Garcés de Eguía, José. Zacatecas (México), s. m. s. XVIII – Ciudad de México (México), 2.XI.1824.
Abogado y minero novohispano, autor de un relevante tratado sobre el método de amalgamación de patio usado en la extracción de plata en las minas novohispanas.
La vida y obra de Joseph Garcés de Eguía transcurrió en una etapa de crecimiento de la producción en las minas, que colocó a la Nueva España como el mayor proveedor de plata en el mundo. El complejo entramado de la minería novohispana, firmemente fundamentado en una larga tradición científico-tecnológica y depositario de un fuerte apoyo económico y político, fue un nicho propicio tanto para los intercambios de conocimiento en ese campo, como para el desarrollo de la brillante carrera de este criollo novohispano.
Garcés de Eguía tuvo un papel destacado dentro de esta red de intercambios, cuyo dinamismo se manifestó en la movilidad de información y de personas; en la inventiva para realizar proyectos de gran envergadura y proponer innovaciones; y en su eficiencia y productividad en la extracción de grandes cantidades de metales. Con la llegada, en 1788, de Fausto de Elhuyar al frente de la comisión minera —conformada por ocho técnicos y tres mineralogistas alemanes— y posteriormente de otros personajes de la talla de Andrés del Río y Alexander von Humboldt, tuvo lugar un sincretismo que originó la edición de libros de corte moderno, el mejoramiento a los procedimientos existentes, y la invención de maquinaria y de nuevos métodos de beneficio. En el ámbito académico, la apertura en 1792 del Real Seminario de Minería propició la asimilación y la aplicación de la Química, las Matemáticas y la Mecánica modernas en este sector.
Garcés de Eguía era abogado de la Audiencia de Guadalajara en la Nueva Galicia, vecino y minero de Zacatecas. En 1784, obtuvo ante el Real Tribunal de Minería el título de perito beneficiador de metales y al año siguiente el de medidor de minas y práctico en las operaciones de minas. Para 1787, Garcés comunicó al público a través de la Gazeta de México de Antonio Valdés, el invento de su nuevo método de fundición para sacar la plata de los minerales que la contienen utilizando como fundente el tequesquite, una sal rica en carbonato de sodio, muy abundante en la Nueva España. En esa ocasión, también informó que estaba convalidando su invento ante el Real Tribunal de Minería y que pretendía formar en Zacatecas una compañía para trabajar las minas. En 1791, fue elegido diputado sustituto de la minería de la ciudad de Zacatecas y, poco tiempo después, nombrado por el mismo tribunal, administrador de las minas y haciendas de la compañía de Pachuca.
De acuerdo con Garcés, el mayor rendimiento de plata se conseguía moliendo el mineral y separando las partículas más gruesas de las finas mediante el deslame con agua; después, los polvos más gruesos se sometían a la fundición y los más ligeros al proceso de amalgamación con mercurio. En un período relativamente corto, el nuevo método de Garcés contó con el reconocimiento de sus colegas y alcanzó gran difusión en los reales mineros. Para 1796, se practicaron comparaciones en Bolaños y al año siguiente en Sultepec.
A la luz de estos trabajos, en 1800, el Tribunal de Minería informaba al virrey sobre las utilidades conseguidas por el uso del nuevo método en estas diputaciones —disminución en los costos, aumento en la ley de plata, mayor sencillez y brevedad— y en las de Sombrerete, Sultepec, Zitácuaro, Zacatecas, Fresnillo, Guarisamey, Chihuahua y otras. Reportaba, además, que el método continuaba extendiéndose aun sin la intervención de Garcés, acrecentándose la producción de plata y los beneficios para el Real Erario y la Real Hacienda. Ante tales ventajas, el Tribunal de Minería recomendaba que se concediera a Garcés el cobro del privilegio por su invento, consistente en una cuarta parte de las utilidades generadas al aplicar el nuevo procedimiento. A pesar del apoyo brindado por el Tribunal, nuestro inventor no pudo disfrutar plenamente de la concesión anterior, pues tuvo que enfrentarse a innumerables dificultades y pleitos con los mineros que se negaban a pagarle lo que le correspondía.
Al parecer, tampoco tuvo mucho éxito el decreto emitido en 1801, por el virrey Félix Berenguer Marquina, ordenando a las diputaciones que lo auxiliasen en el cumplimiento del privilegio exclusivo que le había concedido y que contaba con la aprobación del Rey.
El libro de Joseph Garcés de Eguía, titulado Nueva teórica y práctica del beneficio de los metales de oro y plata por fundición y amalgamación, fue publicado en México en 1802, con un tiraje de dos mil ejemplares que se propagaron ampliamente por órdenes del Tribunal entre sus miembros, autoridades, jueces, catedráticos y personal del Colegio de Minería. Esta obra, en 1799, mereció el elogio de sus dictaminadores —los catedráticos Andrés del Río, Luis Lindner y Francisco Bataller—, quienes lo calificaron como el tratado más completo en castellano sobre el beneficio del oro y la plata por amalgamación y fundición, después del Arte de los Metales (1640) de Álvaro Alonso y Barba. Para entonces, su autor se presentaba como perito facultativo de minas y primario de beneficios de la minería de Zacatecas del Real Tribunal de Minería.
El libro, que consta de 168 páginas, fue utilizado en las clases del Real Seminario de Minería no sólo por ser el primer tratado crítico sobre el método de amalgamación de patio —el más difundido y empleado en la Nueva España— sino también, por ser un buen medio para conocer la minería novohispana.
En él, Garcés de Eguía utiliza los postulados de la nueva química e introduce continuamente recomendaciones emanadas de su amplia experiencia adquirida en las minas, combinando de manera magistral las aportaciones novohispanas con las europeas. A lo largo de sus páginas, nuestro perito facultativo de minas expone los principales problemas de la minería del virreinato, las expectativas para resolverlos y la descripción de su nuevo método.
En la breve dedicatoria de la obra, como es costumbre de la época, Garcés incluye alabanzas y agradecimientos al monarca Carlos IV por su protección, lo cual no le impide expresar un cierto reproche por el amparo y las facilidades brindadas a los extranjeros.
Al respecto menciona la protección otorgada por Carlos III al barón de Born, después de que éste le dedicara su obra con la descripción de las reglas de la amalgamación con mercurio y de su método inspirado en el de Alonso y Barba. En contraste, Garcés alude a los obstáculos que retardaron la aparición de su libro y que tuvo que allanar; si bien no deja de reconocer las luces que aprendió de los propios vasallos del Rey y de los alemanes, también subraya que va a exponer lo que le es propio y original sobre la base de los conocimientos de la química exacta, deducidos de las más prolijas experiencias que han puesto en evidencia el proceder de la naturaleza.
Para facilitar la exposición de su método teórico-práctico, Garcés de Eguía divide su opúsculo en un “Discurso preliminar” y cuatro partes. En el “Discurso preliminar” de la obra expone el origen y las propiedades del tequesquite. A continuación, en la primera parte, denominada “Cultivo de los tequesquites”, el minero zacatecano aparece como un hombre de empresa, como el ilustrado que busca la creación de nuevos establecimientos para contribuir al bien público y al desarrollo de una incipiente industria manufacturera de materias primas. La segunda parte, destinada al “Tratado de docimasia”, lo muestra en su faceta de ensayador químico, cuyo proceder sigue los cánones de la química moderna, precisa y exacta cultivada por los mejores químicos de la época. También en ella, el autor expresa que tiene la preocupación de transmitir sus explicaciones, de manera comprensible y pedagógica, a sus compañeros de gremio menos ilustrados.
Con la misma intención, en la parte dedicada a la “Teórica de la fundición”, junto a las reflexiones teóricas, incluye una sección de orden práctico dirigida a los más ignorantes y rudos, redactada en el “frasismo” y voces más comúnmente usadas entre los prácticos.
Ésta contiene una descripción pormenorizada del modo de efectuar la fundición con plomo y de los instrumentos y proporciones de los materiales necesarios para lograrla, así como de las dificultades más comunes y precauciones a observarse.
Por último, en su “Tratado de azoguería” Garcés describe con entusiasmo las riquezas del subsuelo novohispano y con orgullo los saberes acumulados en las centurias de una práctica escrupulosa, no exenta de interpretaciones teóricas. Esta parte del libro es la más extensa y la que mejor manifiesta el genio y la capacidad de este gran perito y técnico; en ella presenta una propuesta original para explicar la teoría de la amalgamación de la plata con el mercurio ocurrida durante el proceso del beneficio de patio. Así, fue José Garcés de Eguía en 1802 quien explicó por primera vez en términos modernos el método de patio, utilizando la nueva nomenclatura química, la teoría de las afinidades y algunos planteamientos de Born y de Fausto de Elhuyar. De esta manera, se sumó a la discusión que estos últimos mantenían sobre el tema y a la cual posteriormente se unirían con sus publicaciones Federico Sonneschmidt y el barón de Humboldt, quien tomó del libro de Garcés informaciones diversas que aparecen citadas en su libro Ensayo político sobre el Reyno de la Nueva España (1811).
Desafortunadamente para Garcés de Eguía, el genio y la fortuna no siempre marcharon de la mano. A su muerte, ocurrida el 2 de noviembre de 1824, su viuda tuvo que solicitar el auxilio del Tribunal de Minería para poder pagar las deudas contraídas: se hallaba sumida en la pobreza porque el medio sueldo asignado a Garcés en su plaza de diputado no le había alcanzado ni para pagar su entierro. El Tribunal, reconociendo el estado de pobreza de la suplicante, al siguiente día le otorgó 300 pesos.
Obras de ~: Gazeta de México, 18 de mayo y 5 de junio, México, Antonio Valdés, 1787, págs. 361-362; Nueva teórica y práctica del beneficio de los metales de oro y plata por fundición y amalgamación, México, Mariano Zúñiga y Ontiveros, 1802; Nueva teórica y práctica del beneficio de los metales de oro y plata por fundición y amalgamación, México, 1802 (reed. D. F. Marley, México, Cyanamid de México de CV, 1977).
Bibl.: M. Bargalló, La minería y la metalurgia en la América Española durante la época colonial, México, Fondo de Cultura Económica, 1955; La amalgamación de los minerales de plata, México, Cía. Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, 1969; P. Aceves, Química Botánica y Farmacia en la Nueva España a finales del siglo XVIII, México Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, 1993; “Intercambios científicos en la Nueva España: una nueva lectura de la Comisión Minera”, en De la Ciencia Ilustrada a la Ciencia Romántica, Madrid, Doce Calles, 1995, págs. 359-375; F. J. Puerto y B. del Castillo (eds.), Ciencia y técnica en Latinoamérica durante el período virreinal, Madrid, Ediciones CESCE, 2005.
Patricia Aceves Pastrana