Ayuda

Francisco Javier de Winthuysen y Pineda

Imagen
Biografía

Winthuysen y Pineda, Francisco Javier de. El Manco. El Puerto de Santa María (Cádiz), 18.VIII.1747 – Cabo de San Vicente (Portugal), 14.II.1797. Marino.

Era hijo del jefe de Escuadra Francisco Javier de Winthuysen y Ticio y de Petronila de Pineda y Terry. La vista del mar, las numerosas fuerzas navales que normalmente frecuentaban el puerto, capital del primer departamento marítimo de España, y el ser su padre jefe del cuerpo, con justo prestigio, despertó en nuestro personaje desde bien joven su afición por la azarosa vida de la mar.

Le tocó vivir en la época del estado absolutista y en la segunda mitad del denominado siglo de la Ilustración, dominado por el pensamiento de Francia. En el año de nacimiento de Winthuysen ostentaba la Corona Fernando VI, bajo cuyo reinado el marqués de la Ensenada realizaría su política de reformas. La Real Armada recibiría un gran impulso y se estableció una alianza con Inglaterra y Portugal dentro del llamado “equilibrio europeo”. En 1754 cayó Ensenada y se mantuvo la neutralidad en la Guerra de los Siete años (1756-1763).

Sentó plaza de guardia marina en Cádiz el 11 de noviembre de 1757 y, realizados los estudios elementales, en el año 1759, embarcó por primera vez en el navío Dichoso, de la escuadra del marqués de la Victoria. Falleció el Rey sin descendencia, y ocupó el Trono su hermanastro el rey de Nápoles Carlos III. Con su escuadra condujo al nuevo Rey desde Nápoles a Barcelona para ocupar el Trono de España. Desembarcado el Rey, el navío reparó en Cartagena y se dirigió a Ferrol para desarme, a principios de 1760; allí Winthuysen trasbordó al navío Oriente, regresó a Cádiz y desembarcó.

Con Carlos III empuñó las riendas del poder la generación del despotismo ilustrado. La etapa se caracterizó por las grandes inquietudes de reforma de la sociedad. Pero el tono del siglo no era típicamente español. España iba a producir hombres de talento, pero no grandes genios. La Europa del despotismo ilustrado presidió una etapa de acentuado belicismo que, por lo que atañe a España, hizo inviable la neutralidad fernandina. Carlos III orientó su política exterior en torno al problema indiano. El instrumento de esta política fue el Tercer Pacto de Familia de 1761, encaminado a cortar, sin conseguirlo, la expansión inglesa en el Nuevo Mundo.

En el año 1761, volvió a embarcar en el navío Héctor, donde trasportó tropas a los presidios de África y caudales a Génova y Marsella, patrullando después entre los cabos de San Vicente y Santa María para proteger la recalada de las embarcaciones mercantes procedentes de América, y practicó el corso. Se había entrado en la Guerra de los Siete Años, debido a las continuas provocaciones de Inglaterra. Los ingleses ocuparon La Habana y Manila; España recuperó la Colonia de Sacramento e invadió Portugal. En 1763 se firmó la Paz de París, por la que a cambio de La Lousiana (francesa), Manila y La Habana, se devolvió Sacramento y se cedió La Florida, la bahía de Pensacola y el fuerte de San Agustín. Con el navío de su destino estuvo agregado, en 1763, a la escuadra de Regio, que protegía la bahía de Cádiz de un ataque que los ingleses tenían proyectado sobre ella y que no llegó a verificarse. En esta época trasbordó al navío Fénix, de la misma insignia, en donde permaneció hasta la paz de 1763 con Inglaterra y Portugal, y después desembarcó. Al poco tiempo, fue destinado al navío Gallardo, con el que navegó a Canarias conduciendo caudales y tropas, y a su regreso realizó vigilancia sobre cabo San Vicente y pasó al navío España en 1764, capitana de la flota del jefe de escuadra Idiáquez, con la que navegó a diferentes puntos de la América del Norte durante treinta y tres meses como ayudante de órdenes del mayor general, y desembarcó en Cádiz.

Por sus constantes navegaciones, aptitud y disposición obtuvo, en los últimos años de guardia marina, el destino de maestro de navegación de la Academia de Cádiz. A los ocho años y tres meses de haber sentado plaza y cerca de los siete embarcado, fue ascendido a alférez de fragata (13 de febrero de 1766).

En 1768 se inició el apogeo del reformismo y nuevas tensiones hispano británicas por el desembarco de una expedición inglesa en las Malvinas; durarán hasta 1774. En 1769, ascendido a alférez de navío (17 de septiembre de 1767), embarcó en el navío Santa Isabel y pasó a Ferrol, donde realizó vigilancia sobre la costa de Galicia, y a mediados de ese año se desarmó su buque en dicho departamento. En 1770, tuvo destino en el navío Santo Domingo, con el que vigiló las costas gallegas y verificó una campaña de prueba con varios buques, entre ellos los navíos Trinidad y Guerrero, de la escuadra de Castejón. Al terminar pasó, con su buque, al departamento de Cádiz y trasborda a la fragata Palas, con la que hizo un viaje a las islas Filipinas y Marianas conduciendo pertrechos de guerra y siendo ascendido a teniente de fragata (13 de enero de 1771) durante la comisión. Al llegar a España, desembarcó en Cádiz (7 de agosto de 1772) y volvió a embarcar en la fragata Industria, con la que salió para Lima, donde por sus méritos fue elegido mayor de la división naval mandada por el capitán de navío Hidalgo de Cisneros, que prestó diferentes y muy útiles servicios en el Pacífico protegiendo el comercio español; y con su fragata regresó a Cádiz, conduciendo caudales, y fue promovido a teniente de navío en la promoción general de 28 de abril de 1774. Transbordado a la fragata Venus, salió inmediatamente para Filipinas con pertrechos. Al regresar a España en 1776, fue nombrado alférez de la compañía de guardia marinas del departamento de Cádiz. Sin embargo, tuvo que embarcar en el navío San Agustín (9 de noviembre) agregado a la escuadra de Gastón, pero al salir el buque a la mar fue transbordado al navío San Francisco de Paula hasta que pasó de transporte a Ferrol en el navío San Miguel (febrero de 1777). En esa época se dispuso por el Gobierno establecer en los departamentos de Ferrol y Cartagena compañías de guardia marinas, como lo estaba en Cádiz, y Winthuysen fue comisionado para organizar la de Ferrol, llevando sesenta jóvenes de la de Cádiz. Una vez cumplida su comisión (7 de abril de 1778), fue nombrado comandante de la fragata Santa Leocadia, nombramiento conseguido por méritos pues su empleo era de teniente de navío y este buque correspondía al empleo superior. Inmediatamente salió a desempeñar una comisión reservada e importante en las islas Canarias y, al regreso a Ferrol, fue ascendido a capitán de fragata (23 de marzo de 1778). Al desembarcar en agosto del mismo año, se le confirió de nuevo el mando interino de la Compañía de guardia marinas de Ferrol, hasta que pasó a mandar la fragata Escolástica (13 de junio de 1779). Durante la guerra contra Inglaterra (Carlos III había decidido intervenir ese año en la guerra americana al lado de Francia y en ayuda de las trece colonias inglesas de Norteamérica, sublevadas desde 1766), desempeñó varias comisiones con las divisiones de la fragata Santa Leocadia y el navío Dragón y también mandó sus propias divisiones de buques menores, escoltó y protegió el tráfico marítimo desde la Bayona gallega a la francesa, sosteniendo repetidos encuentros con los buques de guerra ingleses que bloqueaban las costas, siendo todos ellos favorables y teniendo la fortuna de que no le apresasen ninguna embarcación de las que convoyaba.

El 22 de marzo de 1780 pasó a mandar de nuevo la fragata Santa Leocadia, con la que siguió prestando importantes servicios en las costas gallegas y cántabras. En una de sus salidas de Ferrol, llevó a sus órdenes las fragatas francesas La Fe y La Inconstancia y con otras españolas que se les unieron, protegió el tráfico marítimo y realizó reconocimientos de las escuadras enemigas. Ya entrado el año 1781, desempeñó una comisión reservada en las islas Terceras y en América del Norte con la balandra Santa Natalia. Con ella sostuvo un combate con el navío inglés Canadá de setenta y cuatro cañones, quedando destrozada, con el resultado de ochenta muertos y ciento seis heridos. El propio comandante perdió el brazo derecho a los treinta y cinco minutos de empezado el combate, por el impacto de una bala de cañón, teniendo que entregar el mando al segundo Pérez Monte, quien herido al poco rato tuvo que entregarlo a su vez al oficial Moscoso, que siguió la acción hasta tener que arriar la bandera por imposibilidad de defensa tras cinco cuartos de hora de combate. El buque fue conducido a Cork con los restos de su dotación. Los cirujanos ingleses amputaron el brazo de Winthuysen, siendo trasladado a Portsmouth primero y después a Cádiz bajo palabra de honor, donde obtuvo el canje y también el ascenso a capitán de navío (16 de septiembre de 1781) en recompensa a sus méritos. En ese año se reconquista Menoría, inglesa desde 1708.

Apenas restablecido de sus heridas, solicitó destino embarcado, confiriéndosele el mando del navío Terrible, uno de los que componían la escuadra combinada de Córdoba, con la que realizó la segunda campaña del canal de la Mancha y después pasó a la bahía de Algeciras para el ataque a Gibraltar con las baterías flotantes. Al fracasar el intento, Córdoba ordenó que los botes y lanchas de los navíos de la escuadra socorrieran a las flotantes; Winthuysen, con el arrojo que le era propio, se embarcó inmediatamente en uno de los botes de su navío, y seguido de los demás se dirigió a la línea de flotantes, y momentos antes de que volasen, con sumo trabajo y riesgo, sacó a la dotación y heridos de la Rosario, que mandaba el capitán de fragata Muñoz. En esta arriesgada operación recibió una herida de bala de fusil en la espalda y una fuerte contusión en la pierna izquierda. Participó en el combate de cabo Espartel (20 de octubre de 1782), ocupando el puesto trece de los navíos de la vanguardia, defendiéndolo con valentía, aunque tuvo bastantes bajas en su dotación. De regreso a Cádiz y siendo su navío destinado a América, cuyo clima podía serle perjudicial a su salud, resentida por la mutilación y las heridas posteriores, entregó el mando y quedó desembarcado en el citado departamento (1 de diciembre de 1782). En 1783 se firmó el Tratado de Versalles por el que Inglaterra reconocía la reconquista española de Menorca y el dominio sobre las dos Floridas y Honduras; a cambio, recibió las Bahamas y Providencia (ocupadas durante la guerra).

El 13 de septiembre de 1783 obtuvo el mando del navío San Pascual, que con el Triunfante y el bergantín Infante formaban división al mando del brigadier Aristizábal, la cual penetró hasta el fondo del Mediterráneo, pasó el estrecho de los Dardanelos y fondeó en Constantinopla, desempeñando una comisión de Estado cerca de la Sublime Puerta, con quien se había entrado por primera vez en relaciones diplomáticas. Antes de cruzar Dardanelos, varó el San Pascual, produciéndose una vía de agua de consideración, y tuvo que fondear en una de las ensenadas de la costa próxima y en donde, sobre otra embarcación preparada al efecto, dio la quilla el navío y reparó la vía de agua. En esta operación lució la actividad y conocimientos marineros de Winthuysen, mereciendo elogios de Aristizábal. Al regreso a España, desembarcó en Cartagena (8 de mayo de 1785) por desarme y el 14 de junio de siguiente fue ascendido a brigadier y se casó con María Felipa de Llano y Delgado de Nágera con la que tuvo varios hijos.

El 25 de julio de 1786 se le confirió por Real Orden el mando interino de la compañía de guardia marinas de Cádiz y, sin desatender su destino, se le nombró mayor general interino de la Armada (enero de 1787). Por presentarse ambos titulares cesó en las dos comisiones (25 de agosto de 1787) y, seguidamente, se le asignó la comisión de inspector y visitador de los Colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga para la redacción de sus respectivas ordenanzas, estudios y demás, dejándolas listas en el término de seis meses y regresando a la capital del departamento. Durante la revista anterior se le dio el encargo de examinar las minas de carbón de piedra, situadas en las inmediaciones del río Guadalquivir y del pueblo de Villanueva del Río, distante nueve leguas de Sevilla. Levantó el plano de su situación con respecto al río y la sonda de este desde Sevilla a Villanueva y rindió una memoria de ello y de la cantidad de mineral.

Murió Carlos III (14 de diciembre de 1788) y le sucedió su hijo Carlos IV. España había comenzado a adquirir sus perfiles actuales. La acomodación de ciertas instituciones y la penetración de la ideología reformista prepararon la irrupción liberal de las Cortes de Cádiz y la evolución del complejo proceso del siglo xix. Se produjo el célebre incidente de Nutka (apresamiento de buques ingleses fondeados en esa isla, hoy canadiense). En Europa, se produjo, en 1789, la Revolución Francesa. La burguesía asumió directamente el ejercicio del poder. Las ideas racionalistas y humanistas influyeron en la praxis políticosocial europea. La teoría del origen divino del poder declinó ante una nueva concepción del Estado.

El 1 de noviembre de 1789 fue nombrado comandante general del cuerpo de pilotos de la Armada, con el encargo de inspeccionar personalmente las escuelas de los departamentos y las demás del Reino para uniformar sus estudios, operaciones y demás concernientes a la admisión y salida de los jóvenes que se dedicasen a la carrera de navegación. Visitó todos los puntos del litoral español, estableció algunas escuelas náuticas donde no las había, puso en analogía el plan de estudios y el método de enseñanza de estas escuelas con las de los departamentos y las establecidas en los Colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga, desterró viejos abusos y planteó útiles y bien meditadas reformas, dejando trabajos de mucho mérito en que patentizaba su laboriosidad e interés por el Servicio. Cumplida esta comisión, que duró hasta principios de 1792, no habiendo desempeñado cargo alguno de ventaja pecuniaria, y consumido su patrimonio en el real servicio, solicitó de Su Majestad alguna gracia: pensión, encomienda o ascenso, y Carlos IV dispuso inmediatamente que se le concediese una encomienda de las Órdenes Militares y se le tuviese en cuenta para ascenso. Winthuysen era, desde subalterno, caballero profeso en la Orden de Santiago, pero no habiendo encomienda vacante en ésta, se le confirió la administración de la del Corral de Caracuel, en la de Calatrava, que rendía 15.800 reales de vellón, y fue ascendido a jefe de escuadra (11 de noviembre de 1792) por los méritos contraídos en la inspección y organización de las escuelas de Pilotos del Reino y en consideración de los anteriores servicios distinguidos. Tuvo lugar la expedición de límites en Nutka. Manuel Godoy, amante de la Reina, sucedió al conde de Aranda en la Secretaría de Estado. La Convención francesa declaró la guerra a España (7 de marzo de 1793) por la falta de reconocimiento del Rey de España; durante ella se produjo la ocupación de Tolón por una escuadra combinada hispano-británica mandada por Lángara y Hood.

Siguió desempeñando la Comandancia General de pilotos y, habiendo solicitado con reiteración mando embarcado, se le destinó de general subalterno a la Escuadra del Océano (1795), arbolando su insignia en el navío de tres puentes San José. El 14 de octubre del referido año pasó con la escuadra al Mediterráneo y allí continuó hasta la Paz de Basilea y la conclusión de la guerra con la Gran Bretaña (22 de julio de 1795). Se firma entre España y Francia el Tratado de San Ildefonso, que alarma a Inglaterra, y se reinició la guerra.

Al empezar 1797 se hallaba la escuadra en Cartagena, siendo comandante general el teniente general Córdoba, y se componía de veintisiete navíos de línea, entre ellos siete de tres puentes, ocho fragatas, tres urcas y un bergantín. Salió para dirigirse en demanda del Estrecho y posteriormente entrar en Cádiz para mejorar su alistamiento y emprender operaciones posteriores.

Por su número era ciertamente formidable, pero no así por su armamento y equipamiento, pues le faltaban más de cuatro mil hombres para completar la dotación de los buques. A la altura de Málaga, recogió un convoy que escoltaba una fragata y en Algeciras dejó la división de tres navíos del jefe de escuadra Domingo de Nava y las lanchas de la fuerza, presentándose a la vista de Cádiz con el resto de los buques. Córdoba mandó entrar al convoy, pero temeroso de que sus navíos lo hicieran dando bordadas por la canal de acceso, por estar el viento fresco de Levante, se aguantó fuera del puerto y sotaventándose avistó el cabo de San Vicente, donde se tropezó con la inglesa de Jervis, que, aunque solo constaba de diecisiete navíos, se encontraba en sobresaliente estado operativo, teniendo lugar el combate naval llamado de San Vicente.

El general Córdoba era un hombre valiente, pero carecía de las dotes necesarias para mandar una escuadra. El segundo en el mando era el general conde Morales de los Ríos, que estaba picado con su superior y no era más diestro que él, no entendió o no obedeció lo poco que se mandaba, por lo que el dictamen del Consejo de Guerra de Generales posterior (10 de septiembre de 1799) les fue muy desfavorable. Fueron privados de sus empleos, honores y condecoraciones y se les prohibió residir ni presentarse en la Corte, ni en las capitales de los Departamentos de la Armada. El general Winthuysen, ajeno a las rencillas que dividían a sus dos jefes superiores, tan pronto como observó en los topes de la capitana la señal de formar rápidamente en línea de combate sin sujeción a puestos (orden necesaria en aquellas circunstancias por el estado de dispersión en que se estaba la escuadra española), colocó el navío insignia de su división donde el combate era más encarnizado. Allí, con la impetuosidad y arrojo que le eran propios, sostenía su puesto gallardamente, cuando una bala de cañón le seccionó las dos piernas por cerca de las ingles, produciéndole la muerte instantánea. “¡Fuego a la Santa Bárbara!”, fue la última orden que salió de sus labios al recibir el golpe mortal, pero semejante orden no se cumplió porque no todos tienen el temple necesario para realizar una acción tan desesperada. Winthuysen, si hubiera podido, hubiera hecho, sin duda, lo de Mateo del Haya, célebre marino español del siglo XVII que, para evitar que el buque bajo su mando cayese en manos de los turcos después de un duro combate, le prendió fuego a su propia Santa Bárbara. Quedó, pues, el tronco de Winthuysen tendido sobre la cubierta del navío, conservando en la única mano que tenía la espada desenvainada y cuando, después, los ingleses tomaron al abordaje el buque, el comodoro Nelson se resistió a recoger la espada del bravo Winthuysen y contemplando con extraordinario respeto los destrozados restos, dispuso que aquella arma de honor se le remitiese a la familia del difunto. Así concluyó Winthuysen con una gloriosa muerte una vida bien empleada antes de cumplir los cincuenta años de edad. Su inteligencia como marino, su valor como soldado, sus virtudes como servidor público y su lealtad acreditada, le colocan como uno de los más distinguidos y bravos marinos de su tiempo. Extraño resulta que su nombre, por tantos hechos célebre, no haya figurado hasta ahora en la popa de alguno de los buques de guerra españoles como los de Gravina, Galiano, Churruca, Alsedo, Valdés y otros que fueron, a la par de Winthuysen, honra de la Real Armada y de la nación. En el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando figura una placa conmemorativa.

 

Fuentes y bibl.: Archivo-Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), Expedientes personales, leg. 620/1294.

F. Pavía y Pavía, Galería Biográfica de los Generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, Madrid, Imprenta a cargo de J. López F. García y Cía., 1873, 4 vols.; Á. Lasso de la Vega, “D. Francisco Javier de Winthuysen, ilustre marino del siglo XVIII”, en El Mundo Naval Ilustrado (Madrid), t. II, n.º 24 (15 de abril de 1898), págs. 174-175; J. Cervera y Jácome, El Panteón de Marinos Ilustres, Madrid, Imprenta del Ministerio de Marina, 1926; C. Martínez-Valverde, “Biografía de Francisco Javier Winthuysen de Pineda”, en J. M.ª Martínez- Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia general del mar, t. VIII, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957, pág. 1390; J. I. González-Aller Hierro, “Retrato de Francisco Javier de Winthuysen y Pineda, jefe de escuadra de la Real Armada”, en Catálogo- Guía del Museo Naval de Madrid, t. I, Madrid, Imprenta Campillo Nevado, 1996, pág. 92; F. González de Canales, “Biografía de Francisco Javier de Winthuysen y Pineda, jefe de escuadra”, en Catálogo de pinturas del Museo Naval, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000, pág. 286; A. Gutiérrez Ruiz, Los Winthuysen: tres generaciones de clérigos, comerciantes y militares, El Puerto de Santa María (Cádiz), Asociación Cultural Puertoguía, 2012-2013 (col. Mansiones y linajes de El Puerto de Santa María, v. 4-5).

 

José María Madueño Galán