Liciniano de Cartagena. ?, p. m. s. vi – Estambul (antes Constantinopla) (Turquía), s. m. s. vi. Obispo y escritor.
Lo poco que se conoce con seguridad de la vida de Liciniano se debe sobre todo a su propia obra y a un capítulo (el 29) que Isidoro de Sevilla le dedicó en el De uiris illustribus: fue obispo de Cartagena en la segunda mitad del siglo vi, gozaba de prestigio no sólo entre los religiosos del sur de Hispania sino también entre las personalidades extra peninsulares de la época, y murió violentamente en Bizancio. Otros datos biográficos, hoy generalmente aceptados como válidos, son conjeturas realizadas a partir de sus textos y de las circunstancias sociales de su época: se cree que era de origen hispano (de otro modo se explicaría difícilmente su cargo de obispo, nombramiento que en la época se regía por las directrices fijadas en Nicea).
Se acepta igualmente que fue monje antes de acceder al episcopado, y que debió de vivir en el monasterio Servitano, donde habría estado con Severo, luego obispo de Málaga, y habría tenido origen su relación con Eutropio de Valencia (en este punto, la hipótesis que lo sitúa en San Martín de Ferraria y no en el Servitano ha gozado de menos predicamento entre los estudiosos). En fin, su muerte en Bizancio, envenenado, se explica como una venganza de la familia del gobernador Comenciolo, ya que Liciniano viajó a Constantinopla para informar de sus atropellos al emperador Mauricio.
Se conservan tres cartas de Liciniano, con distintos destinatarios: el diácono Epifanio, el obispo Vicente (o Vincencio) de Ibiza, y el papa Gregorio. Por orden cronológico, la primera es la Epistola ad Epiphanium. La escribió junto con Severo, quizá en torno al año 582, año en el que Leovigildo movilizó sus tropas cerca de la Hispania bizantina, lo que explicaría que Liciniano, según dice en la carta, no pudiera mandar muchos libros a su destinatario. En esta misiva Severo y Liciniano rebaten con argumentos tomados, entre otros, de Agustín de Hipona y de Claudiano Mamerto las tesis de un obispo materialista al que no llegan a nombrar.
La segunda carta, la Epistola ad Vincentium, es la más conocida a causa de su tema. Está dirigida a Vicente, un crédulo obispo de Ibiza que corría el riesgo de escandalizar a su Rey al juzgar verdadera una carta que, según decía, Cristo mismo le había enviado desde el cielo. Vicente remitió esta misiva al ya obispo de Cartagena (¿quizá su metropolitano?), quien, al replicar dura y sensatamente a las falsedades judaizantes de la carta, advierte al obispo ibicenco que debe corregir el escándalo que pueda haber provocado en su diócesis.
La tercera y última carta de Liciniano conservada es la Epistula ad Gregorium Papam, datable en torno al 595. En ella Liciniano le solicita una copia de los Moralia in Iob y alaba la Regula pastoralis papal, que acaba de leer. Puede deducirse que sus comentarios a esta última obra fueron grandemente apreciados en la época porque la tradición manuscrita de la carta está parcialmente ligada a la de la Regula.
Obras de ~: A. C. Vega, Epistulae Liciniani Episcopi Carthaginensis, El Escorial, Typis Augustinianis Monasterii Escurialensis, 1935; R. Priebsch, Letter from Heaven on the Observance of the Lord’s Day, Oxford, Blackwell, 1936; J. Madoz (ed.), Liciniano de Cartagena y sus cartas. Edición crítica y estudio histórico, Madrid, Facultades de Teología y de Filosofía del Colegio Máximo de Oña, 1948, págs. 83-143; C. Brunel, “Versions espagnole, provençale et française de la lettre du Christ tombée du ciel”, en Analecta Bollandiana, 68 (1950), págs. 383-396.
Bibl.: T. Ayuso Marazuela, “Un apócrifo español del siglo sexto de probable origen judeo-cristiano”, en Sefarad, 4 (1944), págs. 3-29; J. A. Platero, Liciniano de Cartagena y su doctrina espiritualista, Oña, Facultades de Teología y Filosofía del Colegio Máximo de Oña, 1945; J. Vallejo, “Notas críticas a San Agustín”, en Epístola CXXXVII, 11, a Liciniano, obispo de Cartagena, “Epístola a Epifanio”, en Emerita, 15 (1947), págs. 149-154; A. C. Vega, “En torno a la edición crítica del epistolario de Álvaro de Córdoba y de Liciniano de Cartagena”, en La Ciudad de Dios, 160 (1948), págs. 157-167; J. Madoz, “Un caso de materialismo en España en el siglo vi”, en Revista Española de Teología, 8 (1948), págs. 203-230; Segundo decenio de estudios sobre patrística española (1941-1950), Madrid, Facultades de Teología y Filosofía del Colegio Máximo de Oña, 1951, págs. 92-97; C. Codoñer Merino, El “De uiris illustribus” de Isidoro de Sevilla. Estudio y edición crítica, Salamanca, Universidad, 1964, págs. 150-151; A: Linage Conde, “Eutropio de Valencia y el monacato”, en Salmanticensis, 19 (1972), págs. 635-646; J. Orlandis, “Gregorio Magno y la España visigodo-bizantina”, en Estudios en homenaje a Don Claudio Sánchez Albornoz en sus 90 años, Buenos Aires, Instituto de Historia de España, 1983, vol. 1, págs. 329-348 (espec., págs. 340-343); A. Sánchez Ferra, “Aspectos de la cultura del siglo vi en el Sureste peninsular según la obra de Liciniano”, en Del Conventus Carthaginensis a la Chora del Chudmir, Murcia, Universidad, 1985, págs. 123-128; M. Aguilar Amat, “Licinianea Gallicana. Notas para la historia de las ediciones francesas de Liciniano de Cartagena”, en Carthaginensia, 3 (1987), págs. 305-310; U. Domínguez del Val, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, vol. II, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1997, págs. 332-346; M. C. Díaz y Díaz, “Escritores de la Península Ibérica”, en A. di Berardino (dir.), Patrología IV. Del Concilio de Calcedonia (451) a Beda. Los Padres latinos, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2000 (it. Génova, 1996), págs. 71-145 (espec., págs. 89-90).
María Adelaida Andrés Sanz