Carrera Torrent, Pedro. Castellnou de Seana (Lérida), c. 1790 – Balaguer (Lérida), 21.II.1844. Monje cisterciense (OCist.), último abad de Santes Creus.
Ingresó a los diecinueve años en el monasterio de Santes Creus, donde recibió el hábito monástico el 7 de diciembre de 1805. Iniciada la vida religiosa con gran fervor, dio pronto muestras de haberla tomado en serio, mereciendo que la posteridad le calificara de “monje ejemplar, fiel cumplidor de la regla”. Fue elevado a la dignidad abacial en las circunstancias más adversas que pueden darse. En 1831 se celebró capítulo provincial en Rueda, al cual asistió fray Pedro juntamente con el definidor de Cataluña, fray Antonio Escofet, y fray Ramón Prats, procurador de Santes Creus. La situación de la nación no podía ser más preocupante, por cuanto Fernando VII falleció en breve, dejando las riendas del estado en manos de su hija Isabel II, niña de dos años, bajo la tutela de su madre doña María Cristina. Tal disposición inesperada desagradó no poco a un sector de la sociedad española, que no la vieron con buenos ojos, antes esperaban que pasara las riendas del Estado a manos de don Carlos, hermano del rey. Entonces estalló un conflicto armado entre absolutistas e isabelinos que ensangrentó los caminos de España. Era el comienzo catastrófico para la vida de las comunidades, porque llegó muy pronto la nefasta desamortización.
En un ambiente hostil como el que les rodeaba con una ruinosa economía, poco podía hacer fray Pedro por su comunidad. El 14 de septiembre de 1834 se reunió el capítulo conventual, por cuanto el mandato del abad Carrera había tocado a su fin, y juzgando conveniente no proceder a la elección de un nuevo abad, dada la situación anormal que pesaba sobre España, acordaron nombrar presidente de la casa a fray José María Ballester, juzgando que era la persona más digna de ocupar el primer puesto, dada su inclinación a la causa isabelina. Pero el ambiente se fue enrareciendo a consecuencia de los dos partidos contendientes y la comunidad optó por dispersarse; fray Ballester renunció a su flamante cargo en la persona del padre Carrera.
A fines de julio de 1835 se vieron obligados a abandonar todos los monjes el monasterio, y todo hace suponer que el último en salir del convento con el corazón partido de dolor fue fray Pedro, en su calidad de responsable de la casa y de sus monjes. Nos figuramos la honda pena que invadiría a fray Pedro al verse arrancado de su amado monasterio al que se veía tan vinculado por vocación —por haberle llamado Dios a él— y en razón de su profesión monástica, que le vinculaba a él para siempre. Con un hatillo de ropas y alguna cosa más de su uso —lo poco que les permitían llevar los enemigos de la Iglesia—, emprendió el camino del destierro hacia “su pueblo natal, Castellnou de Seana, Lérida, y nunca se consideró desligado de su Monasterio durante los nueve años que allí pasó”. No queriendo ser gravoso para sus familiares, el abad Carrera se hospedó en casa de Josefa Bellet, tía de la abadesa del convento de nuestra Señora de Almata, en Balaguer, hija de su mismo pueblo natal, que según las crónicas de aquel tiempo murió en loor de santidad.
Es elocuente, y hasta suena a verdadero martirio lo que añade a renglón seguido el historiador que sirve de fuente principal de estas notas: “Pero su aflicción y tristeza fueron constantes, provocándole la enfermedad que lo llevaría a la tumba. Así, el día 21 de febrero de 1844, a las once de la mañana dejó de existir el último abad de Santes Creus, fray Pedro Carrera Torrent”. Esta forma de muerte se puede considerar como una especie de martirio incruento de unos hombres que se vieron truncados en su vida, sin poder vivir ni morir en los monasterios que eligieron para inmolarse noche y día por el mundo y los intereses de la Iglesia.
Bibl.: M. Galito Pubill, “La Desamortización durante el abadiato de fray Pedro Carrera Torrent, último abad de Santes Creus”, en Yermo (Zamora, Ediciones Monte Casino), 14 y 18 (1976 y 1981), págs. 91-101, y 241-146, respect.
Damián Yáñez Neira, OCSO