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Andrés de Salmerón

Biografía

Salmerón, Andrés de. Salmerón (Guadalajara), p. m. s. xiv – Guadalupe (Cáceres), 1408. Monje jerónimo (OSH) y sacerdote.

Fray Andrés de Salmerón, monje de destacada vida mística, nació en la villa de Salmerón, actual provincia de Guadalajara, en la primera mitad del siglo xiv, sin poder precisar la fecha exacta. Formó parte de la expedición de treinta y dos monjes que, desde el Monasterio de San Bartolomé de Lupiana, llegaron a Guadalupe para la fundación jerónima del Real Monasterio de Santa María, iniciada el 23 de octubre de 1389.

Su vida de altísima contemplación fue ejemplar y dentro de esta permanente actitud fue admirado por los monjes y seglares que con frecuencia solicitaban sus consejos. El hecho más trascendente en su vida fue la aparición de Jesucristo cuando oraba fervientemente en su celda: el Salvador se hizo presente entre un rompimiento de gloria e impuso con ternura su mano derecha sobre la frente del monje, mientras sostenía con la izquierda la cruz. Fray Andrés, arrodillado ante Jesús con sus manos unidas en señal de profunda reverencia, miraba absorto el rostro del Señor.

Esta aparición tan magistralmente plasmada en el lienzo por Francisco de Zurbarán es considerada por los artistas como la mejor obra del pintor extremeño.

Los monjes del monasterio se percataron, por el semblante extático de Salmerón, que algo raro le había ocurrido, alguna novedad celeste. Era la gran novedad que el Señor le había revelado de la proximidad de su muerte, confirmada con la petición del monje que se personó en la enfermería y le suplicó que le administraran los santos sacramentos de la Iglesia. Recibidos los auxilios espirituales, y tras besar un devoto crucifijo, entregó su espíritu al Señor, con muerte edificante, en el año 1408.

Los historiadores, los escritores místicos y los críticos de arte han emitido favorables juicios sobre la excelsitud del lienzo zurbaranesco. Entre otros, Elías Tormo, que contempló este cuadro en 1905 y estampó sobre el papel este elogio: “¡Solamente por ver la cabeza del Padre Salmerón y por sentir de rechazo la mano que le acaricia, deberían los artista emprender el viaje a Guadalupe! ¡Deberían los devotos peregrinar al Santuario de la Virgen!”. Y Martín Alonso escribió en 1964: “Me atrae por el hondo sentimiento monástico y la enoritmia de las dos figuras. Esta considerado por la crítica juiciosa como una de las obras radicales de Zurbarán y la más representativa de nuestro renacimiento religioso”.

Esta aparición es en la memoria histórica de Andrés de Salmerón, el hecho más sorprendente y delicioso de su vida y de su tránsito a la gloria.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Monasterio de Guadalupe (Cáceres), OFM, lib. 102, Códice 12, Historia de Nuestra Señora de Guadalupe, fols. 348r.-352v.

A. de la Rambla (atrib.), Crónica del Monasterio de Guadalupe, 1484, pág. 29 (ms. conservado en AMG); P. de la Vega, Chronicorum Fratrum Hieronymitani Ordinis, libri tres editi a Fratre Petro de la Vega, eiusdem instituti sectatore, Alcalá de Henares, 1539, lib. I, cap., XXXII, fol. 24v.; J. de Malagón, Historia de Nuestra Señora de Guadalupe [...], Salamanca, Imprenta de Cossío, 1672, pág. 98; D. de Écija, Libro de la Invención de esta Santa Imagen de Guadalupe: Y de la erección y fundación de este monasterio y de algunas cosas particulares y vida de algunos religiosos de él, Cáceres, Diputación de Cáceres, 1953, págs. 186-188; S. García, “La Sacristía Guadalupense”, en Guadalupe, 726-727 (1994), págs. 73-86; F. Cotta Márquez de Prado, El Monasterio de Guadalupe y los Zurbaranes de su Sacristía: Un salto al pasado, Madrid, 1996, págs. 85-101 (ms. en AMG, lib. 327) (inéd.); J. M. Palomero Páramo, La Sacristía de Guadalupe, Sala digna de los Cielos, Arganda del Rey, Ediciones Jerónimas, 1998, págs. 88-90.

 

Sebastián García Rodríguez, OFM

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