García Lorenzo, Alfredo. Santa Cruz de Tenerife, 1900 – Santander (Cantabria), 17.X.1971. Ingeniero y prehistoriador.
Después de sus estudios de secundaria, quiso hacer la carrera de marino mercante. Sin embargo, sus padres lo enviaron a Madrid a estudiar en la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, donde, tras un brillante examen de ingreso, cursó toda la carrera con excelente aprovechamiento. Poseía, pues, el título de doctor ingeniero, y como tal aceptó el primer destino en la provincia de Gerona.
Después en los años treinta pasó a Santander, donde ocupó el cargo de ingeniero-jefe de Vías y Obras en la Diputación Provincial.
Fue un profesional de gran competencia y su espíritu de trabajo y eficacia era reconocido por todos. Hombre serio en el trato y muy sobrio en sus relaciones sociales, dedicaba gran tiempo a la lectura y llegó a poseer una cultura excepcional en campos muy diversos de la ciencia y de la literatura. Mantenía amistad con el doctor J. Carballo, director del Museo Provincial de Prehistoria, y eso le llevó a interesarse por el mundo de las cuevas prehistóricas, tan abundantes en Cantabria. No obstante, García Lorenzo visitó también con detención y reiteradamente la mayor parte de las cuevas con arte rupestre de España y de Francia, hasta constituirse en un buen conocedor del tema y con contactos con los mejores prehistoriadores de la época.
Su contribución a la Prehistoria puede concentrarse en tres áreas. La primera fue tomar a su cuidado la revisión de las cuevas con arte rupestre, descubiertas en Cantabria cuarenta años antes, a principios de siglo, cuyo estado de conservación era muy deficiente, debido, por una parte, al abandono y, por otra, a las agresiones provocadas por los escasos visitantes que acudían a ellas de forma incontrolada. García Lorenzo se preocupó de limpiarlas y acondicionarlas para que pudieran ser visitadas cómodamente por los especialistas y por el público interesado, para lo cual fue preciso realizar obras de acceso y dotar a las mismas de guías responsables, lo que llevó a cabo a través de una entidad llamada Patronato de las Cuevas Prehistóricas de la Provincia de Santander.
La segunda tarea que realizó fue la exploración sistemática de la región, lo que le llevó al descubrimiento de nuevas cuevas con pinturas, como las de Las Monedas y Las Chimeneas en Puente Viesgo, el hallazgo de pinturas en cavernas ya conocidas, como La Cullalvera, o finalmente el descubrimiento de otros yacimientos paleolíticos como las cuevas de El Juyo y La Chora. A todo ello se unió el hallazgo de obras de arte hasta entonces desconocidas en las ya clásicas cuevas de El Castillo y La Pasiega. Asimismo contribuyó eficazmente a la realización de las grandes excavaciones internacionales de los años cincuenta y sesenta en la zona cantábrica, como las de las cuevas de El Pendo y Morín.
Finalmente, la tercera área de eficaz aportación al progreso de las investigaciones prehistóricas se centró en la cueva de Altamira y en el problema de la conservación de sus pinturas. Fue el primer prehistoriador que alertó sobre el peligro a que estaban sometidas a causa de una masiva e incontrolada afluencia de visitantes. Realizó estudios físicos sobre el microclima de la cueva y la incidencia que en él suponía la presencia humana, con las consiguientes alteraciones sobre la superficie donde se encuentran depositados los pigmentos. Los análisis y el estado de alarma fue presentado a los prehistoriadores en distintas reuniones internacionales, creando un ambiente de preocupación y responsabilidad que se tradujo, más allá de la muerte de García Lorenzo, en el cierre al público de Altamira y en la intensificación de los estudios de conservación no sólo en este importantísimo yacimiento, sino en otras cuevas con pinturas paleolíticas, lo que ha salvado, al menos por ahora, este destacado patrimonio artístico de la Prehistoria.
Obras de ~: con J. Endériz, “La conservación de las Cuevas Prehistóricas y las pinturas ubicadas en ellas”, en VV. AA., Santander Symposium, Santander-Madrid Union Internationale des Sciences Préhistorique et Protohistoriques, 1972, págs. 525-557.
Bibl.: http://campus.usal.es/~revistas_trabajo/index.php/ 0514-7336/article/viewFile/1829/1884.
Joaquín González Echegaray