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Simón Rodríguez Martín García Laso y Álvarez

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Biografía

Rodríguez Martín García Laso y Álvarez, Simón. Montejo (Salamanca), 4.III.1751 – Bolonia (Italia), 26.XII.1821. Canonista, rector y canónigo.

Nació en el seno de una familia de ricos labradores, hijo de Fernando Rodríguez Álvarez, natural de Palacios de Salvatierra, y de María Antonia Martín García-Laso, natural de la Villa del Villar del Profeta, pueblos de Salamanca, hermano del inquisidor Nicolás Rodríguez Laso y sobrino del arcediano de Monleón, el canónigo Nicolás Laso.

En los libros de la Universidad de Salamanca se puede rastrear su curriculum académico: allí ingresó el 27 de noviembre de 1763, como manteísta, a diferencia de su hermano Nicolás, que fue colegial en el Trilingüe.

El 20 de abril de 1768 consiguió el bachilleramiento en Cánones, aunque todavía permaneció cinco años en dicha Universidad, estudiando Leyes (logró el bachilleramiento el 14 de enero de 1771), hasta que fue admitido en el Real Colegio de España o de San Clemente en Bolonia el 5 de marzo de 1773, para estudiar Cánones, bajo la presentación del ministro de Gracia y Justicia, Manuel de Roda. El 23 de diciembre de 1770 recibió la primera tonsura en el oratorio privado del obispo e inquisidor general Felipe Bertrán.

Simón intentó emplearse en la Universidad antes de viajar a Bolonia, pues el 6 de septiembre de 1771 firmó la oposición a la Cátedra de Digesto menos antigua, aunque no parece que llegase a examinarse.

Su estancia, como colegial boloñés, fue corta (1773- 1775), pero bien aprovechada, ya que llegó con los títulos de bachiller en Leyes y Cánones y salió con el de doctor en Cánones y canónigo maestrescuela de Ciudad Rodrigo, pasando por los cargos de consiliario, celario y secretario del Colegio y catedrático de Derecho Pontificio de la Universidad de Bolonia (2 de mayo de 1775). Con rapidez fue superando distintas etapas académicas: el 10 de junio de 1773 el Colegio le dio permiso para que se doctorada, cosa que consiguió el 22 del mismo mes. El 24 de diciembre de 1774 obtuvo permiso para ir a Roma, donde se entrevistó con el poderoso cardenal-arzobispo de Sevilla, Francisco Solís Folch de Cardona (Salamanca, 1705-Sevilla, 1776), cabecilla importante del cónclave que estaba eligiendo a Pío VI.

Puesto que su nombre falta en las listas de colegiales a partir del curso 1775-1776, debió de posesionarse de la canonjía en Ciudad Rodrigo en el otoño de 1775, donde permaneció hasta la primavera de 1788 en que retornó al Colegio de España en Bolonia, ahora con el cargo de rector-visitador. Fueron unos doce años de intenso trabajo del canónigo y “Dignidad de Maestrescuela”, con muchos períodos de sede vacante, pues, al morir el obispo Agustín Alvarado Castillo en 1781, Simón fue designado gobernador y vicario, y al año siguiente impulsó la creación de la Sociedad Económica de Ciudad Rodrigo, de la que era secretario y cuyo discurso inaugural pronunció.

Simón fue un entusiasta impulsor de las enseñanzas prácticas en el seno de la misma, en especial del Dibujo, sobre cuya utilidad publicó una oración (1782).

La labor de Simón en la Económica fue eficaz y debió de ser el trampolín para el rectorado del Real Colegio de España en Bolonia, según se desprende de la contestación que dicha Sociedad dio a la Circular del Consejo de Cartilla, de 14 de julio de 1786, enumerando sus actividades. Simón le daba dinamismo a la Sociedad de Ciudad Rodrigo como demuestra el hecho de que enviase sus publicaciones a otras Sociedades Económicas.

El 24 de enero de 1783, Simón fue elegido académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, probablemente a propuesta de su hermano Nicolás, quien ya lo era desde 1779. El día 4 de abril de 1783 firmó en Ciudad Rodrigo la Oración gratulatoria que hizo a la Real Academia de la Historia, de cuya lectura se concluye que Simón era un enamorado de la literatura de la Edad Media.

Entre 1784 y 1786, Simón hizo algunos favores al célebre ex-jesuita Pedro de Montengón, amigo de su anterior etapa boloñesa como colegial, de manera que le dedicó, en 1786, el Eusebio, su novela más importante, dedicatoria eliminada en la edición de 1807.

Simón Laso fue admitido como académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el 3 de septiembre de 1786.

Todas estas noticias demuestran que Simón había conseguido que desde Madrid se estimase su trabajo en la apartada Ciudad Rodrigo y los políticos de la Corte pensasen en él para reformar el Real Colegio de España en Bolonia, por el que había pasado bastante fugazmente como colegial.

No vamos a extendernos en la narración de esta larga etapa vital del rectorado de Simón (1788-1821), muy documentada por su duración y por el tormentoso momento histórico, en que estuvo a punto de hacer desaparecer el Colegio. El 26 de febrero de 1788, el conde de Floridablanca le comunicó su nombramiento de rector del Colegio de España en Bolonia y tomó posesión el 15 de agosto, acompañado por su hermano el inquisidor Nicolás. Floridablanca le dio instrucciones precisas a Simón (carta del 15 de abril de 1788), según las cuales se le conferían las cualidades de visitador y delegado regio. El sueldo asignado era de 1500 ducados, “a fin de que vuestra señoría pueda desempeñar el cargo con la debida dignidad”, dignidad que fue reforzada, meses más tarde, con la concesión de la Cruz del Orden de Carlos III (20 de junio de 1789).

Simón estuvo al frente de este Colegio desde 1788 hasta su muerte, ocurrida en el Colegio el 26 de diciembre de 1821, pero solamente desde 1788 hasta 1796, fecha de la ocupación de la ciudad italiana por las tropas napoleónicas, pudo llevar a la práctica sus profundas ideas ilustradas, que materializó en un avanzado plan de estudios, continuación del rector Alfranca, en el que el Derecho y la Economía tuvieron preeminencia. Leandro Fernández de Moratín da, en su Diario, numerosas referencias de Simón, pues convivieron largas temporadas en Bolonia (desde el 23 de septiembre de 1793 hasta el 10 de septiembre de 1796). Fruto de esta amistad con el rector boloñés son dos poemas moratinianos: epístola I. “A don Simón Rodríguez Laso”, y la oda V. “A los colegiales de San Clemente de Bolonia”.

Se pueden distinguir varios períodos en el rectorado de Laso y en la vida del Colegio durante la larga etapa que siguió a la ocupación francesa de Italia. Los dos primeros años (1796-1797) se caracterizan por el enfrentamiento en torno a la exención de impuestos con las nuevas formas políticas. Sigue un período de crisis aguda (1798-primera mitad de 1799), causada por el problema anterior, que llegó a plantear el traslado del Colegio a Roma. Sin duda, el acto de mayor representación político-social del rector Laso fue el alojamiento en el Colegio del desterrado papa Pío VI, la noche del 30 al 31 de marzo de 1799. El apogeo napoleónico es una etapa de distensión con el Colegio (mediados de 1799-principios de 1812), singularizado por una gran tolerancia y permisividad, con alguna sacudida desagradable, como la orden del prefecto del Reno (26 de octubre de 1808), por la que se cesaba al rector Simón en la administración de los bienes (revocada en enero de 1809).

El lapso 1812-1815 fue de crisis total, pues durante esos cuatro años la fundación aegidiana desapareció oficialmente, perdió sus bienes y se dispersaron los colegiales. Finalmente, el período 1815-1821 fue de restablecimiento, en el que, con ayuda de las Cortes de Madrid, Viena y Roma, el viejo rector Laso consiguió que el Colegio recuperase su primitiva misión, ingresasen nuevos estudiantes y se le dotase de un nuevo patrimonio, bastante diferente del que disfrutaba tradicionalmente.

Pocos meses antes de morir, el 26 de diciembre de 1821, Simón Laso pudo tener la satisfacción de que su Colegio superaba la más grave crisis de su existencia, logrando ser una de las pocas instituciones que resurgía tras el vendaval revolucionario. Había redactado su testamento el 31 de mayo de 1817. Dejaba como heredero universal a su sobrino Francisco de Sales Rodríguez Laso (también heredero de Nicolás), ex-colegial, domiciliado en Bolonia y casado con Carlotta Zambeccari.

En Simancas se conservan bastantes cartas del rector Simón con los sucesivos secretarios de Estado madrileños, sus superiores, de las que se deducen los aspectos más importantes de su gestión: mantener buenas relaciones con los sucesivos secretarios de Estado, conde de Floridablanca, conde de Aranda y Godoy, y con el entorno boloñés, lo que explica su supervivencia en las difíciles circunstancias históricas que le tocó vivir. El rector Simón aspiró al sumillerato de cortina en 1791, que lo hubiera devuelto a España, y cuyo fracaso supuso la continuación al frente de su rectorado boloñés.

A lo largo de su prolongado rectorado (1788-1821), Simón Laso supo transformar un Colegio fundado en el siglo XIV, icono de un mundo basado en el privilegio, y poner las bases para mantener su supervivencia a pesar de los envites del liberalismo y de las nuevas normas políticas y educativas emanadas de los gobiernos revolucionarios de principios del siglo XIX. El Colegio resistió a los nuevos ordenamientos de la Italia ocupada por los franceses, se convirtió en un centro de vital importancia, un consulado de facto de España en la península itálica que albergó a ilustres huéspedes: Pío VI y la familia real de Etruria son los más destacados. Tras una injusta clausura efectuada por Napoleón, comenzaron una serie de crisis concatenadas en las que el Colegio luchó por sobrevivir ante la hostilidad de las autoridades liberales españolas y más tarde italianas. El rectorado de Laso ejemplifica muy bien la difícil adaptación de las instituciones del Antiguo Régimen a los requerimientos del Estado Liberal. Fue el único que sobrevivió a la reforma de los colegios mayores hispánicos, impulsada por los Borbones a finales del siglo XVIII, al paso del antiguo régimen al liberalismo, a la ocupación francesa de Bolonia en 1796 y a las presiones emanadas de la revolución francesa. En definitiva, el canónigo Simón Laso fue un ilustrado regalista que luchó por la supervivencia de una institución característica del Antiguo Régimen, que resistió a la ofensiva del liberalismo y que consagró su vida al Colegio de San Clemente de Bolonia.

El doctor en Teología Simón Rodríguez Laso fue un auténtico ilustrado y un magnífico rector, porque supo defender los intereses de los colegiales y mantener a flote la nave del Colegio en medio de la borrasca napoleónica, y guardar el equilibrio social y político necesario para no irritar a los cambiantes políticos madrileños ni a la susceptible sociedad boloñesa, en la que se llegó a integrar completamente, de manera que casó a su sobrino Francisco con una dama de una de las familias más notables de la ciudad.

 

Obras de ~: Oración fundacional de la Sociedad Económica de Ciudad Rodrigo, 1782 (inéd., en Archivo Histórico Nacional, Madrid, Consejos, 5546); Oración sobre la excelencia del dibuxo [...], Madrid, Antonio Sancha, 1782; Oración gratulatoria que hizo a la Real Academia de la Historia, por su admisión en la clase de correspondiente: Estado de los estudios eclesiásticos y escuelas clericales por el siglo X y XI, contra la opinión de Giovenni, canónigo de Palermo, 1783 (inéd., 32 hojas, Real Academia de la Historia de Madrid, 9-29-6-5992, págs. 274-307); Elogio del Señor Don Antonio del Águila, Marqués de Espeja, pronunciado por el Dr. Don ~, Dignidad de Maestrescuela de la Santa Iglesia Catedral de Ciudad Rodrigo, Secretario de la Real Sociedad Económica de dicha Ciudad, e individuo de la Real Academia de la Historia, en la Junta General de 5 de enero de 1783, Madrid, Joachin Ibarra, 1783.

 

Bibl.: N. Rodríguez Laso, Diario de Don Nicolás Rodríguez Laso en el viaje de Francia e Italia, 1789 (ed. de A. Astorgano, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 2005); L. Fernández de Moratín, Diario (mayo 1780-marzo 1808), Valencia, Editorial Castalia, 1967; Viage a Italia, Madrid, Espasa Calpe, 1988; M. Batllori, “El Colegio de España en Bolonia a fines del siglo XVIII”, en E. Verdera y Tuells (ed. y pról.), El cardenal Albornoz y el Colegio de España, vol. III, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 1973 (col. Studia Albornotiana, XIII), págs. 641-668; J. Martínez Cardós, “La extinción del Colegio de España en Bolonia en 1812 y su restablecimiento en 1818”, en E. Verdera y Tuells (ed. y pról.), El cardenal Albornoz y el Colegio de España, vol. IV, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 1979 (col. Studia Albornotiana, XXXV), págs. 795-817; P. Bertrán Roige, “Huéspedes ilustres del Colegio de España: Pío VI y la familia real de Etruria”, en E. Verdera y Tuells (ed. y pról.), El Cardenal Albornoz y el Colegio de España, vol. V, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 1979 (Col. Studia Albornotiana, XXXVI), págs. 425-464; B. Tejerina, “Leandro Fernández de Moratín y el Colegio de España”, en E. Verdera y Tuells (ed. y pról.), El Cardenal Albornoz y el Colegio de España, vol. VI, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 1979 (col. Studia Albornotiana, XXXVII), págs. 623-650; E. Giménez López y J. Pradells Nadal, “Los jesuitas expulsos en el Viaje a Italia de Nicolás Rodríguez Laso (1788-1789)”, en E. Giménez (ed.), Expulsión y exilio de los jesuitas españoles, Alicante, Universidad, 1997, págs. 381-398; A. Astorgano Abajo, “La personalidad del ilustrado don Nicolás Rodríguez Laso (1747-1820), inquisidor de Barcelona y Valencia”, en Revista de la Inquisición (Madrid, Instituto de Historia de la Inquisición de la Universidad Complutense), 8 (1999), págs. 121-187; “París y la embajada de España a través del Diario del inquisidor Rodríguez Laso”, en VV. AA., IV Congreso de Historia Militar: Guerra y Milicia en la España del Conde de Aranda, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 2002, págs. 506-545; “El París del verano de 1788 a través del Diario del inquisidor Rodríguez Laso”, en Trienio. Revista de Ilustración y Liberalismo, 40 (2002), págs. 5-42; “Nicolás Rodríguez Laso. Un viajero por la Europa prerrevolucionaria”, en Historia 16 (Madrid), 314 (mayo de 2002), págs. 86-98; Diario de don Nicolás Rodríguez Laso en el viage de Francia e Italia (1788), ed. de A. Astorgano, Zaragoza, Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País - Institución “Fernando el Católico”, 2006; C. Nieto Sánchez, La crisis de la fundación albornociana: entre el bienio progresista y la unificación de Italia, Madrid, Asociación Cultural Castellum, 2010; “Un capítulo inédito de la reforma de los colegios universitarios: la visita de Pérez Bayer a los colegios españoles en Bolonia”, en Investigaciones históricas: Época moderna y contemporánea, 31 (2011), págs. 93-114; San Clemente de Bolonia (1788-1889): el fin del Antiguo Régimen en el último colegio mayor español, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2012; “Los jesuitas y el colegio hispánico de Bolonia: el juramento constitucional de 1820”, en Estudios eclesiásticos, 87, 340 (2012), págs. 51-66; “Simón Rodríguez Laso, un clérigo ilustrado en el colegio de San Clemente de los españoles”, en Hispania sacra, 65, 131 (2013), págs. 275-308; “Simón Rodríguez Laso: un clérigo ilustrado en Italia”, en La Aventura de la historia, 183 (2014), págs. 74-77; “España en Italia: la difícil supervivencia decimonónica del Colegio de San Clemente de Los Espanoles”, en Societá e storia, 146 (2014), págs. 681-698; “Un intercambio cultural: el colegio de España en Bolonia y los españoles en el siglo XIX”, en Hispania Nova: Revista de historia contemporánea, 14 (2016), págs. 330-352; “El Archivo del Real Colegio de España en Bolonia: nuevos descubrimientos”, en J. González Cachafeiro (coord.), 5as Jornadas Archivando, León, Fundación Sierra Pambley, 2016, págs. 150-156.

 

Antonio Astorgano Abajo