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Francesc Micò

Biografía

Micó, Francesc. Vic (Barcelona), 1528 – Barcelona, 1592. Médico, figura señera de la Anatomía y la Botánica médica en la Cataluña del siglo XVI.

Francesc Micó estudió Medicina en la Universidad de Salamanca. Allí tuvo por maestro a Lorenzo Alderete, supervisor de la construcción de uno de los primeros teatros anatómicos (1554) de que se tiene noticia en Europa, cuya creación debe insertarse en el programa de formación de científicos y técnicos de la Monarquía española en tiempos de Carlos V y de Felipe II. También tuvo ocasión de asimilar la nueva morfología basada en la disección sistemática de cadáveres humanos en la Cátedra de Anatomía instituida en 1551 que entonces regentaba Cosme de Medina, discípulo de Luis Collado, cabeza esclarecida de la pionera escuela anatómica valenciana.

Después de graduarse, en las postrimerías de la década de 1550, se trasladó al hospital del Monasterio de Guadalupe, que entonces era un centro de perfeccionamiento para médicos que ya habían obtenido el título universitario, “tomando experiencia” mediante “la práctica de la medicina, chirugía y disección”.

Francisco Hernández, el célebre naturalista que veinte años después dirigió la primera gran expedición científica a México y que ocupaba en aquel tiempo la plaza de médico principal en Guadalupe, se refirió a la renovación del centro extremeño: “En Guadalupe [...] dexamos puesta la anatomía en su punto, como hasta allí no se hubiese cortado todo, sino los miembros interiores solos”. Con modestia poco usual entre sus colegas, destacó en esta labor renovadora las disecciones que hacía “con mucha destreza el Dr. Micón que a la sazón practicaba conmigo medicina”. Hernández también informa de que el médico catalán le acompañó en sus excursiones botánicas por diferentes zonas de Extremadura.

La primera noticia sobre su presencia en Barcelona, donde vivió el resto de su vida, data del año 1564, cuando se presentó a las oposiciones de las Cátedras de Medicina. Sin embargo, las autoridades municipales decidieron excluirlo en represalia por haberse opuesto a la fusión del Estudio de Medicina —fundado por Martín el Humano en 1401— con el Estudio General del municipio.

Superado el conflicto mediante la concordia que estableció la unión definitiva entre ambas instituciones académicas en 1565, al año siguiente ganó por oposición la cátedra segunda de Medicina teórica. En 1567 intervino en la creación de una nueva Cátedra de Anatomía, Simples y Cirugía, en la que introdujo las disecciones de cadáveres como fuente de conocimiento de la anatomía humana, más valiosa que el obsoleto criterio de autoridad.

Con alguna interrupción, permaneció al frente de esa cátedra hasta 1572, siendo una figura clave en el renovador programa formativo de profesionales sanitarios (médicos, cirujanos y apotecarios) que convirtió la Universidad de Barcelona en uno de los centros de instrucción más avanzados de la Europa de los siglos XVI y XVII. En 1578 pasó a regentar la Cátedra de Práctica, una de las más prestigiosas y mejor remuneradas, hasta que abandonó definitivamente la docencia en 1582.

Micó realizó trascendentales aportaciones al conocimiento de la flora catalana, tanto desde el punto de vista teórico de la historia natural como de sus aplicaciones médicas. No dio a la estampa, sin embargo, ninguna obra sobre la materia. Esta circunstancia era frecuente en una época en que Ghini, quizá el botánico renacentista más importante, o el valenciano Juan Plaza, por citar sólo otros dos casos relevantes, no llegaron a publicar nada. El descubrimiento y la reunión de materiales fitológicos estaban disociados de la edición de sus descripciones e imágenes, que llevaban a cabo con frecuencia autores que reunían en sus obras numerosos materiales ajenos.

La relación entre Francesc Micó y el naturalista francés Jacques Dalechamps ilustra lo que se acaba de explicar. Micó enviaba a Dalechamps muestras de sus hallazgos botánicos y el francés incluyó en su célebre Historia generalis plantarum (1586-1587), publicada en Lyon en colaboración con Jean Bauhin y Jean Desmoulins, veinticinco descripciones de las plantas descubiertas por Micó. Una de ellas, la “yerba toserá”, cuyo nombre vulgar provenía de su eficacia contra la tos, aparece en la Historia generalis plantarum con un excelente grabado y el nombre de Auricula Ursi Myconi.

Más tarde, Linneo la denominó Verbascum Miconi y en la actualidad se llama Ramunda Myconi.

De otro lado, Micó estaba en constante comunicación con los boticarios de la corte de Felipe II, que le enviaban semillas, raíces y plantas de los jardines reales o de América, al tiempo que él les remitía las procedentes de sus excursiones botánicas, las del huerto que tenía en Barcelona y algunas de las que recibía de Dalechamps. Pertenecer a la red de científicos al servicio de la Monarquía española le facilitó, sin lugar a dudas, el acceso al puesto de médico del Tribunal de la Inquisición de Barcelona, oficio que desempeñó de 1564 a 1574.

En 1576 salió a luz en Barcelona su libro Alivio de los sedientos, en el qual se trata la necesidad que tenemos de bever frío y refrescado con nieve, y las condiciones que para esto son menester, y quales cuerpos lo pueden libremente soportar, reimpreso en la misma ciudad en 1792. Corresponde a un tema de la dietética de la época, que había sido tratado por el valenciano Francisco Franco (1569) y el sevillano Nicolás Monardes (1571), quien organizó un lucrativo negocio de venta de agua de nieve en la ciudad hispalense. Es muy posible que el médico nacido en Vic también estuviera involucrado en una empresa similar en Barcelona.

El tratado de Micó no ha sido aún analizado con el detalle que merece. En líneas generales, ofrece una terminante defensa de la idea de progreso científico y de la experiencia sensorial como criterio de conocimiento de un modernismo sorprendente en fechas tan tempranas: “El hombre y su varia composición, hasta nuestros tiempos no del todo bien entendida, según se vee por los que se exercitan en buscar, considerar y esquadrinyar, y con sus propias manos palpar y con los ojos ver su naturaleza y composición. Porque cada día descubren cosas nuevas y advierten partes y usos dellas no conoscidos, ni de antiguos o modernos autores escritos”.

El ejemplar que se ha podido consultar va dedicado a Diego Hernández de Córdoba, duque de Cardona y de Segorbe, y en los preliminares figuran poemas en alabanza del autor firmados por Francesc Calça, Joan Cassador y su primo Josep Micó, entre otras personalidades del mundo cultural y universitario barcelonés.

A. Hernández Morejón afirma haber visto otra edición del mismo año, dedicada a Juan de Austria, en la que Micó dice, con la usual retórica adulatoria, que se decidió a escribir su tratado cuando el príncipe, al pasar por Barcelona camino de Flandes, le preguntó al doctor Gregorio Mamera, su médico de cámara, “si era bueno beber o no refrescado con nieve”.

 

Obras de ~: Alivio de los sedientos, en el qual se trata de la necesidad que tenemos de bever frío, y refrescado con nieve, y las condiciones que para esto son menester, y quales cuerpos lo pueden libremente soportar, Barcelona, Jaume Galvan, 1576.

 

Fuentes y bibl.: A. Chinchilla, Anales históricos de la medicina en general y biográfico-bibliográficos de la española en particular, vol. I, Valencia, Imprenta de López y Cía., 1841-1846; A. Hernández Morejón, Historia bibliográfica de la Medicina, vol. II, Madrid, Imprenta de la Viuda de Jordan e Hijos, 1843- 1852; J. M. López Piñero, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos xvi y xvii, Barcelona, 1979; J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotons et al., Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Península, 1983, 2 vols.; A. Fernández Luzón, La Facultad de Medicina de Barcelona, treball de recerca, Barcelona, Universitat Autònoma, 1995; J. M. López Piñero, “L’activitat científica a la Catalunya del Renaixement i del Barroc”, en VV. AA., Història de la cultura catalana, Renaixement i Barroc. Segles xvi-xvii, vol. II, Barcelona, Edicions 62, 1997, págs. 15-36; A. Fernández Luzón, La Universidad de Barcelona en el siglo xvi, Barcelona, Publicacions i Edicions de la Universitat, 2005.

 

Antonio Fernández Luzón

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