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Juan de Aranda Salazar

Biografía

Aranda Salazar, Juan de. Castillo de Locubín (Jaén), c. 1600 – Jaén, 1.XII.1654. Arquitecto, maestro mayor de las catedrales de Córdoba, Granada y Jaén.

Perteneciente a una familia de canteros baezanos de gran prestigio, los Martínez de Aranda, su nacimiento en Castillo de Locubín, villa cercana a Alcalá la Real (Jaén), abadía sufragánea de la diócesis de Toledo en cuyo territorio se integraba, es consecuencia de la diáspora producida a finales del siglo xvi en el gran taller de cantería renacentista de Úbeda y Baeza. Esta dilatada familia, que tiene sus orígenes en Ginés Martinez el Viejo, alcanzará su timbre más brillante en su nieto Ginés Martínez de Aranda (falleció en 1620), arquitecto que estuvo al servicio del arzobispo de Santiago, Maximiliano de Austria, desde los días en que éste regentó la abadía de Alcalá y la Real y después fue obispo de Cádiz, considerado el arquitecto responsable de la introducción del Renacimiento en arquitectura en Galicia. Ginés Martínez, que es autor, además, de un tratado de Cortes de cantería, será el maestro de su sobrino Juan de Aranda Salazar, hijo de su hermano Francisco de Aranda, llegado a Castillo de Locubín con él y otros parientes para hacer un puente sobre el río San Juan, mediada la década de 1580. Francisco de Aranda casó allí en segundas nupcias con Juana Villén hacia 1598, de cuya unión nacieron dos hijas y un hijo, pero muerto Francisco muy pronto, en torno a 1605, el pequeño Juan entraría enseguida bajo la protección de su tío Ginés, quien lo iniciaría en el arte de la estereotomía en obras que él llevaba en Alcalá la Real, como maestro mayor que era de la ciudad.

Casado con Ana Jerez, hija de labriegos de su villa natal, el matrimonio abandonó pronto Castillo de Locubín para dirigirse a Córdoba (1623), para asentarse en Torres Cabrera, lugar próximo a la ciudad, donde Juan de Aranda solicitó a los tres años el cargo de familiar de la Inquisición, vacante en dicho lugar y que le fue concedida. Este cargo llevaba, aparte de algunos beneficios económicos, el privilegio de estar exento de justicia ordinaria y sobre todo proporcionaba un cierto rango social, como consecuencia de pertenecer a una institución en la que la limpieza de sangre era condición indispensable. En los años siguientes realizó los cadalsos para los autos de fe celebrados en la capital cordobesa (1625, 1626 y 1627), de los que haría alarde en otra solicitud posterior del mismo cargo para su villa natal (1628). Pero más que estas tristes y no muy destacadas obras, el encargo más importante para el que es llamado por el cabildo de la catedral de Córdoba será la continuación del retablo mayor, hecho en mármol, diseño del jesuita Alonso Matías, obra capital no sólo en su género, sino para las nuevas formas arquitectónicas, en general, de la primera mitad de siglo y modelo para Aranda en posteriores composiciones de portadas, principalmente.

Finalizado el retablo en 1628 y tras conseguir el puesto de familiar de la Inquisición en Castillo de Locubín, opta y alcanza el empleo de maestro mayor de la catedral de Granada, en 1631, vivamente recomendado por el cabildo cordobés, que alaba su trabajo en el citado retablo y califica al arquitecto de hombre “de grande ingenio y muchas suficiencias”. No habría que descartar entre medias una estancia en Sevilla, pues allí tuvo casa y en ella murieron su mujer y algunos de sus hijos, siendo frecuentes los viajes posteriormente a aquella ciudad. El desempeño del puesto de maestro mayor de Granada duró poco tiempo, tan sólo tres años. La falta de recursos de la Iglesia granadina para proseguir la obra del gran templo iniciado por Siloé, mantiene prácticamente inactivo a Aranda.

En cambio, en Jaén, y gracias al impulso emprendedor de Baltasar Moscoso y Sandoval, obispo de Jaén y cardenal, más tarde arzobispo de Toledo, se va a continuar la obra de la catedral renacentista iniciada por Vandelvira y prácticamente paralizada tras su muerte hasta este momento de 1634.

Elegido Juan de Aranda para dirigir las obras de la catedral, firma contrato como maestro mayor en marzo de ese año, permaneciendo al frente de las obras hasta el final de su vida, y en Jaén fijó su residencia, contrayendo nuevas nupcias con Mayor de Mérida en 1645, de la que no hubo descendencia.

Lo construido hasta entonces en el templo se limitaba al bloque sudoriental, compuesto por la sacristía, sala capitular y panteón, con sus correspondientes estancias altas, más las capillas de la nave lateral derecha hasta el crucero, éste inclusive. De ahí que lo primero que se le encargara fuera levantar planos de planta y alzado de todo el templo, antes de comenzar a construir por la cabecera. En el tiempo que estuvo al frente de las obras, los últimos veinte años de su vida, se edificó el tramo comprendido entre la cabecera y el crucero, incluida la cúpula de éste, lo que permitiría consagrar solemnemente el nuevo templo en 1660. Fiel continuador del proyecto de Vandelvira en lo estructural, Aranda introduce su estilo personal solamente en la decoración de las bóvedas baídas y la molduración de los vanos y cresterías exteriores, que no era otro que el de un repertorio elegante de formas y motivos tardorrenacentistas, derivados del arte de su tío Ginés Martínez, destacando como elemento propio más sobresaliente la cúpula del crucero, de evocación escurialense en lo formal e italianizante en lo decorativo, y como tal cúpula de las primeras que se hacen en España. También hay que destacar la sutil integración de un resto ornamental gótico-flamígero del viejo templo, que hubo de derribar, en el muro exterior de la cabecera, en una consciente valoración patrimonial del pasado histórico.

Como correspondía a su cargo de maestro mayor tuvo la responsabilidad de todas las obras eclesiásticas de la diócesis, entre las que habría que destacar la ex colegiata de Castellar de Santisteban, fundación del obispo de Cartagena, Mendo de Benavides, natural de la villa; el santuario de los Santos de Arjona, fruto de una curiosa e interesante “excavación arqueológica” en busca de reliquias de mártires cristianos e intervenciones parciales en otros muchos, dominando plantas sencillas muy sobrias de decoración con tendencia al uso de plantas centralizadas para sacristías, que evidencian un seguimiento actualizado del gusto oficial, donde El Escorial e Italia son polos de referencia, en tanto que en portadas y vanos opta por la rica tradición renacentista local del excelente corte de piedra y una decoración más lujosa.

Su buena reputación hizo que fuera requerido para obras importantes desde Toledo hasta Andalucía, siempre dentro del ámbito religioso. Así, mantuvo una continua relación con Sevilla, como se apuntaba, a través de la Compañía de Jesús y del mismo cabildo catedralicio con motivo de la construcción del sagrario, cuyas obras, al frente de las cuales estuvo su yerno Juan Roldán como aparejador, visitaba en 1650 y 1652. Y en conexión con sus estancias sevillanas deben estar sus trazas para la iglesia prioral de El Puerto de Santa María (1635), llevadas a cabo después por Martín de Calafate. Igualmente mantuvo vinculación con Córdoba, donde se documenta su intervención en la torre de la catedral y en las casas episcopales. Por otra parte, el trato y la confianza dispensados por el cardenal Moscoso haría que desde Toledo lo llamara para consulta de obras en Ciudad Real y, sobre, todo en la capilla de las reliquias u Ochavo de la catedral de Toledo.

Juan de Aranda no dejó sucesor directo en su oficio, pues a su muerte el único hijo era un colegial que encaminaba sus pasos en otra dirección, pero sí formó a un nutrido grupo de aprendices a la sombra de la obra de la catedral de Jaén, entre los que destacó su yerno, Juan Roldán, y Eufrasio López de Rojas, quien habría de continuar más adelante aquella obra de la que había sido el segundo gran artífice, y como tal fue reconocido por el cabildo, que con toda solemnidad recibió su cuerpo en la puerta mayor de la catedral para ser enterrado junto a la puerta del coro el 1 de diciembre de 1654.

 

Obras de ~: Finalización del retablo de la catedral, Córdoba, 1628; Continuación de las obras de la catedral, Jaén; Construcción del Sagrario de la catedral, Sevilla.

 

Bibl.: A. Ponz, Viage de España, t. XVI, Madrid, Viuda de Ibarra, 1794; E. Llaguno y Amirola, Noticias de los arquitectos y arquitectura de España, desde su restauración: acrecentada en notas y adiciones y documentos por D. Agustín Ceán Bermúdez, Madrid, Imprenta Real, 1829; P. Galera Andreu, Arquitectura de los siglos xvii y xviii en Jaén, Granada, Caja General de Ahorros y Monte de Piedad. Seminario de Estudios, 1977; P. Galera Andreu, “Una familia de arquitectos jiennenses: Los Aranda”, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 95 (1978), págs. 3-13; L. Gila Medina, “Ginés Martínez de Aranda: Su vida, su obra y su amplio entorno familiar”, en Cuadernos de Arte de la universidad de Granada, 19 (1988), págs. 65-82.

 

Pedro A. Galera Andreu

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