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Beato Dalmacio Moner

Biografía

Moner, Dalmacio. Santa Coloma de Farnés (Gerona), 1291 – Gerona, 24.IX.1341. Anacoreta y beato dominico (OP).

Nacido de padres pudientes y piadosos, fue enviado a la ciudad de Gerona en edad temprana para recibir la instrucción más adecuada que se impartía en aquella época. Pero en vista de su gran aprovechamiento, su progenitor decidió que fuese a continuar sus estudios a Montpellier, que dependía entonces de la Corona de Aragón, y cuya Universidad gozaba de prestigio.

El ambiente que encontró en esta ciudad universitaria, de no escasa población juvenil, era de costumbres más relajadas y livianas que en Gerona. En ella, el joven Dalmacio reforzó su inclinación hacia la orden de Predicadores.

Terminados sus estudios, regresó a Gerona. Tomó el hábito dominicano en el convento de los frailes predicadores de Gerona en 1314, a los veintitrés años de edad. Emitida la profesión religiosa, cursó los estudios filosóficos y teológicos con notable éxito, de modo que los superiores le juzgaron apto para obtener el título de lector o profesor, que ejerció durante algún tiempo. También desempeñó los oficios de maestro de novicios y predicador.

Por su virtud y fiel observancia de las normas de la vida religiosa, fue destinado en varias ocasiones a conventos de nueva fundación, a fin de que sirviera de modelo a los más jóvenes en el cumplimiento cabal de sus deberes como dominicos.

Muchos lo denominaban “El fraile que habla con el ángel”. Su fama de santidad atraía a todo género de personajes a buscar su conversación, como el obispo de Gerona y Pedro, hijo del rey Jaime II. Pero estas visitas, más que honor, a él le producían indiferencia y aflicción.

Su espíritu de pobreza le llevaba a usar lo que consideraba más vil o lo que otros desechaban por inútil.

Además de observar con gran rigor los ayunos de la Iglesia y de las Constituciones, se imponía otros por devoción.

Fray Dalmacio fue también muy riguroso en la mortificación, absteniéndose de toda bebida durante más de dos semanas, aun durante la época de más fuertes calores. De ordinario no bebía vino ni comía carne. Su alimento eran algunas legumbres, cocidas con agua y pan de cebada. Dormía en el suelo o sobre algunos sarmientos, usando una piedra por almohada.

Fiel al espíritu de penitencia se abrazaba animoso a la cruz del Salvador. A veces pasaba la noche en oración. De esta manera fray Dalmacio se esforzaba cada día en conseguir, una unión más perfecta con Dios.

Con permiso del maestro general de la Orden, marchó a la cueva en la que santa María Magdalena se consagró a una vida de penitencia, a quien irritó en sus disciplinas y privaciones.

Por orden de sus superiores se vio obligado a regresar a Gerona. A la vuelta a su provincia religiosa, obtuvo permiso del maestro general de la Orden para vivir en soledad. A este fin, dentro de la cerca del convento se hizo una cueva rodeada de peñascos. En este lugar pasó los cuatro últimos años de su existencia, saliendo de allí solamente para celebrar la santa misa y asistir a algunos actos de comunidad. Como entonces parte de España se hallaba todavía ocupada por los sarracenos, se libraban frecuentes combates contra los invasores. En dos ocasiones memorables, como fueron la batalla de Alarcos y la del Salado, se atribuyó, en no pequeña medida, la victoria de los cristianos a las oraciones de fray Dalmacio. Dios le favoreció también con el don de profecía y la gracia de hacer milagros.

Acercándose ya el fin de su carrera mortal, fue víctima de una grave disentería, que le duró mes y medio, y le abrió las puertas de la eternidad, expirando el 24 de septiembre de 1341, después de haber recibido los sacramentos de la Iglesia, en presencia de todos los superiores de la provincia, reunidos entonces en el convento de Gerona para la elección de provincial.

Presidió las exequias el obispo de Gerona, y pronunció la oración fúnebre del siervo de Dios el recién elegido provincial. Los numerosos milagros que se obraron por su intercesión, después de su fallecimiento, vinieron a confirmar la opinión que se tenía sobre sus extraordinarias virtudes. Sus reliquias se veneran en la iglesia conventual de Gerona. Su culto fue confirmado por Inocencio XIII el 13 de agosto de 1721.

Cinco años después el papa Benedicto XIII permitió a la Orden de Predicadores y al clero de la diócesis de Gerona rezar todos los años el oficio del beato Dalmacio.

 

Bibl.: F. Diagio (OP), Historia de la Provincia de Aragón, Barcelona, 1598; Annee Dominicaine par des Religieux du même Ordre, Lyon, Février, 1900; M. Suárez (OP), Breviarium iuxta ritum Sacri Ordinis Praedicatorum, Pars Posterior, Romae, ex typographia Hieronymi Mainardi, 1952; L. Galmés, “Moner, Dalmacio”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, pág. 1721.

 

Donato González-Reviriego , OP

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