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Mateo Segade Bugueiro

Biografía

Segade Bugueiro, Mateo. Trasiglesia (Santiso, La Coruña), ant. 20.X.1605 – Murcia, 28.VIII.1672. Arzobispo.

Mateo Segade Bugueiro nació en el lugar de Trasiglesia y fue bautizado el 20 de octubre de 1605 en la parroquial de Sanromao en Mellid, o Melide en gallego. Pasó su infancia en su pequeña aldea natal de ocho o diez hogares labriegos, hasta que, en 1610, su padre, el capitán Mateo Segade, que, por entonces, al haber dejado las armas, ejercía el oficio de escribano en propiedad de la jurisdicción de Boente en Altamira, heredó el mayorazgo de Gregorio Segade, su hermano primogénito, que había muerto sin descendencia, trasladándose la familia al semipazo familiar de Segade. Poco gozó de su casa el capitán, pues tres años después dejó huérfana a la familia, mudándose su viuda, Ana Bugueiro, y sus cuatro hijos a la villa de Mellid, donde se hallaba la hacienda y bienes que había heredado de su progenitor, el clérigo Juan Bugueiro, pero sin dejar de pasar temporadas en Trasiglesia. La morada lindaba con el Convento de Santispíritus, de terceros franciscanos, donde Mateo Segade Bugueiro y su hermano Pedro, estudiaron los cursos de artes precisos para entrar a los estudios mayores e indispensables para el Colegio Mayor de Santiago Alfeo de la universidad compostelana, vulgarmente llamado de Fonseca, donde tras quedar vacante una beca ingresó Mateo Segade, el 1 de octubre de 1629, con veinticuatro años. Progresó el becario en los estudios hasta los puestos de consiliario y rector del Colegio, cargo que ejercía en 1634, así como al de regente o catedrático de Menores en la Universidad, pero sin obtener aún ninguno de los grados académicos. Todos los logró en el curso de ese año de 1634, primero graduándose de bachiller en Artes en el Colegio de Fonseca y al poco se licenció en Teología, obteniendo enseguida el grado de doctor en la Universidad de Santiago. Por estas fechas recibió las órdenes sagradas, probablemente en Mondoñedo, diócesis a la que pertenece Mellid y su comarca, entablando amistad con Fernando de Andrade y Sotomayor, que desde 1631 era arzobispo de Burgos y que le nombró visitador de su obispado, cargo que, aunque honorífico, fue el primero de una larga serie de los que le aguardaban. En efecto, tras nombrarle a continuación el arzobispo de Burgos, juez ordinario de la Inquisición, obtuvo, por oposición, la magistralía de la Catedral de Astorga, cuya diócesis regía Alfonso Mesía de Tovar, que había sido obispo de Mondoñedo. Paralelamente, sin pérdida de la magistralía de Astorga, tomó posesión el 17 de mayo de 1638 de una beca teóloga en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid, logrando a posteriori el cargo de consiliario y rector de dicho colegio por tres veces. Además, en la Universidad de Valladolid ocupó en marzo de 1639 la Cátedra de Filosofía, que sumó a la de lógica tan sólo un año después, para pasar a la Cátedra de Durando en febrero de 1642 y a la de Sagrada Escritura al año siguiente. Tres cursos de Sagrada Escritura enseñó en dicha Universidad hasta que Baltasar de Moscoso Sandoval, cardenal de Santa Cruz, hijo de los condes de Altamira, fue designado primado de España, y queriendo rodearse en su promoción de hombres de confianza gallegos, recayó en Segade la magistralía de lectura de la catedral de Toledo, cargo del que tomó posesión el 17 de julio de 1647, añadiéndose al mismo, en febrero de 1650, el de capellán y administrador del Colegio de Nuestra Señora de los Remedios, más conocido como el de las Cien Doncellas. Un año se retiró a Galicia, fundando en Mellid la capilla del Cristo en el Convento de Santispíritus, hasta que en junio de 1561 regresó a Toledo, al haber sido nombrado examinador general de la arquidiócesis. Tres años más tarde se le designó comisario del cardenal Moscoso en la causa que se entabló como consecuencia del asesinato de García Hurtado de Mendoza, VI marqués de Cañete, a manos de su caballerizo Antonio José de Hamada, hidalgo catalán que había declarado ser clérigo de menores. Tras la enérgica defensa que mostró Segade de la inmunidad eclesiástica del cardenal en todo aquel asunto, éste le recomendó para la sede de Méjico, que había quedado vacante por fallecimiento de su arzobispo Marcelo López de Azcona. La bula de su nombramiento fue expedida en Roma por Alejandro VII, el 14 de mayo de 1655, primero de su pontificado, que dirigió a Felipe IV. El día de Santiago del siguiente año, tomó posesión del gobierno de la arquidiócesis, en la catedral de México, donde se encontró con tan grandes desavenencias con el entonces virrey de Nueva España, Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque, que tuvo que intervenir el rey Felipe IV cesándoles en sus cargos. Partió el virrey de la Ciudad de México el 26 de marzo de 1661 a su nuevo destino como capitán general de la Armada del Mar Océano y, una semana después, también lo hacía Segade para presentarse ante el rey y el Consejo de Indias, cuyos autos comenzaron con el año 1662 y, aunque en mayo de 1662 determinaron que el arzobispo no volviera a hacerse cargo de la Iglesia de Méjico, no sólo revocaron los cargos que pesaban sobre el prelado sino que el rey le nombró su capellán y consejero.

Tras ese periplo americano pasará a convertirse por decisión de Felipe IV en obispo de Cádiz, cargo que no llegaría a desempeñar porque la armada del duque de Alburquerque arribaba normalmente en la bahía y con el fin de evitar nuevos encuentros entre ambos personajes, acordó el gobierno concederle en su lugar la mitra de León, que había dejado vacante Juan Bravo de Asprilla por traslado a la diócesis de Murcia-Cartagena. Pero, éste recién llegado falleció, siendo designado Segade para sustituirle sucesivamente por vez segunda, convirtiéndose el 21 de mayo de 1664 en el 47º titular del obispado de Cartagena, en donde por fin gozó de una sede más sosegada, salvando ciertas confrontaciones con el ayuntamiento por las celebraciones de la fiesta del Corpus, hasta que la muerte vino a visitarle el 28 de agosto de 1672. Tan sólo un año antes, entre sus actividades como mecenas, figura la ansiada fundación del Colegio y Obra Pía de Melide en Galicia. 

Había sido Mateo Segade Bugueiro medianamente alto, algo flaco, huesudo y de color cobrizo y, como los clérigos del tiempo, gastaba bigote y perilla. Era de genio grave y silencioso y gozó de mala salud. Dentro de otras curiosidades inherentes a éste personaje que llegó en su día a ostentar una de las dignidades eclesiásticas más importantes de la Cristiandad, arzobispo de México, mientras en el año 1643 era abad y cura de San Esteban de Valdetorres, actualmente conocida como Valdetorres del Jarama inserta en el señorío eclesiástico de Toledo, tras promocionar dentro del escalafón eclesiástico, no dudó en renunciar a tal dignidad a favor de su hermano Pedro, estableciendo en virtud de esta cesión una carga sobre los ingresos que el nuevo titular de la abadía percibiese durante el ejercicio de sus funciones y que ascendía a trescientos cincuenta ducados anuales, en virtud a lo establecido en cierta bula de Gregorio X, con pena de nulidad. Posiblemente por la despreocupación de quien se siente en una esfera superior a la que había ostentado en tierras de España, o bien por las tareas propias que su nuevo cargo acarreaba, además de tratarse de una cesión hecha a su propio hermano, nunca había ejercido el derecho de cobro que le proporcionaba dicha bula, no cobrando por tanto la pensión que gravaba el curato, entendiéndose que la deuda ascendía ya a más de cuatro mil ducados. Para recuperar esas cantidades, no dudó el arzobispo en acudir a la Audiencia Escolástica Complutense, demandando tanto a su hermano Pedro como al nuevo titular en la abadía de Valdetorres, Pedro Félix Patiño, que había pasado a ocuparla por defunción del hermano fallecido de Mateo Sega de Bogueiro. El proceso en sí, comenzaba con cierta petición realizada por el procurador de Patiño, en ese momento abad y cura de San Esteban de Valdetorres, en donde solicitaba el amparo de la jurisdicción académica debido a su condición de aforado complutense: “(…) que siendo mi parte estudiante, actualmente matriculado en esta Universidad en la Facultad de Cánones y sujeto privativamente en todas sus causas civiles y criminales a la jurisdicción de V.M., el doctor don Mateo Sega de Bogueiro, Arzobispo de México, inquieta a mi parte en el derecho adquirido y posesión que tiene a la dicha abadía, y beneficio curado de la dicha villa de San Estaban de Valdetorres (…) y para conseguir mejor el intento referido, se pretende valer de el juzgado del Ordinario de Astorga (…)”. En su pretensión de que no fuese el rector complutense el que asumiera la competencia del proceso, que en la práctica vendría a significar una importante pérdida de expectativas para la causa de Bogueiro, el procurador del arzobispo presentaba el 26 de agosto de 1662 la siguiente alegación: “(…) en nombre del señor arzobispo de México, electo de León (…) en el pleito con don Pedro Félix Patiño, abad de San Esteban de Valdetorres (…) digo que sin embargo de lo que en ella se dice, V.M. se ha de servir proveer como antes por mi parte está pedido, absteniéndose del conocimiento de esta causa, y reformando sus mandamientos despachados a pedimiento de la parte contraria (…) lo otro porque es cierto que la parte contraria en el tiempo que dice haber Cursado en esta universidad siempre ha habitado de continua morada en sus casas en la villa de Madrid, de que resulta que caso negado estuviera matriculado, no bastará esta diligencia para valerse del fuero de esta universidad (…)”. Aunque la documentación no ofrece el resultado del pleito, lo que resulta curioso es que tan importante dignidad eclesiástica buscara la reparación de tan importante perjuicio económico ante la Audiencia Escolástica Complutense, no por gusto precisamente sino por tratarse de la, al menos a priori, jurisdicción competente por concesión apostólica y real.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Universidad de Santiago, Libro de grados de licenciados y doctores en Teología (1634-1694), fols. 8v, 13-16; Archivo de la Universidad de valladolid, leg. 3, n.º 10 y 903; Archivo Capitular de Toledo, Libro de Estatutos, t. V (1642-1656); Archivo del Colegio de Doncellas de Toledo, Informaciones de Ministros y sus Títulos, leg. 2, n.º 17; Archivo General de Indias; Archivo Histórico Nacional; Archivo Capitular de Murcia, Libs. 21, 22 y 23 de Acuerdos capitulares.

F. Sosa Castilla, El Episcopado mexicano: biografía de los ilustrísimos señores arzobispos de México desde la época colonial hasta nuestros días, México, 1877, pág. 107; J. Pardiñas Villalobos Soto y Romero de Caamaño, Breve compendio de los varones ilustres de Galicia, La Coruña, Andrés Martínez, 1887, pág. 8; E. Álvarez Carballido, [“Mateo Segade Bugueiro”], en B. Barreiro de Vázquez Varela (dir.), Galicia diplomática, t. III, Santiago de Compostela (La Coruña), 1888, pág. 132; P. M. Caravelos, Historia del Colegio de Fonseca, Tuy (Pontevedra), La Integridad de Tuy, 1915; M. Alcocer y Martínez, Anales universitarios: Historia de la Universidad de Valladolid, t. III: Expedientes ordenados y anotados, Valladolid, Imprenta Castellana, 1918, págs. 3, 43 y 273; M. Cuevas, Historia de la Iglesia en Méjico, t. III, Tlalpam (México), Asilo Patricio Sanz, 1924, pág. 123; A. Cotarelo Valledor, “Lembranza biografica de Don Mateo Segade Bugueiro”, en VV.AA., Terra de Melide, Santiago de Compostela (La Coruña), Seminario de Estudos Galegos, 1933, págs. 645 y ss.; A. Cotarelo Valledor, “Don Mateo Segade Bugueiro, Arzobispo de Méjico, Obispo de Cartagena (1605-1672)”, en Revista de Indias (Madrid), año III, 7 y 8 (enero-junio de 1942), págs. 41-62 y 291-321; A. Cotarelo Valledor, “Don Mateo Segade Bugueiro, Arzobispo de Méjico, Obispo de Cartagena (1605-1672)”, en Revista de Indias, año IV, n.º 14 (octubre-diciembre de 1943), págs. 709-731; G. Martín de Guijo, Diario de sucesos notables, t. I, México, Porrua, 1953, pág. 8; A. Fraguas Fraguas, Historia del Colegio de Fonseca, Santiago de Compostela (La Coruña), Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos, 1956; M.ª Á. Sobaler Seco, Los colegiales mayores de Santa Cruz (1484-1670): una élite de poder, Valladolid, Consejería de Cultura y Bienestar Social, 1987; M. Risco, España sagrada, t. XXXVI: memorias de la Santa Iglesia esenta de Leon, concernientes a los cinco ultimos siglos, con un copioso Apendice de Concilios, Escrituras, y otros Documentos muy utiles para la Historia particular de esta Ciudad y su Iglesia, y para la general del Reyno, Oviedo, Pentalfa Microediciones, 1989; V. Riva Palacio, México a través de los siglos, Barcelona, Océano, 1990; I. Ruiz Rodríguez, “Mateo Sega de Bogueiro, Arzobispo de México, versus Universidad Complutense”, en VV. AA., Actas del Congreso Internacional sobre la Universidad Americana, t. I., Valencia, Universitat, 2000.

 

Ignacio Ruiz Rodríguez e Iván F. Moreno de Cózar y Landahl, conde de los Andes