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Antonio de los Reyes Rodríguez y Correa

Biografía

Rodríguez y Correa, Antonio de los Reyes. El Capitán Correa. Arecibo (Puerto Rico), 1665-1670 – 9.VI.1758. Militar.

Nació en el seno de una familia de colonos formada por Joseph Rodríguez y Correa, hijo de colonos portugueses, y Francisca Rodríguez y Valdés, probable descendiente del gobernador de Puerto Rico Diego Menéndez de Valdés (1533-1597). Las primeras décadas de la vida de Antonio de los Reyes debieron de transcurrir de forma sencilla, como era propio de los habitantes de las zonas agrícolas y pesqueras del Puerto Rico del siglo xvii. Así, la primera referencia a su vida se encuentra en una lista de 1691 de “hombres inscritos para faenas de la mar”. En esa época contrajo matrimonio en Arecibo con Estefanía (Rodríguez de Matos) Colón de Luyando (1675-1715), que era descendiente de una importante familia criolla afincada en la isla desde 1509. Con ella tuvo catorce hijos e hijas, de los que sólo tres, Francisco (1692-16 de enero de 1774), Joseph (¿1700?-17 de abril de 1771) y Francisca de los Reyes (muerta en 1742) tuvieron descendencia, al profesar los demás en órdenes religiosas.

Probablemente el primer contacto del Capitán Correa con las responsabilidades militares debió de ser su nombramiento, en 1698, como sargento mayor de la población de San Felipe de Arecibo. Poco después ascendió a theniente á guerra, cargo que ya ostentaba en 1702, cuando dirigió la acción de defensa de Arecibo, y en el que continuó más de cuarenta y seis años.

Su fuerte personalidad y su determinación se hicieron famosas entre sus coetáneos. Su probada lealtad a la Corona Española llegaba a extremos difícilmente imaginables. En 1703 el Reino de Portugal se adhirió, con Saboya, a la Gran Alianza (Austria, Inglaterra y Holanda) para participar en la Guerra de Sucesión Española. Como consecuencia, en 1705, se hizo circular la orden de detener a los portugueses afincados en territorios españoles y confiscar sus bienes.

El Capitán Correa no dudó un instante y procedió a conducir a prisión a su propio padre, Joseph Correa, que seguía siendo portugués, confiscando sus tierras.

De inmediato se dirigió al capitán Francisco Sánchez, entonces gobernador interino de Puerto Rico, para solicitar la liberación y perdón para su padre. El gobernador procedió a tramitar esta petición ante el rey Felipe V, que la concedió poco después.

El nombre del Capitán Correa siempre ha estado vinculado a la Acción de Defensa de Arecibo. Esta página histórica sólo adquiere su auténtica dimensión cuando se encuadra en los primeros movimientos bélicos de la Guerra de Sucesión Española en Indias. La posesión de Puerto Rico siempre fue de gran interés para todas las naciones europeas, no sólo para España sino también para Inglaterra, Francia, Holanda, Dinamarca, etc. Esta colonia era el punto de acceso a las islas del Caribe y, desde ahí, a las posesiones continentales españolas. Tras la declaración de guerra de la Gran Alianza a Francia y España (junio de 1702) se incrementaron las hostilidades, produciéndose numerosos enfrentamientos navales y terrestres en América.

El motivo era que en el texto del pacto de la Gran Alianza figuraba, explícitamente, que “los territorios conquistados durante las acciones bélicas de la guerra permanecerían para siempre en poder del ocupante”.

La armada inglesa, siguiendo la estrategia general, había concentrado desde enero de 1702 una importante fuerza naval en el Caribe con base en Jamaica y bajo el mando del almirante John Benbow. Mientras el Almirante se dirigía a las colonias del continente ordenó a su segundo, el contralmirante Whelstone, que explorara las Antillas con cinco barcos. Había comenzado la Guerra de Sucesión también en América y el 3 de agosto de 1702 la flota del almirante Benbow se enfrentó a la del almirante francés Jean-Baptiste Ducasse, sufriendo costosas pérdidas.

Por su parte, los barcos del contralmirante Whelstone se dirigieron hacia Puerto Rico. El 5 de agosto de 1702, dos de sus barcos (un bergantín y un balandro) avistaron la costa norte de la isla, cerca del puerto de Arecibo y de la desembocadura del río Abacoa (actualmente Río Grande de Arecibo). Desembarcaron un capitán con un grupo de treinta y cuarenta soldados, muy bien pertrechados, que atacaron a la guardia local formada por dos o tres milicianos. La defensa fue organizada de inmediato por el theniente Correa, contando con su ayudante Nicolás Serrano, el sargento mayor José Rodríguez de Matos y unos pocos milicianos. Se trataba de tropas de la milicia urbana de Puerto Rico, constituida por civiles sin formación militar previa o trabajadores.

Tras una retirada inicial de los españoles, una posterior emboscada sobre las tropas inglesas supuso la derrota total de los atacantes muriendo todos, incluido el capitán inglés. Entonces el Capitán Correa ordenó a sus hombres subir a las barcas que habían traído los ingleses y atacar las dos naves que aún estaban ancladas cerca de la costa. Al presenciar el desastre los marinos ingleses cortaron las amarras y huyeron. Los españoles sólo tuvieron algunos heridos, entre ellos Antonio de los Reyes y Nicolás Serrano, y un muerto.

Se recuperó un abundante botín, muchas armas, las dos barcas, muchos uniformes y otros enseres, además de una de las anclas de los navíos que los ingleses abandonaron al huir precipitadamente.

La importancia de la acción de defensa de Arecibo es evidente. Si el ataque inglés se hubiese consumado habría sido, sin duda, el primer paso para la conquista ulterior de toda la isla. Desde Arecibo se hubiera podido realizar, de manera relativamente sencilla, una gran incursión al interior con la invasión total y la pérdida de la colonia. Las consecuencias de este hecho, en el transcurso de la Guerra de Sucesión, podían haber sido muy importantes. La pérdida de una isla estratégica como Puerto Rico hubiese permitido a la Corona británica establecer una base firme en el Caribe oriental, que ya contaba con la isla de Jamaica en el Caribe occidental. La ocupación inglesa de la isla habría conllevado la desestabilización de la zona y, seguramente, la rápida pérdida de otros muchos territorios españoles insulares y continentales.

Así lo reconoció la Corona por Real Orden de 27 de septiembre de 1703. Gabriel Gutiérrez de la Riva, maestre de campo y gobernador militar de la Isla, escribió una extensa carta a Felipe V, el 30 de agosto de 1702, en la que hacía constar la importancia del hecho y la heroicidad del theniente Correa y de sus milicianos.

Antonio de los Reyes fue condecorado por el Rey Felipe V con la Medalla de su Real Efigie y ascendido, por méritos en combate, a capitán de Infantería del Ejército español. También fue nombrado alcalde de San Felipe de Arecibo cargo que alternó con Nicolás Serrano, su ayudante en la batalla y que ascendió también a capitán de infantería.

Arecibo pasó, desde entonces, a conocerse como la villa del Capitán Correa. Y su escudo porta “una correa” en recuerdo del héroe. Los monarcas posteriores dedicaron especiales prebendas a la ciudad. Por Real Cédula de Carlos III, de 14 de enero de 1778, se le dio reconocimiento de villa y por Real Decreto de Isabel II, de 19 de marzo de 1850, se concedió el apelativo de “Muy Leal villa de Arecibo”.

El año 2002 se celebró el tricentenario de la Defensa de Arecibo y todos los años, el 5 de agosto, se conmemora aquella gesta con un homenaje al Capitán Correa y a sus hombres.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exp. del teniente coronel Pedro de Loyzaga (Exp. de Limpieza de Sangre de Violante Correa).

I. Abbad y Lassierra, Historia Geográfica, Civil y Natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, Madrid, Imprenta Valladares, 1788 (ed. con est. introd de G. L. García, anotada y cont. por J. J. Acosta y Calvo, Aranjuez, Doce Calles, 2002); C. Coll y Toste, Crónicas de Arecibo, Puerto Rico, Salicrup, 1891; M. Cadilla de Martínez, Rememorando el pasado histórico, Puerto Rico, Imprenta Venezuela, 1946; R. Rivera Bermúdez, Historia de Coamo. La Villa Añeja. Siglos XVI al XX, Coamo, Imprenta Costa, 1980; L. E. González Vales, “El ataque a La Boca de la Riviera de Loyza en 1702: ecos de la guerra de sucesión española en Puerto Rico”, en Revista de Estudios de Historia Social y Económica de América (Universidad de Alcalá de Henares) (1990); A. Morales Carrión, Puerto Rico y la lucha por la hegemonía en el Caribe. Colonialismo y contrabando, siglos XVI-XVIII, Puerto Rico, Universidad, Centro de Investigaciones Históricas, 1995 (Col. Caribeña); F. A. Scarano, Puerto Rico. Cinco siglos de Historia, México, McGraw Hill Interamericana, 2000; D. J. Rodríguez, Antonio de los Reyes Correa. El Capitán, Puerto Rico, Sociedad Histórica de Puerto Rico, 2002; I. C. Rodríguez, Descendencia del Capitán Correa, Puerto Rico, Sociedad Puertorriqueña de Genealogía, 2002; P. Gil-Loyzaga, Cuatro Siglos en Puerto Rico, Madrid, Visión-Net, 2007.

 

Pablo E. Gil-Loyzaga

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