Suinterico. ?, s. vi – s. vi. Prelado visigodo.
A partir del martirio del diácono San Vicente (304) y coincidiendo con el edicto de Letrán (313), fue creciendo la comunidad cristiana de Valencia, que fue poco a poco, organizándose como las de otros lugares de España y de todo el Imperio romano de Occidente.
Tras superar la crisis que supusieron las invasiones de los bárbaros (siglo v) la Iglesia de Valencia se fue recuperando, con la apertura de nuevos templos y la implantación del monacato, y sobre todo con la revitalización de la vida cristiana y la reforma de costumbres.
La llegada de los visigodos en el siglo vi a España produjo un nuevo problema. Éstos profesaban el arrianismo, herejía cristiana que negaba la divinidad de Jesucristo.
Esto supuso graves conflictos con la población ya establecida en tierras hispanas que era católica. Se solucionó al abjurar los visigodos del arrianismo y aceptar el catolicismo en el tercer Concilio de Toledo (589).
A partir de entonces, la cooperación de la Iglesia con el Estado se realizó principalmente por medio de los Concilios. Y allí es donde mejor representada se halló la nación. Los Concilios de Toledo son la expresión de la unidad nacional. A través de los Concilios, la Monarquía llegó hasta el pueblo, y éste hasta aquélla. Los Concilios de Toledo intervinieron en la legislación y en la administración pública, definieron las normas éticas a las que debía ajustarse la actuación del poder real y sancionaron con su autoridad moral las leyes y las decisiones regias. La Iglesia así adquiría una nueva posición ante la sociedad y el poder civil.
Las tierras valencianas no registran en los anales de la época ningún acontecimiento notable, lo que indica que la vida ordinaria, con todos sus avatares, se desarrollaba sin grandes novedades. Gracias a las actas de los Concilios toledanos se dispone de una serie episcopal de la diócesis de Valencia de 616 a 693.
El undécimo Concilio de Toledo se celebró el año 675, convocado por la provincia cartaginense, siendo rey Wamba (672-680).
En la larga introducción que precede a la profesión de fe se esbozan los antecedentes del Sínodo; los dieciséis cánones promulgados en él tocan varios aspectos de la disciplina eclesiástica. Firman las actas el arzobispo metropolitano de Toledo y dieciséis obispos, dos procuradores y seis abades.
El obispo de Valencia, Suinterico, firmó en octavo lugar. El pontificado de este obispo coincidió con los años de esplendor del rey Wamba.
A partir del Concilio decimoséptimo, celebrado en el año 694, ni en el siguiente, no vuelven a figurar los obispos valencianos.
No se puede ni afirmar ni negar si en los años siguientes la sede episcopal de Valencia continuaban rigiéndola sus obispos. Con el siglo viii se carece de datos sobre los obispos valencianos. Con la invasión árabe, al ser derrotado el rey visigodo, Don Rodrigo, en el año 711, en la batalla de Guadalete, toda España caía bajo el dominio musulmán, y se debilitaba la organización que la Iglesia visigoda tenía en las tierras hispanas.
Bibl.: G. Escolano, Década primera de la Historia de Valencia, libro 1, Valencia por Pedro Patricio Mey, 1610 (ed. facs. Valencia, Biblioteca Valencia, 1972. cols. 321-322); E. Olmos Canalda, Los Prelados Valentinos, Madrid, Consejo Superior Investigaciones Científicas, 1949, pág. 44; T. González, La Iglesia desde la conversión de Recaredo hasta la invasión árabe, en R. García Villoslada (dir.), Historia de la Iglesia en España, I, Madrid, BAC, 1979, págs. 401-747; V. Cárcel Ortí, Historia de la Iglesia en Valencia, Valencia, Arzobispado de Valencia, 1986, págs. 44-45; A. Llin Cháfer, Arzobispos y obispos de Valencia, Valencia, Arzobispado de Valencia, Medios de comunicación social, 1996, pág. 27; Historia de las tres diócesis valencianas, Valencia, Generalitat Valenciana, 2002, págs. 73-78.
Arturo Llin Cháfer
