López de Aguiar, Pedro. Taboy (Lugo), c. 1315 – Lugo, c. 1400. Dominico (OP), obispo, noble.
Primogénito de Lope López, caballero de la alta nobleza lucense de la casa de Aguiar, ingresó en la orden Dominicana hacia 1330 en el convento de Santo Domingo de Lugo. Por una donación de 1333 se sabe que era profeso de ese convento, donde consiguió una buena formación escriturística, teológica y canónica. Fue prior de su convento y famoso por el brillante ministerio de predicación y de dirección de conciencias. Hijo de la nobleza, bien relacionado con altos funcionarios de la Corte, de buena preparación intelectual y de altos valores como conductor espiritual de hombres, se le abrieron pronto las puertas para el obispado. Fue nombrado obispo de Lugo por el papa Clemente VI el 28 de enero de 1349 y fue consagrado en el 27 de septiembre de ese año en la catedral de Palencia por el obispo de esta diócesis. Estas fechas constan documentalmente; los clásicos historiadores dominicos, Alonso Fernández y Juan López, que se citan en la bibliografía, son muy imprecisos, al afirmar el primero que Aguiar fue obispo de Lugo hacia 1370, el segundo que lo fue “el año 1400, poco más o menos”. Su episcopado fue el más largo de esa diócesis en todo el siglo XIV, durando más de cuarenta años. Fue un pontificado, que conoció en sus comienzos años de máxima agitación. Eran los primeros años del reinado de Pedro I el Cruel, o el Justiciero. Este monarca lo había tenido de confesor, siendo príncipe, y, al ceñir la corona en 1350, lo mantuvo como confesor y consejero; por un privilegio real de 1351 firmado por el rey en las Cortes de 1351 se sabe que en esa fecha el obispo Aguiar era el confesor regio. Otros documentos aseguran que continuó en ese oficio en años posteriores.
Los levantamientos de la nobleza, no dispuesta a resignar los privilegios tradicionales, que limitaban los poderes del Rey, empujaron a éste a reprimir con la mayor severidad las diversas rebeliones. López de Aguiar estuvo siempre de parte de su rey, junto con los caballeros de la alta nobleza Alfonso Pérez de Castro, Juan Fernández Bolaño, Fernando de Castro, Men Rodríguez de Sanabria y Suero Yáñez de Parada. Un cariz más duro y comprometido adquirieron los hechos cuando, a partir de 1363, el hermano de Pedro I, el bastardo Enrique de Trastámara, le quiso arrebatar el trono, dando lugar a feroces guerras civiles y fratricidas. En 1366 puso cerco Enrique a la ciudad de Lugo, fiel al monarca legítimo. El obispo mantuvo su apoyo al defensor Fernando de Castro; la fuerte resistencia obligó al levantamiento del cerco, premiando al obispo el defensor Fernando con la ampliación de sus pueblos, casas y tierras. Los dos contendientes buscaron apoyo en reyes extranjeros, pero Pedro tuvo peor suerte, al verse abandonado de sus aliados. Fue vencido en Montiel (Ciudad Real) y asesinado por el propio Enrique el 23 de marzo de 1369, que subió por el mismo hecho al trono con el nombre de Enrique II.
Enrique II, en las primeras semanas de su reinado, hizo manifiesta su desconfianza en el obispo López de Aguiar, confesor de su hermano, pasando a sus colaboradores algunas posesiones del obispo. Sin embargo, en medio de tanta confusión social y política, el obispo López de Aguiar consiguió, muy pronto con hábil diplomacia, entablar buenas relaciones con el nuevo rey. En efecto, tres meses más tarde, el 27 de junio de 1369, Enrique II le confirmó el señorío sobre la ciudad de Lugo. En la lucha por la autonomía por parte del concejo en este reinado y en el siguiente, el obispo supo actuar con moderación, sin irritar a los nobles en sus pretensiones. Juan I, sucesor de Enrique en el trono en 1379, siguió con respecto al obispo la misma conducta de confianza de su padre. La agitación nobiliaria fue también grande durante este reinado, cuyo desastre más estruendoso, con numerosas pérdidas de hombres y material, tuvo lugar en la batalla de Aljubarrota contra los portugueses, ayudados por Inglaterra, en 1385, al pretender el rey castellano-leonés la Corona de la nación vecina, por su matrimonio con la hija de Fernando I de Portugal, muerto sin otra descendencia. El obispo Aguiar no abandonó nunca a sus reyes y pudo seguir su obra de buen pastor, mecenas de grandes construcciones y favorecedor de la vida religiosa. Contribuyó a la construcción de la catedral de Lugo. Construyó dentro de ésta la capilla de Santo Domingo de Guzmán, en la que estableció fundaciones de misas por el alma de Enrique II y de sus sucesores, y también por sus allegados. De 1386 data el triste acontecimiento, que conmovió fuertemente al obispo, del asesinato de su mayordomo Francisco Fernández. Algunos lo envuelven con cierto carácter de misterio y lo bautizan con el nombre de “leyenda de María Castaña”. La verdad es que en una escritura del 18 de junio de aquel año, María Castaña, mujer de Martín Cego, juntamente con Gonzalo y Alfonso Cego se declararon culpables del citado asesinato y muchas injurias inferidas a la Iglesia de Lugo; en satisfacción de sus crímenes y pecados hicieron donación a la catedral de todas sus heredades de Cereisa y se obligaban a pagar 1.000 maravedís.
La contribución del obispo Aguiar a las construcciones monumentales de Lugo ha sido muy bien estudiada por C. Manso Porto en la magna y valiosa obra que se cita en la bibliografía. Además de su mecenazgo sobre la fábrica de la catedral, y la construcción dentro de ella de la capilla de Santo Domingo, se interesó por el desarrollo urbanístico de su ciudad, destacando, entre los edificios por él levantados de carácter civil, las casas construidas para él y su familia. Se distinguió también, y de un modo especial, por su protección y ayuda en las fundaciones de la Orden Dominicana y en la mejora de las ya existentes. Como obispo, autorizó y cooperó en la fundación del monasterio de monjas dominicas de Santa María la Nova de la ciudad de Lugo con su iglesia. Mejoró la zona que enmarcaba el edificio del convento de Santo Domingo de Lugo y la cabecera de su iglesia mediante cambios del terreno colindante con otros de los frailes. Reedificó con mayor amplitud, comodidad y belleza las dependencias del convento dominicano. Contrató la labra de su sepulcro en la capilla mayor de la iglesia conventual de Santo Domingo, en que deseaba ser enterrado. M. Risco en el tomo 41 de España Sagrada, que se reseña en la bibliografía, recoge amplia documentación relacionada con los nobles y con los monasterios lucenses sobre donaciones y privilegios.
En 1390 renunció al obispado; el 28 de junio de ese año el papa de Aviñón, Clemente VII, nombró a su sucesor. El obispo López de Aguiar se retiró al convento dominicano de Lugo, para llevar hasta el final de sus días una vida monástica tranquila en la soledad silenciosa del claustro. Regaló al convento una cruz grande sobredorada y pagó el alquiler de sus estancias. Murió unos diez años más tarde, siendo enterrado en la capilla mayor de la iglesia conventual. Un águila explayada, o de alas extendidas, era su escudo de armas.
Bibl.: J. López (el Monopolitano), Tercera parte de la Historia General de Sancto Domingo, de su Orden de Predicadores [...], Valladolid, Imprenta F. Fernández de Córdoba, 1613, pág. 158b; A. Fernández, Concertatio Praedicatoria pro Ecclesia Catholica [...], Salamanca, Imprenta Didacus Cussius, 1618, pág. 460b; G. González Dávila, “Santa Iglesia de Lugo, Vidas de sus obispos”, en Teatro Eclesiástico de la Iglesias Metropolitanas y Catedrales de los reinos de las dos Castillas: Vidas de sus obispos y cosas memorables de sus sedes [...], t. III, Madrid, Imprenta D. Díaz de la Carrera, 1650, págs. 169-198; E. Flores y M. Risco, España Sagrada. Tomo XLI de la Santa Iglesia de Lugo: continuación de su historia desde el siglo XII hasta fines del siglo XIV [...] Su autor el M. R. P. M. Fr. Manuel Risco del Sagrado Orden de San Agustín, Madrid, Oficina de la Viuda e Hijo de Marín, 1798, págs. 117-127; C. Eubel (OFM Conv.), Hierarchia Catholica Medii Aevi [...] t. I. Series ab anno 1198 usque ad annum 1431 [...] Editio Altera, Münhen, Typ. Gegensbergianae, 1913, pág. 314; L. G. Alonso-Getino (OP), “Dominicos españoles confesores de reyes”, en La Ciencia Tomista, 14 (septiembre de 1916-febrero de 1917), pág. 403; A. Pardo Villar (OP), “Dominicos Confesores de Reyes. El Ilustrísimo Fray Pedro López de Aguiar”, en El Santísimo Rosario, 53 (1938), págs. 302-304; “Dominicos lucenses ilustres. El obispo fr. Pedro López de Aguiar”, en Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, 1 (1943), págs. 113-116; “Aguiar, Fray Pedro de”, en S. Cañada (ed.), Gran Enciclopedia Gallega, t. I, A-Aloya, Vitoria, Imprenta Heraclio Fournier, 1974, pág. 165c; J. García Oro (OFM), Galicia en los siglos XIV y XV. I, Galicia Señorial: El Señorío, La Iglesia, La Corona, Pontevedra, Fundación Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa, 1987, págs. 159-162; II, Galicia Urbana: Ciudades Episcopales, Villas Señoriales, Municipios Realengos, Pontevedra, Fundación Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa, 1987, págs. 88-89; L. V. Díaz Martín, Los oficiales de Pedro I de Castilla, Valladolid, Universidad, 1987; J. Sánchez-Herreros, “Los obispos castellanos y su participación en el gobierno de Castilla, 1350-1406”, en A. Rucquoi (ed.), Realidad e imágenes a fines de la Edad Media. El siglo XV, Valladolid, Ámbito, 1989, págs. 85-114; C. Manso Porto, Arte gótico en Galicia: Los Dominicos, vol. I, La Coruña, Fundación P. Barrié de la Maza, Conde de Fenosa, Imprenta M. Cromo, 1993, págs. 35, 39, 43, 52, 61-62, 65-66, 102, 123-124, 391-395, 402-404, 407, 609-610 y 629; “El obispo fray Pedro López de Aguiar, OP (1349-1390): Reseña biográfica y aproximación a los principales acontecimientos en su diócesis durante el reinado de Pedro I”, en Archivo Dominicano, 14 (1993), págs. 43-67 [con dibujo de la planta de la iglesia del convento de Santo Domingo de Lugo y localización del enterramiento del obispo P. López de Aguiar en la pág. 67]; A. Arranz, “Las elecciones episcopales durante el reinado de Pedro I de Castilla”, en En la España Medieval, 24 (2001), págs. 421-461; M. Mosquera Agrelo, “Una peculiar manifestación del poder episcopal en la catedral de Lugo. Don Pedro López de Aguiar y su proyecto de dignificación de la capilla de Santo Domingo”, en Hispania. Revista española de Historia, 61, 208 (2001), págs. 475-492.
Ramón Hernández Martín, OP