madre Josefa Martín Pérez era hermana de fray Atilano Martín, monje de Sobrado de los Monjes (La Coruña), y abad del mismo monasterio los años 1807-1815. En 1807, año en que tomó el hábito su tío, él lo recibió en Sobrado el 10 de octubre, cambiando en esta ocasión su nombre de pila —Juan José— por el de Atilano, como su tío.

Al año siguiente sucedió la invasión napoleónica, que llevó consigo la expulsión de todos los monjes de sus monasterios. No se sabe la suerte que pudo correr fray Atilano. Lo más probable es que se refugiara en alguna casa de las cercanías, bajo la dependencia de algún monje. Al incorporarse de nuevo al monasterio no se sabe si volvió a Sobrado o fue destinado a alguno de los colegios que por entonces funcionaban en la congregación. Sobre su formación cultural adquirida en los colegios de la Orden, él mismo lo atestigua en una obra que le dio gran fama Honra y gloria del clero español, escrita después de 1835, cuando ya se hallaba exclaustrado a causa de las leyes desamortizadoras.

En la portada interna del tomo I aclara algunos conceptos sobre su persona, al considerarse “monge esclautrado del Orden de San Bernardo, Lector que fue de Filosofía en el Colegio de Meira, Regente de Moral en el de Acaveiro, y maestro de Teología Escolástica en el de Salamanca quien la dedica a los sabios y virtuosos eclesiásticos”. Debajo del título de la misma aclara: “En esta obrita se impugna cuanto los filósofos impíos, los falsos políticos, y los hipócritas jansenistas han dicho, hecho y escrito contra la continencia clerical, los votos monásticos y sus profesores; se defiende la Sagrada Teología, y se manifiestan los medios seguros para vencer a los enemigos de la Iglesia católica, apostólica y romana”.

De sus escritos se colige que se hallaba regentando la Cátedra de Teología en el Colegio de Salamanca, y luego se instaló como capellán de las religiosas cistercienses de Santa Ana de Valladolid, en cuyo monasterio permaneció ocho años. Allí se descubrieron sus excelentes dotes de orador sagrado que le distinguieron en lo sucesivo. Se lanzó hacia un apostolado intenso de acción, mediante, clases, conferencias y la predicación. Entre los apuntes que se conservan de él, figura una lista ordenada de abades generales de la Congregación de Castilla, al final de la cual añade: “Fue suprimida la orden en España y sus Yndividuos bagamos exclaustrados por donde Dios quiere”.

A pesar de ofrecer la lista completa de los generales, no dice nada de su nombramiento por la Santa Sede como vicario general, para ayudar y responder de los monjes exclaustrados, que no podían volver a reunirse en sus monasterios.

Tiene dos obras marianas propiamente dichas, un mes de mayo, obra póstuma, que pudo ser adaptada después de su muerte; la otra, titulada La Madre de Dios conocida y amada de sus devotos que dedicó a la reina Isabel II. Viene a ser una especie de tratado sobre la Santísima Virgen en el que desarrolla los principales misterios marianos.

Se ignoran las vicisitudes de los últimos años del padre Melguizo, ni el porqué no se estableció en su tierra natal, sino aparece avecindado en Betanzos (La Coruña), donde estaba adscrito a la parroquia de Santa María del Azogue, y era dueño de una casa sobre la muralla.

 

Obras de ~: La Madre de Dios conocida y amada de sus devotos, o sea, la felicidad de todos los españoles devotos de María Santísima, Madrid, s. f. (dedicado a la reina Isabel II); Son más los que se salvan que los que se condenan, o sea, razones en las que se apoyan los católicos para defender esta opinión, Madrid, 1860; Flores de Mayo o Mes de María, en que se hallan treinta y cuatro sermones, Madrid, 1861, pág. 302; Honra y gloria del Clero español, encuadernados en pasta española, Madrid, 1843, 2 ts.; “Pláticas esclusivas para Sacerdotes y Religiosos de ambos sexos”, en F. L. García, Biblioteca Predicable, serie 10, Madrid, Imprenta de D. José Redondo, 1850, págs. 164-339; Explicación de las cuatro partes de la Doctrina Cristiana o instrucciones dogmático morales, en que se vierte toda la doctrina del Catecismo romano, Madrid, 1855; Sermones para misiones con algunas pláticas que la costumbre ha hecho necesarias o muy convenientes en las mismas, y los correspondientes a los versos del salmo Miserere, Madrid, 1855.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Monasterio de Oseira, Tumbo del Monasterio de Ovila, pág. 149; Archivo del Monasterio de Gradefes, Actas del Monasterio de Avilés.

A. Melguizo, Honra y gloria del clero español, t. I, Madrid, Frossart y Cía., 1843, pág. 217; VV. AA., Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, vol. XXXIV, Barcelona, José Espasa e Hijos Editores, 1917, pág. 434; F. Layna Serrano, El Monasterio de Ovila, Madrid, Nuevas Gráficas, 1932, pág. 117; C. García, “Otro catálogo de generales reformadores”, en Cistercium (1952), págs. 228-231; E. Martín, Los Bernardos españoles, Palencia, Gráficas Aguado, 1953, págs. 85 y 91; P. Guerin, “Melguizo, Atilano”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, t. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, pág. 1466; A. Linage Conde, El Monacato en España e Hispanoamérica, Salamanca, Universidad Pontificia, 1977, pág. 612; D. Yáñez Neira, “Fray Atilano Melguizo”, en Wadal- Hayara, n.º 18 (1991), págs. 193-211; “El último Vicario General de la Congregación de Castilla Fray Atilano Melguizo (1792-1992)”, en Cistercium (1992), págs. 531-553.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

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