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San Mausona

Biografía

Mausona, San. ?, m. s. vi – 605 sup. Obispo de Mérida, conciliarista, santo.

Su fama fue notoria en toda la historia visigoda. El Liber Vitas Patrum Emeritensium dice de él: “Venerable entre los venerables; santo entre los santos; piadoso entre los piadosos; bueno entre los mejores; adornado de todos los carismas; ese es el Masona que sucede en la dignidad episcopal al dechado de virtudes que fue Fidel”.

Oriundo de raza goda y noble por su linaje, ingresó en el monasterio anexo a la basílica de Santa Eulalia. Era caritativo, prudente y justo.

Durante su pontificado (571-605) llevó a la iglesia emeritense a una prosperidad económica. Fundó monasterios, el hospital de peregrinos, una casa de empeño y el xenodochium (albergue/hospital de peregrinos) tanto para cristianos como para judíos.

Ante la herejía arriana, que quería imponer a la fuerza el rey Leovigildo, se opuso. En la pública disputa teológica con el obispo Sunna ante jueces en el atrio de la iglesia se hizo notar al hablar el Espíritu Santo por boca de su humilde siervo, el obispo Mausona.

El rey Leovigildo le llamó a Toledo para atraerlo al arrianismo, pero nada consiguió. Le desterró a un monasterio durante casi cuatro años. Santa Eulalia le predijo el final de su destierro y al Rey que pusiera fin a su funesta sentencia. Regresó a Mérida y huyó el obispo arriano Neppones, que ocupaba su sede emeritense. Muerto Leovigildo, le sucedió su hijo Recaredo, ortodoxo y católico a ultranza, que propició tiempos de paz.Sin embargo, Mausona tuvo que sufrir el atentado del obispo godo Sunna, con la colaboración del futuro rey Witerico. Recaredo castigó a los conjurados. Consta que el obispo Mausona presidió el III Concilio de Toledo y, por testimonio de san Gregorio de Tours, intervino en la conversión de Recaredo y san Hermeregildo. Un episodio singular es conocido: Sagasto, su siervo, no dio limosna suficiente a una viuda necesitada y Mausona la recompensó con nuevas dádivas.

El anciano obispo, ante la proximidad de su partida, encargó los cuidados pastorales al archidiácono Eleuterio, quien, ensoberbecido por el transitorio poder, le predijo su muerte en el oficio de vísperas.

El santo obispo Mausona, en los muchos días que aún sobrevivió, repartió entre los pobres cuantiosas limosnas. Debió de morir durante el reinado de Witerico.

El culto tributado a Paulo y Mausona se realiza en una misma celebración el 11 de diciembre, según recogen oraciones propias en un breviario de fines del siglo xii, conservado en la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, y en el misal y una letanía del siglo xiii, procedentes del Monasterio de Silos, hoy en la Biblioteca Nacional de París.

 

Bibl.: P. de Mérida, Pavli Diaconi Emeritensis, Liber de vita et miracvlis Patrvm Emeritensivm [s. vii], Matriti, Apud Viduam Ildephonsi Martin, 1633 (Antverpiae, Ap. Joan. Meronsivm, 1638; trad. cast. de D. Sánchez Coro, Libro de la Vida y Milagros de los Padres Emeritenses, Cáceres, Tipografía El Noticiero, 1951; ed., trad. y est. de J. C. Martín Iglesias, tesis doctoral, Universidad de Salamanca, 1996); B. Moreno de Vargas, Historia de la Ciudad de Mérida, Madrid, Pedro Taso, 1633 (Mérida, Patronato de la Biblioteca Pública Municipal y Casa de la Cultura, 1981); E. Flórez, España Sagrada, Madrid. [Antonio Marín], 1756; Bolandistas, Acta Sanctorum, November I, Paresiis et Romae, 1866; J. López Prudencio, “Mausona, arzobispo de Mérida”, en Revista del Centro de Estudios Extremeños, 18 (1944), págs. 1-30, 139-164 y 141-383; T. A. López López, Apuntes para la historia de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Badajoz, 1997.

 

Teodoro A. López López