Yáñez de Figueroa, Fernando. Cáceres, p. m. s. xiv – Guadalupe (Cáceres), 25.IX.1412. Cofundador de la Orden Jerónima (OSH), prior, capellán mayor y canónigo.
Fue natural de Cáceres y de noble linaje. Sus padres Juan Fernández de Sotomayor y María Yáñez de Figueroa. De pequeño fue llevado a la Corte y se crió y educó junto con el príncipe heredero Pedro, quien le cobró gran amistad. Siendo todavía mozo, abrazó el estado eclesiástico y su amigo, ya Rey, le proveyó de una canonjía en Toledo y de la capellanía mayor de la capilla de Reyes Viejos de la Catedral de Toledo. Pero desengañado del ambiente cortesano que le rodeaba, entró en contacto con los ermitaños de El Castañar, cerca de Toledo, y determinó unirse a ellos, renunciando a cuantos beneficios poseía. El hecho produjo honda impresión en la Corte, y muchos cortesanos fueron a visitarle en su nuevo estado, lo que provocó en ellos el deseo de buscar un lugar más apartado, por lo que se trasladaron a la ermita de Nuestra Señora de Villaescusa o Bellaescusa, situada entre Orusco y Ambite (Madrid), a la que poco después se incorporó Pedro Fernández Pecha, y en donde comenzó a gestarse la fundación de la Orden de San Jerónimo. De allí pasaron (1367) a la ermita de San Bartolomé, en Lupiana (Guadalajara), donde ya recibieron la aprobación pontificia y se constituyó el primer monasterio de la Orden Jerónima.
En 1374 aparece como prior de San Bartolomé de Lupiana, Monasterio que rigió con gran acierto y ejemplo de virtudes hasta que en 1389 salió con treinta y un monjes de aquella comunidad a hacerse cargo del insigne Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (Cáceres), que entonces se entregaba a la Orden de San Jerónimo y se erigía en monasterio. Es muchísimo lo que aquel célebre templo mariano debe a los desvelos y trabajos del padre Yáñez, tanto en el edificio material como en lo espiritual, según puede leerse en cualquiera de las historias de aquel monasterio. Fue devotísimo de la Santísima Virgen, a la que consideró desde el primer momento como Reina y Señora de la casa y a la que acudía en todas sus necesidades con aquella confianza que le hacía decir: “Ea, Señora, veamos quien a de vencer, vos a traer y yo a gastar”. Siempre dio ejemplo de grandes virtudes, principalmente de humildad —renunció al arzobispado de Toledo que le ofrecía Enrique III—, de caridad —atendió con gran esmero a cuantos pobres y peregrinos allí acudían—, y de paciencia y prudencia, como lo demostró en los distintos lances en que le puso la providencia. La fama de sus virtudes pasó los límites de la clausura monacal y fue estimado por todos —tanto por los de dentro como por los de fuera— como verdadero santo.
Dice uno de sus biógrafos, Diego de Écija (1953): “Pues después que este santo varón tuvo el regimiento de este Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe y el señorío de esta puebla y su regimiento, por espacio de veintrés años, empleados siempre en servicio de Dios y de su Santa Madre y de sus súbditos, como es dicho; y habiendo dado, con su vida y buenas obras, santos ejemplos a todas las gentes que en romería y peregrinación, a esta santa casa venían, quiso Nuestro Señor sacarle de los trabajos de esta vida presente, que fueron muchos, y llevarle a dar descanso de ellos y reinar con él [...] finó a 25 días de septiembre, año del Señor de 1412 [...] Fue muy llorado de todos, así religiosos como seglares y pobres y viudas y huérfanos; habiendo perdido en él sus frailes verdadero padre y pastor, los del pueblo muy noble prelado y señor, y los pobres y viudas muy largo limosnero y piadoso dador”.
Bibl.: D. de Écija, Libro de la invención de esta Santa Imagen de Guadalupe; y de la erección y fundación de este Monasterio [...], s. l., 1514 (Cáceres, Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de FET y de las JONS, 1953, págs. 107-185); P. de la Vega, Cronica de los frayles de la orden del bienauenturado sant Hieronymo, Alcalá de Henares, Juan de Brócar, 1539, fols. 18-25v.; I. de Madrid, “Yáñez de Figueroa, Fernando”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2788; J. M. Revuelta Somalo, Los Jerónimos. Una Orden religiosa nacida en Guadalajara, Guadalajara, Institución Marqués de Santillana, 1982, págs. 76-78, 124-128, 136-144 y 182-220; J. de Sigüenza, Historia de la Orden de San Jerónimo, vol. I, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2000, págs. 66-70, 73-77, 98-104 y 140-152.
Ignacio de Madrid, OSH